Recostado en su cama de hospital, Kyosuke Kamijo maldecía su condición. Él, un joven prodigio del violín, condenado a no poder volver a tocar. Todos a su alrededor trataban de animarlo pero el doctor era el único honesto: no había esperanzas para su brazo. Si bien ese accidente le afecto todo su cuerpo, se había encaprichado con su brazo. ¿Caminar? Tomaría un tiempo pero andaría sin problemas. ¿Tocar el violín? Nunca más.
A esta altura ya no quería saber nada más con la música. Incluso los CD que su amiga Sayaka le traía ya empezaban a fastidiarlo. Probablemente se desharía del instrumento apenas le diera de alta. Todo su futuro tirado a la basura.
Pese a todos estos pensamientos, Kyosuke se aburrió de mirar a ese techo tan gris como su pelo. Una suave brisa le recordó que la ventana estaba abierta. Mirar por ella tal vez sería una forma más interesante de matar el tiempo.
Ahí fue donde vio, sentada en el borde de la ventana, a una extraña criatura. Por su anatomía le pareció una mezcla entre un gato y un zorro. Sin embargo el contraste de sus ojos rojos con su piel blanca le hacía recordar a un conejo.
Se quedó mirando un largo rato a ese extraño ser, no solo por su apariencia, sino también por su expresión. Parecía sonreír amablemente aunque sus ojos no mostraban nada. No fue capaz de pronunciar palabra alguna y sus restricciones físicas le impedían moverse. Solo podía mirarlo.
Finalmente escucho una voz en su cabeza:
-¿Eres capaz de verme?
No sabía como pero estaba casi seguro de que la voz era de esa criatura. Y decía casi porque boca no se movía.
-¿Eres capaz de verme?- repitió la voz. Esta vez Kyosuke asintió lentamente.
-Curioso.
La criatura salto de la ventana al interior de la habitación y de un brinco ya estaba sobre su cama.
-¿Sabes? La capacidad para verme es una cualidad para aquellas que pueden convertirse en chicas mágicas. Aunque tú no eres precisamente una chica...
Kyosuke aún seguía impactado por el giro tan rápido de los acontecimientos. Además… ¿Chicas mágicas?
-¿Qué eres?- pregunto al fin.
-Llámame Kyuubey. Pese a todo veo que tienes potencial mágico. Por favor haz un contrato conmigo y conviértete en un chico mágico.
-¿Chico mágico?
-Exacto, un chico mágico que combata contra las brujas.
¿Realmente esto estaba pasando? Pensándolo bien sería asombroso tener ese tipo de poder. Era casi ser un superhéroe. Pero había algo que lo detenía…
-Lo siento, pero no puedo ser un chico mágico. Veras, mi condición física no es la mejor; mis piernas apenas funcionan y mi brazo derecho esta inutilizable esto último lo dijo con más pena- Así que no puedo ser útil.
-Oh, eso no es un problema.
-¿Qué dices?- pregunto muy intrigado.
-Para hacer un contrato conmigo es necesario que me pidas un deseo, el que sea.
-¿Puedes hacerme volver a tocar el violín?- ya en este punto tenía la esperanza renovada.
-Claro, si es eso lo que quieres.
Kyosuke no se lo pensó dos veces.
-¡Deseo que mi brazo sane para volver a tocar el violín!
En ese momento una luz cegadora salió de él, seguido por un fuerte dolor pasajero. Cuando se dio cuenta, en su mano izquierda sostenía una pequeña joya.
-El contrato ya está hecho.
-Oye ¿Qué es esto?- dijo mostrando la alhaja.
-Esa es tu Gema del Alma, es la fuente de tu poder y la prueba de que eres un chico mágico.
Kyosuke la reviso. Más que una gema, lo que tenía parecía más bien una bola de metal por su color gris. Aun así la decoración estaba bien detallada en oro y era muy elegante.
-¿Y ahora qué?
-Ahora me retirare, vendré en la noche para explicarte más.
-¡Espera!
Pero Kyuubey ya había dado un gran salto hacía la ventana y desapareció. No habría más remedio que esperar a la noche. Una duda le llegó a Kyosuke y era si la criatura había cumplido su promesa. Empezó a tocar los dedos de su mano derecha y fue capaz de sentirlo. Por fin podía mover su brazo.
Estuvo esperando ansioso a que llegara la noche. Había ocultado la mejora de su brazo a los doctores y enfermeras que llegaron para revisarlo. Incluso se lo había ocultado a Sayaka, quien cada vez parecía tenerle más pena por su condición. Cuando el tan esperado momento estaba por llegar, Kyosuke ardía en preguntas. Finalmente, cuando el cielo se oscureció, la sombra de Kyuubey apareció en la ventana.
-Hola Kyosuke ¿Estás listo para tu primera cacería?
Kyosuke quedo inmóvil, en ningún momento le había dicho su nombre a la criatura.
-Debo decirte que poseo lo que ustedes llaman leer la mente. Es por eso que se tu nombre y todas las inquietudes. No te preocupes, te ayudare.
Saber eso lo alivió, aunque lo ponía un poco incomodó saber que Kyuubey podía leer sus pensamiento. Por lo menos no se tardaría en explicarle sus problemas.
-Lo primero que haremos es curar tus piernas. No puedes combatir brujas estando lisiado.
Era verdad. También lo era que la palabra "combatir" lo aterraba.
-Estarás bien, solo pon tu Gema del Alma en tus piernas y piensa en recuperarte.
Así lo hizo. La Gema emitió una luz brillante que, a su sorpresa, no le cegó. Se bajó de la cama para verificar su funcionamiento. Las piernas estaban perfectas, solo que a él le costaba un poco caminar por su desuso.
-Bien, ahora usa tu Gema del Alma para transformarte. Solo tienes que pensarlo.
-Vaya, realmente los chicos mágicos se transforman.- pensó Kyosuke.
Por un momento, Kyosuke se vio envuelto por una luz brillante. Al siguiente, su ropa había cambiado completamente. De la simple bata había pasado a ser una especie de traje antiguo muy elegante. Mayormente era gris, tenía una corbatita de moño y, para su disgusto, muchos volados. En las manos llevaba guantes y, en el de la mano derecha, sobresalía una piedra redonda gris. Algo le decía que era su Gema del Alma. También apareció un violín.
La vestimenta no decía precisamente "combate" tampoco lo decían los conjuntos de las chicas mágicas de los mangas.
-Por lo menos se cómo se usa esto- pensó mirando el instrumento.
-Ya estás listo, ahora salta por la ventana.-"dijo" Kyuubey.
-¡¿Qué?!
-Que saltes por la ventana, no es buena idea que andes caminando así por el hospital.
Kyuubey tenía razón. Pero tampoco se iba a tirar por la ventana, recién había recuperado la salud de sus extremidades.
Al final tuvo que salir por la ventana pero trepando. Le costó bastante considerando el violín y que no se había levantado de la cama hacía tiempo. Luego de un largo rato, lo logro.
Una vez en la calle Kyuubey le pidió que lo siguiera. Kyosuke no le pregunto nada porque el mismo sentía una presencia cada vez más fuerte conforme se acercaban al lugar. Terminaron llegando a la parte de atrás de un teatro. Allí había lo que parecía un portal negro.
-¿Ahí están las brujas?
-Sí, hay UNA bruja. Es lo que se llama un nido de bruja.
Kyosuke observo la intimidante entrada, juntó todo su coraje y lo cruzo.
