El Potterverso es de Rowling y de nadie más. Yo sólo lo tomo prestado sin ánimo de lucro.

Este fic participa en el reto Tres palabras, tres personajes del foro The Ruins.


Promesas


1

Arabella Figg

Gatos

—Mamá, cómpramelo, cómpramelo…

—No, Bella. Y no insistas.

Arabella suelta un bufido y hace un puchero, pero su madre no se enternece con ese gesto. Ni mucho menos. Simplemente la ignora y se entretiene con Cecilia, su hermana que tiene apenas seis meses y más egocentrismo del que le cabe en el cuerpo.

Arabella se acerca a Patrick, su hermano mayor. Va a volver en unas semanas a Hogwarts para hacer su sexto año, y la niña no puede evitar sentir una no muy sana envidia hacia él. Porque ya sabe que ella nunca va a pisar ese lugar. Desde que se dieron cuenta, en su familia la ignoran un poco. No es que la traten mal, sino que apenas se dirigen a ella, sólo cuando es estrictamente necesario.

Patrick es la excepción. Él sigue tratando a su Bella como siempre, defendiéndola cuando se lleva una regañina –porque Arabella se pasa el día intentando llevar gatos a casa– y jugando con ella mientras que los vecinos hacen caso omiso a la hija squib de los Figg.

—Sabes que no vas a convencer a mamá de que te compre un gato—le dice en cuanto Arabella se agarra a su brazo.

—Ya lo sé—le asegura—. Pero quiero que tú me traigas uno.

Patrick suspira.

—¿Y de dónde lo saco? ¿Me lo invento?

—No, mira—Arabella respira hondo y le habla de su plan infantil y maquiavélico—: Como en octubre serás mayor de edad, papá y mamá no podrán decirte qué hacer. Así que podrás comprarme un gato.

—Bella… Si te compro un gato, mamá nos echará de casa al gato, a ti y a mí.

—Por fa…—Arabella hace un puchero. Por suerte para ella, sí surte efecto en su hermano mayor.

—Vale—cede él en voz baja.

—¿Prometido?

—Prometido—replica Patrick, resignado.

Unos meses más tarde, a la casa de los Figg llega un paquete que apenas si pueden traer entre dos lechuzas. Ignorando a sus padres, Arabella lo abre y ahí está su gato. Es pequeño, y pardo, y mullido, y blandito y… ay. También es arisco.

—Bella, ¿me explicas esto?

Arabella se gira hacia su madre, que la observa con los brazos en jarras. Abraza al felino con más fuerza.

—Patrick me prometió que me traería un gato y lo ha cumplido—responde—. Mamá, déjame que me lo quede… venga, ya está comprado, y no puedes echarlo.

Durante varios minutos que se hacen eternos, su madre no dice nada. Tras unos segundos, sin embargo, sonríe.

—Siempre que lo cuides tú y te encargues de que no moleste—Arabella corre hacia ella y le da un beso—. ¡No, no! ¡Aleja eso de mí!

Arabella comprende algo más tarde por qué su madre odian los gatos, y casi se arrepiente de tener ahí al suyo.

Y es que la alergia es muy fastidiosa.