¡¡¡Hola!!!Bueno, pues ¿qué decir? Lo primero de todo, que ningún personaje
me pertenece, exceptuando a Lyra, Cornelia y Iulius, los demás son de la
genial J.K. Rowling, así que, no me demandéis, soy demasiado joven para
acabar en la cárcel...^^'
Y bueno, que deseo que os guste, y que si tenéis un momento y un poco de
compasión, dejadme un review, aunque sea para decirme que es un asco...
Espero que no...
Muchísimos Besos
*Patty-vg*
Orgullosa Miembro de la Legión de las Lupinas
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Cosas de Niños
1. Haciendo amigos y la dirección en el pergamino
Nunca le habían gustado esas guarderías.
Esos estúpidos niños siempre acababan metiéndose con ella, sobre todo los mayores...
Se reían de su cabello rojo, de sus pecas, del tamaño de sus incisivos... de lo que fuera... Odiaba tener que pasar allí tardes enteras...
Aunque por otra parte entendía que debía quedarse allí, mientras su madre trabajaba... Desde que su padre las había abandonado, poco después de que ella naciera, su madre había buscado un trabajo para salir adelante sin la ayuda ni caridad de nadie, ni si quiera quiso aceptar el dinero que le ofrecía la abuela Weasley...
Ahora, la pequeña pelirroja, sentada en la moqueta granate de aquella guardería para hijos de magos, miraba en todas direcciones buscando algún compañero de juegos que fuera adecuado...
Pasó sus ojitos azules de un lado a otro de la sala lentamente hasta que dio con alguien de su agrado...
Debía de tener su edad, unos cinco años, y estaba sentada sola en una mesa mientras dibujaba con notorio esmero en un pergamino, y se intentaba apartar a base de soplidos hacia arriba los mechones platinados que caían sobre sus ojos impidiéndole la vista.
La niñita pelirroja se acercó a ella con paso decidido y se sentó en la misma mesa, en una de las sillas libres.
-Hola- saludó con una sonrisa amistosa.- Soy Lyra Weasley- y tendió su pequeña mano a la muchacha rubia, que la miraba perpleja con sus ojos grises- ¿Cómo te llamas tú?- preguntó la niña pecosa.
Sin parpadear, la otra niñita extendió su mano lentamente y la estrechó al tiempo que comenzaba a sonreír.
-Cornelia Malfoy- se presentó finalmente- ¿Eres de sangre limpia?- soltó de repente la pequeña rubia, como quien pregunta qué hora es.
-¿Sangre limpia?- repitió la pelirroja- ¿qué es eso?- inquirió Lyra confusa.
-Ya sabes, si tus padres son los dos magos- se explicó Cornelia apartando a un lado el dibujo y apoyando un cado sobre la mesa, a la vez que reposaba la barbilla en la mano- Y si alguno de los dos es muggle, pues entonces...
-Eres una asquerosa sangre sucia - terminó la frase un niño que se había acercado a ellas. Era igual de rubio que la muchachita, sólo que sus ojos, que miraban desdeñosamente a Lyra, eran negros y fríos.
-¡Ah!¡Iulius!- saludó la niñita rubia al recién llegado- Es mi hermano, tiene un años más- aclaró Cornelia.
-¿Entonces qué? ¿Sangre limpia o sangre sucia?- preguntó el muchacho, insistiendo en el tema. parecía realmente interesado en saberlo, como si la decisión de seguir hablando a Lyra dependiera de ello.
-¡Iulius!¡Te tengo dicho que no se ha de preguntar eso!- regañó una voz adulta a espaldas de los dos muchachos rubios. Lyra pudo ver cómo un hombre de unos veintisiete años y con el cabello, tan rubio como el de los niños, engominado hacia atrás, se acercaba a ellos con paso firme.
-¡¡Papá!!- gritó la pequeña Malfoy mientras se levantaba de la silla de un brinco y corría a abrazarse a las piernas del hombre rubio.
