Disclaimer: Los personajes de Kuroko no Basuke no me pertenecen a mí sino a Tadatoshi Fujimaki. Solo la trama de esta historia.
Summary: La victoria contra Rakuzan no termina en gloria. Una nube oscura es arrojada sobre GoM y Seirin cuando el jugador fantasma sufre una recaída y un secreto es revelado tarde. Pero por algún capricho de los dioses, siete personas reciben la oportunidad de sobrescribir sus errores. ¿Podrán tener éxito?
Para sobrescribir los errores
I
Si pudiese ser así...
Bep. Bep. Bep.
—No… despierta… no…
Ah. Él tampoco quería de todas formas. Se sentía tan cálido y seguro allí, ¿cómo podría querer irse? Sin embargo él desea tomar un último vistazo de sus amigos antes de irse.
Ah. Están todos allí.
Un tumulto de voces, gritos. ¿Por qué tanto ruido?
Bep. Bep.
— Por favor… no…
Lo siento. Por hacerte tan triste. Lo siento, Kagami-kun.Él tiene que irse. La luz se está acercando.
Bep.
— ¡Kuroko!
¿Kaga…mi-kun? Gracias por todo. Gracias por no abandonarme. Me alegra no haberte fallado al final. Cuida de Seirin por mí, por favor. Tengo que dormir ahora, y no sé si me despertaré pero está bien.
Espero poder jugar contigo otra vez.
Kagami-kun… gracias.
…
El as pelirrojo de Seirin gritó con furia.
Y dolor. Mucho dolor.
¿Cómo demonios podían cambiar las cosas tan deprisa?
En un momento la felicidad plena ante la victoria tan ansiada. Y minutos después…
Kuroko parece feliz, de verdad feliz. Y Kagami piensa que probablemente no haya visto algo más puro que esa sonrisa. Él está tan alegre y sus ojos azules son brillantes. Es una persona totalmente diferente y a él le encanta eso. Pidió que de ahora en más permaneciese así. Kuroko es quién merece más que nadie ser feliz, piensa.
— Kuroko—hay un chico de su misma edad, con granos de arroz en su mejilla y una expresión avergonzada. Él se acerca como si no tuviese en claro su recibimiento.
A su lado Kuroko se tensa, casi imperceptible para la mayoría de la gente pero no para él. Es su socio después de todo, ¿y no se supone que debería conocerlo bien? Pero Kuroko mira con lo más similar al dolor que su rostro estoico –de nuevo- puede trasmitir, la sonrisa completamente olvidada.
Kagami no cree que haya querido romperle tanto la cara alguien. (Aunque Aomine y el capitán loco de Rakuzan tienen un buen lugar en su lista negra.)
— Lo siento—y no es el tipo extraño el que habla con ese tono de tristeza y lamento. Es Kuroko. Su compañero –siempre firme, siempre indiferente con un corazón maldito de oro- que por alguna razón cree que le debe algo a ese sujeto. ¡¿Quién demonios es él de todas formas?!— Lo siento, Shigehiro-kun—¿base de nombre? Eso sí que es una verdadera sorpresa.
El extraño con nombre niega con fuerza. Al menos no es tan estúpido, tal vez no tenga que golpearlo tanto— ¡No, no! Discúlpame a mí, Tetsuya, por desaparecer de esa forma—hace una mueca, barriendo su mejilla y abriendo la boca varias veces como si no supiese que decir.
Kuroko se acerca a él. No está sonriendo más y los ojos están oscuros, vacíos de nuevo. Kagami va a matarlo. Sí. Delante de toda esa gente. Y no, no le importa porque ese cabrón se lo merece.
— Lo entiendo—Kuroko dice tranquilamente y le tiende una mano en forma de puño.
El otro sujeto parece a punto de llorar. ¿De arrepentimiento, de emoción o qué? No lo sabe.
— Tetsuya…—extiende su mano.
Y es entonces cuando el caos empieza.
Kuroko parpadea lentamente y una sonrisa se forma en sus labios antes que oculta su mirada, soltando un suspiro tembloso. Su alarma suena demasiado tarde.— Ah, estoy en mi límite—murmura y su cuerpo empieza a tambalearse— lo siento, Kagami-kun. Lo siento mucho.
Y él no puede pensar en nada más que su socio-sombra-amigo Kuroko, quien cae y aunque logra atraparlo no le proporciona ningún alivio. Él grita con fuerza.
— ¡Ambulancia! ¡Alguien llame una ambulancia!
Y de esa forma su festejo acaba en el hospital.
— Lo siento—dice el médico y él realmente desea no volver a oír esas malditas palabras— pero no hay nada que podemos hacer por el paciente.
