Hola. Muchas gracias por leer.
Esta historia es un fic que subí con el nombre de "A la hora del té" cuando lo comencé a escribir tenía la idea de que fuera un one-short, sol capítulos para retratar la amistad de Harry y Hermione, pero como no podía ser de otra forma mi hiperactiva cabecita no para de tirarme ideas por lo que va a ser una historia más larga, parejas canon y mucho drama y romance. El nuevo nombre con el que quiero subirlo es "El difícil comienzo de nuestras vidas" y para volver a publicarlo le hace falta una corrección porque lo subí la primera vez apenas terminado sin darle una leída siquiera (se sonroja y pone cara de culpa).
Espero te guste y siéntete con la liberta de realizar cualquier crítica o sugerencia. Soy muy novata en esto de escribir y tengo muchas ganas de mejorar.
Declaimer aplicado, los personajes pertenecen a J.K y la escena inicial esta inspirada en una escena de Orgullo y Prejuicio.
Capítulo 1:
– ¡AHHHHHHHHHHHHHHHHH! ¡Es él, ahí está! – el eufórico grito logró helarle la sangre en las venas a Harry, que no pudo evitar encogerse vergonzosamente.
– ¡Sí, es él! ¡Harry Potter! – corroboró un hombre cerca de él, a quien Harry sólo atinó a dedicarle una mirada fulminante. ¿Es que no podían dejarle hacer una simple excursión a la tienda de escobas en paz?
–¡Harry Potter!
–¡Harry!
–¡Potter!
–¡Es el! ¡Por Merlín!
Harry contempló horrorizado como cientos de cabezas en toda la avenida principal del callejón Diagon volteaban hacia él, y solo una idea le vino a la mente. Correr.
Rápidamente se dio la vuelta y emprendió la retirada, pero como sucedía desde hacía más de un año, una masa de personas irónicamente agradecidas decididas a arruinarle la tarde lo seguía de cerca, gritando saludos y agradecimientos. Sin mencionar las chicas de todas edades que le profesaban su amor. Con la destreza que sólo da la práctica, se metió en una tienda de ropa, tomo una chaqueta al azar y un sombrero una talla más grande que la suya. Se lo colocó, pasó por el mostrador para pagarles y salió sigilosamente de una tienda repentinamente abarrotada de gente.
Suspirando con una mezcla de alivio y fastidio se dispuso a desandar sus pasos y regresar a la tienda de escobas, pero algo al otro lado de la calle llamo su atención. Mejor dicho alguien.
Hermione.
Se movía con su habitual paso enérgico, paradójicamente grácil y femenino pero lo que le extraño era la forma en la que iba vestida. Llevaba un vestido color violeta sencillo pero, muy bonito y elegante, totalmente contrastable con la ropa cómoda y casual que solía llevar siempre (vaqueros, jersey remeras lisas y buzos tejidos de lana o hilo). Y estaba "subida" a unos zapatos de taco alto que, Harry sabía muy bien, odiaba usar. Frunciendo el ceño vio a su amiga dirigirse hacia la entrada de un restaurante de la esquina principal, corrección: la vio "desfilar" hacia el restaurante, porque no había otra forma de llamar a lo que Hermione hacía en aquel momento. Pero, al mirarla más detenidamente, Harry se percato que Hermione caminaba con la espalda muy derecha y rígida y que la expresión de su rostro era de nervios y malestar. Entonces recordó aquello que hizo que plantara los pies en la calle de enfrente y no fuera a saludarla ¿no era que Hermione y tenía que trabajar en un proyecto de grupo, con su compañera de curso, hoy? Era por eso que no llegaría a la reunión en la madriguera hasta la cena.
Frunciendo aún más el ceño, Harry encamino hacia el restaurante un momento después que Hermione entrara. No es que fuera a espiarla pero es evidente que se había citado con alguien, y ese alguien no era ninguna compañera de curso, sin olvidar que, por su forma de vestir, el motivo del encuentro no era ningún trabajo de estudio. La idea no le gustó nada y, por Merlín, el era su mejor amigo casi su hermano, por no decir su concuñado y mejor amigo de su novio, así que tenía todo el derecho del mundo a saber con quién se iba a ver Hermione. "Te estás pareciendo cada día más a Ron" de susurro una vocecita su cabeza que prefirió ignorar.