-Hola, cielo- sonrió el Sr. Malfoy mientras alzaba en brazos a la rubita.
-Mira, es mi amiga- informó Cornelia a su padre señalando a la pequeña pelirroja que permanecía observando desconfiada a Iulius.
El Sr. Malfoy dejó a Cornelia en el suelo y se puso de cuclillas en el suelo, junto a los niños.
-¿Ah si?¿Es tu amiguita?- preguntó mirando a la pecosa muchachita, que había dirigido su vista hacia el hombre, comprobando así que sus ojos eras igual de grises que los de Cornelia.
-Encantada, señor- saludó extendiendo solemne su manita e interpretando un serio papel.- Soy Lyra. El hombre rubio la observó divertido y estrechó su mano suavemente, siguiéndola el juego.
-Draco Malfoy- respondió, presentándose también, mientras aguantaba las carcajadas.
-¿Podemos venir otro día, papá?- preguntó Cornelia posando el bracito izquierdo en el hombro de su padre.
-No lo sé, princesa, quizá dentro de un tiempo...- el Sr. Malfoy intentó sonar convincente. Pero ya les había engañado más veces así, con falsas promesas que quedaban en el olvido, y sus hijos, ahora, ya no se lo tragaban.
-¡Eso es que no!- replicó la pequeña rubia.
-Cornelia- comenzó a decir el Sr. Malfoy con un tono comprensivo- Que hoy os haya tenido que dejar aquí no quiere decir que lo necesite... Sólo fue porque tenía que ir a ver la abuela Narcissa a San Mungo, y Severus no podía hacerse cargo de vosotros...- los dos pequeños rubios asintieron- Así que no sé cuándo vais a volver...
-¡Pero yo quiero jugar otro día con Lyra!- exclamó Cornelia haciendo pucheros.
-Tengo una idea- dijo de pronto el Sr. Malfoy- ¿Qué tal si le damos la dirección de nuestra casa a Lyra? Así podrá irnos a ver cuando quiera, ¿de acuerdo?- propuso el hombre.
-¡¡Siiiiiiiiiiiiiiiii!!- exclamó alegre Cornelia.
El Sr. Malfoy apuntó la dirección de su hogar en el dibujo que había hecho su hija, y tras doblarlo en seis, le tendió el pergamino a Lyra, que lo guardó cuidadosamente en el bolsillo de su pantalón.
-Ahora, ya es tiempo de irnos, niños- anunció el hombre rubio mientras se incorporaba y se ponía en pie- despidos de vuestra amiguita.
-¡Hasta pronto!- se despidieron a la vez los dos jóvenes Malfoy mientras se alejaban en dirección a la salida de la guardería siguiendo a su padre.
Lyra se despidió sonriente, mientras agitaba su mano en lo alto.
-¿No te olvides de venir a vernos!- fue lo último que Lyra oyó de boca de la pequeña Cornelia Malfoy, antes de verlos desaparecer al otro lado de la puerta.
Finalmente, se levantó de un salto de la silla, y una vez en pie, buscó algo que hacer nuevamente.
Tras decidirse, esquivando niños que corretean y muñecos desparramados por el suelo, llegó hasta la hilera de colchonetas que se apoyaban contra la pared.
Con esfuerzo, logró empujar una de estampado de cuadros escoceses al suelo.
Después de haberla arrastrado lo suficientemente apartada del resto de los niños, se tumbó en ella boca arriba, observando el techo azul con nubes blancas de la guardería, que poco a poco se fueron haciendo más borrosas y menos nítidas.
*-*-*-*
Cuando despertó, la guardería estaba extrañamente silenciosa.
Se incorporó confusa, y miró a su alrededor.
Estaba sola.
Fuera ya había comenzado a anochecer y la oscuridad y su imaginación la habían empezado a jugar malas pasadas entre las sombras de la sala.
