¡Hola! Es la primera vez que publico un fic y para variar es de mi pareja favorita: Zelink.

Tuve MUCHOS problemas para entender cómo subir capítulos a fanfic, de hecho hoy iba a publicar el capítulo uno (porque este es el prólogo) y dejé la cagada.(?) Así que los subo ambos ahora :c Desde siempre dejando las cosas mal, eh.(?)

En fin, espero que le den una pequeña oportunidad a mi fic y que les guste mucho también. ¡se aceptan todo tipo de comentarios hasta críticas!

Lo que está en cursiva y entre comillas son recuerdos.

¡Ahí les va!~


La espesura del bosque cada vez se volvía más y más densa a medida que avanzaba por él. Cubierta por una capa marrón que plasmado en la zona trasera al centro de la espalda tenía el símbolo Sheikah que lograba protegerla de cualquier magia oscura que pudiera intentar caer sobre ella, un regalo a descendencia de aquella tribu que protegía la familia real desde tiempos inmemorables y que actualmente había prácticamente desaparecido, la misma que portaba la noche en que Zant atacó Hyrule y con la que por primera vez cruzó miradas con el héroe.

Corría sin destino alguno, sentía el peligro inminente, una penetrante mirada perseguirla a través de la oscuridad palpando en su nuca. Mantenía sus cinco sentidos expectantes aunque aún así, la espada que portaba enfundada seguía intacta.

"-¡Corre, Zelda! Debéis huir. –Entre suplicas su tío, el duque del reino imploraba a la princesa que escapase y mantuviera su vida a salvo cuando el reino fue atacado y tras una aparentemente perfecta emboscada lograron adentrarse hasta sus aposentos.

-No os voy dejar solos. –Replicó la última descendiente del linaje directo de, ambos difuntos reyes de Hyrule.

-¡No! Debéis cuidar las dos partes de la trifuerza que poseéis, ¡Debéis iros y protegeros!

Gritó a sabiendas de que la mujer estaba consciente de lo que hablaba: Sabiduría y fuerza, siendo la última otorgada a quien poseyera la suficiente sabiduría para usar la fuerza que habitaría en él o ella tras la muerte de su portador. Y así sucedió. Al morir Ganondorf aquella parte de la Trifuerza cayó sobre ella.

Zelda quien con los labios fruncidos observaba la escena como escenario principal a su alrededor dirigió una corta mirada a aquel hombre que juró protegerla tras el ataque Crepuscular y que la había ayudado a tomar riendas del reino tras aquel incidente.
Pero no, una vez había dado cara firme a este tipo de situaciones y era capaz de enfrentarlas nuevamente. Sin embargo, al parecer ahora era distinto y no había una amenaza directa, sino que un sinfín de enemigos destruyendo el palacio a su antojo. Esta vez presenciaba la muerte de sus soldados, la ira que se desataba en aquellas criaturas que habían logrado pasar desapercibidos hasta ellos e incluso por los habitantes de la ciudadela.

Estaba consciente de que el duque de Hyrule tomaría las medidas necesarias y ella era quien esta vez debía mantenerse a salvo para después coronarse como reina, legítima soberana y descendiente de las Diosas como los pocos Hylians que quedaban. Esto no podía ser un impedimento para la coronación que se realizaría en una semana más. Pero Zelda no era tonta y sabía que algo más estaba sucediendo. Podía sentir aquel aura ligeramente conocida, pero a la vez tan llena de odio y rencor.

Tan sumida se encontró en sus pensamientos que no cayó en cuenta que una flecha volaba en su dirección siento esta inmediatamente cubierta por el escudo que aquel hombre portaba.

-¡CORRE!

Era tanta la presión sobre si misma que ahora era un dilema el qué hacer y lo que no. Pues desde siempre como princesa tenía que tomar buenas decisiones, tenía cierto reglamento y hasta normas a la hora de hablar. Esta vez volvía a temer por su reino, daría la vida por él. No obstante, no era capaz tampoco de dejar este bajo las garras del mal o de un nuevo enemigo tras morir.

Buscaría a Link. Eso era lo indicado, tenía que encontrar a Link, él podría ayudarla si es que las cosas se escapaban de sus manos, y sabía dónde buscarlo.
Un último gesto de afirmación con la cabeza fue el que realizó y tras correr por los angostos pasillos del castillo recogió sus pocas pertenencias de utilidad sin darse el tiempo por buscar prendas más cómodas por lo que cogía entre sus finos dedos el gran vestido con tal de otorgarse cierta facilidad cada que daba grandes zancadas para escabullirse entre las personas y la capa que lograba pasar desapercibida su persona hacia la salida que daba directamente hasta la provincia de Eldin en caso de emergencia que se ubicaban en el sótano, siendo descubierta prácticamente en el borde del castillo y perseguida a su vez
."

Lo que no sabía la futura soberana era que ahora se adentraba en la mismísima boca del lobo que pronto se cerraría con ella dentro.

Había perdido la noción del tiempo, sus piernas temblaban por el miedo y cansancio. Seguramente habían pasado un par de horas, pero aun así estaba completamente consciente de que para llegar a Ordon tomaba un día entero a caballo. Esta vez estaba sola, ni siquiera había tenido la oportunidad de acudir al corral para llevar consigo el corcel que frecuentaba para trasladarse… ¿Cómo era posible que todo ocurriera en tan poco tiempo y ahora se encontrara tan desorientada?

Un suspiro brotó de sus labios al ser su cuerpo prácticamente desplomado sobre uno de los árboles frente a una laguna que desconocía, mientras que al mismo tiempo, contra su propio pecho abrazó el pequeño morral que traía consigo, este en el centro mantenía el emblema de la familia real.

Le había prometido a Link que alguna vez lo visitaría en Ordon. Él esta vez había ido a pasar sus días libres a su pueblo natal. Ahora mismo se arrepentía de no haber cumplido aquella promesa antes. Estaba perdida incluso con el mapa en mano. Pero confiaba plenamente en encontrarse con alguien en el camino que la ayudase a conocer su ubicación actual.

Al menos había dejado a sus perseguidores atrás en el camino y ahora se encontraba sola sin saber que contaba con los peligros que el anochecer traía consigo en la mitad del bosque. Contaba con su espada de cual tenía muy buen manejo, aunque de lo que si estaba consciente era de la poca movilidad que aquel gran vestido le daría en caso de que una nueva persecución se desenvolviera contra ella.

-Os prometí que protegería la Trifuerza a costa de mi vida… -Murmuró la joven de apenas dieciocho años desplomada en el suelo, pensando que era un espejismo aquella laguna frente a sus ojos.

Tambaleante se colocó de pie y avanzó hasta la fuente no sin antes retirar la capa que traía consigo para dejarla en la orilla a su lado junto con la espada, el pequeño morral y los guantes blancos de seda que la mayor parte del tiempo portaba como parte de su uniforme. Juntó sus dos manos hundidas en el agua y mojó su rostro sin saber que una sombra se deslizaba amenazante en contra suya, dispuesta a derribarla, a atacarla, a arrebatarle la vida que había construido.

Continuará...