Nada de lo que reconozcan me pertenece, es todo obra de la genialísima J.K Rowling, yo solo he tergiversado alguna que otra cosilla a mi gusto. Espero que os guste (:


Harry echó un vistazo por última vez al edificio que había sido su hogar durante los últimos meses y al que no regresaría durante un tiempo. Grimauld Place, la casa que Sirius le había dejado tras su muerte. Miró la gris fachada y no pudo evitar sonreir, a sabiendas de que en el sitio al que iba a ir era mucho mejor. Aquel año volvería a Hogwarts a retomar los estudios que había abandonado al iniciar la búsqueda de los Horrocruxes. Aunque nunca hubiese sido alguien al que le gustase estudiar, tras todo lo sucedido durante la guerra le apetecía de veras volver al colegio para aprender y no para derrotar magos oscuros. La única pega, aparte de los recuerdos de la batalla que lo asaltarían al llegar al castillo era que Ron y Hermione no cursarían aquel año con él. Hermione había terminado sus estudios el año anterior mientras él y Ron se tomaban un merecido año de descanso, a lo que ella se había negado, pues para ella era inaceptable perderse un año más sin acabar su aprendizaje en Hogwarts. Y Ron a su vez se hizo cargo de la tienda junto con su hermano George, por lo que no quiso volver a terminar sus exámenes. Realizó el encantamiento que salvaguardaba la casa, ocultándola de la vista de los muggles y magos entrometidos, para después agarrar el asa de su baúl y cargarse la mochila al hombro, desapareciéndose del lugar. Mantuvo los ojos fuertemente cerrados durante todo el trayecto, sintiendo a su vez la familiar sensación de mareo y agobio que siempre tenía al desaparecerse. A los pocos segundos se encontraba frente a la valla de hierro forjado que permitía la entrada a los jardines del castillo. Respiró profundamente, intentando calmar la emoción que lo embargaba al verse de nuevo en el sitio que fue su hogar durante seis años. Caminó hacia la entrada, atravesando las verjas, yendo directo hacia el pequeño profesor Flitwick, al cual saludó con un apretón de manos.

-Me alegro mucho de verle de nuevo profesor. -dijo sonriendo Harry mientras se sacudía el pelo. El pequeño y ya algo anciano profesor correspondió a su sonrisa.

-Lo mismo digo Potter. ¿Cómo es que no cogió el tren? -le preguntó mientras tachaba su nombre de la lista de alumnos.

-Preferí aparecerme, así no tendría que soportar a la prensa haciendo estúpidas preguntas.-el profesor asintió, señalándole a su vez uno de los numerosos carros tirados por thestrals que llevaban a los alumnos al colegio.

-Buena decisión señor Potter. Si me disculpa, tengo que seguir anotando a los muchachos que lleguen. Si no le importa, creo que aquel carro lo está esperando para llevarlo a la escuela. Un placer volver a verle.

Dicho eso el profesor se dirigió a los otros alumnos que comenzaban a llegar , recién salidos del tren. Harry dejó sus pertenencias junto a las de los demás muchachos y se subió al carro que Flitwick había señalado. En él habían un alumno de segundo y otros dos de primero, el cual, uno de ellos, el chico, lo miraba casi con adoración. Sonrió al recordar lo mucho que el chico le recordaba a Colin Creeve en su segundo año, cuando no dejaba de seguirlo a todas partes cámara en mano.

-U-usted es...-el pequeño, de pelo castaño claro y grandes ojos marrones lo miraba un tanto avergonzado, no sabiendo si podía dirigirse a él.

-Harry Potter. -murmuró el moreno, tendiéndole la mano, el cual el niño estrechó con devoción. Harry sonrió de nuevo sin poder evitarlo. Aquel niño le caía bien.

-¡Alucinante!-el niño casi saltaba de la emoción tras haber tocado su mano.-Mi padre me ha contado mucho acerca de usted, es todo un honor poder ir a su misma escuela.

-No me trates de usted, llámame Harry. Y no es para tanto.-añadió mientras sacudía la mano, para restarle un poco de importancia. Odiaba ser tratado como un dios, como un ser famoso, pero con aquel niño era distinto, era divertido charlar con él.

-Está bien, señor...Harry.

Los otros dos alumnos, una pequeña chica de cabellos rubios y ondulados y un chico de cabello azabache permanecían atentos a la conversación.

-Y bueno, vosotros sabéis como me llamo. ¿Que tal si me decís vuestros nombres? A sí no estaré en desventaja.

La niña fue la primera en hablar, y tras ella el chico de segundo.

-Jess Hammer.

-Nathan Robers, señor.- Harry rió mentalmente, haciéndole gracia que los niños le llamasen señor. ¡Pero si solo tenía 19!