-¿Hola?- preguntó alzando la voz, mientras se esforzaba por hacer que no la temblara- ¿Hay alguien?- preguntó de nuevo, poniéndose en pie.
Oyó unos pasos que se acercaban con ritmo rápido, e instintivamente corrió a esconderse tras una de las colchonetas que permanecían de pie, apoyadas contra la pared.
Una mujer apareció en el umbral de la puerta, con una clara expresión de preocupación en el rostro. Lyra sonrió aliviada y decidió seguir con el juego un poco más.
-¿Lyra? Lyra, cariño, soy mamá- dijo la mujer poniéndose de puntillas sobre los zapatos de tacón y buscando con la mirada.
Lyra ahogo una risilla y esperó unos segundos más en silencio, mientras la mujer se acercaba hasta la puerta del pequeño baño que había en la pared del fondo y se disponía a girar el picaporte.
-¡Mamá!- exclamó Lyra saliendo de un salto de detrás de la colchoneta.
-¡Lyra cielo, perdona por tardar!-exclamó la mujer caminando hasta su hija y cogiéndola en brazos- ¿Te has asustado?¿Dónde está la chica que está al cargo de este horario?¿Te has portado bien?¿Tienes hambre?
-¡Ay mamá!¡Cuántas preguntas!- exclamó la niña rascándose la cabeza de forma pensativa- Pues... No; debe estar fuera; si y un poco.- respondió a las preguntas de su madre.
Se oyeron unos pasos cercanos.
-¡Ah Lyra! Ya has despertado- una muchacha de unos dieciocho años hizo su aparición en la sala de la guardería con una taza de cacao humeante entre las manos- Salí hasta la máquina del pasillo a por algo para ti- se acercó hasta la pequeña, que seguía en brazos de su madre y le tendió la taza.
Ella la tomó con una sonrisa agradecida, y se bebió el contenido de la taza de un solo trago.
-Gracias- susurró devolviéndole el vaso a la joven.
-Siento haberme retrasado, Becky, espero que Lyra no te haya dado muchos problemas.- se apresuró a decir la mujer acariciando el cabello rojizo de la niña.
-¡Que va, señorita Weasley! Se ha portado muy bien, de hecho, llevaba durmiendo dos horas.
-Me alegro, Lyra es una angelito cuando se lo propone...- comentó con un tono maternal- Y por favor, llámame Ginny.- terminó con algo de amargura. Conservaba su apellido de soltera, de hecho, no se había llegado a casar; por lo que su hija también llevaba el apellido Weasley...
Pero eso era una historia que no quería recordar, y menos delante de alguien que pudiera verla llorar...
*-*-*-*
Una vez la chimenea, Lyra se había vuelto a quedar dormida, y su madre la cargaba en brazos, recostando su cabeza sobre la de la niña, que a su vez apoyaba su cabecita en el hombro de su madre.
En realidad, Lyra había demostrado ser mucho más madura de lo que cualquier cría de su edad lo sería... Pero no dejaba de tener cinco años recién cumplidos, no dejaba de ser una niña...
Mientras viajaban con los polvos Flu, no pudo evitar sentirse enormemente agradecida a su pequeña hija, había sido capaz de darle su apoyo en los peores momentos, a pesar de su corta edad...
Ginny sintió el suelo firme de su piso bajó sus tacones y dio un corto paso al frente para guardar el equilibrio con la niña en brazos, tenía práctica en aquel tipo de movimientos...
Llevó a Lyra hasta su habitación y la dejó sobre la cama, para después desvestirla y ponerla el pijama. La niña dormía profundamente, y a pesar de que su madre la incorporó para poder ponerle la parte de arriba de su traje de noche color rosa bailarina, ni se inmutó.
Ginny echó hacia atrás el edredón y las sábanas a rayas rosas y blancas para después dejar a la niña delicadamente sobre la cama abierta y la almohada.
La mujer salió de la habitación cerrando la puerta tras de si, y llevando sobre los brazos la ropita de Lyra.