Al entrar un hombre vestido de etiqueta lo miro arqueando las cejas al acercarse.
– ¿Puedo ayudarlo en algo... señor?
Harry miró un momento al hombre, y luego (en apenas su segundo) su vista de buscador localizó a Hermione cruzando el salón central en dirección a lo que parecía la zona más exclusiva del lugar. Obviamente si Harry deseaba seguirla tendría que tomar medidas drásticas, quitándose el sombrero acomodo "casualmente" su cabello para que su cicatriz quedara a la vista, antes de responder.
–Sí. Quería una mesa, por favor. – con cierto placer morboso vio cómo el camarero abrió los ojos sorprendido
–Por por supuesto, señor Harry Potter, señor. – dijo con voz estrangulada. –Sígame, por favor. Por aquí.
Como Harry había previsto el hombre lo guio por el mismo pasillo donde vio a Hermione desaparecer. Mientras cavilaba sobre las posibilidades que representaba la situación, no pudo dejar de notar (con cierto alivio) que el lugar no era precisamente "romántico". Todo; y esto era desde la impecable bajilla de porcelana, los cubiertos de plata, los manteles blancos y crema hasta las sobrias paredes desprovistas de adornos más allá de unas sobrias pinturas; destellaba un fulgor de fría elegancia. El ambiente explicaba perfectamente el atuendo de Hermione y acentuaba la interrogante respecto a su presencia allí, se recordó Harry con pesar.
Al llegar a la otra habitación, el confuso muchacho comprobó que seguía la misma línea decorativa; formal y elegante. Mientras se preguntaba si era posible calificar de "soberbia" a una habitación (por más fea estuviera decorada) el camarero le indicó una mesa que estaba en posición perfecta para espiar, corrección, observar a su amiga sin que ella se percatara de su presencia. Dándole las gracias al señor, tomó la carta fingiendo que deseaba examinarla cuidadosamente. Una vez a solas con sus ideas, se dedico a examinar a su mejor amiga rogando que esos ocho años y pico de amistad le ayudan a descifrada la expresión impasible en el rostro de Hermione. Sentado muy derecha en la silla con las manos recatadamente cogidas sobre el regazo y la barbilla formando un ángulo orgulloso con el cuello a Harry le recordó, por más extraño que pudiera parecer, a Pancy Parkinson. Lo cual era como poco ilógico, porque no sabía de alguien a quien Hermione pudiera parecer menos de su antigua compañera de curso en Hogwarts.
Si la vista no lo engañaba, lo cual por la escasa distancia que las dos mesas ponían entre ellos era imposible, podría jurar que había algo de tristeza en los ojos de su amiga. Y algo más, quizás pensar o resignación
La comprensión de eso lo hizo impacientarse ¿con quién demonios se iba a encontrar Hermione? ¿Y por qué no llegaba de una maldita vez?
Harry no tardó en recordar la tendencia de Hermione a llegar siempre con tiempo a cualquier cita, por lo cual probablemente le quedará todavía un buen rato espera. Decidió ojear la carta mientras tanto, después de todo, tendría que pedir algo y tenía hambre.
–Buenas tardes. – escuchó decir a Hermione y levanto la cabeza rápidamente. Su sorpresa fue enorme al ver a nada más y nada menos que a Muriel, la tía de Ron, una de las personas a quien Hermione más detestaban en el mundo, aunque jamás lo manifestara expresamente. Aunque Harry no podía culparla, esa mujer era, a falta de una palabra más fuerte que tuviera dispuesto usar, desagradable.
–Esta mesa está muy mal ubicada. – protestó la anciana dejando su bastón a un lado de la silla y sentándose con cierta dificultad. –Las ventanas están muy cerca y hay reporteros y fotógrafos por toda la calle. – continuó quejándose con altanería. –Seguramente el mozo no te lo mencionó, pero hay un salón en la planta alta más tranquilo que este.- los ojos de la mujer vagaron con desagrado por el salón, para luego crear con tono cáustico.- Y mejor arreglado.
