Cap 1: El comienzo.
Era bien sabido en el mundo entero que los tres caballeros, el trió que había revolucionado el mundo con sus aventuras y que eran considerados héroes en muchos lugares, eran los mejores amigos del mundo, y que incluso a pesar de la distancia esa amistad se mantenía intacta y ahora que los tres vivían en la misma ciudad, se sabía que su relación perduraría para toda la vida, sin embargo eran pocos los que sabían la verdad y era que esos tres hombres no eran solo amigos, sino también amantes, pero esto era algo que solo conocían la familia y los más allegados ¿Como surgió este curioso trió? Pues para eso tendríamos que retornar unos años atrás.
Primero que nada hay que decir que tanto Panchito como José se conocían desde mucho antes de conocer a Donald, esto se debía a que la familia de ambos eran amigas y ambos pájaros habían estando juntos desde que solo eran unos bebes y era común que una familia fuera a visitar a la otra a su país de origen durante las vacaciones de verano o de invierno.
Panchito y José eran los mejores amigos, siempre estaban juntos y lo hacían todo juntos, con el tiempo fueron creciendo y aunque a ambos le gustan las mujeres hermosas, su "amistad" estaba por encima de todo, sin embargo ambos sabían que el sentimiento que surgía en su interior era diferente a la amistad o la hermandad, tampoco era amor o no al menos completamente, ya que ese sentimiento "estallo" por completo cuando ambos fueron a estudiar en la universidad de EEUU y lo conocieron a él, un pato muy fuerte con mal carácter, que le costaba hacerse entender al hablar por un problema en sus cuerdas vocales, con una mala suerte horrible y por su fuera poco sobrino del pato más rico del mundo.
Pero lo que más le llamo la atención a las dos aves latinas fue que a pesar de todo, no se rendía, siempre luchaba por lo que creía, no dependía del dinero de su tío sino que trabaja duro para pagarse todo lo que necesitaba.
¡Si incluso estaba con una beca de deporte!
Y sobretodo y a pesar de lo que quería aparentar el pato era amable, dulce y tenía el alma y el corazón mas puro y bondadoso que ambos vieron alguna vez, para el gallo y el loro aquel patito era un hermoso ángel caído del cielo y lo supieron nada más lo vieron cuando entro en aquella clase.
Tanto José como Panchito nunca olvidaran ese día, ambos estaban sentados en la segunda fila charlando tranquilamente, cuando Panchito se quedo callado de repente mientras miraba fijamente a la entrada, José extrañado del cambio de actitud de su amigo se giro hacia la puerta (ya que se encontraba de espaldas) y supo inmediatamente que le había ocurrido a su mexicano. Allí entrando en el aula un dulce y pequeño ángel, cabello blanco como la nieve, ojos azules como el cielo, vestido con una camiseta azul, pantalones blancos y zapatillas amarillas y para rematar una piel blanca y lechosa que (según Panchito y José lo refutaba) entraban ganas de lamerla y morderla hasta ponerla roja.
El joven llego como si nada y se sentó en la primera fila justo delante de ellos dos dejando la mochila a un lado, ambos se miraron y estaban a punto de hablarle pero para su desgracia la clase de presentación empezó, aunque fue gracias a esa clase en la que descubrieron que su angelito (porque si desde el primero momento ya decidieron que era suyo) también tenia carácter (cosa que les gustaba mucho)
Fue cuando el profesor pregunto si alguien tenía alguna duda y su pequeño levanto la mano, y pregunto algo que hizo que todos se quedaran mirándole extrañados, nadie había entendido una sola palabra de lo que dijo y por si fuera poco dos perros que estaban sentados en la última fila se empezaron a reír a carcajadas, esa acción hizo enfadar a los dos latinos, sobre todo cuando vieron a su pequeño patito apretar los puños y temblar, ambos latinos iban a golpear a esos tipos, cuando una gata de cabello celeste y orejas y cola de color negro tradujo lo que dijo Donald, así descubrieron como se llamaba y tuvo otro punto a su favor, hasta su nombre era hermoso.
En fin, cuando todos salieron de clase y solo quedaron ellos cuatro y los dos bravucones de antes que, no contentos con haberse reído antes fueron hasta el pato para molestarlo, Panchito ya iba a saltar para golpearlos cuando sucedió algo que les sorprendió a casi todos, nada más tocar a Donald para golpearlo, este gruño y ataco a los dos bravucones con una fuerza y velocidad que nunca habían visto, era como un puro torbellino, ni si quieran se dieron cuenta de cuando acabo hasta que los dos tipos estaban tirados en el suelo malheridos.