Se acercó hasta el baño para dejarla en el cubo de ropa sucia, pero antes de arrojarla al cesto de donde luego la recogería el elfo doméstico de la lavandería, recordando experiencias anteriores, dio la vuelta a los bolsillos en busca de algún chicle masticado y pegado a las costuras.
Al dar la vuelta a uno de los bolsillos del pantalón vaquero, un pergamino doblado calló al suelo.
Ginny se agachó a por él, preguntándose qué podrías ser, y al ponerse en pie de nuevo, lo desdobló rápidamente con la curiosidad de un niño.
Era un dibujo de claro trazo infantil que mostraba una serpiente que esperaba desafiante a que la mano que la empezó la terminara de dibujar la cola. Ginny sonrió al suponer que era un dibujo de Lyra y lo estiró intentado hacer desaparecer las arrugas y dobleces de pergamino.
Se dirigió al salón en busca de un libro donde poder guardar el dibujo completamente estirado.
Cogió uno de los tomos de la enciclopedia que Percy le había regalado a Lyra por su último cumpleaños y lo abrió por el medio. Colocó el dibujo cuidadosamente y lo contempló una vez más.
Entonces se fijó en algo más que había en el pergamino.
Giró el libro y el dibujo horizontalmente, y pudo ver una rápida anotación, apenas visible, como si la pluma con la que se había hecho tuviera apenas tinta.
Ginny lo releyó extrañada, era sin lugar a dudas una dirección, y era imposible que hubiera sido Lyra quien lo hubiera escrito... principalmente porque su hija no sabía escribir...
Las líneas decían:
Cornelia & Iulius
Shadow's Place, nº 6
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Bueno, pues aquí termina el primer capítulo!!! Ya habéis visto cómo anda la situación... Por un lado, Draco Malfoy tiene dos hijos, cuya madre todavía desconocemos... Por el otro, Ginny soltera y con una hija... por eso llevan el apellido Weasley... en el próximo capítulo se sabrá quien es el padre de la criatura, además de ser el cerdo que las abandono... Espero que os haya sido de vuestro agrado!!! Con lo que sea, dejadme un review!!! Besos!! Patty Orgullosa Miembro de la Legión de las Lupinas
*Patty-vg*
Orgullosa Miembro de la Legión de las Lupinas
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Cosas de Niños
1. Haciendo amigos y la dirección en el pergamino
Nunca le habían gustado esas guarderías.
Esos estúpidos niños siempre acababan metiéndose con ella, sobre todo los mayores...
Se reían de su cabello rojo, de sus pecas, del tamaño de sus incisivos... de lo que fuera... Odiaba tener que pasar allí tardes enteras...
Aunque por otra parte entendía que debía quedarse allí, mientras su madre trabajaba... Desde que su padre las había abandonado, poco después de que ella naciera, su madre había buscado un trabajo para salir adelante sin la ayuda ni caridad de nadie, ni si quiera quiso aceptar el dinero que le ofrecía la abuela Weasley...
Ahora, la pequeña pelirroja, sentada en la moqueta granate de aquella guardería para hijos de magos, miraba en todas direcciones buscando algún compañero de juegos que fuera adecuado...
Pasó sus ojitos azules de un lado a otro de la sala lentamente hasta que dio con alguien de su agrado...
Debía de tener su edad, unos cinco años, y estaba sentada sola en una mesa mientras dibujaba con notorio esmero en un pergamino, y se intentaba apartar a base de soplidos hacia arriba los mechones platinados que caían sobre sus ojos impidiéndole la vista.
La niñita pelirroja se acercó a ella con paso decidido y se sentó en la misma mesa, en una de las sillas libres.
-Hola- saludó con una sonrisa amistosa.- Soy Lyra Weasley- y tendió su pequeña mano a la muchacha rubia, que la miraba perpleja con sus ojos grises- ¿Cómo te llamas tú?- preguntó la niña pecosa.
