Disclaimer: naruto y sus personajes no me pertenecen.

Advertencias: la historia se sitúa en un universo alterno. En algunos momentos utilizaré un lenguaje más de calle, aunque realmente prefiero omitirlo, es necesario en ciertos personajes.


Todo estaba planeado. Y ¡vaya! si estaba bien planeado. Nunca debió permitir que ella entrara en su casa. Nunca debió permitir que su padre la hiciera su esposa. Y ¡nunca! debió permitir que lo manipulara a su antojo, lo que conllevaba a que también lo hiciera con ella.

La última semana había sido un completo desastre. Empezando por la cita que le ofreció su "amado" novio. Siempre supo que le gustaba el dinero, pero nunca pensó que se dejara comprar por la bruja de su madrastra. Parecía todo perfecto. Le conocía desde varios meses atrás. No era una relación romántica, ninguno de los dos creían en esas tonterías.

El era un pequeño delincuente juvenil, y aunque ella tampoco era una santa, nunca la había involucrado en sus problemas.

Pero claro, la bruja, como ella la llamaba, no podía permitir verla bien a ella, y consiguió dejarla fuera de su vista durante...bueno, el tiempo será indefinido.


Sai, mi novio, me vino a buscar en su nuevo coche, me sacaba tres años. Sus padres eran inmensamente ricos, por lo que no le di importancia a que tuviera un nuevo coche.

Me dijo que iríamos a una fiesta de disfraces, y había pensado que nos disfrazaramos de ladrones junto con sus amigos, para darles un susto a los anfitriones de la fiesta. ¡Cómo iba yo a pensar que sería todo una trampa! Dirán que soy una estúpida, yo también lo pienso.

Antes de ir a la fiesta, me llevó a un descampado, y empece a imaginarme el porqué del sitio, repito, no soy ninguna santa. Pero ¡no! Nada tenía que ver con lo que yo imaginaba. Unos minutos después llegaron sus amigos en otro coche. Y detrás de ellos la policía. Ovbiamente, eso no estaba en mis planes. Inste a Sai a que corriera, pero el ya no estaba a mi lado.

Sus amigos bajaron del coche sin sus disfraces, porcierto, y los policías los imitaron. Y yo, que no tenía nada que ver en lo que fuera que estaba ocurriendo, estaba rodeada de todos ellos. Los chicos me miraban con falso miedo y desprecio, y los policías con advertencia en su mirada. Vale, la cosa parecía ir conmigo entonces.

Me agarraron sin nada de delicadeza y me obligaron a abrir el maletero. Si, ya me había dado cuenta de que me había engañado el muy cabrón. Pero nunca pensé encontrarme semejante cantidad de dinero en ese coche, que porcierto, también era robado.

Lo de después se puede imaginar. Comisaría, denuncias de robos de los que yo no tenía ni idea, y que sin embargo iban dirigidas a mi, y un juicio rápido para meterme cuanto antes en el mejor reformatorio del país. Supe que era todo idea de la bruja porque ella misma me lo dijo "¿te crees que esto sería idea de un estúpido ignorante como tu novio?". Parece ser que Sai se sentía "algo" culpable y no me dirigió ni la mirada. Cobarde.

Por supuesto, mi padre podría haber intercedido por mi, él sabía que yo nunca podría haber hecho todas esas cosas, y Mishako, la bruja, también lo sabía, por lo que supuse que le había incitado a desconfiar de mi y aceptar la respuesta del juicio.


Y aquí estaba yo ahora, en el coche con mi adorada familia, de camino a una cárcel. No me amedrentaba lo que fuera a encontrar allí. Solo estaba llena de furia. Y cómo siguiera escuchando a Mishako hablandome con falsa ternura, explotaría.

- Cariño, no tengas miedo. No dudes que si te ocurre algo ahí dentro, haremos cuanto podamos por sacarte. No sabes cuánto me cuesta dejarte ahí dentro. Echare de menos tu presencia en casa, pero sabes que es lo mejor para ti, mi vida

"Idiota, si me ocurre algo, saltarías de felicidad, y si vas a echar de menos mi presencia es por el simple hecho de que no vas a poder reirte nada más que de mi padre". Pensé. - A mi también me cuesta, querida Mishako. Y he ahí mi sonrisa más fingida. Su mirada lo dice todo, está disfrutando, vaya si lo está haciendo, como una niña pequeña.

- Ya hemos llegado, Sakura. Baja cuánto antes, tengo cosas importantes que hacer, cómo por ejemplo conseguir que no se filtre a la prensa todo lo que has hecho.

