Hola una vez mas, tengo unas historias pendientes y otras tantas esperando a ver la luz, por lo tanto creo que publicando esto puedo meterme un poco de presion para adelantar algo de todo ello, este fic es uno realizado ya hace unos años que a la fecha tiene final pensado mas no escrito, pero... hare lo posible porque asi sea, lento pero seguro :), espero y sea de su agrado!

Los personajes ya conocidos son propiedad de Masami Kurumada, aquellos OC son de mi inventiva para fines del fic.


Capítulo I

Sicila, Italia 9:45 pm

Un auto negro atraviesa las calles de la ciudad a la máxima velocidad que puede, quien lo maneja debe de ser un experto para no volcarse en cada una de las vueltas que da para dirigirse a su destino, se escucha el rechinar de las llantas a cada momento, saben que van tarde y eso los tiene con la adrenalina y los nervios a mil por hora.

-¡Maldita sea DM! ¡Más rápido, ellos deben de estar por llegar!- gritaba un hombre de cabellos y ojos azules sentado en el asiento del copiloto al conductor del vehículo, mientras cargaba una de sus armas con municiones, vestía un traje completo color negro con franjas verticales color gris, una camisa del mismo tono, una corbata negra junto con unos zapatos negros de charol y un sombrero a juego completaba el atuendo.

-voy lo más rápido que puedo, Julián! Ya casi llegamos, siamo vicini* - le respondía el conductor del vehículo, era un joven un poco mayor que él, de cabellera alborotada entre blanca y gris, vestía un traje como el de su compañero solo que en azul y sin las franjas verticales y sin el sombrero, se veía tenso al igual que los demás pasajeros.

Hace apenas una hora habían recibido el aviso de que un miembro de su "Familia" seria atacado esa misma noche, habían descubierto el lugar donde se refugiaba junto con su familia; se habían puesto en marcha inmediatamente, no podían permitir que eso sucediera, era una declaración de guerra, y la primer víctima había sido señalada.

El peli azul había terminado de cargar su arma, ahora solo quedaba esperar a llegar, temía tanto llegar tarde, no podía permitir que algo les sucediera.

"Julián, si algo llegara a pasarme por favor prométeme que protegerás a mi familia, que la alejaras de todo esto"

Esa había sido la conversación que habían tenido hace apenas un par de días atrás, una promesa que no hiso ya que la había considerado innecesaria…

"Pero que dices Thierry, dentro de poco tu, Aurora y Camus se irán a tu tierra natal, a París, y cuando estés allá de seguro querrás regresar a Italia para seguir con las andadas".

Eso le había respondido a quien fuera casi su hermano, ¡¿porque lo retuvo tantos días?! Si ahora mismo ya hubieran llegado a su destino. Simple: no quería perderles, habían pasado toda su vida juntos y creerlo lejos le lastimaba.

"En parte tienes razón, jamás me saldría de esto ya que es mi vida, pero las cosas cambiaron, ahora tengo algo mucho más importante, tengo a quienes proteger y no me gustaría que se vieran involucrados en algún momento"

Pero ahora, prefería tenerlo lejos pero a salvo a tenerle cerca y con la muerte al asecho, como en estos momentos.

"De acuerdo, sabes que cuentas con el apoyo de toda la familia y en especial con el mío… te voy a extrañar, eres como el hermano que siempre quise".

Y esas fueron las últimas palabras que se dirían hasta su partida, junto con un abrazo fraternal y una sonrisa, ya que existía la posibilidad del reencuentro… que equivocados estaban.

-Hemos llegado- dijo uno de los pasajeros dela ciento de atrás, eran dos jóvenes idénticos se veía que era menores que los otros dos, tenían el cabello azul uno un poco más claro que el otro y sus ojos eran de un verde brillante, realmente hermosos… al igual que letales, y como los otros dos también vestían traje completo ambos gris acero solo sus corbatas diferían de color, negro y azul con camisa blanca al fondo.

En cuanto dijo eso escucharon un estruendo en el interior de la residencia donde se habían estacionado, un cruce de miradas y los cuatro bajaron del vehículo a gran velocidad con armas en mano.