Hermione que en ningún momento había abandonado su expresión serena, respiró hondo antes de responder a la primera afrenta con tranquilidad y un leve asomo de sonrisa en el rostro.
–De hecho si lo menciono. El salón dorado. – explico –Ciertamente es más bonito pero creí que sería difícil... bueno, subir las escaleras. – miro levemente el bastón como para dar a entender su punto. –Además... – agregó –…las ventanas están encantadas, así que nadie puede ver el interior del salón desde afuera.
Muriel le dedicó una mirada de desdeñoso enfado a Hermione y luego giró la cabeza para llamar al mesero, momento que la muchacha aprovechó para elevar la vista al cielo en una silenciosa plegaria. A Harry no le cupo la menor duda de que era aquello que su amiga pedía: paciencia. Y volvió a preguntarse, como cada segundo desde que aquella mujer apareció, que era lo que Hermione hacía allí.
No estaba a gusto, de eso Harry estaba segura, pero tampoco parecía tener intención de retirarse pronto. El peso de un mal presagio se sirvió sobre el joven y la vaga sensación de gratitud por haberse topado con su amiga aquella tarde. Era bueno saber que podía estar ahí para ella una vez que la catástrofe de desatara porque, si Muriel le había pedido a Hermione que se encontraran y ella no sólo había aceptado sino que también mintió al respecto, esto no podía terminar en nada bueno.
Un camarero llevó a tomarles la orden a las vamos casi al mismo tiempo que otro hacía lo propio con él Harry pidió una cerveza de mantequilla y un sándwich rápidamente para que joven se retirara pero al encontrarse con sus ojos fascinados mirándolo no supo muy bien qué hacer.
–Ehh... Tengo un poco de hambre... – balbuceo torpemente pero eso fue más que suficiente para que mesero pegar un respingo y se esfumara hacia la cocina como si hubieran echado un encantamiento convocado.
Unos metros más adelante, comprobó Harry con irritación, un muchacho de no más de 20 años con cabello rubio y ojos marrones no tenía tanta suerte Muriel no le dedicó ni una sola mirada cuando llegó a la mesa para tomar el pedido y saludó educadamente con un "Buena tardes, señora, señorita ¿en qué puedo servirle?". La mujer con él ceño fruncido y la boca torcida en un gesto de indignación recorrían la carta con expresión de creer que nada estaba a la altura de sus expectativas. Hermione esperaba pacientemente a que la tía de su novio ordenar, para hacer su pedido, con expresión imperturbable.
–Bueno, a falta de algo mejor traerme un té de hierbas marroquíes y unos pasteles de limón y arándano, no gratinados ni espolvoreados con azúcar, y que la nata sea importada de Francia, batida no agitada, sin grumos y sin vainilla. – cerro la carta con gesto contundente y se le atendió con desdén al camarero sin dirigirle mirada alguna. – ¿Muchacha? – le dijo a Hermione sin mucha educación. Ella le sostuvo la mirada un momento con seriedad, luego giró el rostro hacia el mozo y sonrío cortésmente de una forma que se denotaba ser una persona bonita y agradable.
–Buenas tardes. – saludó educadamente.
–Buenas tardes, señorita. – respondió automáticamente el muchacho evidentemente más cómodo. –¿Que desea tomar?
–Té de Manzanilla. – respondió ignorando el bufido incredulidad proveniente del otro lado de la mesa. –Y un pastel ¿cuál me recomienda?
–Bueno, el cocinar o prepara unas galletas de avena y miel muy populares a la hora de acompañar un te suave... y endulzar la tarde. – agregó arqueando las cejas hacia la mujer cuya expresión de irritación estaba tornando peligrosa. Hermione soltó una risita suave, muy despreocupadamente.
–Perfecto para mí entonces. – respondió. –Gracias.
–En un momento regresó con su orden. – finalizo el joven con una inclinación de cabeza y desapareció del panorama.
