Los personajes pertenecen a Craig Bartlett y Nick.
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CAPITULO 1
La gente que llegaba de los aviones o la que esperaba para marcharse, llenaban el vestíbulo del aeropuerto de Hillwood.
Había mucha gente y bullicio, tanto en el vestíbulo como en el bar, que era casi imposible hablar sin que alguien escuchara.
Entre tanta gente había una hermosa señorita, no muy bajita, pero con una purísima cara de porcelana, su distinción le hacía parecer una fina muñeca, era realmente hermosa con cabellos claros color chocolate, estaba acompañada de un muchacho alto, rubio y unos ojos verdes color esmeralda que harían que cualquiera cayera a sus pies.
La hermosa muñeca de carne y hueso, enlazo el brazo del muchacho y se lo llevo a un rincón, dejando atrás la mirada de admiración de muchos jóvenes y las caras de celos de muchas chicas.
- Sigo diciendo que haces una tontería, completamente ridículo que te portes como un niño buenecito y obedezcas a tu tío George, solo con la esperanza que te deje su herencia –bufó.
- Ya te he dicho que no es una tontería Odaris –respondió el rubio mientras fruncía el ceño.
A lado de aquella princesa él parecía realmente alto, pero no era así, era de estatura normal - Sabes que la pequeña fortuna que me dejara mi tío sería suficiente para poder iniciar mis sueños, independizarme- dijo algo molesto.
Odaris se disgustó por el tono que tenía su prometido, si era cierto que para ella el dinero no le costaba conseguirlo (era la única hija de un empresario muy rico) pero para su novio, era algo importante … para realizar sus sueños.
Los dos se quedaron en silencio, mientras tanto, los hombres regresaban a ver a Odaris, para admirar su belleza, que era realzada por las finas ropas que llevaba.
-Sabes sigo sin entender Arnold ¿Para qué quieres independizarte y construir por tu cuenta? Mi papá siempre te ha ofrecido nombrarte su arquitecto jefe y en el momento que tú y yo nos casemos, todo será tuyo, será como si tu fueras el dueño.
El enérgico rostro varonil tuvo un gesto de contrariedad.
-Te he dicho mil veces que no quiero ser siempre el empleado de tu padre y muchísimo menos "el marido de su hija". Deseo ser independiente y tener mi propia empresa, y si mi tío me deja su herencia poder conseguirlo.
Odaris dijo con enojo:
- ¿Por qué no quieres aceptar la ayuda de mi padre y sin embargo no te humilla aceptar la herencia de tu tío? En resumidas cuentas, ¡Todo es ayuda ajena ¡
-No es lo mismo.
-Yo veo que si es lo mismo.
-No se puede comparar una cosa con la otra, mi tío es mi tío.
- ¡Que listo ¡
- Sabes bien que es mi familia. Es hermano de mi madre. Llevo su misma sangre y él no tiene más descendientes que yo. No veo lo humillante en recibir su herencia. Además, más humillante es casarme con una mujer rica siendo yo un pobretón- respondió Arnold, la verdad él no era pobre, pero a comparación de la fortuna de ella no había nada que hacer.
-Esas son tonterías – dijo Odaris mientras fruncía el ceño- Tienes muchas manías ridículas Arnold reconócelo.
-Tal vez serán manías ridículas- contesto impaciente- Pero las tengo, además tú me conociste como soy y te enamoraste de mi así, pero más grave es tu manía por obligarme a cambiar.
Odaris estaba enojada, verdaderamente disgustada.
- ¿Y para que quiere tu tío que vayas para Los Ángeles si él vive en New York? -pregunto enojada.
- No tengo la menor idea, tal vez tenga alguien allí que me dé instrucciones-
-Lo más seguro es que como Hillwood está muy lejos de New York te niegues a ir a visitarlos, pero si estas en Los Ángeles no te puedes negar, no te quedaría otra opción.
- También yo he pensado en eso, es muy probable que sea así- respondió el rubio dubitativo.
- Podía decírtelo directamente, sin tanto rodeo- exclamó la castaña.
