¡Hola! ¿Cómo están? Bueno, como saben esta es una continuación de mi Fic anterior, "Nuevas Direcciones". Sin embargo, creo que si no la has leído puede que entiendas igual. Espero que les guste tanto como la primera parte.

Disclaimer: Glee no me pertenece. La idea original y los personajes son propiedad de Ryan Murphy.

Funny Girl.

I

Si tres años atrás alguien le hubiera dicho a Finn Hudson que ahora, a sus veintinueve años, estaría casado con Rachel Berry, él hubiera echado a reír sin control. ¿Cómo era eso posible si lo último que había sabido de ella era que se había convertido en una mega estrella de Broadway, mientras él se dedicaba a enseñarles a jóvenes adolescentes a lanzar un balón a toda velocidad? Pues bien, Finn debería haber aprendido para ese entonces que las cosas entre él y Rachel siempre se daban de la forma más inadecuada. Allí estaban, esa misma mañana, sentados en la sala de espera del consultorio del ginecólogo, entre mujeres embarazadas y panfletos sobre sexualidad adolescente. Finn miró a Rachel de reojos por un segundo, levantando la vista de la revista sobre paternidad que (en teoría) estaba leyendo, y no pudo evitar sonreír. Ella era su esposa, y estaban allí esa mañana nada más y nada menos que esperando para su cita con el ginecólogo, aquél que se aseguraría de hacer todo lo posible para traer a la tierra a sus hijos. Aún cuando ya casi llevaban un año de casados, Finn solía encontrarse con regularidad en aquella situación de sorpresa y sobresalto al darse cuenta de cuan bien las cosas terminaron saliendo para ellos.

- Aquí dice que durante los primeros meses de vida los bebés tienden a parecerse a sus padres.- le explicó Rachel, señalándole el párrafo de la revista que estaba leyendo. Finn sonrió.

- Lo lamento, cariño.- bromeó él, dejando su revista en la pila y tomando un sorbo del café que habían comprado.

- ¿Esa es tu forma de esperar un cumplido de mi parte?- contestó Rachel, risueña, mientras dejaba su propia revista encima de la de Finn y se acercaba un poco más a él en el sillón. Éste la rodeo con un brazo, y sintió inmediatamente que Rachel temblaba un poco.

- ¿Estás bien, linda? Estás temblando.- le dijo, dibujando círculos en su pequeña espalda con sus grandes manos, tratando de calmarla.

- Sí, yo solo… creo que estoy un poco ansiosa. Eso es todo.- le explicó, mordiéndose el labio inferior. Finn comprobó que estaban solos antes de acercarse para besarla, sintiendo como los temblores de Rachel se terminaban al instante. Rachel sabía a café y a esas raras galletas de sésamo que solía comer y que Finn odiaba, pero en ese momento no le importó demasiado.

- ¿Ustedes son los Hudsons?- inquirió la enfermera, interrumpiendo aquel momento de conexión entre los dos esposos.

- Si. Somos nosotros.- respondió rápidamente Rachel, abochornada, mientras se arreglaba disimuladamente la pintura de labios. La enfermera los condujo hasta el consultorio del Dr. Rawson, y Finn tomó la mano de su esposa en cuanto ambos se sentaron en la vacía oficina.

- Tienes… pintura…- le dijo ella, aún nerviosa, mientras Finn usaba el puño de su equipo deportivo para quitarse los rastros de la pintura de Rachel que ésta le había dejado.

- Buenos días, disculpen la demora. He tenido que atender un parto esta mañana.- se disculpó el doctor, mientras entraba en la habitación y dejaba sus cosas en el pequeño armario. Finn lo miró algo escéptico: había esperado encontrarse con alguien más… experimentado. Aquel muchacho no parecía tener más de veinticinco años, y Finn sintió una punzada de algo que se asemejaba a los celos cuando se dio cuenta de que el joven (y bastante atractivo) médico iba a revisarle el… la… iba a revisar a su esposa en esas partes.