— Si es una conmoción—el tipo tijera fácil empieza a hablar. Él está allí y los otros tipos de la Generación Milagrosa también. Cada uno viéndose peor que el otro— sólo necesita descanso. ¿Cuál es el problema?—exige saber y Kagami se encuentra agradeciendo que esté con ellos porque sino no se habrían dado cuenta de la mierda.
El medico suspira. Parece veinte años más viejo con la tristeza y el cansancio en sus líneas de expresión— Kuroko-kun ya sabía que técnicamente no podía volver a jugar—dice, y todo el mundo deja de respirar— él recibió demasiados golpes en la cabeza, algo estaba obligado a suceder—sus puños se encrespan pero Kagami no está impresionado por que sus propias manos tienen sangre por la forma en que sus uñas están clavándose— aunque le advertimos el prefirió jugar—sacudió su cabeza— dijo "es algo demasiado valioso para mis amigos y para mí como para rendirme aún".
Nadie habla. Saben que no está mintiendo. Suena demasiado como Kuroko. Suena como algo que su idiota jugador haría.
— Los golpes en la cabeza, ¿son los del partido? —el tipo obsesionado con el horóscopo interroga. A su lado, el gigante de pelo violeta está llorando abrazado al hermano de Taiga. Él no lo envidia.
— No—contesta el médico. Es tanto un alivio como una interrogante. ¿Entonces?— ¿No lo sabían? Kuroko-kun tiene varios accidentes de coche en su historial. La mayoría, sin embargo, no están anotados porque no se presentó al hospital—hay una nota verdadera de amargura en su voz.
Kagami quiere golpear algo. O alguien. Preferiblemente a uno de los Kiseki o tal vez a sí mismo.
— ¿Cómo sabe eso?—el sádico pelirrojo probablemente es el único con la mente lo suficientemente fría para hacer las preguntas correctas. Él no lo admira.
— Porque soy quien generalmente lo atiende cuando sí es lo suficientemente fuerte como para que Kuroko-kun no se levante, se lave la cara, se cambie de ropa y vuelva a su vida con normalidad—el hombre mayor contesta, y hay una expresión fría en su rostro ahora— si me disculpan—calmadamente agrega antes de irse. El "si no le importó para darse cuenta no es mi culpa" flota en el aire.
Kagami realmente quiere golpear algo. Y llorar.
— Tetsu-kun—Momoi está llorando junto al modelo, Kise, y sostiene también a Aomine— Tetsu-kun—repite, desconsoladoramente, y Taiga empieza a sentir sus propias lágrimas caer.
Maldición. Maldición. Él debería de haberse dado cuenta. Él debería…
— Basta—Aomine es sorprendentemente quien lo dice, y sus ojos azules están llenos de las mismas lágrimas que los suyos— No es tu culpa. No podrías haberte dado cuenta porque ese cabrón de Tetsu es malditamente bueno en esconder sus sentimientos.
Kagami reconoce que es verdad pero eso no significa que la culpa no esté comiéndose sus entrañas.
— Yamamoto-san dice que pueden pasar a verlo por última vez—una enfermera llama su atención, inclinándose respetuosamente antes de irse.
Kagami cerró los ojos.
Kuroko siempre ha sido pequeño, y débil, y frágil como una hoja de otoño. Salta a la vista. Sin embargo, en esa cama blanca y con todos los tubos y cables a su alrededor la impresión es mucho más fuerte y duradera. Kagami desea llorar, y de hecho, lo está haciendo.
— No te duermas—alguien susurra. No tiene ganas de adivinar a quien pertenece la voz.
— No—él murmura, acercando su mano a la más chiquita— No.
El sonido sigue establemente irregular. Viene del aparato que vigila el ritmo de su corazón o algo así, Kagami no se acuerda. Tampoco tiene tiempo para pensar en eso porque los ojos azules bebé se abren lentamente y su corazón da un vuelco. Kuroko mira hacia él en la bruma de su sueño, y poco a poco su boca se tuerce en la curva más pequeñita y dulce que podría esperar.
Él se está muriendo. Y le está sonriendo. A él.
— ¿..mi…un?—apretó suavemente su agarre.
— Tienes que mantenerte despierto. Por favor no te duermas. No te duermas—Taiga sigue murmurando.
— Gra..cias—dice con un hilo de voz. Kagami quiere gritarle muchas cosas, principalmente que no ha hecho nada que merezca esa palabra.
Con la mirada brumosa Kuroko parpadea al resto de la habitación, él ve los rostros de sus amigos, todos ellos, las personas queridas que guarda en su corazón. Él también parece querer decir muchas cosas pero entiende que tan efímero es el momento, lo poco que le queda.
— Lo… siento.
Elige decir ante todas las palabras, y tiene tantos significados que probablemente no encontrarían todos ellos si sumasen sus vidas. Su rostro se contrae un último instante y aunque no habla Kagami nota que es la misma expresión que le dio a ese chico Shige-algo.
