Este fanfic va especialmente dedicado a la admin. Suwako y a todos en la página "Touhou Project (Latino)" en Facebook. Aclaro también que el nombre del protagonista fue elegido al azar, así que no tengo idea si ya está usado o no. ¡Disfruten el fanfic, mis pervertidos amigos!
Nuestra historia comienza una mañana como cualquier otra en la ciudad de Tokio, Japón. Las calles y los subterráneos están como siempre repletos de gente que se dirige a sus lugares de trabajo y estudiantes que van a la escuela. En una escuela secundaria cuyo nombre realmente no nos interesa, el protagonista está, como es costumbre de los protagonistas de anime, sentado junto al ventanal, porque casi siempre el protagonista se sienta junto al ventanal en la escuela secundaria…
El chico de 17 años de edad, cabello corto negro y ojos azules era de estatura mediana y contextura física débil… ¡Pero era lo suficientemente lindo como para trabajar de personaje en Sailor Moon, Clannad o incluso Vampire Knight! (o en cualquier otro anime shoujo). Por lógica las chicas deberían adorarlo, pero por el contrario, todo el mundo estaba evitándolo como si le tuvieran asco. El pobre chico se sentaba solo, triste y con la mejilla apoyada sobre su mano, con el codo sobre su escritorio. Las aspiraciones del chico eran obvias, pues estaba mirando hacia los pies de un grupo de chicas de su curso, mientras se sonrojaba y suspiraba…
"Desearía poder descalzar esos pequeños y hermosos pies de chica y hacerles cosas…" pensaba él, sabiendo que tristemente jamás lograría ese sueño…
Una de las chicas miró hacia atrás y notó al chico que le estaba mirando los pies. La chica pegó un grito de espanto. "¡Aaaaaah! ¡Ese raro de Kentaro Yuki me está mirando fijo los zapatos otra vez!" gritó ella, casi llorando…
Enseguida los bravucones del curso rodearon al pobre Kentaro. "¡Oye, Yuki! ¿Qué te hemos dicho acerca de mirar a nuestras chicas?" dijo el líder de ellos con una sonrisa maldita…
"¡N-No te lo tomes así! ¡N-No estoy tratando de robarte a ninguna de ellas! ¡Te lo juro!" Kentaro exclamo atemorizado mientras fingía una sonrisa…
El bravucón lo agarró de la camisa. "¡Escúchame bien, rarito! ¡No sé qué obsesión tienes con los zapatos, pero no te atrevas a tocar a ninguna chica de aquí! ¡Todas las chicas de este curso me pertenecen y si le haces algo raro a cualquiera de ellas te arrancaré la cabeza y te la meteré por el culo! ¿Me oíste?" el bravucón amenazó. El pobre Kentaro asintió mientras transpiraba y temblaba de miedo con una sonrisa nerviosa. Al obtener la respuesta que quería, el bravucón lo dejó en paz y Kentaro no volvió a mirar a los pies de ninguna chica por el resto del horario escolar…
"¿Lo has visto? ¡Ese es Kentaro Yuki! ¡Es un rarito! ¡Siempre les está mirando los zapatos a las chicas! ¡Tal vez se los quiere robar y venderlos!" era la clase de cosas que Kentaro escuchaba a todos decir a sus espaldas en la escuela todos los días…
Terminado el día de escuela, Kentaro abrió la puerta de su casa. "¡Ya llegué!" exclamó él a la casa vacía. Se quitó los zapatos antes de entrar como es costumbre en Japón antes de meterse más adentro de la casa. Luego de bañarse y ponerse ropa más cómoda, Kentaro tomó en sus manos el marco que contenía la foto de él de pequeño con sus padres que murieron en un accidente hace pocos años. Se quedó mirando esa foto por unos minutos. Sin nada qué hacer, Kentaro decidió salir afuera a caminar por Tokio…