-Ustedes dos por atrás- dijo el peliazul a uno de los chicos y a DM – nosotros iremos por el frente, Krishna y los demás deben de estar en camino- él sabía que era mejor esperar a que los demás llegaran ya que no sabían cuantos eran sus enemigos, pero el sonido de un cristal romperse y el grito de una mujer le indicaron que no había tiempo y así se dirigió a la entrada de la vivienda.

La puerta principal había sido abierta por la fuerza, entraron lo más rápida y silenciosamente posible, encontraron el recibidor abandonado y se dirigieron a la sala ahí encontraron los cuerpos sin vida de uno de los intrusos y el otro de uno de sus hombres, un disparo certero en el cráneo de uno y en el pecho del otro había sido el causante. Escucharon ruidos provenientes del que fuera el estudio de la casa y se dirigieron hacia él, por su camino podían apreciar impactos de bala y para el temor de Julián, sangre.

En el pasillo hallaron dos cuerpos mas, y un disparo seco los saco del silencio que rondaba en la casa, al entrar en el estudio pudieron visualizar a DM y al otro gemelo quienes en su trayecto al patio trasero visualizaron a su enemigo y sin perder tiempo le asesinaron con un solo tiro, ambos habían entrado por una de las ventanas que daban al jardín, Julián y el otro chico se acercaron con cautela al lugar, el gemelo estaba arrodillado a un costado del escritorio, al parecer observando a alguien, cuando Julián dio un paso hacia Kanon, ese era el nombre del chico, le miro a los ojos mientras se levantaba y le dijo quedamente:

-Lo lamento, Julián…- no pudo continuar, un nudo se le había hecho en la garganta, y se retiro de su posición para darle espacio al peliazul.

El mencionado caminó lentamente como perdido rogando a los dioses que no fuera quien él creía hasta ver a la silueta que ahí reposaba… sin vida.

Sus ojos se humedecieron por las lagrimas que pedían a gritos salir, pero no lo permitió, frente a él, recargado en el escritorio, se encontraba el cuerpo sin vida de un joven no mayor que él, de cabellera larga y rubia, su tez un poco mas pálida que la de el ahora lucia sin vida, en sus manos dos armas habían sido sus compañeras en esa contienda, en su pecho dos impactos emanaban sangre, por el tipo de impacto pudo deducir que habían sido a traición, por la espalda, como solo la escoria trabajaba… frente a él se encontraba ya sin vida quien fuera su mejor amigo, su hermano de toda la vida, Thierry.

-No, no, no- comenzó a decir con la voz cortada estaba a punto de entrar en un estado de desesperación total por su pérdida pero algo lo hizo reaccionar al igual que a los demás: un ruido en el segundo piso y un nuevo disparo; sin siquiera esperar a sus compañeros corrió escaleras arriba con el arma lista para disparar. En cuanto sus pies tocaron la alfombra del segundo nivel se escucho un insulto y nuevo disparo junto con un grito proveniente de una voz femenina.

Al doblar a su derecha visualizo al intruso, quien se sostenía el hombro al parecer herido con la mano izquierda mientras que con la derecha apuntaba con el arma a un punto dentro de la habitación listo para disparar.

-solo tú y el trabajo está listo, no llores, pronto estarás con ellos en el infierno pequeño mocoso- escucho decirle a alguien con una voz tan amenazadora que intimidaría a varios, pero su dolor y su rabia no le permitían pensar en eso y simplemente grito

-Quien irá al infierno serás tu maldito bastardo!- el otro volteo al verse sorprendido, no creyó que alguien llegaría, su cara se contrajo del dolor al sentir el impacto de la bala en su pecho seguido de otro y otro; el peliazul descargo todas sus municiones en aquel que ahora se encontraba bañado en sangre sobre el pasillo.

Los otros llegaron adonde el peliazul se encontraba sin saber que decir o hacer, así estuvieron unos momentos hasta que DM se acerco a Julián y le coloco una mano sobre el hombro. El otro al sentir el contacto lo rechazo y comenzó a caminar lentamente hacia la habitación donde el otro había estado.