Es un "lo siento".
La comprensión amanece en el rostro de varios pero no hay mucho espacio para exigir ninguna explicación o expresar sus pensamientos porque el sonido, el molesto pitido que señala que Kuroko está vivo cambia y señala lo contrario.
Su última imagen son los ojos azul pálido carentes de todo brillo, y aunque ya han visto ese aspecto en él esta vez es sin duda la peor.
Porque no hay retazo de vida que le queda.
Él está muerto.
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— Ah—una persona desconocida sonrió— lo adorable que el arrepentimiento es. Las personas no notan lo que tienen hasta que lo pierden, ¿verdad? Que frase tan realista—suspiró— bueno, no es tiempo de contemplar la fugacidad de la vida. Mejor me pongo a trabajar.
Tenía siete mocosos que regresar.
Hizo una mueca. Al menos no tendría que recoger a ese personaje. El tráfico apestaba en esa zona.
Kuroko se despertó con el sonido del viento golpeando su ventana. Y era extraño. De verdad extraño. Porque si mal no recordaba él había estado muriéndose en una cama de hospital no durmiendo en su casa. Abriendo los ojos miró en medio de su ensoñación su entorno. Era familiar pero no tanto. Como si hubiese cosas que faltasen y otras que sobrasen.
Moviendo sus manos y sus piernas para probar su habilidad motora descubrió que funcionaba, y que de hecho no estaba soñando. Pellizcarse el brazo había dolido. ¿Entonces? Bostezando se incorporó poco a poco, no sintiendo ningún dolor en su cabeza o cualquier parte del cuerpo. Solo sueño. Como si no hubiese descansado lo suficiente después de un día de intensa actividad.
¿Cuánto tiempo he estado durmiendo? Se preguntó, frunciendo el ceño al no encontrar ningún calendario. Saliendo de la cama mecánicamente se colocó sus pantuflas y empezó su camino hacia la sala donde si mal no recordaba se encontraba el almanaque "familiar". Una sensación flotaba en el aire dentro de él pero no supo colocar el dedo en que se trataba exactamente esa extrañeza.
Lo comprendió o al menos parte de ella al llegar a su destino, hallando la fecha coloreada en rojo. Era un lunes. Un lunes que había pasado hace más de tres años. Es… el segundo año en Teikou, notó con sorpresa. ¿Cómo es que había llegado a suceder? ¿Era alguna clase de broma del más allá?
Kuroko no se reía. Con o sin sentido del humor eso no era gracioso, para nada.
— Es cierto—dijo una voz, y él sintió un poco como los demás debían de sentirse cuando se les aparecía repentinamente— pero no te preocupes, no es una broma—dándose la vuelta enfrentó al desconocido que solo acababa de leerle la mente.
Parpadeó.
— Discúlpeme, ¿pero quién eres?—inquirió. El hombre era pálido, con rasgos normales y llevaba una campera negra con la capucha puesta, un par de vaqueros oscuros y unos lentes de sol. Era lo único normal de él porque de hecho no tenía pies ni manos, solo humo salía del final de sus piernas y brazos. Lo que era raro, casi tanto como que estaba llevando una hoz.
— Soy tu shinigami, por supuesto—contestó, como si Tetsuya solo tuviese que saberlo. Después de todo, ¿qué otra cosa podía ser con ese aspecto?— Bueno, no tuyo, sino de tu caso. O algo así—se rascó la barbilla pensativamente— En fin. Sería mejor que te sientes—señaló la silla— me quedan menos de cinco minutos contigo y seguro que tienes preguntas.
— ¿Por qué estoy aquí?—obviamente era lo que más quería saber. No entendía que razón podría haber para en vez de llevarse su alma fuese enviado a años en el pasado.
— Fue una decisión del Alto Mando—respondió evasivamente— pero entre nosotros no fue específicamente a ti a quien querían regresar—girando una silla, tomó asiento y apoyó la barbilla sobre el respaldo, balanceando su "arma" para dar énfasis a sus palabras— en realidad, fuiste enviado para hacerlo más justo. ¿O era porque formaban parte de un paquete completo?—frunció un poco el ceño— Ara, ara, acabo de olvidarlo~
Kuroko detuvo su impulso de refregarse la frente a duras penas— No lo entiendo, Shinigami-san. ¿A quién querían regresar entonces? ¿Y por qué? ¿Qué tiene que ver conmigo?
— A ese grupo rarito, ya sabes, la Generación Arcoíris—sonrió— y por supuesto que tiene que ver contigo. Al parecer desearon poder haber hecho lo que debían de hacer, devolvértelo todo. Ya sabes, la culpabilidad, la recriminación, yada-yada—se encogió de hombros— es de humanos sentir todo eso cuando la gente se muere por tu culpa cuando solo ha estado actuando para ti.