En la calle era otra cosa. Kentaro en verdad pasaba prácticamente desapercibido, pero su mirada siempre estaba triste y cabizbaja, estaba sufriendo. Desgraciadamente los bravucones del colegio estaban parados cerca de por donde él pasaba, como si lo estuvieran esperando. La pandilla interceptó a Kentaro…
"¿Qué haces mirando para abajo de ese modo mientras caminas? ¿Acaso estás examinando los zapatos de todos?" el líder de los bravucones preguntó con ironía. Kentaro miró la expresión en los rostros de los bravucones y vio que no era la sonrisa típica, más bien pareciera que realmente sospechaban que Kentaro haría algo malo…
"No soy un criminal… Tampoco estoy loco. Yo amo a las mujeres y no deseo hacerles daño" Kentaro contestó…
"¡Ajá! ¡Lo sabía! ¡Planeas usar esa carita de protagonista de anime Yaoi que tienes para seducir a nuestras chicas y acapararlas para ti solito! ¡Pues no te va a funcionar porque los muchachos y yo te moleremos ese rostro hermoso a golpes hasta que quede desfigurado!" el líder de los bravucones gritó…
Sin pensarlo Kentaro salió corriendo por su vida con todos los bravucones persiguiéndolo. Por suerte Kentaro era más ligero y rápido que ellos y estaba en muy buena forma para su cuerpo débil aunque atlético. Kentaro entonces decidió doblar por un callejón intentando quitarse a sus perseguidores de encima, pero se horrorizó de ver que era un callejón sin salida…
"¡Dobló en ese callejón!" uno de los bravucones gritó. Kentaro estaba acorralado y sabía que los bravucones venían por él…
Ahí es cuando sucedió algo imposible: Sobre la pared de ladrillos del callejón sin salida se abrió un agujero con dos moños rojos atados a sus extremos. Como si eso no fuera lo bastante raro, dentro del agujero todo lo que se veía era un espacio vacío negro lleno de ojos. Kentaro miraba este extraño fenómeno con asombro y miedo…
"¡Ahí está!" el líder de los bravucones gritó al encontrar a Kentaro…
Entonces Kentaro supo que debía dar un salto de fe dentro del extraño agujero o sino moriría. Sin dudarlo Kentaro saltó dentro y el agujero se cerró detrás de él, dejando a los confundidos bravucones mirando fijo con caras chistosas la pared de ladrillos del callejón vacío…
"…Desapareció" murmuró el líder de los bravucones sin poder salir de su asombro ni creer lo que sus ojos acababan de ver…
Dentro del espacio vacío, Kentaro gritaba desesperadamente mientras se sentía caer, pero en algún momento misteriosamente dejó de caer y se encontró a sí mismo flotando tranquilamente…
"Tú debes ser Kentaro Yuki…" una voz dijo entre la inmensidad de este espacio aparentemente infinito…
"¿Quién habló?" Kentaro gritó asustado…
Entonces la oscuridad enfrente de Kentaro comenzó a disiparse y se vio claramente a una hermosa mujer de largo cabello rubio con un largo vestido violeta que podría bien ser un camisón para dormir, sentada en un trono que flotaba en medio del vacío. En el "suelo" a la derecha del trono se encontraba recostado un enorme zorro dorado de nueve colas cuyos ojos estaban fijos en Kentaro, y sobre el regazo de la mujer descansaba un gatito negro de dos colas. Kentaro miraba confundido, creyendo que estaba alucinando…
"Por favor acércate" dijo la mujer, y de repente Kentaro se sintió parado en un suelo invisible. Sin nada mejor que hacer, Kentaro se acercó caminando lentamente a esta mujer. Al acercarse un poco, Kentaro notó que la mujer estaba descalza y entonces él sonrió inconscientemente, acelerando el paso sin darse cuenta. "Es un gusto conocerte, Kentaro Yuki" dijo la mujer. "¿Podrías hacerme un favor? ¿Serías tan amable de masajearme los pies?"
