On my way
Capítulo uno
La pelea entre Harry Potter y Lord Voldemort ya había terminado, el lado del bien había ganado ya que Neville mató a Nagini en el momento oportuno, debilitando al mago oscuro para que así el-niño-que-volvió-a-vivir dé el último movimiento para derrotarlo.
Su padre estaba abrazando a su madre, ambos estaban demacrados, los tres, mejor dicho. Lucius Malfoy le dio su mano, al igual que su madre, llamándolo con una voz suave y débil que difícilmente era de su padre de antaño. Los acompañó y los tres fueron a casa, fueron a SU mansión.
Los elfos domésticos ya comenzaron a limpiar Malfoy manor al enterarse de la nueva noticia. Draco les agradeció en su mente. No sabía si aguantaría ver cuerpos inertes esperando a ser comidos por Nagini.
Fue a liberar a los últimos prisioneros vivientes, estaban muy débiles, no sabía si ayudarlos, aunque con la mala cara con la que lo miraban dejó de lado esa idea, no aceptarían su ayuda ni si su supervivencia, que es el caso, dependiera de ello. Llamó a uno de los elfos domésticos e hizo que los atienda y les entregue sus pertenencias si es que aun quedaba algo de ellas, los mortífagos solían romper las varitas de los prisioneros.
No tenía ni idea quienes eran, no recordaba haberlos visto en Hogwarts, pero supuso que debían ser hijos de muggles o partidarios de Potter. Los vio comer con satisfacción en los ojos, se notaba que no habían comido en días. El elfo hacía unos chasquidos por allí y por allá para limpiar sus ropas y arreglarlas, quitarles las cadenas y limpiar los calabozos. Hizo una nota mental para destruir esos calabozos o al menos sellarlos. Luego, el elfo los llevó fuera de la Mansión, en Hogwarts para que se reencuentren con sus familias.
En la sala principal vio a su madre sentada en uno de los sillones frente a la chimenea, solo veía al fuego consumiendo todo lo que tiraba ahí. Su padre estaba a su lado, mirando a la nada, pero al escucharlo acercarse, lo miró un rato. Sin decir nada, con los ojos le hizo saber lo que necesitaba: que lo sentía, que sentía todo lo que tuvieron que pasar, todo lo que tuvo que hacer para enmendar sus errores ante el señor oscuro, que sentía haber fallado como padre. Sonrió tímidamente, solo unos segundos, luego desvió la mirada hacia su madre, al ver que seguía admirando el fuego, subió a su cuarto para intentar relajarse y pensar en qué hacer ahora.
Tomó un baño relajante. Llenó su tina de agua caliente y le echó sales y jabón. Al sumergirse, dejó su mente en blanco. Pasaron horas, no sabía cuanto, solo sentía el agua ya fría, por lo que se levantó y tomó su toalla para secarse y luego envolvérselo en la cintura. Se cambió en su cuarto y se acostó en la cama.
Se quedó pensando en qué sería de él ahora. Claro que sería rechazado por la sociedad, la marca tenebrosa seguía tatuada en su brazo, estaba algo más clara, pero cualquiera lo notaría. Podría terminar su año en Hogwarts, nadie que no sean sus amigos se acercarían a él ni por todo el dinero que tenía, eso estaba claro. Pensó desde cuándo las cosas comenzaron a ir mal, ¿desde la misión que le dio Voldemort? ¿Desde que aceptó la marca? No, en ese tiempo no tuvo elección. ¿Fue desde que su padre fue a Azkaban? No lo creía, pero fue por ello que terminó teniendo la marca. No podía pensar qué fue mal en su vida para terminar ahí, en la ruina de su familia. Si tan solo hubiera escogido el otro bando, no, eso jamás sería posible, su padre lo hubiera repudiado, al igual que su madre... Las cosas comenzaron a ir mal desde que se hizo enemigo de Harry Potter, justo en su primer año de Hogwarts.
Eso era.
Si se hubiera hecho amigo de Potter... no... eso no hubiera terminado bien... No con lo estrecha que era su mente, pero si su yo de aquel tiempo hubiese sabido todo lo que pasó, hubiera escogido otro camino, él quería haber podido tomar el otro camino. Pero esas cosas ya no las puede corregir. Suspiró hondo.
Fue al lugar que había estado siendo su refugio desde que los mortífagos se adueñaron de la mansión, el cuarto de reliquias de la familia. Solo él y cualquier otro Malfoy de sangre podía entrar ahí, ni siquiera su madre o el mismo señor oscuro podía atravesar esas puertas sin ser repelido. Era un cuarto lleno de objetos que no sabía su procedencia, era tranquilo, por lo que podía quedarse en soledad ahí sin ser interrumpido, ya que hasta su propio cuarto había sido usurpado por otros hombres a pesar de la cantidad de otros cuartos vacíos que había.
Se sentó a leer uno de los libros que había dejado en el cuarto, uno sobre pociones. Su padrino es un experto en pociones y se la había regalado en su décimo cumpleaños con la esperanza de que él también aprenda el arte de realizar una buena poción. En esos momentos debía de estar ya en su casa, lejos del bullicio, e igual que ellos, esperando que no haya un juicio demasiado cruel.
Sin pensar mucho más en Severus Snape, se quedó leyendo el libro hasta que se quedó dormido.
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Finos hilos ámbar comenzaron a salir de uno de los objetos, lentamente fueron a la cabeza del chico y de ellas comenzaron a salir otros hilos rojos de las que salían pensamientos, 'desearía haber hecho bien las cosas' 'desearía poder volver y hacer bien mis acciones' fue lo que se logró escuchar antes de que ambas se fusionen y se disipen solas en el aire. Un fuerte destello salió de la nada iluminando todo el cuarto. Draco seguía dormido con una paz que no había tenido en años, justo en ese momento, Lucius Malfoy entró al cuarto.
"¿Qué has hecho Draco?" se preguntó viendo a su hijo con dolor. Él comenzó a desvanecerse y Lucius intentó abrazarlo, detenerlo, pequeñas lágrimas fluían en su mejilla "¿por qué hijo? ¿por qué?" logró decir antes de ver cómo el cuerpo del menor de los Malfoy se desvanecía. No pudo retener las lágrimas, se quedó en el piso arrodillado, viendo impotente el lugar donde el chico había desaparecido.
Solo unos momentos pasaron, solo unos segundos. Lucius Malfoy se quedó de pie viendo alrededor, se tocó el rostro y vio sus lágrimas, las secó "¿qué hago aquí?" se preguntó. Tomó el libro que vio tirado en el suelo 'este libro pertenece a Draco Malfoy' decía en la primera página. Lo dejó en uno de los estantes con una mirada de nostalgia y salió del cuarto confundido.
