Disclaimer: Los personajes y lugares le pertenecen al legendarium del gran maestro Tolkien, a quien admiro muchísimo. Esta historia participa en el quinto certamen Entre Hachas y Martillos, organizado por el grupo RDTMTolkien "Un Rincón de Tierra Media". Cualquier frase en cursiva representa el pensamiento de los personajes.

* Acontecimiento: Creación de los Enanos.

* Personaje principal: Durin.


NUESTRO LUGAR EN EL MUNDO

¿Qué nos espera?

No era novedad que un vala pudiera usar su poder para creaciones más allá de lo establecido: Melkor era el ejemplo más claro y lamentable de lo que sus iguales consideraban una blasfemia. ¿Cómo ir en contra de Ilúvatar que, en su infinita gracia, les había dado libertad; con la única condición de mostrar responsabilidad hacia el mundo recién nacido?

Todos eran conscientes de esa cláusula, incluso el mismo Aulë. El poderoso Hacedor que, ansioso por contribuir a la Creación Divina, siguió el libre albedrío de su hermano y dio a la luz su obra más cara… aunque no la disfrutaría a plenitud. Ilúvatar lo había descubierto, Aulë no tuvo más remedio que corregir su falta de respeto… y a sus pies, los Padres de los Enanos clamaban piedad. Todos, menos Durin.

El mayor de los siete varones de Aulë se sobrecogió al verlo alzar su martillo para golpearlos, mas no protestó. Quiso contemplarlo por última vez, en un intento de averiguar por qué había tomado tan arbitraria decisión. Su escaso tiempo en Valinor apenas le permitía comprender el poder que se alzaba majestuoso frente a ellos. Las súplicas de sus hermanos no se hicieron esperar y tal como oyó el primer arrullo de su padre, percibió su irremediable llanto. Y quiso semejante gesto de debilidad, que el Fulgor Omnipotente creciera más y detuviera a Mahal, antes de que cometiera el peor de los pecados.

Durin prestó atención al susurro de Ilúvatar y vio a Aulë arrodillarse ante él. Los oyó debatir cosas extrañas, hasta que la presencia se marchó y las galerías del vala se sumieron en la poca luz de las fraguas. La expresión de los Enanos cambió al instante y el coro de alegría sustituyó el pesar en sus corazones.

Pero Durin no dijo nada. Estaba confundido.

—Escúchenme, hijos míos —Aulë los convocó—: es menester que apresure un segundo reposo para ustedes, pues es lo que se convino con el piadoso Eru, amo y señor de toda Eä. No tomen a mal mis palabras: ustedes son lo más preciado que he cread0 con mi pensamiento y acción; y quizás haya sido voluntad de Ilúvatar que mi incorrupto desliz pueda sobrevivir y gozar del mundo que aguarda en su profunda quietud… pero no ahora.

—No lo entendemos, venerado padre —reverenció el quinto enano—. ¿A qué se refiere?

—Sólo les pido obediencia —les sonrió—. Depositaré a cada uno en sus respectivas estancias, bajo las montañas de Arda, y dormirán un tiempo más hasta que el mismo Ilúvatar sople su aliento de vida sobre los Siete. Contemplarán una nueva tierra y confío en que actuarán con la debida justicia y armonía, tal como el plan de Ilúvatar lo dispone.

—Pero mi señor, ¿la voluntad de la Luz siempre corresponderá a nuestro favor? —replicó el tercer padre enano—. Porque fue usted el que intercedió por nosotros y sufrió ante la idea de reducirnos en polvo.

—No olviden de quien provengo —aseveró Mahal—. Mi existencia depende de él y no consentiré más torceduras de mi parte. Ahora les pido que se recuesten y cierren sus ojos. No sentirán el paso del tiempo…

Conforme los Enanos y sus compañeras accedían a su pedido, Aulë colocaba sus manos sobre ellos: tres, siete, diez… y doce. Los camaradas de Durin caían en un profundo sueño, inquebrantable a la vista de cualquier ser. Cuando llegó su turno, el Hacedor se quedó inmóvil y lo observó detenidamente.