Kentaro no lo podía creer. Jamás se imaginó que llegaría el día en que una bella mujer le pediría que le hiciera lo que él siempre deseó hacerle. "¡P-Por supuesto!" Kentaro contestó felizmente, y se arrodilló, preparándose para tomar uno de los pies de esta mujer en sus manos…
"Gracias…" dijo la mujer. "A veces los youkai como yo también necesitamos un buen masaje de pies de vez en cuando" agregó ella como si no fuera nada importante…
Pero era muy importante, al menos para el ahora aterrorizado Kentaro que repentinamente saltó hacia atrás, alejándose del youkai que tenía enfrente…
"¿Un youkai? ¿Eres un youkai?" Kentaro gritó con temor…
"¿Hay algo de malo con que yo sea un youkai?" la youkai preguntó con una sospechosa naturalidad…
"¡Todo ello es malo! ¡Estabas buscando engañarme!" gritó Kentaro…
"¡No! ¿Cómo puedes pensar eso?" la calmada mujer youkai contestó con un tono juguetón y completamente insincero, ni siquiera mirando a Kentaro a los ojos. Realmente parecía no importarle en absoluto que Kentaro estuviera aterrado de ella…
"¡Los youkai son capaces de cambiar libremente de forma a voluntad para engañar a los humanos! ¡Incluso pueden cambiar de sexo si quieren!" gritó Kentaro…
"Eso es lo que se rumora entre los humanos…" la mujer youkai asintió sin darle importancia, no validando el argumento de Kentaro pero tampoco refutándolo, solo alimentando más la confusión…
"¡Te exijo que me muestres tu verdadera forma!" ordenó Kentaro…
"¿Y para qué quieres saber cual es mi verdadera forma?" la mujer youkai preguntó calmadamente con una pequeña sonrisita desafiante. "¿No es la forma de tu propia especie acaso la más bella para tus ojos?" agregó ella…
"¡No es lo mismo! Si te masajeo los pies ahora, ¿Cómo sabré si de verdad estoy masajeando los pies de una bella mujer o los de un monstruo horrible?" Kentaro argumentó…
"Vaya, vaya… Los humanos si que se toman los engaños demasiado a pecho…" la mujer youkai comentó como si fuera algo trivial. "Entonces… ¿Quieres saber si esta que estás viendo es la verdadera forma de un youkai o no?"
"¡Debo saberlo! ¡No quiero gastar mi afecto sobre una imagen falsa!" Kentaro exclamó…
"Bien dicho" dijo la youkai. "¡Entonces entra en Gensokyo y descubre por ti mismo si los youkai son monstruos horribles o seres hermosos! ¡Que tu historia comience, Kentaro Yuki!" exclamó ella justo antes de abrir un agujero justo debajo de Kentaro y dejarlo caer por ahí…
Kentaro se encontró a sí mismo en el cielo, en caída libre, otra vez gritando desesperadamente. Por suerte no se encontraba muy alto y no tardó en caer sobre el techo de madera de un templo, rompiendo un agujero a través de las tablas…
"¡Oye! ¿Quién te crees que eres para caer del cielo y romper el techo de mi templo?" una voz le gritó a Kentaro mientras éste se recuperaba…
En cuanto la visión de Kentaro se aclaró, pudo ver a una bellísima sacerdotisa de cabello negro y vestido rojo. Kentaro estaba maravillado ante la belleza de la chica, no dándose cuenta de que ella estaba enojada con él…
"¡B-Buenos días! ¡M-Mi nombre es Kentaro Yuki!" Kentaro se presentó nerviosamente…
"Y yo soy Reimu Hakurei, mucho gusto" la sacerdotisa respondió, todavía de mal humor…
Kentaro miró hacia arriba mientras Reimu fue a buscar algo. "¡Oh! ¡Perdón por romper tu techo!" Kentaro se disculpó…
Pero cuando miró de vuelta hacia delante, vio a Reimu parada enfrente de él con un hacha en las manos. Kentaro se aterrorizó pensando que Reimu iba a partirlo en dos, pero en su lugar Reimu le entregó el hacha al sorprendido Kentaro…