Herminio regresó su atención a su acompañante, contemplándola con una sonrisa que Harry no supo muy bien de dónde había salido, se percato con facilidad de que lo que había en la mirada de su amiga y en la forma en que levantaba el rostro hacia Muriel era desafío, simple y puro. Hermione fue a esa cita para presentar batalla, comprendió Harry, y para ganarla. "¡Eso es!" Pensó ensanchando su sonrisa "buena chica".
Hermione continuó mirando a los ojos a Muriel retándola a que desaprobara su comportamiento o que dijera por qué estaban allí, aunque ella lo supiera tanto como Harry lo sabía.
–Bueno, supongo que deseaba hablar conmigo. – dijo la joven bruja al ver que su interlocutora no parecía tener intención de comenzar la conversación.
–Por supuesto que deseo hablar contigo. No voy a citarte solo para mirarte, niña.
–Por supuesto. – repitió Hermione sin dejarse afectar por el tono de la tía de su novio.
Muriel la miró un instante con el ceño fuertemente fruncido lo cual acentuaba más aún las arrugas en un rostro cansado de soportar una horrenda expresión de desagrado durante prácticamente un siglo.
–Se te ve muy confiada. – Observó la anciana pero para nada era un cumplido –Francamente, no es para menos. Egresaste de Hogwarts con notas perfectas, insignia de prefecta y premio anual, brillos en la academia en leyes mágica y con apenas 21 años es una de las personas más famosas y admiradas de la comunidad mágica.
–Y un muy buen prospecto para ser una de las mentes más brillantes del siglo XXI. – agregó Hermione como quien enuncia la lista del mercado, con tono de indiferencia total.
– ¿Intentas convencerme de que eso no significa absolutamente nada para ti? – se burló la anciana con una sonrisa en el rostro presentaba un poder que la expresión de desdén.
Hermione miro fijamente el rostro de esa mujer orgullosa y fría en silencio, mientras él mesero regresaba con dos tazas de té y los dulces solicitado. El joven dispuso todo con rapidez, tratando de evitar que aquella aterrorizante mujer se molestara aún más.
–Que lo disfruten. – dijo el joven de precavidamente.
Herminio sonrío cortésmente acompañando un suave "gracias". Cuando el muchacho se fue se tomó su tiempo para revolver suavemente su té y beber un sorbo ante la impasible y cada vez más impaciente mirada de Muriel.
–No. – dijo con simpleza al encontrarse de nuevo con los ojos azules de ella.
– ¿Qué? – se vio obligada preguntar momentáneamente desorientada. Harry que había perdido el hilo de la conversación cuando su orden llego a su mesa (y recordó el hambre que tenía, interesándose más por su emparedado) regresó toda su atención a las dos mujeres.
–Lo último cuando menos me importa poco pero, honestamente, no pienso desperdiciar un solo momento de mi vida tratando de convencerla de ello. –aclaró tranquilamente.
–No estoy jugando niña. –explico conteniendo la furia, fulminando a la joven bruja con la mirada.
–Honestamente, no la creo capaz. – suspiro resignada llevándose la tasa de té nuevamente a los labios. – ¿por qué no dice lo que desea decir y terminamos con esto?
–Una de tus tan afamadas ideas he de suponer. –observó Muriel abriendo su bolso de piel de dragón y sacando un ejemplar de El Profeta. Harry se tenso automáticamente y pudo ver con claridad como su mejor amiga sufrió la misma reacción. –"La brillante heroína del trío dorado" "la historia de Hermione Granger, la bruja hija de muggles que ayudó al héroe de la guerra Harry Potter a salvar a la comunidad mágica". – leyó la anciana con expresión de repulsión. –Un trabajo bibliográfico impresionante.
–Impresionantemente falso, querrá a decir. – exclamo Hermione dejando por primera vez que su disgusto se reflejara en su voz. –Pero haya quien desee seguir concediéndole a Rita Sketter el crédito que no se merece.
Muriel sonrió, pero esto es sólo con los ojos, percibiendo que había encontrado uno de los pocos temas que podían hacer a Hermione perder el control.