—No te has recostado.

—Es demasiado pronto —arqueó las cejas.

—¿Acaso no oíste mi explicación? —arqueó las cejas.

—Sí, y me esforcé en prestar toda la atención posible —agachó la cabeza, consciente de su inevitable reproche—. Mi señor, debo confesarle que toda esta situación me intriga. Un temor extraño se apodera de mí.

—¿Temor? —el rostro de Aulë se contrajo unos segundos y procedió a cargar al enano, hasta llevarlo a una mediana elevación— ¿Qué es lo que turba tu ánimo, Durin?

—No sé decirlo —habló, tras un corto silencio—. Tal vez no sea quien para expresarme en temas que atañen a su decisión.

—Claro que puedes —intentó animarlo—. Lo escuchaste del mismo Eru: posees entendimiento y eso ya te hace capaz.

—¿Cómo puede considerarme así, siendo tan joven en este mundo? —objetó, visiblemente preocupado— Mis hermanos y yo estaremos desamparados en el lugar donde pretende llevarnos. ¿Quién asegura que vivamos a salvo de cualquier peligro?

—No me corresponde hablar del futuro y lamento desde ahora no acompañarlos, excepto en corazón. Lo único que puedo decir al respecto es que no estarán solos: si está en los planes de Ilúvatar que se crucen con…

—Los hijos de su elección —recordó textualmente sus palabras—. Así los describió y esa actitud me infunde más temor que respeto —confesó, para sorpresa del Hacedor.

—Fue lo establecido —soltó.

—¿Igual que nosotros?

—No entremos en comparaciones, por favor —Aulë se levantó, algo incómodo por la charla—. Será mejor que te unas a tus hermanos…

—No, sin una garantía de seguridad —hizo una reverencia, mirando a los enanos dormidos—. Es la última gracia que pido.

—¿Más? El ser salvado por Ilúvatar debería compensarlo todo.

—Sentí alerta en su discurso, mi señor: la Luz no nos habría impedido llegar antes que sus Primeros Hijos, sólo por preferencia hacia ellos. Presiento que hay algo más que debo conocer.

—Te adelantas, Durin. ¿No basta con saber que habitarás en Arda?

—No es suficiente.

—Pues tu ego parece elevarse más allá de lo pensado.

—Sólo hago buen uso de mi consciencia —apenas lo miró, humilde y con cierto brillo en sus ojos—. Y es ella la que habla ahora.

Aulë quedó impactado por tal razonamiento y comprendió el vacío de Durin… no obstante, su intención de relatar lo que había al este del Gran Mar lo aterró a tal punto que guardó silencio: un acto que no hizo más que confirmar las terribles sospechas del Enano Mayor.

—Algo debí infundirte en mi proceso de traerte a la vida —suspiró el vala—: arrepentirme está de más, pues Ilúvatar conoce a profundidad el por qué están sucediendo así las cosas. Dime, Durin: ¿qué es lo que quieres saber?

—Lo bueno y lo malo —contestó—. Sin reservas. Con total sinceridad, mi señor: de su respuesta, dependerá nuestra supervivencia.

El Hacedor asintió y trató de relatar la historia de Valinor y Arda, con los mayores detalles posibles. Durin cambiaba de expresión conforme su creador pasaba de temas luminosos a oscuros… especialmente, cuando Melkor era protagonista de la historia. Las atrocidades del Negro Enemigo del Mundo erizaba cada fibra de su ser, como si ya hubiera vivido todo aquel dolor en carne propia; y comprendió la razón del por qué retrasaban su arribo a las Tierras del Este. Entonces otra duda surgió para él: ¿si la situación era tan terrible, por qué Ilúvatar exponía sin reparo a los Primeros Nacidos? ¿Acaso no temía lo que pudiera sucederles?

Evitando contrariar a Aulë, Durin confirmaba para sí la desconfianza que la Luz Divina le inspiraba, sin que esto implicara desobedecerlo. Porque después de todo, su mente y corazón estaban al entero servicio del vala Hacedor, a quien reconocía como padre por sobre todas las cosas.