Conforme se iba acercando pudo apreciar la sangre que salía de la habitación, y poco a poco pudo visualizar la silueta de una mujer tendida en el piso, de ella emanaba el vital liquido escarlata, un orificio en su pecho fue el causante.

-Aurora, no por que…?- y nuevamente sus ojos gritaban ser libres para llorar, la bella mujer de piel blanca como la leche, labios rosados y cabellera verde azulada hasta la cadera se encontraba al igual que los demás: sin vida, los ojos del peliazul se dirigieron hacia el arma que por la posición podía deducir ella sostenía, posiblemente uno de los disparos que escucho anteriormente y que causara la herida en el hombro de aquella basura, había sido causado por ella –ni siquiera sabias manejar un arma… las odiabas- dijo en un susurro.

Estaba tan perdido en sus pensamientos y en su pena que no se había percatado de que había una persona más en esa habitación, no lo habría notado de no ser por el sollozo que salió de los labios de aquella persona. Y eso lo trajo a la realidad una vez más, dirigió su mirada hacia el que fuera el lugar donde el otro había apuntado y amenazado momentos antes de que él le matara, ahí en un pequeño rincón entre dos estantes se encontraba la pequeña silueta de un niño, no pasaría de los siete años, el cual temblaba de forma incontenible, en sus ojos zafiro se podía ver miedo, no, se veía terror y pánico, estos no despegaban la vista de la mujer que ahí se encontraba, mientras lagrimas salían de sus ojos sin dar tregua a un descanso.

El mayor reconoció al pequeño y en un susurro dijo su nombre – Camus…- el pequeño dio un respingo por la voz del mayor y le vio con sus ojos llenos de lágrimas mientras trataba de adentrarse más a su escondite. El otro se acerco lentamente al lugar donde el niño se encontraba, tratando de no alterarlo más de lo que ya estaba – Camus, Cami, pequeño, mírame soy yo, soy Julián- le dijo de la forma más suave posible para esos momentos. Camus pareció reaccionar y miro hacia el rostro del mayor reconociéndole, rápidamente salto a sus brazos, y al sentir el contacto del mayor comenzó a llorar y sollozar sin control.

Julián lo tomo en brazos y lo abrazo con fervor "Perdóname Thierry, perdóname hermano, no pude llegar a tiempo, tu y Aurora no están ahora pero, mira aquí está tu pequeño sano y salvo." Una tímida lágrima salió de sus ojos. "Ahora te prometo, no! Te juro! Que yo lo cuidare con mi propia vida y vengare tu muerte, esto no se quedara así…" y con estos pensamientos endureció las facciones de su rostro, evitando que alguna otra lagrima saliera de sus ojos. Con el pequeño Camus en brazos se dirigió a los otros tres presentes.

-DM encárgate de todo, si Ares quiere guerra, guerra tendrá- dijo esto con una voz dura, sin sentimientos aparte de odio. Los presentes ahí le reconocieron una vez más, no como Julián Solo como era conocido en la sociedad, sino como le llamaban en los bajos mundos: Poseidón.

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No había podido dormir desde que su esposo saliera hace unas horas, algo había ocurrido puesto que vio como su semblante se había crispado por el dolor y había palidecido al momento de leer ese mensaje llegado esa misma tarde. Vio como llamaba a DM y a los gemelos y los cuatro salieron del lugar con armas en mano, si, definitivamente algo había ocurrido.

Y ahí estaba ella, dando vueltas por el salón de estar, tenía su cabello color lila recogido en una trenza, y sus bellos ojos turquesa se dirigían constantemente a la ventana esperando verlos llegar, no había podido conciliar el sueño después de eso, más bien, nunca podía dormir cuando Julián salía, y mucho menos al estar consciente del peligro al que siempre estaba expuesto, tanto él como todos los que les rodeaban, pero ella así lo había conocido, ella así había vivido desde la infancia gracias a su padre, su matrimonio con Julián había sido arreglado pero eso no significo que no hubiera amor, ellos se habían conocido desde muy tierna edad, y fue así como habían creado un vinculo tan estrecho, primero amistad, luego amor y al decírselo a su padre, este no pudo estar más feliz, puesto que con ello dos de las familias más importantes se unirían en una sola, aumentando el poder de ambas, y porque no? Si eso también le daba felicidad a su querida hija, que mejor.