"¡Ve al bosque cerca de aquí y trae algo de madera para reparar el agujero que hiciste!" Reimu ordenó, señalando en una dirección…
"¡H-Hai!" Kentaro respondió nerviosamente, y luego se levantó y se apresuró a salir en la dirección que Reimu le ordenó. Mientras corría, Kentaro pensó en la hermosa imagen de Reimu. "Tengo curiosidad por ver qué tan lindos serán los pies dentro de esas medias" Kentaro pensó mientras se sonrojaba. "¡Tal vez si le hago este favor, esa bella sacerdotisa me dejará tocarle los pies!" Kentaro se ilusionó, y se imaginó a si mismo y a Reimu sentados a la entrada del templo, con los pies descalzos de Reimu descansando sobre el regazo de Kentaro mientras él se los acariciaba y masajeaba, quizás también hasta hacerle cosquillas. Kentaro se imaginaba a Reimu riendo feliz al tiempo que se sonrojaba y se excitaba sexualmente y decía "Kentaro-kun…" con un tono de voz sensual como si estuviera teniendo un orgasmo…
Sin embargo, por soñar despierto Kentaro se perdió en el bosque y ya había anochecido…
"¡Soy un baka!" pensó Kentaro. "¡Debí haberme enfocado en mi tarea en vez de soñar despierto con cosas que jamás sucederán!"
Mientras se lamentaba de su suerte, Kentaro de pronto notó una gran bola de oscuridad flotando por entre los árboles del bosque. Viendo semejante escena en semejante entorno, Kentaro empezó a temblar de miedo y a sostener fuertemente el hacha que Reimu le prestó, y empezó a sudar…
Sin embargo, la escena que parecía salida de una película de suspenso de repente se transformó en comedia cuando la bola de oscuridad se chocó torpemente con un árbol. "¡Auch!" dijo la esfera oscura con la voz de una niña pequeña. Aparentemente lo que sea que se encontraba dentro de esa bola de oscuridad flotante no veía hacia donde iba. Eso hizo que Kentaro empezara a perder el miedo…
La esfera de oscuridad entonces se deshizo para revelar que dentro se encontraba una linda niña rubia con lo que parecía ser un moñito rojo en el cabello y un vestido negro. Al no tener más su esfera de oscuridad, la niña se cubrió los ojos con el brazo como si el sol le diera en la cara, aunque era de noche…
"Estas noches de luna llena son demasiado brillantes" dijo la niña…
"Guau… Tú si que eres fotosensible" Kentaro comentó…
"¿Foto-qué?" la niña preguntó confundida por la palabra nueva para ella…
"Olvídalo…" contestó Kentaro…
La niña entonces miró a Kentaro con una sonrisa dulce y una mirada inocente, y extendió ambos brazos hacia los costados, con los diez dedos a su vez extendidos abiertamente también…
"Em… ¿Estás aprendiendo a contar hasta diez?" Kentaro preguntó…
La niña sacudió la cabeza en negación. "El santo fue crucificado" respondió ella. El hecho de que una niña pequeña diga con voz inocente una frase como esa hizo que corriera un escalofrío por la espalda de Kentaro…
"Oh… Ya veo…" Kentaro dijo solo por dar una respuesta…
"Yo soy Rumia" dijo la niña…
"Mucho gusto. Yo soy Kentaro Yuki" Kentaro respondió…
Pero entonces Rumia otra vez sacudió la cabeza en negación…
"¡Si! ¡Yo soy Kentaro Auki!" Kentaro insistió…
"¡No!" Rumia dijo alegremente…
Kentaro entonces vio con terror como la mirada inocente de Rumia se transformó en una mirada de locura. Rumia sonrió ampliamente, mostrando afilados dientes carnívoros…
"¡Tú eres mi cena!" Rumia exclamó ferozmente…
