Disclaimer: Harry Potter pertenece a J. K. Rowling.
Este Fic forma parte de un castigo del foro "Las cuatro casas".
.
.
.
Agridulce.
.
.
.
.
Sabía que a veces no era el gemelo más amable pero siempre había creído conocer mis límites. Equivocado, completamente; no me di cuenta de los sentimientos de Georgie y terminamos peleándonos, ¿cómo fue que pasamos de discutir por ver qué broma haríamos al momento en que George confesó que le gustaba Angelina? Quizá sea que ella sería la víctima. Le grité que no tenía que hacer preferencias por la mocosa, no pensé que después de éso acabaríamos aquí, en el salón de Filch esperando a que nos dijera que teníamos qué hacer.
Miré de reojo a George, quien me seguía evitando. No serviría de nada intentar hablarle, me ignoraría además ni siquiera sabía cómo iba a solucionar el lío que yo mismo creé. Medité las formas tradicionales que resolveríamos ésto, de ser Ginny la enfurruñada; todo por culpa de su amorío por Angelina. ¿Amorío? Eso me da una buena idea. Me acerqué a él y le susurré al oído.
—Vale, Feorge, lo siento. No debí haberle dado ese sobrenombre a Angelina —él me miró sorprendido, no lo culpé: me disculpé, eso no pasaba a menudo—; no lo volveré a hacer, ¿me perdonas? —le pregunté de golpe. No soportaba que me odiara, no era normal.
—De acuerdo —me sonrió
Pero yo no le creí, lo conocía demasiado para saber que lo decía para tranquilizarme. En ocasiones, George era más maduro que yo; no podía creer que iba a contárselo, bueno, parte de la información.
—Sé que a Angelina le gustas, ella me lo dijo —ahora fui yo él que forzó una sonrisa amable, no se me olvidaría nunca ése día.
—¡¿En serio?! —casi gritó; lo bueno era que Filch, al estar distraido, no se percató que nos escabullimos hacia los pasillos.
—Sí.
Ahora sí, Georgie me perdonó.
Recordé, mientras caminaba por los pasillos, lo que pasó exactamente hace una semana. Estaba en mi sexto curso y por fin me decidí en confesarle mis sentimientos a Angelina, quien se había quedado en la Sala Común. Afortunadamente Georgie no estaba ése día conmigo, no me importó. La miré y, actuando como si nada, me acerqué, me senté a su lado derecho y le dije.
—Angelina —para llamar su atención, lo logré—. Soy Fred
—¿Sucede algo? —inquirió entre extrañada e inquieta. Para menos, si aclaré quien era.
—Sólo quiero decirte que yo te amo —eso no fue tan complicado como esperaba, tampoco lo ensayé con anterioridad. Ella se quedó en silencio hasta que mencionó.
—Perdóname, Fred. No correspondo tus sentimientos —apartó su vista—; a quien amo es a George.
Honestamente, no supe que fue lo que sentí: ¿rabia?, ¿dolor?, ¿decepción? Sin embargo, de lo que sí estaba completamente seguro: él no tenía la culpa de nada, y yo no era quién para meterme en su vida amorosa...
... Por mucho que su enamorada sea la misma persona que me rechazó, ¡vaya ironía!