-Yo me llamo Axel Johnson. -el carruaje se detuvo con un golpe seco frente a las puertas del colegio, cerca del patio de transformaciones. Tanto Harry como los tres chicos bajaron del carromato, comenzando a caminar hacia el gran comedor para reunirse con el resto de alumnos. Una vez allí, el chico de segundo, Nathan se fue con sus compañeros de casa. Los otros dos niños sin embargo se quedaron junto a Harry no sabiendo muy bien qué mismo tiempo, los murmullos a su alrededor comenzaron a escucharse debido a que la gente no lo esperaba ver de nuevo allí, pero hizo caso omiso a ellos como solía hacer.

-¿Y a que casa creéis que iréis?.-de nuevo, la niña fue la primera en responder.

-Mi madre dice que con mi inteligencia lo más seguro es que acabe en Ravenclaw.

-Uff, yo no quiero estar en esa...Seguro que estudian todo el rato y no tienen tiempo para divertirse. -le contestó el pequeño Axel, negando con la cabeza.-Yo quiero ir a Gryffindor, como tú, Harry.

-Bueno, la última palabra la tendrá el sombrero seleccionador chicos. Voy a sentarme con los de Gryffindor, nos vemos tras la ceremonia. -sonrió por última vez a los niños y caminó hasta la larga mesa perteneciente a los leones, aunque hubo algo que lo hizo pararse en seco antes de llegar a la que se suponía que era su mesa. Todas y cada una de las mesas del gran comedor estaban llenas de alumnos de diferentes casas, no como cuando él seguía en la escuela y cada casa ocupaba una mesa. Frunció el ceño extrañado a causa del cambio. ¿Desde cuándo Gryffindor, Hufflepuff, Ravenclaw y Slytherin compartían mesa? Estaba a punto de sentarse junto a una pequeña Hufflepuff cuando una mano se posó en su hombro, sobresaltándolo.

-Hola Harry. - la suave y tranquila voz de Luna Lovegood sonó cerca de él antes de que pudiera girar el rostro para mirarla.

-¡Hola Luna! ¿Cursando el último curso? -la chica asintió, mirándole con aquellos soñadores ojos azules.

-Sí, el año pasado terminé sexto, ya sabes, el anterior estaba secuestrada en el sótano de la mansión malfoy...Y ya solo me queda este curso. -añadió con una sonrisa. -Me alegra verte, no hay muchos alumnos antiguos...-Harry asintió. La mejor amiga de Luna, Ginny, había sido seleccionada para ser la buscadora de las holly head harpies, el famoso equipo de quidditch, por lo que no terminaría el último curso que le quedaba.

-Ginny me dijo que rompisteis hace un par de meses, cuando se fue al nuevo equipo. Debe de ser gratificante no verla a todas horas en la escuela entonces. - Harry, el cual estaba bebiendo un poco de agua se atragantó ante el comentario tan directo de Luna. Aún no se había terminado de acostumbrar a la manera tan lanzada y directa que tenía Luna de decir las cosas incómodas.

-Bueno...Un poco, sí. -reconoció Harry, mirando el gran comedor en busca de rostros conocidos. Y entonces fue cuando lo vio. Un delgado chico de cabello rubio platino que casi rozaba el color blanco, de rasgos angulosos y elegancia nata. Sentado en una de las esquinas de la mesa más alejada de la suya. Casi parecía que quería esconderse del resto de la gente. Y no era para menos. Draco Malfoy estaba siendo objeto de innumerables comentarios de odio de todo aquel que estaba a su alrededor. Volvió a fruncir el ceño al ver que tendría que ver más veces al rubio. Pensó que no lo volvería a ver después de que meses atrás hubo testificado a favor de Draco y su madre durante los juicios del ministerio. En cambio, cuando le tocó testificar en el juicio de Lucius, no fue tan benevolente, acabando al final en Azkabán. Se maldijo a si mismo por dejarse pillar observando al rubio cuando Draco le devolvió la mirada que él había estado sosteniendo durante hacía ya varios minutos. Luna a su vez los miró a ambos.

-Debe de estar muy solo. En el fondo no es tan malo. Nos ayudó a Olivander y a mí cuando estubimos en su casa. -aquel dato le interesó a Harry, obligándose a cortar el contacto visual con Malfoy y mirar a la rubia.

-¿Cómo que os ayudó? -preguntó extrañado.

