Hola a todos.
Perdón por ya no actualizar, pero he tenido muchos pendientes y ni siquiera he podido comentar, pero leo varios fanfics.
Esta historia va en contra del bullying. Está basada en la canción de Rin "Abstract Nonsense". Lo que está escrito tal vez parecerá exagerado, por ejemplo, el comportamiento de los compañeros de Rin, pero no se aleja de la realidad, desgraciadamente así se están volviendo muchas escuelas. Pero en fin, este fanfic, como dije antes, va en contra del acoso escolar. Espero les guste.
Vocaloid no me pertenece.
Capítulo I: Tortura diaria
Una joven caminaba con miedo dirigiéndose a la escuela, o al campo de concentración, como ella solía llamarlo. Tenía miedo, mucho miedo. Con cada paso que daba sentía que se aproximaba a otro día se burlas, de golpes e insultos por parte de sus compañeros.
Ella llevaba el uniforme deportivo, por si acaso la llegaban a empujar y ella caía, por lo menos se evitaría la vergüenza de que todos vieran su ropa interior por la falda.
Su nombre era Rin Kagamine. Tenía cabello rubio hasta los hombros, ojos color azul zafiro y su piel era blanca. Ella no era para nada fea, pero nunca falta el que sufre de "bullying" en la escuela. Para su desgracia, ella era el objetivo de sus compañeros, ¿Cuál era la razón? Principalmente sus calificaciones. Ella era la más alta y se podría decir que la consentida de los maestros, esto llevaba al rencor y envidia de sus compañeros, que por pereza y holgazanería preferían ir de fiesta en fiesta a tomar hasta perder la conciencia que hacer sus deberes escolares.
El miedo de Rin aumentaba, y aunque ya había acudido a ayuda, nadie le hacía caso. Sus padres no la pensaban cambiar de escuela, su director caía ante las manipulaciones de sus compañeros y los maestros le decían que simplemente ignorara a todos.
Cuando ella se dio cuenta, ya había llegado al salón, y sólo unos cuantos compañeros suyos estaban ahí.
Rin se sentó en la banca sin saludad ni mirar a nadie. A los pocos minutos, unas compañeras suyas se acercaron a su pupitre.
-Hola Rin.
-¿Qué quieren?
Dijo ella directamente.
-¿Vienes de malas? No importa. Queremos que nos pases la tarea de matemáticas.
Respondieron ellas de manera impotente.
-¿La tarea de matemáticas? Pero estaba muy sencilla.
-No me importa. Yo no entendí. Pásamela.
Dijo una chica en forma de orden.
-Pero… no…
-¿Qué?
-No les pienso pasar la tarea.
-¡¿PERO QUÉ TE CREES?! ¡ERES UNA MALA AMIGA! ¡ERES UNA…!
Y los insultos comenzaron. Rin no quería escuchar nada, estaba harta. Si decía algo, lo más probable es que entre todas esas chicas la golpearan o humillaran peor, y si solamente se iba seguramente buscarían entre sus cosas o la seguirían para no dejarla en paz.
El infierno. Eso era para Rin.
Sonó el timbre que anunciaba el inicio de clases. El profesor entró y las chicas no tuvieron otra alternativa que irse.
El día pasó lentamente para Rin, como siempre. No podía estar tranquila. A los cinco minutos entró un joven, era el chico que le gustaba Rin.
-Buenos días profe. ¿Puedo entrar?
-¿Qué hora es esta de llegar? La clase comenzó hace cinco minutos.
-Es que se me hizo tarde…
-Bueno, ya pase.
El joven entró. Saludó a su novia desde su pupitre. Rin se sintió mal. Ese chico le gustaba mucho pero él no le hacía caso, tal vez ni siquiera sabía que Rin existía, aparte que él andaba con la joven que siempre lideraba al grupo que fastidiaba a Rin.
El maestro de química era el que más consentía a Rin, y eso era porque ella siempre se aplicaba en todas las materias y jamás faltaba a un trabajo.
Además que el profesor admiraba la forma de aprender de Rin, y siempre le decía lo inteligente que era.
-Mañana veremos las ecuaciones químicas. Recuerden traer su tabla periódica, la necesitarán.
A todos les vino dando lo mismo, pero Rin apuntó todo en su cuaderno.
Por fin las clases terminaron y la tortura escolar diaria de Rin también. Ella tomó sus cosas y salió.
Llegó a su casa, comió algo, se cambió de ropa y se dispuso a hacer su tarea. Al terminar, dedicó un poco de su tiempo a estar en internet y jugar un rato, aunque no dejaba de sentirse mal, la tortura del día siguiente aún la aguardaba.
Un momento después tocaron a su puerta. Su madre abrió y Rin se fijó por la ventana. Eran sus compañeros de escuela.
-¿Qué quieren?
Dijo la madre de Rin. Esos tipos parecían unos vagos.
-¿Está Rin?
-¿Para qué?
-Queremos ver algo de la tarea.
-¿Son sus compañeros de la escuela?
-Sí.
-Esperen…
Dijo la señora con fastidio.
-¡Rin! ¡Hija! ¡Te buscan!
-Ya voy mamá.
-¿Quiénes son ellos?
-Son compañeros de mi escuela.
-¿Ellos?
-Sí.
La señora no dijo nada y puso una mala cara, ¿Qué clase de personas convivían con su hija en un salón de clases? Esos chicos parecían unos vagos sin talento o metas.
-No te tardes.
-No, mamá.
Rin abrió la puerta.
-¿Qué quieren?
-Las copias de historia.
-Esas yo las llevo mañana.
-Las queremos ahora.
-No las tengo.
-Ok, no digas que no te insistimos.
-Ya váyanse. Ni siquiera sé como sabían donde vivo.
-Qué carácter.
Los chicos se fueron dicho esto. Rin cerró violentamente la puerta.
-¿Qué querían, Rin?
-Unas copias que no tengo. Me voy a dormir.
-Ok. , pero dime, ¿Cómo ellos sabían nuestra dirección?
-No lo sé.
Rin se fue a su cuarto y se tiró a llorar. Estaba harta de malos tratos, y aunque sus padres la apoyaban en lo que podían, no la sacarían de ese reclusorio hasta que se graduara.
Incluso se había planteado la pregunta de que si desapareciera todo sería mejor. Así ya nadie la molestaría.
Ella estaba dormitando boca abajo en su cama mientras abrazaba una almohada tratando de consolarse y algunas lágrimas aún caían por su rostro, cuando alguien tocó la puerta que dirigía a su balcón.
Ella levantó la cabeza sorprendida. ¿Quién podría ser? Se levantó con cautela y gracias a la luz que emitía la luna pudo distinguir una silueta. Parecía de un chico de su edad. Seguramente era otro compañero que quiso llamar a su puerta, no tuvo éxito y fue a su balcón.
Al abrir se dio cuenta que no era un compañero de su salón, es más, no conocía a esa persona.
-¿Quién eres?