Sin parpadear, la otra niñita extendió su mano lentamente y la estrechó al tiempo que comenzaba a sonreír.
-Cornelia Malfoy- se presentó finalmente- ¿Eres de sangre limpia?- soltó de repente la pequeña rubia, como quien pregunta qué hora es.
-¿Sangre limpia?- repitió la pelirroja- ¿qué es eso?- inquirió Lyra confusa.
-Ya sabes, si tus padres son los dos magos- se explicó Cornelia apartando a un lado el dibujo y apoyando un cado sobre la mesa, a la vez que reposaba la barbilla en la mano- Y si alguno de los dos es muggle, pues entonces...
-Eres una asquerosa sangre sucia - terminó la frase un niño que se había acercado a ellas. Era igual de rubio que la muchachita, sólo que sus ojos, que miraban desdeñosamente a Lyra, eran negros y fríos.
-¡Ah!¡Iulius!- saludó la niñita rubia al recién llegado- Es mi hermano, tiene un años más- aclaró Cornelia.
-¿Entonces qué? ¿Sangre limpia o sangre sucia?- preguntó el muchacho, insistiendo en el tema. parecía realmente interesado en saberlo, como si la decisión de seguir hablando a Lyra dependiera de ello.
-¡Iulius!¡Te tengo dicho que no se ha de preguntar eso!- regañó una voz adulta a espaldas de los dos muchachos rubios. Lyra pudo ver cómo un hombre de unos veintisiete años y con el cabello, tan rubio como el de los niños, engominado hacia atrás, se acercaba a ellos con paso firme.
-¡¡Papá!!- gritó la pequeña Malfoy mientras se levantaba de la silla de un brinco y corría a abrazarse a las piernas del hombre rubio.
-Hola, cielo- sonrió el Sr. Malfoy mientras alzaba en brazos a la rubita.
-Mira, es mi amiga- informó Cornelia a su padre señalando a la pequeña pelirroja que permanecía observando desconfiada a Iulius.
El Sr. Malfoy dejó a Cornelia en el suelo y se puso de cuclillas en el suelo, junto a los niños.
-¿Ah si?¿Es tu amiguita?- preguntó mirando a la pecosa muchachita, que había dirigido su vista hacia el hombre, comprobando así que sus ojos eras igual de grises que los de Cornelia.
-Encantada, señor- saludó extendiendo solemne su manita e interpretando un serio papel.- Soy Lyra. El hombre rubio la observó divertido y estrechó su mano suavemente, siguiéndola el juego.
-Draco Malfoy- respondió, presentándose también, mientras aguantaba las carcajadas.
-¿Podemos venir otro día, papá?- preguntó Cornelia posando el bracito izquierdo en el hombro de su padre.
-No lo sé, princesa, quizá dentro de un tiempo...- el Sr. Malfoy intentó sonar convincente. Pero ya les había engañado más veces así, con falsas promesas que quedaban en el olvido, y sus hijos, ahora, ya no se lo tragaban.
-¡Eso es que no!- replicó la pequeña rubia.
-Cornelia- comenzó a decir el Sr. Malfoy con un tono comprensivo- Que hoy os haya tenido que dejar aquí no quiere decir que lo necesite... Sólo fue porque tenía que ir a ver la abuela Narcissa a San Mungo, y Severus no podía hacerse cargo de vosotros...- los dos pequeños rubios asintieron- Así que no sé cuándo vais a volver...
-¡Pero yo quiero jugar otro día con Lyra!- exclamó Cornelia haciendo pucheros.
-Tengo una idea- dijo de pronto el Sr. Malfoy- ¿Qué tal si le damos la dirección de nuestra casa a Lyra? Así podrá irnos a ver cuando quiera, ¿de acuerdo?- propuso el hombre.
-¡¡Siiiiiiiiiiiiiiiii!!- exclamó alegre Cornelia.