Cuando el relato dio fin, el Primer Enano emitió un profundo suspiro.

—¿Te sientes más tranquilo?

—No estoy seguro, mi señor —titubeó—. Aunque ahora ya no divago en la ignorancia y oscuridad.

—Ellas siempre existirán, y contaminarán el espíritu de quienes no sepan cómo enfrentarlas —lo cargó en su palma, depositándolo en el suelo—. Los he hecho fuertes por mi propio miedo, aunque eso no determina que deban ser arrastrados por un hado cruel. Debes saber, Durin, que hay un Destino trazado para cada uno… y con toda esta información, anhelo que tú y tus hermanos lo usen para el bien y en colaboración con cada ser de Arda, por fuerte o débil que sea. Mientras recuerden su papel en este mundo, jamás serán olvidados y su legado se perpetuará a todas sus generaciones.

Aulë tomó un puñado de arena entre sus manos y una pequeña luz surgió de ellas, para dar ser a tres objetos dorados: un collar que engarzaba un diamante, una espada cuyo mango tenía grabada varias frases en khuzdûl; y un escudo casi proporcional a su tamaño, decorado con un yunque, un martillo y una corona rodeada por siete estrellas. Durin quedó sorprendido al recibir tales obsequios del Hacedor y lo miró, tímido y rebosante en lágrimas.

—Que estos regalos sean símbolo de mi bendición hacia ustedes —concluyó Aulë—. Que los Seis Padres reconozcan en ti el liderazgo de su pueblo. Que su segundo despertar en Arda contribuya a la esperanza depositada por Ilúvatar, piadoso y omnipotente. Que estas reliquias evoquen tu verdadero valor, Durin.

—¡Mi señor! —se inclinó en medio de su llanto— ¡Juro por la égida de Mahal y los Poderes del Mundo, que seré digno de sus presentes! Prometo, en nombre de mis hermanos, que seguiremos la senda que nos ofrece, en honor al amor y la confianza que nos profesa. ¡Sea eterno testigo del coraje de los Enanos!

Durin agradeció con una nueva reverencia y el Hacedor se permitió responder de la misma forma, orgulloso del carácter de su primer hijo. Luego del juramento, el joven enano se recostó al lado de sus hermanos y acercó sus obsequios hacia sí, con una sonrisa de paz. La incertidumbre inicial disminuyó, aunque sin desaparecer totalmente: sin embargo, Durin rogaba que el veneno de Melkor no truncara el ánimo pujante de su futura nación. Y por fin, cerró sus ojos mientras Aulë recitaba una breve plegaria.

El eco de su voz se perdía en el aire… y todo se volvió oscuro, en señal de que Durin había alcanzado su temporal reposo.


N.A.:

¡Buenas tardes a todos! Por suerte, logré terminar este fanfic antes del viernes… y de verdad, me siento inspirada: es la primera vez que coloco a un enano como protagonista en mis historias para el fandom de Tolkien. Todo un reto, considerando que soy "nueva" escribiendo sobre ellos.

No imaginé que pudiera tocarme "La Creación de los Enanos": hecho relatado en el Silmarillion, pero con ciertos huecos por llenar, como es el caso de las personalidades de los Siete Padres de los Enanos. He tenido mis conflictos aquí, ya que soy algo mala denominando OC's, especialmente si podía barajar nombres que suenen khuzdûl (?): por eso me decanté por Durin XD. Si a este enano lo tenían por líder y su casa fue conocida por tener amistad con los Elfos, quería relatar algo respecto a lo que pudo pensar del "incomprensible" pedido de Ilúvatar (conste, para él) y las dudas que sentía acerca del mal que amenazaba a la Tierra Media.

No estoy segura de cómo lo habré abordado… pero más que nada, quiero agradecer la oportunidad de escribir sobre ellos y desearle suerte a los demás concursantes… ¡espero que les guste! :D