– Nunca te ha caído muy bien Rita Sketter pero no podrás negar que tiene talento para descubrir los secretos ocultos de las personas. – la bruja sonrió disfrutando del momento y de la expresión de Hermione. – Hizo un trabajo impresionante con la biografía de Dumbledore.
Hermione se echó hacia atrás en la silla y cuatro los hombres lista para atacar, esa era una ofensa que no podía quedar sin respuesta. Al momento lo reconsideró y, en una muestra de increíble autocontrol, se llevó la taza de té de nuevo a los labios sin proferir ninguna palabra. A unos metros de distancia Harry apretaba fuertemente los puños repudiando intensamente a esa mujer por hacerle pasar a su amiga ese horrible momento.
– Rita Sketter es probablemente la zorra más grande que haya dado la comunidad mágica en siglos, es mala cínica embustera manipuladora convenenciera y cruel. Y si alguna vez ha publicado alguna historia con algún contenido que sea medianamente cierto fue única y exclusivamente con el fin de ganar dinero. – dijo Hermione con tono moderado pero letal. – Uno podría creer que después de todo lo que ha pasado la gente ya habría aprendido a tomar con pinzas cualquier cosa que esté escrita con su pluma, pero parece que algunas personas nunca aprenderán. – la última frase la dijo con cierta tristeza mirando la anciana mujer directamente a los ojos.
Harry aplaudió mentalmente a su amiga por su determinación de no dejarse intimidar por esa mujer, pero pensándolo mejor en el tiempo que la conocía Hermione se había dejado intimidar en muy contadas ocasiones. Muriel en cambio no parecía muy contenta por cómo estaba resultando la entrevista y sin embargo por primera vez daba la impresión de estar evaluando a Hermione con algo de objetividad, quizá tratando de descifrar si sería realmente tan malo que Ron se quedara con ella.
–Siempre he pensado que expresas tus opiniones con demasiada convicción para ser alguien tan joven.
–Uno de mis tantos imperdonables defectos, supongo. –respondió Hermione mirando su taza de té como si el liquido supiera repentinamente amargo.
– No esperaba verdaderamente que entendieras la importancia del papel que juegan en la historia de nuestra comunidad mágica las personas como Rita Sketter, no es tu historia después de todo. – alego Muriel con tono serio y moderado.
Si no era la historia de Hermione entonces no era la historia de nadie, pensó Harry con un creciente malestar.
Probablemente considerando que ya era momento de comenzar a endulzar la tarde, la joven bruja se llevó una galleta a la boca, aunque quizás era simplemente un acto preventivo para no mandar al demonio a la mujer que tenía frente a ella. Eso era precisamente lo que Harry quería hacer. Tomó un nuevo sorbo de té para pasar la galleta y volvió a mirar a Muriel a los ojos un poco más repuesta.
– ¿Y cuál sería esa importancia? – pregunto con suavidad.
Muriel la miro un tanto sorprendida de que realizara una invitación tan abierta a insultarla, no podía equivocarse respecto al destino que esa respuesta tendría.
–Las personas como ella son las encargadas de no dejar que personas como Albus Dumbledore vivan su vida entera dejando que otros los consideren héroes cuando en realidad no han sido más que embusteros. – ni Harry ni Hermione sabían que era peor, lo que esa mujer estaba diciendo o que realmente creyera en ello.
–No pienso comenzar a debatir con usted la idea que tiene de lo que es un héroe, pero Albus Dumbledore fue un gran hombre. – respondió la chica sin dejarse afectar, ni caer en la grosería de levantar la voz.
–Te recuerdo quería, que una parte de su vida la pasó pensando que los seres como tú debían ser dominados y sometidos. – remarco Muriel con tono triunfal.
–Y el resto de esa la pasó tratando de redimirse. Que es muchísimo más de lo que mucho magos y brujas en la misma posición han decidido hacer. – replico Hermione con un tono monocorde, aunque el suyo si era comentario triunfal.