-Sí. De vez en cuando nos daba alguna que otra poción hervovitalizante a escondidas, para curarnos de las torturas...-la voz de la chica dejó de tener su habitual tono cantarín debido al recuerdo de aquellos terribles momentos. Aunque fue por poco tiempo, pues volvió a sonreír a los pocos segundos.- También nos traía comida, e incluso un par de mantas una vez. -el moreno volvió a mirar al chico, el cual parecía encontrar muy interesante la oscura madera de la mesa, pues no alzaba la mirada de ahí. Se sorprendió de lo mucho que había cambiado Malfoy. Ya no parecía ser el mismo chico arrogante y altanero de antaño, parecía cansado, e incluso podría apostar que había cambiado. Pero no lo creía.

La voz de la profesora McGonagall le distrajo de sus pensamientos, haciéndole prestar atención al centro del comedor. En este se encontraba la profesora junto con un taburete y el sombrero seleccionador, además de una columna dorada al otro lado, la cual le resultaba un tanto familiar, aunque no sabía de qué.

-Bienvenidos a Hogwarts, escuela de magia y hechicería. Cuando diga vuestro nombre, caminaréis hasta aquí, os sentareis, y el sombrero os colocará en vuestra casa correspondiente. -dijo mirando a los alumnos de primer año, los cuales se removían inquietos de la emoción cerca de la profesora. Dicho eso, McGonagall comenzó a nombrar a los niños, los cuales entre aplausos empezaron a ser seleccionados para las distintas casas. En mitad de la selección Harry pudo vero como la niña con la que había compartido el carruaje, Jess, era seleccionada para Ravenclaw, tal y como ella quería. Se mordió el labio al ver que Axel era el siguiente. En su caso, pudo ver como el sombrero seleccionador fruncía el ceño, comenzando a dudar. El chico a su vez estaba a punto de hiperventilar.

-Hm, tienes aptitudes para ser un buen Gryffindor, no cabe duda. Pero también eres determinante, y astuto, además de valiente y audaz...Eres difícil, Johnson...Pero sin duda, tu lugar está en, ¡Slytherin!

Harry pudo ver como el pequeño mundo de Axel caía a sus pies en elinstante en el que el sombrero lo envió a la casa de las serpientes. El chico bajó del taburete y caminó hasta su amiga Jess, la cual se había sentado cerca de donde estaban Luna y él.

-Voy un momento a ver como está Axel, enseguida regreso Luna. - le dijo mientras se levantaba y se sentaba frente a los dos alumnos de primero. Jess le sonrió mientras acariciaba la espalda del de pelo castaño, intentando calmarle, puesto que había empezado a llorar.

-Hey, ¿por qué lloras? -el niño le miró, restregando su túnica por su rostro en un intento de limpiar sus lágrimas.

-Estoy en Slytherin, mis padres me van a odiar...-Harry le revolvió el pelo, en un intento de calmar al chico. No sabía desde cuándo se interesaba tanto por los más pequeños, pero cuidarles era algo que realmente le reconfortaba. Quizá fuese cosa de la guerra.

-No digas eso. Son tus padres y te quieren ya seas una serpiente o un león. Además, también hubo buenos magos en Slytherin. Incluso yo pude haber estado en Slytherin de no ser porque le dije que no al sombrero.-el niño le miró asombrado, dejando de llorar.

-¿Enserio? ¿Casi estuviste en Slytherin? -Harry asintió con una sonrisa.

-Si. A si que no tienes por qué llorar. Es otra casa más. Además, por lo que veo, ahora todas las casas están revueltas, a si que puedes tener amigos aparte de los de tu casa. -dijo señalando a la variedad de alumnos que ocupaban las mesas.

Luna, al ver que Harry tardaría aún en volver, decidió darse una vuelta por el comedor mientras la comida comenzaba a aparecer en las mesas, dado que la ceremonia de selección había finalizado., sentándose al final junto a un chico rubio que la miró sorprendido.

-Luna. -murmuró el chico, sin creerse que ella se hubiese sentado junto a él.

-Hola Draco. ¿Me pasas el puré de patata? Me gusta mucho. -el Slytherin le pasó el tazón, del cual ella echó parte del contenido en su plato. -Deberías probarlo, está muy rico. -dijo antes de empezar a comer.

-¿Porqué estás aquí? -le preguntó él, cogiendo un panecillo para acompañar la carne que había puesto en su plato.

-¿Porqué estoy en la escuela, aquí sentada contigo o porqué estoy en este mágico universo? -la chica le sonrió, casi atravesándole con esos ojos azules tan intensos.

-Eh...La segunda, creo.-Luna se encogió de hombros, sonriendo de nuevo.

-Estás solo. -le dijo, como si aquello aclarase todo.

-Sí, no es que le agrade a los demás, la verdad. -murmuró el chico, mordiendo un trozo de pan.

-Normal, eres un exmorífago. Nadie querría acercarse a uno...

