Yeeey, segundo fic aquí, ¡Hola!

En fín, Theon es mi personaje favorito de Canción de hielo y fuego, por su complejidad psicológica y las cosas que vive. y sí, estoy enamorada de él, ¡de verdad! -todoslavenraro-

Me di cuenta de que tengo muchas ideas en torno a él y trataré de plasmarlas todas en esta serie de oneshotsdrabbles, ojo, que no van a ser lineales, no sé, este capítulo es sobre la rebelión, pero el siguiente puede ser sobre Reek ó puede ser un what if después de danza y así, pero trataré de mantenerlo siempre IC. Ok ya, Ok ya.


GiygaShade's

Theon rima con…

I

Rebelión

Su madre, desesperada, daba vueltas por la habitación, una y otra vez. Se preguntaba constantemente por su esposo y por sus hijo mayor. Los menores se encontraban encerrados con ella, ambos abrazados en una esquina. Los hombres de hierro no deben temer, y mucho menos de los hombres de las tierras verdes, que son tan vulnerables como sus reinos. Se repetía el pequeño, que, abrazado a su hermana, seguía con la mirada a su madre, la única música era la de los gritos, acompañada por la danza de las espadas chocando una y otra vez. Lejos, muy lejos de ese bullicio, lograba escucharse el mar, luchaba junto a sus hombres, ahogando a los ejércitos de las colinas verdes, la ira de un dios.

El pequeño, de nueve años, se alejó de los brazos de su fea hermana y corrió a los de su madre. Nunca en su vida le había visto con ese gesto de desesperanza, de que todo estaba perdido. Ella, cuyos ojos estaban inundados en un júbilo desacostumbrado en los hijos del hierro. Inmediatamente sus brazos le rodearon, el niño cerró los ojos, esperando que todo acabara rápido. Le hubiera gustado combatir, defender lo que le pertenecía, a su padre, a sus hermanos, a su gente. Pero era un infante, y de noble cuna, jamás le hubieran permitido. Su hermana estaba en la misma situación, sólo que ella era mujer y una mujer debía luchar en el parto, no en una batalla.

—Pequeño Kraken —le consoló su madre, su voz se quebraba, pero intentaba mantenerla calmada—, no temas, que pronto todo acabará. Seremos libres.

Seremos libres. Sí, libres de los siete reinos, libres como uno solo, libres como el viento en el mar, libres como sólo los hombres del dios ahogado pueden serlo.

—Si se atreven a entrar, yo misma les ensartaré esta hacha en el culo. —su horrible hermana mayor levantó su arma, como intentando defenderse, ¿De qué?

Pasaron los minutos, el clamor de las hojas chocando contra otras aumentaba, al igual que la paranoia de su madre, que no dejaba de repetir los nombres de sus hijos mayores. Maron, Rodrik. Maron, Rodrik. Maron, Rodrik. Una y otra vez. Rodrik estaba muerto, descansando en el mar, por otro lado, Maron… el dios ahogado no se lo permitiría, hombre del hierro, sí, mitómano, pero Kraken, una bestia del mar. Maron, Rodrik. Maron, Rodrik. Las palabras se transformaron en un susurro que poco a poco se fue convirtiendo en lágrimas.

La puerta se abrió, su madre lanzó un alarido, su hermana empuñó su hacha y él simplemente se limitó a retroceder. Entró un hombre que llevaba un lobo en su armadura, seguido por un grupo con el mismo lobo, el pequeño reconocía el emblema, los Stark del norte, amigos del trono de hierro y enemigos del trono de piedramar. Maron, Rodrik. Maron, Rodrik. Las únicas palabras que repetía su madre.

—Ven conmigo. —El lobo huargo cargó al pequeño.

La hermana lanzó su hacha, como si se tratara de una danza de los dedos, falló. Emitió un bufido de enojo que los lobos ignoraron por completo, como su arma.

—¡Bájame! ¡Bájame! —luchaba el pequeño, pero esos brazos lo sostenían fuertemente, lastimándolo.

—¡Theon! ¡Theon! ¡Mi pequeño Kraken! —su madre se abalanzó contra él, pero uno de los hombres del lobo la detuvo con un violento golpe.

Su hermana corrió en dirección a su madre, se inclinó para limpiar la sangre de su rostro y acto seguido le dedicó al lobo una mirada llena de odio. La mujer de hierro, madre de los Kraken, no dejaba de llorar. Maron. Rodrik. Maron. Rodrik.

—¡Es sólo un niño! ¡Mátenme a mí! —su hermana se levantó, desafiante.

—Nadie lo va a matar, de eso me voy a asegurar. —le contestó el lobo, con voz calmada.

La música de espadas y gritos cesó, el mar les acalló, un mundo poblado con las lágrimas de su madre. En la brisa, sólo se escuchaba el rumor de las pisadas de los hombres de hierro caídos, que regresaban al mar, a reunirse con su dios, lucharon, perdieron, pero lo hicieron con honor, defendiendo sus islas.

—¡Mi hijo! —gritó, si alguna vez hubo felicidad en sus ojos, desapareció por completo en ese momento.

—Irá a Invernalia conmigo, será mi pupilo. No le sucederá nada.

—¡REHÉN! —espetó su hermana mayor, escupiendo a la bota de ese lobo. Sus ojos estaban llenos de furia, la furia de un hombre de hierro, una mujer de hierro. Una Kraken.

Los hombres del lobo se acercaron, pero el líder hizo un ademán, no quería que nadie saliera lastimado, salieron del cuarto. Stark fue el último en salir, el pequeño pataleaba, pero todo era en vano. Lágrimas recorrieron sus mejillas. No, no debería llorar, soy un hombre de hierro, un Greyjoy.

Antes de salir, pudo escuchar que su madre repetía tres palabras, infinitamente. Maron. Rodrik. Theon.