Harry no pudo evitar preguntarse si cuando Muriel había imaginado la escena habría pensado que Hermione le presentaría tal batalla. El ciertamente prefería no enfrentarse a su amiga, ni en un juzgado ni en cualquier otra parte. Sería la mejor abogada que la comunidad mágica hubiera visto en toda su historia y realmente lograría una diferencia, era algo que siempre había pensado pero sólo hasta ese momento se dio cuenta de la verdadera fuerza que tenía, sólo ahora que la veía enfrentarse con tanto estoicismo a unos prejuicios que prometían nunca desaparecer de la mentalidad de su mundo por más guerras que tuvieran que pasar.
Decidiendo darle un giro a la conversación, probablemente presintiendo que la dirección que llevaba no llegaría a ninguna parte, Muriel tomó nuevamente su ejemplar de El Profeta y ojeo levemente la nota tratando de decidir por dónde empezar.
–No encontrar allí ninguna respuesta acerca de mí. – advirtió Hermione –Si hay algo que desea saber ¿por qué no simplemente me lo pregunta?
–No confío del todo en tú sinceridad al responder–dijo simplemente Muriel sin levantar sus ojos del periódico.
–Pero tampoco confía del todo en las palabras Rita Sketter, de lo contrario yo no estaría aquí.
La anciana por fin se decidió a dedicarle una mirada a Hermione, aunque sólo fuera para dejar claro que su comentario no le gustó en lo absoluto. La chica en cambio muy serenamente arqueó las cejas en una invitación a cuestionar la lógica de su razonamiento.
– ¿Tus padres son dentistas? – pregunto bruscamente.
–Sí. – respondió Hermione sabiendo que había llegado la hora ineludible del interrogatorio. No parecía asustada o molesta, según observo Harry, simplemente resignada.
–No es una profesión de mucho prestigio. – opino la anciana con cierto desdén. – ¿Está bien remunerada en tú mundo?
–Lo suficiente para vivir dignamente y además mis padres no cambiarían su profesión por todo el oro de Gringgot. Es lo que les gusta.
Muriel frunció los labios pero no dijo nada. – ¿Qué edad tenias la primera vez que usaste magia?
–Tenía cuatro años. – respondió un tanto sorprendida de que la pregunta no se correspondiera con la anterior.
–Una edad bastante precoz para comenzar a utilizar magia. Presumo que al entrar a Hogwarts ya ejercías cierto control sobre tus poderes. – dijo la anciana evaluando a Hermione con la penetrante mirada.
–Un poco sí.
Muriel la miro ceñuda como si lo inexacto de la respuesta la ofendiera personalmente. Hermione pareció notarlo, porque de inmediato agrego. –Me había percatado hacía tiempo que si me concentraba lo suficiente podía mover objetos, no muy pesados y no por mucho tiempo. – iba a agregar algo más pero, pensándolo mejor dio por finalizada la aclaración.
Si a Muriel le pareció escueta la respuesta no lo manifestó, pero había algo diferente en su mirada. Harry se pregunto si habría alguna esperanza de que la anciana bruja mirara a Hermione realmente y la juzgara por ella misma y no por ser hija de muggles.
–Un poco mediocre para la bruja más brillante que ha pisado Hogwarts en… ¿cuánto era exactamente? – la mujer reviso el articulo bibliográfico que yacía olvidado en la mesa al lado de la taza de té que no se había dignado a probar. – Oh, claro. Un siglo y medio.
Bien, no debería sentirse decepcionado sin embargo no pudo evitarlo. Al parecer en esto, como en todo lo demás, Hermione tenía razón ¿cómo fue que le dijo solo unos meses después de que terminara la guerra?
"No porque hayas derrotado a el mago más tenebroso de toda la historia significa que algo vaya a cambiar verdaderamente, el prejuicio contra los hijos de muggles comenzó mucho antes de que existiera Tom Riddel, probablemente existiera mucho antes de Salazar Slyderyn. El mundo no cambia de un día para otro, mucho menos la gente. O quizá sea el hecho de que las personas mueren y las que viven son las ideas, siempre he pensado que existen más allá de nosotros". Un monólogo un tanto extenso como para entenderlo así que cuando Harry le preguntó a Hermione a que se refería ella sonrió divertida y respondió con simpleza "que aún tenemos mucho trabajo que hacer Harry".