El Sr. Malfoy apuntó la dirección de su hogar en el dibujo que había hecho su hija, y tras doblarlo en seis, le tendió el pergamino a Lyra, que lo guardó cuidadosamente en el bolsillo de su pantalón.
-Ahora, ya es tiempo de irnos, niños- anunció el hombre rubio mientras se incorporaba y se ponía en pie- despidos de vuestra amiguita.
-¡Hasta pronto!- se despidieron a la vez los dos jóvenes Malfoy mientras se alejaban en dirección a la salida de la guardería siguiendo a su padre.
Lyra se despidió sonriente, mientras agitaba su mano en lo alto.
-¿No te olvides de venir a vernos!- fue lo último que Lyra oyó de boca de la pequeña Cornelia Malfoy, antes de verlos desaparecer al otro lado de la puerta.
Finalmente, se levantó de un salto de la silla, y una vez en pie, buscó algo que hacer nuevamente.
Tras decidirse, esquivando niños que corretean y muñecos desparramados por el suelo, llegó hasta la hilera de colchonetas que se apoyaban contra la pared.
Con esfuerzo, logró empujar una de estampado de cuadros escoceses al suelo.
Después de haberla arrastrado lo suficientemente apartada del resto de los niños, se tumbó en ella boca arriba, observando el techo azul con nubes blancas de la guardería, que poco a poco se fueron haciendo más borrosas y menos nítidas.
*-*-*-*
Cuando despertó, la guardería estaba extrañamente silenciosa.
Se incorporó confusa, y miró a su alrededor.
Estaba sola.
Fuera ya había comenzado a anochecer y la oscuridad y su imaginación la habían empezado a jugar malas pasadas entre las sombras de la sala.
-¿Hola?- preguntó alzando la voz, mientras se esforzaba por hacer que no la temblara- ¿Hay alguien?- preguntó de nuevo, poniéndose en pie.
Oyó unos pasos que se acercaban con ritmo rápido, e instintivamente corrió a esconderse tras una de las colchonetas que permanecían de pie, apoyadas contra la pared.
Una mujer apareció en el umbral de la puerta, con una clara expresión de preocupación en el rostro. Lyra sonrió aliviada y decidió seguir con el juego un poco más.
-¿Lyra? Lyra, cariño, soy mamá- dijo la mujer poniéndose de puntillas sobre los zapatos de tacón y buscando con la mirada.
Lyra ahogo una risilla y esperó unos segundos más en silencio, mientras la mujer se acercaba hasta la puerta del pequeño baño que había en la pared del fondo y se disponía a girar el picaporte.
-¡Mamá!- exclamó Lyra saliendo de un salto de detrás de la colchoneta.
-¡Lyra cielo, perdona por tardar!-exclamó la mujer caminando hasta su hija y cogiéndola en brazos- ¿Te has asustado?¿Dónde está la chica que está al cargo de este horario?¿Te has portado bien?¿Tienes hambre?
-¡Ay mamá!¡Cuántas preguntas!- exclamó la niña rascándose la cabeza de forma pensativa- Pues... No; debe estar fuera; si y un poco.- respondió a las preguntas de su madre.
Se oyeron unos pasos cercanos.
-¡Ah Lyra! Ya has despertado- una muchacha de unos dieciocho años hizo su aparición en la sala de la guardería con una taza de cacao humeante entre las manos- Salí hasta la máquina del pasillo a por algo para ti- se acercó hasta la pequeña, que seguía en brazos de su madre y le tendió la taza.
Ella la tomó con una sonrisa agradecida, y se bebió el contenido de la taza de un solo trago.
-Gracias- susurró devolviéndole el vaso a la joven.
-Siento haberme retrasado, Becky, espero que Lyra no te haya dado muchos problemas.- se apresuró a decir la mujer acariciando el cabello rojizo de la niña.
-¡Que va, señorita Weasley! Se ha portado muy bien, de hecho, llevaba durmiendo dos horas.