- Bueno… yo soy el Dr. Rawson, pero pueden llamarme Kevin.

- Un gusto, Dr. Yo soy Rachel y él es mi marido, Finn.- dijo ella, extendiéndole la mano cordialmente. El médico la estrechó, y frunció un poco el cejo al darse cuenta de que Finn no pretendía mantener ese tipo de contacto con él.

- Tengo entendido que tu eres el entrenador asistente de los Jets, Finn. Lo cual, debo decir, me satisface en sumo grado porque soy fanático de ellos.- dijo el doctor, tratando de entablar conversación, pero consiguiendo por parte de Finn una mirada de sumo desprecio. Rachel le dio una patadita por debajo de la mesa, y él soltó un pequeño gruñido, dando a entender que había entendido el mensaje. El doctor continuó, ajeno a toda esa situación.- Como buen fanático de los Jets, voy a hacer esto rápido así puedes volver al trabajo duro, ¿no? Este año tenemos el Super Bowl en el bolsillo.- Rachel sonrió (a Finn le pareció totalmente innecesario, si se lo preguntaban) y el doctor entendió que era más productivo dirigirse directamente a ella.- Muy bien, Rachel, voy a hacerte algunas preguntas de rutina. ¿Desde hace cuánto están tratando de quedar embarazados?

- Bueno, no lo hemos intentado nunca realmente. Quiero decir… nosotros sí tenemos… si somos sexualmente activos, pero en principio siempre hemos optado por el sexo seguro.- le explicó, sin siquiera sonrojarse, y a Finn le pareció que hablar de eso con un niño que probablemente aun asistía a fiestas de la fraternidad era una pérdida total del tiempo.

- Muy bien, eso está bien. ¿Desde cuándo han abandonado esa conducta?- inquirió el doctor, mientras tomaba notas casi de forma compulsiva en su computador. Rachel frunció el entrecejo, pensativa, y miró a Finn como pidiéndole ayuda.

- No lo sé, tal vez… ¿seis meses? Sí, seis meses desde que dejé de tomar las pastillas anticonceptivas.- dijo ella, buscando aprobación por parte él. Finn se limitó a cruzar los brazos y encogerse de hombros.

- Perfecto. ¿Eres regular? ¿No has tenido problemas con tu ciclo desde entonces?- preguntó el médico. Rachel negó con la cabeza. El joven se sacó los anteojos y se acercó más a ellos, tanto como el escritorio se lo permitía.- Quiero explicarles como será nuestra química de trabajo. Puede que parezca que sólo voy a tratar a Rachel, pero deben entender que esto es algo que los compete a los dos. Estamos hablando de traer un niño a este mundo, y déjenme decirles que eso será, sin dudas, la mejor experiencia de sus vidas. Quiero que dentro de esta oficina seamos sinceros, abiertos, no le temamos a nada. Y desde ya les auguro que el sexo que tendrán de ahora en adelante les volará la mente. En serio. La conexión entre la pareja se multiplica increíblemente cuando ambos saben que lo que están haciendo, en realidad, es comenzar con el mayor proyecto de vida que van a compartir.- les dijo, con un tono de voz cercano a un susurro. Fin tuvo que hacer un esfuerzo para contener la risa. ¿Qué le pasaba a este tipo? ¿Cómo podía él hablarles de sentimientos y conexiones a ellos, que eran (a criterio de Finn) los mejores amantes del mundo? ¿Cómo era posible que lo tomara en serio cuando el chico no aparentaba haber tenido una conexión suficiente con una mujer que no fuera su madre? Para cuando Finn se reintegró a la conversación, Rachel y el Dr. Rawson ya habían concretado la próxima cita y estaban despidiéndose.

- ¡Vamos los Jets!- gritó, de forma entusiasta, antes de que Finn le cerrara la puerta de su propio consultorio en las narices.

- OO-

- ¿Entonces?- inquirió Rachel, mientras se sentaba aquella noche a su lado en la cama y se esparcía una crema con aroma a coco por las piernas.