Ni en ese momento ni ninguno de los siguientes Harry dudo de la verdad en sus palabras, pero en realidad nunca pensó que volvería a ver a su amiga luchando por probar que merecía un lugar dentro de la comunidad mágica, era absurda la simple idea. Si Hermione Granger no se merecía un lugar en ese mundo, entonces nadie lo hacía. Ella lo había ganado.
Una fuerte furia comenzó a hervir dentro de su pecho contra Muriel por tener la desfachatez de negarle eso, después de todo lo que habían pasado, después todos los horrores de esa guerra, de los años y años de lucha, de todo el dolor las perdida y las cicatrices que quedaron en ellos ¿qué derecho tenía esa mujer a hacerle pasar por esto a Hermione? obligarla así a regresar a una época de su vida en la que ya no debía pensar.
–Por mucho que disfrute el insultarme dudo mucho que sea ese el motivo de este encuentro. – escucho la voz pausada y lente de Hermione y regreso su atención a las dos mujeres sentadas a unas mesas de distancia.
–¿Te sientes insultada, querida? – pregunto repentinamente la anciana con una voz dulzona y desagradable que a Hermione se le antojo muy parecida a la de Umbridge, su antigua profesora de DCAO de quinto. Mantener la calma se estaba convirtiendo en una tarea titánica.
–No. – respondió tragándose un suspiro. –Pero no imagino que sea otra su intención.
–De seguro lo debes considerar una impertinencia. – observo la anciana con desdén– Después de todo eres uno de los héroes de la comunidad mágica.
–No soy ningún héroe. – respondió Hermione con desgana en un murmullo.
Mirando con asco el periódico Muriel comenzó a enumerar los "logros" de Hermione. –Comenzaste tu carrera de "heroína" en Hogwarts el primer año cuando acompañas te a Harry Potter a rescatar la piedra filosofal…
–Eso no me convierte en un héroe. – observo Hermione nuevamente pero parecía ya tan cansada que Harry tuvo que contenerse para no intervenir y llevársela de allí.
–El segundo año te luciste descubriendo que el monstruo que asechaba en el colegio era un basilisco– continuo Muriel impasible, ignorando el comentario de Hermione por segunda vez –y además fuiste petrificada antes de que tus amigos encontraran la cámara de los secretos, así que te llevaste toda la gloria sin tener que correr ninguno de los riesgos.
Harry vio claramente como el labio de Hermione comenzaba a temblar e inicio la cuenta regresiva para interrumpir la conversación, solo una más, si notaba que a su amiga le dolía un solo comentario más la sacaría de allí y al demonio Muriel, sus prejuicios y todos en la comunidad mágica que los compartieran.
–Eso no me convierte en un héroe– repitió la joven con terquedad– Y no hay ninguna gloria en que un monstruo que puede matarte con solo una mirada te persiga.
Ignorándola una vez más Muriel continuo con el cronograma –Cuarto fue tu mejor año ¿no? – pregunto sonriendo con sorna –No solo te adjudicaron una historia romántica con el famoso Harry Potter sino que también fuiste al baile de navidad con el campeón de Durmstrang y estrella de Quiddich Viktor Krum. Dos importantes trofeos.
–Nunca he tenido nada con Harry y Viktor no fue ningún trofeo, fue y aun es un buen amigo. – Ron podría poner varias objeciones a esa afirmación pero su tía parecía haber decidido pasar por alto toda contestación de Hermione.
–Pero quinto es verdaderamente memorable. – Hermione apretó tan fuerte los bordes de la mesa que los nudillos se le pusieron blancos. El pensamiento de que la conversación podía llegar a buen puerto se había desvanecido hace rato como un susurro en el viento.
Mirando a los ojos increíblemente azules de esa difícil mujer, tan irónicamente iguales a los de Ron, Hermione volvió a preguntarse cómo cada día desde la batalla de Hogwarts cuando se acabaría esa maldita guerra.
No hoy, al parecer.
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Espero les haya gustado tanto como a mi escribirlo.
Recuerden dejar comentarios así me hacen feliz.
Saludos.