Eso también me llenaba de furia. Mi padre estaba realmente defraudado y enfadado conmigo, razón no le falta, teniendo en cuenta la cantidad de robos que supuestamente he cometido. Dejé de prestar atención cuando me fije en el exterior. El edificio me recordaba al colegio católico al que me habían obligado a asistir los últimos dos años, a pesar de mis nulas creencias, y también a petición de Mishako. Ovbiamente, los que se alojaban ahí dentro no serían ni parecidos a los niños pijos que me tocaba soportar a diario, que seguramente ahora estarían despotricando sobre mi.

Se me acercó una señora en cuantó terminé de sacar mi maleta. Fui a despedirme, pero el coche ya había desaparecido. Debía controlarme, no podía desahogarme con la pobre mujer, que de por sí ya me miraba con miedo.

- Buenos días. Ya que tus padres se han ido, sigame al despacho de la directora. Ella te explicara tu situación a partir de ahora.

Casi no le presté atención a lo que siguió hablando mientras caminábamos. Inmediatamente después de cruzar la verja, llegamos al portón de gruesa madera que daba paso al edificio en sí. Supuse que las instalaciones estarían detrás del edificio, creí oir a la señora que me acompañaba comentar algo sobre ese asunto. La construcción era antigua, y tenía aspecto de castillo, o algo parecido. Las paredes eran de roca, y las lámparas imitaban a las típicas antorchas de sitios lúgubres. Ahora si que empezaba a darme aunténtico pánico mi situación. Era como una película. Absorta como estaba, terminé tropezando, y me encontré de frente a la señora que me había acompañado.

- Esta es la dirección, pase.

Me abrió la puerta y desapareció hacia el final del pasillo. Olvidé a la señora y giré mi mirada al frente, donde me encontré con una imagen..mm...diferente, si, eso, direfente a lo que yo esperaba.

Una mujer madura, aunque de apariencia más joven, estaba medio dormida encima de su escritorio, y no era para menos, si las botellas que le acompañaban estaban vacías. Quizá si quedaba algo en ellas debería bebermelo yo, lo necesito

- Disculpe, soy Sakura, aunque si quiere le puedo dejar dormir tranquila, lo necesita. Todo lo dije aguantandome la risa, no queria ganarme su odio.

- Que observadora eres, ¿no? De todas formas es mi obligación atenderte, asique, haz el favor de dejar de moverte (imaginense mi cara después de esa frase,,) y sentarte.

La siguiente media hora intentó explicarme el funcionamiento de la cárcel. Hubieran bastado diez minutos, pero dadas las circunstancias no se le podía pedir más a la pobre mujer, Tsunade, se llamaba.

Sería como un internado, algunas clases, talleres, castigos bajo llave. No parecía muy complicado, ni tampoco parecía haber mucha seriedad en este sitio. El ejemplo le tenía delante de mí, cargandome mi segunda copa de Sake.

- No suelo dar alcohol a los delincuentes "te lo terminas tu todo", pero en fin, me has caído bien, además, seguro que lo necesitas más que yo. Shizune te estará esperando en la puerta, ve con ella a tu habitación. Te llamaré mañana al final del día para ver como te ha ido.

Shizune era la misma señora que me había acompañado. Cuando abrió la puerta desde el pasillo para invitarme a salir, y vio a la directora en esas circunstancias, me miró avergonzada. Pobre mujer, lo que tendría que aguantar.

La habitación que me asignó era compartida. ¿Con quién me tocaría, una asesina, o una con mis mismos cargos? No era muy grande, estaban las dos camas, separadas por una mesilla. En frente de cada cama, un armario, no muy grande. En la pared de la ventana habia un estudio lo suficiente grande para dos personas, y entre los dos armarios un espejo, en el que me pare a contemplarme.

La semana que había vivido me había hecho estragos. No dormí, y aproveché las noches en disfrutar como nunca. Mis ojeras se notaban desde metros de distancia, y mis ojos verdes se veían cansados aún delineados para intentar disimularlo. Mis hombros estaban caídos, al igual que mi estado de ánimo ahora mismo. Lo único que se mostraba radiante era mi pelo, que me esmeraba por mantener cuidado. Su color rosa estaba resplandeciente.

Eran apenas las ocho de la tarde, y sin embargo las horas de insomnio me pesaban ahora con la fuerza de una losa, por lo que tras probar la incomodidad de mi nueva cama, me abandone a los sueños de morfeo.

Fui vagamente consciente de que mi compañera entraba a la habitación, pero sería mejor hacer las presentaciones mañana.


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Actualizaré pronto

Un beso =)