- ¿Entonces qué?- respondió Finn, en el mismo tono hostil que había mantenido durante todo el día, sin siquiera levantar la vista de su computador.

- Entonces, ¿Qué te pareció Kevin? No tuvimos oportunidad de hablar sobre él.- le dijo, entusiasmada, acomodándose debajo de las sábanas y acercándose para besarle cariñosamente el cuello, tratando de llamar su atención. Fin cerró la laptop, dejándola en el piso al lado de la cama, y apagando las luces.

- No sé, cariño. Tú eres la que debe sentirse cómoda con él.- contestó, moviéndose en la oscuridad para voltearse sobre ella, mientras le devolvía aquellos besos que ella le había dado en el cuello. Rachel soltó un resoplido.

- ¿Acaso no escuchaste lo que Kevin dijo, Finn? Éste no es un asunto sólo mío, también te compete.- se quejó, mientras sentía como la mano de Finn que le acariciaba suavemente el muslo se detenía.

- Bueno, perdóname si no pude escuchar lo que Kevin decía.- dijo, con voz molesta. Rachel se movió un poco debajo de sus brazos para encender la luz de noche y mirarlo a la cara.

- Finn Hudson… ¿no estarás celoso del ginecólogo?- inquirió, incrédula, mientras tomaba su cara entre sus manos para verlo mejor.

- Bueno…

- ¡No puedo creerlo! ¿Me estás diciendo que estás celoso del hombre al que fuimos a consultar, nada más y nada menos, sobre nuestras posibilidades de tener un hijo juntos?- preguntó, ahora con un tono risueño que hizo que Finn se enojara aún más.

- ¡Ese tipo va a revisar… tus cosas! ¡Y no parece tener más de quince años, y no paraba de hablarnos del sexo como si nosotros no supiéramos hacerlo!- dijo, enojado, mientras se sentaba en la cama y se cruzaba de brazos. Rachel se debatió consigo misma durante un segundo si era o no prudente seguir con la discusión. Se arrodilló en la cama, frente a él, mirándolo directamente a los ojos.

- Sí, el Dr. Rawson es joven, pero si hubieras prestado más atención al consultorio y menos a la edad que aparentaba, te hubieras dado cuenta de que las paredes estaban rebosantes de títulos.- le explicó, con voz calmada, mientras le acariciaba un brazo tentativamente.- Segundo… no fuimos a verlo porque no sepamos hacer el amor, Finn. Fuimos a verlo porque queremos tener un hijo, y al menos yo necesitaba asegurarme de que todo estaba en orden, de que no habría complicaciones.- finalizó, acercándose más a él y acariciándole ahora una de las mejillas. Finn sonrió, posando sus manos en la cintura de Rachel y sentándola en su falda.

- Sí, yo creo que lo hacemos bien.- le murmuró, mientras le besaba dulcemente la parte baja del cuello, y ella enredaba sus piernas en la cintura de su marido.

- ¿Entonces nos quedamos con el Doctor?- preguntó, tomándole la cara nuevamente entre sus manos y nivelando sus rostros, haciendo que Finn centrara toda la atención en ella.

- Sí… si, podemos quedarnos con él. Es un fanático de los Jets, después de todo.- le respondió. Rachel sonrió ampliamente antes de besarlo de lleno en los labios, presionando más sus cuerpos y sintiendo como ambos, instintivamente, se tumbaban nuevamente en la cama para volver a comenzar desde donde habían dejado unos minutos atrás. Más tarde aquella noche, mientras Rachel dormía a su lado y acomodaba su pequeño cuerpo desnudo contra el propio, Finn pensó que el Dr. Rawson podía repetir su discurso cuando quisiera, pero de seguro ninguna de las parejas que pisaban aquél consultorio poseían la química y la conexión que Rachel y él tenían.

¿Y, que opinan? ¿Les gustó? Nos vemos en próximos capítulos. :)