-Bien ¿queréis mas?-pregunto Donald haciéndose entender perfectamente mientras sonreía perversamente cosa que hizo que los dos perros salieron corriendo y que tanto Panchito como José tragaran saliva por lo sexy que se veía.
-3 segundos Donald, esta vez has ido más lento ¿estás perdiendo facultades?-pregunto la joven gata burlonamente mientras se acercaba al pato para darle sus cosas, el otro iba a replicar pero la gata le tomo de la mano y se lo llevo alegando que llegaban tarde.
Nada más ambos chicos se fueron las dos aves salieron de su ensoñación y maldijeron su suerte por no poder haber dicho nada para conocer más a ese chico, por suerte para ellos el universo les quería y esa misma tarde descubrieron que Donald compartía habitación con ellos dos, al principio no les hacía gracia descubrir que su habitación era de tres, pero cuando esa noche entraron y vieron que ese dulce chico era su compañero de cuarto estuvieron mas que encantados.
Pronto les tres chicos se hicieron inseparables y estaban siempre juntos, incluso la gata amiga de Donald, que descubrieron que se llamaba Sakura, también se juntaba con ellos pero siempre eran ellos tres, hasta se empezaron llamar los tres caballeros por una antigua película de Walt Disney de la que los tres eran fans.
Los años pasaron y después de acabar la uni vivieron algunas aventuras sobre todo por Latinoamérica, tanto Panchito como José pensaban que la amistad que tenían con Donald era tan fuerte como la que tenía entre ellos pero no se dieron cuenta de la verdad hasta más tarde cuando Donald se fue a la marina.
Por su puesto ambos estaban muy felices por su amigo pero también estaban preocupados porque le pudiera pasar algo. Fue en ese tiempo en la que Panchito y José estaban separados y Donald en la marina cuando las dos aves latinas se dieron cuenta de la verdad, de ese sentimiento que habían albergado desde siempre pero que se negaban admitir, y una noche de verano que Panchito había ido a visitar al loro se dijo la verdad.
Ambos estaban la casa del árbol de loro, una casa que habían construido después de ver una serie americana en la que los niños construían su propia casa como su fuerte. Los dos chicos estaban en el terraza de la casa tumbados en el suelo mientras miraban las estrellas, ninguno decían nada pero ambos sabían que tenían que hablar, habían estado raros el uno con el otro desde que se vieron pero simplemente sus palabras no salían de sus labios.
José miro a su amigo con preocupación estaba muy raro desde que se presentó sin previo aviso en su casa y ni si quiera se dignaba a verle directamente a los ojos cosa que le dolía al loro, bastante doloroso era no tener a su patito con él, como para que ahora su gallo favorito le ignorara, el brasileño soltó un suspiro de angustia y se había dignado a hablar cuando el otro se le adelanto.
-¡Aaaaa no puedo más!-gritó el gallo con ese aguo grito que le caracterizaba asustando al otro, quien al ver como su amigo se sentaba le imito-lo siento mucho José, de verdad que lo siento he intentado evitarlo, he intentado negarlo y hasta ocultarlo pero ya no puedo más-siguió diciendo mientras ocultaba su rostro entre sus piernas.
-Panchito ¿qué ocurre me estas asustando?-pregunto José mientras ponía una mano en el hombro del mexicano, sorprendiéndose al ver el rostro del pelirrojo bañado en lagrimas cuando levanto su cara para mirarle.
Panchito no respondió al momento solo abrazo a su amigo con fuerza antes de volver a hablar.
-Me he enamorado José, me he enamorado de tal manera que jamás pensé volver a hacerlo desde ella, incluso yo diría que es peor, que lo que siento ahora es amor verdadero, es el sentimiento más maravilloso, dulce y a la vez doloroso que jamás he sentido en mi vida.
Mientras Panchito decía aquello, José podía sentir como su corazón se rompía poco a poco, jamás se había sentido tan dolido y a la vez tan identificado con las palabras de su amigo, el se sentía de la misma forma, exactamente igual, pero ahora estaba viendo como uno de sus amores le admitía que estaba enamorado de otra persona ¿Y si Donald también había encontrado a alguien? No quería ni pensarlo, ya le destrozaba saber que gallo estaba enamorado, si se enteraba que su patito también le mataría por completo. Aún así José hizo un esfuerzo por contener su pena, ante todo era amigo de Panchito, era un caballero, y porque lo amaba tenía que poner su felicidad a la suya.
-Pero...eso es...genial-dijo José separándose de él para mirarle con la mejor sonrisa que podía fingir-seguro que ella te corresponde Panchito, no te preocupes.