Ocho años de matrimonio, ocho años de felicidad y también ocho años de noches en vela, esperando que su amado regresara a su lado o que le notificaran de su muerte por un arma de fuego. Ese era el precio a pagar por estar con un hombre de ese tipo: mafioso, gánster como quisieran llamarlos. Pero era un precio que ella pagaba gustosamente y jamás se arrepentiría de ello.

Aunque siempre hay un pero, y en esta ocasión era el hecho de que no solamente eran ellos dos sino que el mismo año de contraer nupcias, había llegado a sus vidas el pequeño Milo, un niño idéntico a su padre, de vivos ojos turquesa y cabello azul ondulado y rebelde, era la joya de la familia, y solo por él, en ocasiones deseaba dejarlo todo atrás, y ser una familia normal. Al pensar en eso recordó a su mejor amiga Aurora, ellas dos habían crecido juntas puesto que sus familias eran muy unidas, Aurora de seguro estaría preparando los últimos detalles para partir con su familia a París, donde comenzarían de cero, no armas, no muertes… no miedo.

Estaba tan perdida en sus cavilaciones que no se había percatado del sonido de unos vehículos estacionarse en la entrada, por eso se sorprendió cuando es cucho las puertas cerrarse y fue ahí cuando corrió a la ventana para ver llegar a su esposo y a los otros chicos. Sin tiempo que perder se dirigió a la entrada para recibirle con una sonrisa de alivio al verle llegar; pero al atravesar el umbral algo la alarmo, los cuatro lucían cabizbajos, el rostro de Julián era cubierto por su cabellera.

-Julián ¿que sucedió?- pregunto la pelilila a su esposo y antes de que este respondiera ella reparo en lo que el otro cargaba en brazos, era el pequeño Camus que se encontraba dormido y acunado en el pecho de su esposo, el niño era compañero de juegos de Milo cuando Thierry y Aurora iban de visita. Y al verlo ahí y ver el semblante de los otros fue cuando comenzó a entenderlo: el mensaje de esa tarde, la prisa de los ahí presentes al salir en respuesta del mismo, el pequeño que ahí estaba, pero y sus padres? No podía ser verdad…

-Julián, ¿Dónde están Thierry y Aurora? ¿Por qué no han entrado?- dijo con un miedo a escuchar la respuesta, los otros tres solo desviaron la mirada agachando el rostro, una de las empleadas de la casa se había acercado a ellos y Julián la llamo colocando al pequeño en sus brazos – llévalo a la habitación de invitados, Marín- le indico y después se acerco a su esposa.- vamos al estudio- y siguió caminando, ella le siguió sin decir una sola palabra, pero lagrimas amenazaban con salir a flote.

Al llegar al estudio le permitió pasar primero, el cerro la puerta a sus espaldas y se acerco a ella hasta tenerla de frente, y para su sorpresa él la abrazo, lo sintió temblar levemente y luego hacer algo que solo frente a ella se permitía: llorar.

-Te necesito esta noche Saori, solo esta noche llorare por ellos, solo el tiempo que nos lleve el luto no haré nada, pero cuando termine juro que comenzara una guerra y entonces serán ellos quienes lloren.- le dijo a su oído, mientras lagrimas se deslizaban por sus ojos, ella también dejo caer las lagrimas de sus ojos, por lo ocurrido y el silencio a su pregunta supo que sus amigos, casi hermanos, ya no se encontraban con ellos en este mundo, dejando al pequeño Camus solo, no, no estaba solo ellos le cuidarían. Y esa noche se dedicaron a consolarse uno al otro… mañana seria un nuevo día.

Continuara...

Como ya mencione, este es un viejo fic, el capitulo original era mucho mas largo pero creo que por motivo de actualización y no hacerlo tan extenso preferí dejarlo aquí e ir desglosando los capítulos siguientes para ser actualizaciones mas "rápidas" y menos extensas que es lo que toma mas tiempo, tuvieron unos ligeros cambios en referente al escrito original del foto, espero y les guste, una brazo y hasta la próxima.

*Siamo vicini- estamos cerca.