SEDUCIDO POR UNA RUBIA
CAPITULO I
Por: Tatita Andrew
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Estaba angustiado cada tarde al salir de la oficina se sentía nervioso y desesperado, incluso ni el ojo vigilante de la tía Elroy había servido para evitar lo que estaba sucediendo.
Su ni siquiera sabia porque razón la llamaba así hace varios años que había dejado de ser una niña para convertirse en una mujer. Y ahora ni sabia que ¿clase de mujer era? Unas veces era dulce y tierna como el siempre la había conocido otras, era una seductora y provocativa mujer que lo estaba volviendo loco al entrar al vestíbulo ya sabia lo que se venia.
-¡Albert! Llegaste, que bien no sabes lo aburrida que ha estado todo esto desde que te fuiste. La tía Elory quiere que pase leyendo y leyendo nombres de personas muertas. ¿Para que quiero acordarme de alguien que murió? -¡Ven! Dame tu chaqueta, te ves cansado. No deberías trabajar tanto, si te enfermas ¿Quién cuidara de ti?
-Pensé que tenia una enfermera en casa para esas situaciones.
-Si, pero eres un mal paciente siempre te estas quejando.
Y sin darle opción a mas lo tumbo en un sillón y se sentó encima de sus piernas.
Se sentía un sucio pervertido por que ideas pecaminosas pasaban por su cabeza. Es Candy se recordaba. La conoces de toda la vida. Y Debes respetarla porque la amas. Pero su miembro o tenia vida propia o no escuchaba las razones que le daba su cabeza. Siempre escogía el peor momento, y ese era uno de ellos, Candy sentada con una falda encima suyo era una locura. Y sin poderlo controlar se endureció.
La pobrecita ni por enterada de lo que sus movimientos hacían en el.
-Candy Debes levantarte.
-¿Alberth me estas escuchando? Pero al parecer la que no escuchaba era ella porque hacia movimientos involuntarios y sin darse cuenta rozaba su miembro poniéndoselo mas duro.
Tenia que salir de allí o no respondía.
-Tengo cosas que hacer dijo haciéndola a un lado y dándole la espalda para que no se de cuenta lo excitado que estaba en ese momento.
-Pero Alberth dijiste que íbamos a pasar mas tiempo juntos, me prometiste irnos a Chicago unos días solos tu yo.
Ni loco gritaba su cabeza, yo no me quedaba con ella un minuto a solas.
-¿Qué es esa forma de vestir Candy? Dijo llamándole la atención por la falda que cargaba, aunque no era indecorosa realizaba sus curvas igual que la blusa.
¿En que momento había dejado los vestidos?
-Ya te pareces a la tía Elroy es la moda, cada vez se enseña mas las piernas.
-Procura no salir así por allí.
Ni siquiera sabia ¿Por qué le decía aquello? Pero no quería imaginarse a otro hombre mirándola de la misma forma pecaminosa que el, lo hacia. Tenia que controlar sus impulsos.
-Esta bien.
-Y anda a la clase de costura de la tia, tengo cosas que hacer.
-Ggrr. Que aburrido te has vuelto Alberth.
Y salió dando un portazo, sabia que estaba furiosa pero ahora le daba razón a la tía Elroy no tenia que haber entablado una relación tan unida con Candy aquellas eran las consecuencias.
Como los últimos días tenia por costumbre se quedaba casi todo el día en su despacho y compartía con ellas la cena.
Antes de irse a dormir Candy paso nuevamente por su oficina.
-Se que estas ocupado, pero espero no se te olvide ir a darme mis besos de buenas noches.
-No lo haré, ¡ve! mas tarde paso por tu cuarto.
Una hora mas tarde Alberth iba al cuarto de Candy, vio la luz encendida y entró.
Pero al parecer la pecosa se había quedado dormida.
Ya estaba soñando e iba a irse sin despertarla pero su nombre pronunciado en un quejido lo alerto. Tendría una pesadilla.
Al parecer no por lo siguiente que escuchó.
-¡Oh Alberth! Si que rico.. Mmm no pensé que fuera así.
Su quejido era tan sensual y provocativo la forma en que se retorcía.
Su miembro se endureció enseguida no había dudas ni confusión sabia exactamente lo que estaría soñando. Casi trastabilla hacia atrás al tropezar con un montón de ropas en el suelo y se apoyo en el velador junto a la cama dando como resultado que el reloj despertador cayera en él piso provocando un gran ruido.
Candy abrió los ojos y se dio cuenta que el estaba en el cuarto.
-¡Oh Alberth! ¿Qué fue ese ruido?
-Lamento despertarte, tropecé y se cayó. Pero yo…
-Ah no hay problema recién me estaba quedaron dormida.
Se desperezo.
-Estaba soñando se que era algo bueno sonreía traviesa. Pero ahora con el susto ya no me acuerdo.
-Lo lamento otra vez… que descanses.
Agradecía que estaba oscuro y ella no podía ver el estado en que estabas.
-Mmm Alberth…
-¿Si? Dijo casi en la puerta.
-Te olvidas mi beso de buenas noches.
-Si, no se en que estaba pensando se acerco y le dio un beso rápido.
Ella suspiro y se río divertida. Podía ver la expresión en la cara de Alberth. Busco entre el colchón y saco el libro que llevaba leyendo hace varios días. Ni siquiera la tía Elroy lo había descubierto cuando hacia requisa a su cuarto. Era su tesoro se lo había prestado Annie ahora que ya estaba casada. ¿Quién diría que Annie se convertiría en esa clase de mujer? Ella no iba a esperar tanto en cuanto tuviera la oportunidad se acostaría con el, era lo que venia planeando y sabia que no le era tan indiferente a el rubio. Como quería hacerle creer.
CONTINUARA...