-¿Entonces por qué tú sí te acercas a mí? -Draco la miró, dejando el pan a un lado.

-Porque yo sé que tú no eres un mortífago. Las cosas no siempre son lo que parecen, y yo sé que tú no eres del todo malo.

El chico miró en silencio a la rubia, la cual siguió comiendo mientras observaba el gran comedor. Se sintió agradecido con ella, pues le había dado una segunda oportunidad, cosa que casi nadie había echo, y eso que la chica había pasado por lo que pasó en su mansión.

-Luna. -la chica se giró, mirándole interrogante.-Gracias.

-No hay de qué.

Harry, en la otra punta del salón miraba la escena en silencio, no sabiendo muy bien el porqué Luna conversaba con Malfoy. A su vez la profesora McGonagall abandonó su asiento de la mesa de profesores y se situó en el centro de la tarima, junto a la columna dorada que antes le había llamado la atención. Pasó su varita a lo largo de esta, la cual comenzó a deshacerse, mostrando en su interior un gran cáliz de piedra.

Un momento...¡¿Ese era el cáliz de fuego?! Harry no se lo podía creer. No podía ser de nuevo el torneo de los tres magos, era imposible. Según tenía entendido, tras el regreso de Voldemort y la muerte de Cedric el tormeo había sido suspendido para siempre. Entonces, ¿porqué el cáliz estaba allí? La profesora arrojó dentro de él una gran lista, repleta de lo que parecían nombres, haciendo que el fuego se tornase de un claro color azul.

-Como ya saben, la política de la escuela siempre fue la de dividir las habitaciones de los alumnos respecto a la procedencia de sus casas. Eso cambió el año pasado. Los alumnos de la escuela pertenecen todos a una misma familia. Por lo que, para evitar la antigua rivalidad entre casas, este año, los alumnos quedareis designados en diferentes dormitorios. Según el cáliz os vaya distribuyendo, seréis alojados en una de las zonas de cada casa, por lo que tanto alumnos de Hufflepuff, Slytherin o Ravenclaw podrían acabar residiendo en la torre Gryffindor, o al contrario, en otras zonas de la escuela.- el murmullo general comenzó a oirse por todo el comedor, puesto que muchos alumnos estaban en contra de las innovaciones. La profesora a su vez los miró impasible.

-Nada de quejas. Esta nueva regla mejorará la alianza de los alumnos, evitando así los prejuicios puesto que todos son iguales, aun perteneciendo a diferentes casas. Comenzaremos pues con los alumnos que residirán en la torre de Gryffindor. -la directora tocó el fuego con su varita, y de este surgió un pedazo bastante grande de pergamino. La mujer atrapó el pergamino con la mano y comenzó a leer, avisando antes de que la decisión del cáliz no podría cambiarse. Empezó a nombrar alumnos, comenzando por los más pequeños, entre los que para Harry destacó el pequeño Axel y su compañera Jess. La mujer siguió pronunciando nombres hasta que llegó al último curso.

-Y por último...-el rostro de la profesora empalideció un poco al leer la última fila de nombres.- Amanda Clare, Lucy Robbs, Luna Lovegood, Harry Potter y...Draco Malfoy. -Harry alzó el rostro al oír el último nombre. ¿Tendría que compartir cuarto con Malfoy? Prefería mil veces vivir con el calamar gigante y una tropa de horribles sirenas antes que con él.

-Bien, todos ustedes sigan a los prefectos a sus habitaciones, sus cosas estarán ya allí. Bien, los alumnos que se alojarán en la torre Ravenclaw serán...

Harry dejó de escuchar la voz de la directora McGonagall una vez salió del Gran comedor acompañado del resto de alumnos. Axel y Jess por su parte parecían emocionados al poder estar juntos, y a lo lejos pudo ver como Luna conversaba con Draco, caminando hacia la gran escalera. No tardaron mucho en llegar al retrato de la dama gorda, y tras pasar por él, Harry casi corrió hacia su antigua habitación para finalmente comprobar que para su desgracia, sus peores sospechas fueron confirmadas; compartiría cuarto con su némesis, Draco Malfoy. Y eso no era todo, si no que la habitación únicamente la compartían ellos dos, puesto que no había muchos alumnos de séptimo curso aquel año. Suspiró, dándose la media vuelta para regresar a la sala común, topándose con Malfoy quien también había ido a ver la habitación. El rubio lo miró con una ceja alzada, mostrando un poco de su antigua arrogancia.

-¿Asustado Potter?

-Más quisieras.

Harry se marchó de allí en busca de Luna, para así alejarse del rubio. Si ya le costaba antiguamente no maldecir al rubio a la mínima oportunidad, ¿como harían para compartir habitación? Que Merlín lo ayudase...