-Me alegro, Lyra es una angelito cuando se lo propone...- comentó con un tono maternal- Y por favor, llámame Ginny.- terminó con algo de amargura. Conservaba su apellido de soltera, de hecho, no se había llegado a casar; por lo que su hija también llevaba el apellido Weasley...
Pero eso era una historia que no quería recordar, y menos delante de alguien que pudiera verla llorar...
*-*-*-*
Una vez la chimenea, Lyra se había vuelto a quedar dormida, y su madre la cargaba en brazos, recostando su cabeza sobre la de la niña, que a su vez apoyaba su cabecita en el hombro de su madre.
En realidad, Lyra había demostrado ser mucho más madura de lo que cualquier cría de su edad lo sería... Pero no dejaba de tener cinco años recién cumplidos, no dejaba de ser una niña...
Mientras viajaban con los polvos Flu, no pudo evitar sentirse enormemente agradecida a su pequeña hija, había sido capaz de darle su apoyo en los peores momentos, a pesar de su corta edad...
Ginny sintió el suelo firme de su piso bajó sus tacones y dio un corto paso al frente para guardar el equilibrio con la niña en brazos, tenía práctica en aquel tipo de movimientos...
Llevó a Lyra hasta su habitación y la dejó sobre la cama, para después desvestirla y ponerla el pijama. La niña dormía profundamente, y a pesar de que su madre la incorporó para poder ponerle la parte de arriba de su traje de noche color rosa bailarina, ni se inmutó.
Ginny echó hacia atrás el edredón y las sábanas a rayas rosas y blancas para después dejar a la niña delicadamente sobre la cama abierta y la almohada.
La mujer salió de la habitación cerrando la puerta tras de si, y llevando sobre los brazos la ropita de Lyra.
Se acercó hasta el baño para dejarla en el cubo de ropa sucia, pero antes de arrojarla al cesto de donde luego la recogería el elfo doméstico de la lavandería, recordando experiencias anteriores, dio la vuelta a los bolsillos en busca de algún chicle masticado y pegado a las costuras.
Al dar la vuelta a uno de los bolsillos del pantalón vaquero, un pergamino doblado calló al suelo.
Ginny se agachó a por él, preguntándose qué podrías ser, y al ponerse en pie de nuevo, lo desdobló rápidamente con la curiosidad de un niño.
Era un dibujo de claro trazo infantil que mostraba una serpiente que esperaba desafiante a que la mano que la empezó la terminara de dibujar la cola. Ginny sonrió al suponer que era un dibujo de Lyra y lo estiró intentado hacer desaparecer las arrugas y dobleces de pergamino.
Se dirigió al salón en busca de un libro donde poder guardar el dibujo completamente estirado.
Cogió uno de los tomos de la enciclopedia que Percy le había regalado a Lyra por su último cumpleaños y lo abrió por el medio. Colocó el dibujo cuidadosamente y lo contempló una vez más.
Entonces se fijó en algo más que había en el pergamino.
Giró el libro y el dibujo horizontalmente, y pudo ver una rápida anotación, apenas visible, como si la pluma con la que se había hecho tuviera apenas tinta.
Ginny lo releyó extrañada, era sin lugar a dudas una dirección, y era imposible que hubiera sido Lyra quien lo hubiera escrito... principalmente porque su hija no sabía escribir...
Las líneas decían:
Cornelia & Iulius
Shadow's Place, nº 6
--------------------------------
Bueno, pues aquí termina el primer capítulo!!! Ya habéis visto cómo anda la situación... Por un lado, Draco Malfoy tiene dos hijos, cuya madre todavía desconocemos... Por el otro, Ginny soltera y con una hija... por eso llevan el apellido Weasley... en el próximo capítulo se sabrá quien es el padre de la criatura, además de ser el cerdo que las abandono... Espero que os haya sido de vuestro agrado!!! Con lo que sea, dejadme un review!!! Besos!! Patty Orgullosa Miembro de la Legión de las Lupinas