- Ya sabes como es mi tío George siempre ha hecho las cosas con rodeos, sin ir directamente, es su carácter, además no me quedare por mucho tiempo regresare lo antes posible. – Aseguro el rubio.
- ¿Crees que me hace gracia que vayas tú solo, cuantas chicas se te cruzaran, no es motivo suficiente para enojarse? - dijo Odaris con celos.
Esa frase "- ¿crees que me hace gracia que vayas tu solo, cuantas chicas se te crusaran, no es motivo suficiente para enojarse? -" hizo que se mente volara al pasado, a una hoja narrada por un antiguo amor, precisamente en ese mismo aeropuerto años atrás una rubia de 18 años lo despedía con la misma frase, parecía tan lejano ese recuerdo, como si solo su mente se lo hubiera imaginado…pero no era así, el destino había hecho de las suyas.
El destino le había separado de aquella mujer, de la chica que había estado enamorado por más de 6 años, había pasado tanto de aquel día donde su vida había dado vuelta.
Ahora ya 5 años después de lo sucedido él ya era un arquitecto muy reconocido y admirado, trabajaba en una de las empresas más nombradas de la región y tenía a su lado a una maravillosa mujer, que a pesar de que no era su rubia, la quería, era una de las chicas más codiciadas de la ciudad y era su novia y futura esposa, no podía negar que tenía suerte.
-Arnold, ARNOLD ¡¿me escuchas? - protesto Odaris mientras chasqueaba los dedos frente a la cara de su novio.
- Ahh si perdón amor es que estaba acordándome algo del traba..
Pero fue interrumpido por los altavoces del aeropuerto que indicaban que el vuelo hacia Los Ángeles ya iba a despegar.
Arnold se apresuró a coger su maletín de mano, mientras notaba que su novia ponía su cara de puchero.
-No es justo que te vayas y me dejes sola- dijo Odaris mientras lo miraba.
- Amor no será por mucho tiempo, ya verás que pasa muy rápido- Trato de calmarla Arnold, pero ella no cambio su semblante- Mejor dame una sonrisa para poderme ir en paz.
-….
- Ok ya tengo que irme, porque mejor no me das un besito de despedida- Pero solo consiguió que Odaris le mostrara la mejilla para que la besara- Ah no eso no- dijo Arnold mientras la tomaba del mentón y le plantaba un beso en los labios.
- Así esta mejor- Le sonrió Arnold mientras Odaris se reprochaba mentalmente por caer ante el ojiverde- Bueno hasta pronto amor- Fue lo último que dijo el rubio antes de perderse entre la gente.
Minutos después el avión despegaba perdiéndose entre el inmenso cielo.
Odaris comenzó a caminar hacia la salida del aeropuerto, bajo la atenta mirada de las mujeres que la veían con admiración, y los hombres con adoración a su exquisita belleza. No presto atención a esto, estaba acostumbrada desde pequeña a atraer la mirada de todos.
Horas después.
Arnold se encontraba en un lujoso hotel, su tío había hecho la reserva para él, ahora solo quedaba esperar a que llegara instrucciones y eso parecía que iba a tardar…así que aprovechando su vistita a Los Ángeles decidió ir por allí a dar una vuelta.
Sin más espera tomo su abrigo y se dirigió hacia la salida del hotel…. Una vez que se encontró en la puerta principal del hotel noto que un taxi se estacionaba en la entrada.
-Este es el hotel que busca señorita- dijo amablemente el chofer.
-Ok, muchas gracias…aquí tiene-Respondió la dama pagando al chofer por el servicio recibido.
Dicho esto, la puerta del taxi se abrió y bajo una hermosa señorita, primero se vieron unas hermosas piernas, seguidas de un escultural cuerpo digno de una chica de unos 24 años, era rubia con un cabello largo, traía ropa de viaje.
Como cualquier hombre Arnold la quedo viendo fijamente, maldito instinto masculino que cuando pasa una hermosa señorita, tener que verla… pero la muchacha no se dio ni cuenta de la presencia del chico y siguió su camino.
Arnold siguió su camino…todavía le quedaba mucho tiempo de espera.