El gallo le miro un momento y sonrió antes de negar con la cabeza.
-No lo entiendes José, primero porque no es "ella" es "el"-empezó a decir el gallo mexicano, haciendo que el otro se sorprendiera pero decidió no decir nada para que el otro continuara-y segundo...-tomo aire-por que no es solo una persona sino dos
Ok definitivamente eso si que no se lo esperaba ¿Que su gallo estaba enamorado de dos hombres? Eso era algo completamente nuevo y por alguna extraña razón al saber aquello su corazón empezó a latir con fuerza.
-Panchito-susurró
-¡Y es por eso que estoy hecho un lio! No sé qué hacer mi corazón está dividido en dos pero no puedo evitarlo, los amo a los dos por igual, es solo pensar en elegir solo a uno hace que me duela el pecho y me entren ganas de llorar ¡Y tu sabes que yo no lloro!-Panchito estaba desesperada se tomo la cabeza con sus manos y empezó a revolverse su pelirrojo cabello mientras hablaba sin parar, mientras José por su parte ante cada palabra sentía que su corazón latía más deprisa.
¿No podía ser? ¿Sería cierto? Era imposible,una idea descabellada, pero conocía a Panchito tan bien como se conocía a sí mismo y si era cierto...o si eso fuera verdad seria el loro más feliz del mundo, pero antes tenía que preguntar.
-Panchito- le llamó tomando las manos de su amigo haciendo que este le mirara-¿Quienes son esas personas?-
-¿Eh?
-¿Quienes son esas personas?-volvió a preguntar mientras sonreía dulcemente, sobre todo al ver como el otro se ponía nervioso.
-José...no...No...
-Por favor, dímelo, confía en mí.
El pelirrojo le miro y tomo aire para ser uso de la valentía que le caracterizaba.
-Donald y...tú-susurro mientras agachaba la cabeza pensando que ahora su mejor amigo y amor le odiaba o al menos eso pensaba hasta que sintió unos brazos que reconocería en cualquier parte rodeándole el cuello y cuando alzo la cabeza sintió uno labios suaves y con sabor a Papaya, Panchito abrió los ojos de sorpresa, José, su José le estaba besando...a él...el gallo no sabía cómo reaccionar así que hizo lo que mejor se le daba, actuar y por eso no tardo en corresponder al beso que pronto se volvió más demandante y una pelea por ver quién ganaba hasta que al final por falta de aire se tuvieron que separar y se declaro un empate.
Cuando se separaron el mexicano miro a su amigo quien ahora estaba tumbado encima de él, ni sabía en qué momento ambos acabaron en el suelo.
-José-le llamó pero fue interrumpido por el otro.
-Yo también
-¿Eh?
-Yo también siento lo mismo que tu Panchito, exactamente lo mismo-dijo José sonrojado haciendo que otro volviera a sorprenderse.
-Entonces ¿me estás diciendo que?
-SIP, yo también os amo...a Donald y a ti por igual, de la misma manera y me es imposible elegir entre ambos, me alegra saber que no soy el único que siente esto.
-¡YIIIJAAA!-grito Panchito muy feliz abrazando al loro quien también se reía, ambos estuvieron rodando por el suelo hasta que acabaron otra vez tumbados uno al lado del otro pero más juntos que antes.
Ambos chicos se quedaron en silencio mirando el cielo con una sonrisa en sus rostros pero aun les quedaba algo muy importante que resolver.
-¿Que pasara ahora?-pregunto Panchito borrando lentamente su sonrisa.
-No lo sé, pero no podemos ocultarlo, tiene que saberlo-respondió José serio preocupado por la reacción del pato temperamental.
-No crees que nos odie ¿verdad?-pregunto su ahora "pareja" preocupado mientras le miraba, José también giro su cabeza para mirarle.
-Es Donald, no creo que él sea capaz de odiar a nadie, al menos no a nadie que haga daño a su familia-respondió José sonriendo levemente-pero lo que me preocupa es que si no siente lo mismo, nuestra relación no vuelva a ser la que era-añadió preocupado el joven loro.
-No te preocupes por eso lorito-respondió Panchito con una sonrisa confiada-si no siente lo mismo solo tenemos que conquistarlo, me se unas cuantas baladas de cuando estuve de mariachi-añadió muy orgulloso sacando una risa al loro, pero debía admitir que no era mala idea, después de todo ellos no eran de los que se rendían sin luchar, además tenían la suerte de que nadie se había fijado en su pequeño ángel por el momento.
Qué pena que la suerte pueda ser algo cabrona ¿no?