El jugador "sombra" miró sus manos— Así que se enteraron—murmuró— pero… no fue su culpa. Fue la mía por ser tan descuidado. Y no hay nada que devolver—ellos le habían tendido la mano primero y habían significado lo suficiente para no rendirse a pesar del panorama. Sonaba a que no existía nada que exigiese reintegración para él. Y no, no eran los causantes de su muerte. Él había decidido continuar a pesar de todo, ¿no es así?
El recolector de almas sacudió su mano— Dile a esos niños, no a mí—el silencio cayó— Ah, mira la hora. Se nos acabó el tiempo—incorporándose, le dio una última sonrisa— aprovecha esta otra oportunidad, ¿quieres? No todos tienen la suerte de recibirla. Intenta al menos no ser atropellado por los coches, sería una mierda si te murieses antes de lo establecido—con un último movimiento gracioso se esfumó en el aire, dejando atrás a un cierto adolescente confundido.
Kuroko observó el espacio vacío durante largos minutos antes de dejarse caer sobre uno de los sillones de la sala, las palabras del shinigami dando vueltas por su mente. Entonces, resumió, todos los demás también volvieron. Me pregunto si Kagami-kun… negó lentamente. Dijo "Generación". Sus ojos se cerraron. ¿Pero a qué se refirió con lo de "hacer lo que debieron hacer"? No parecía estar refiriéndose al básquet.
Un suspiro involuntario escapó de sus labios. Ya se enteraría que exactamente había pasado por la mente de sus amigos como para provocar tal cosa. (Dejó pasar el hecho de que ni siquiera entendía cómo podía ser posible su situación) Y entonces les daría un pedazo de su mente.
Su muerte no había sido su culpa. Ellos entenderían… ¿verdad?
Akashi estaba absolutamente seguro que la muerte de su amigo era consecuencia de su descuido. ¿Cómo no serlo? Tetsuya siempre había sido el más fuerte de todos, irónicamente su luz permaneciendo brillando a través de todo, sirviendo como un faro para ellos. Mentalmente, claro. Y esto le había llevado a ignorar la debilidad física del chico.
Él jamás olvidaría esa imagen, del cuerpo pequeño, extenuado, nunca tan frágil como en ese momento, tendido sobre las sábanas frías de una camilla. Y sus ojos, esos ojos azul bebé, siempre tan tranquilos como el lago cristalino tornándose oscuro, frío como el mar a cada segundo. Lo siento. Él había dicho mirando hacia ellos.
Lo siento.
Era exactamente como Akashi sentía… pero multiplicado tantas veces que no entendía como su cerebro simplemente no había cedido bajo el peso de tanta culpa y perdido. Pero supuso que era porque su necesidad y deseo de darle a su amigo todo el cuidado por el dolor causado era más fuerte. Sí, exacto. Podía vivir con la culpa, con el odio a sí mismo… si tan solo tenía una oportunidad de hacer las cosas mejor.
Cerró los ojos, la conversación con el doctor sonando en sus oídos. Fue la suma de tantos golpes en la cabeza. Él ya no podía tomar más daño pero… lo hizo porque aseguró que existía algo más importante que su vida. Ah, sí. Ellos. Él. Tetsuya nunca se rendiría, incluso a costa de su propio cuerpo. Apretó los puños. Dos accidentes documentados por año. Documentados. Él es la clase de persona que si puede andar no se irá a un hospital.
Akashi puede imaginarse perfectamente al chico siendo pisado, levantarse con sangre en la cabeza, notar que seguiría viviendo y echarse un poco de agua para lavar el líquido rojizo antes de volver a su camino como si nunca hubiese ocurrido nada. Es una idea ridícula, fuera del sentido o lógica común. ¿Pero no dictaba la misma dejar a un lado las personas cuando te han causado tanto dolor? Era hipócrita de él alegrarse por esto último y odiar lo demás.
Tetsuya no sería Tetsuya si su comportamiento no fuese tan amable.
Tomando sus tijeras roja y negra con cuidado pensó en su expresión suave, dulce despedida final. No volvería a ocurrir. Akashi podría no considerarse completamente absoluto ya, gracias al mismo, pero la confianza en sus habilidades en este asunto en particular no serían tomadas a la ligera. Mantendría a Tetsuya a salvo pese a todo.
Y sabía que no estaría solo en ello. Él no era el único que rogaría perdón en dogeza, ni tampoco el que se cargaría a sí mismo con la mayor cantidad de culpa posible. Aomine tenía más que un historial, sin olvidar que tanto Kise como Murasakibara habían herido en sus partidos a Tetsuya, y Midorima… él no había sido mejor que todos.
Suspiró. Pónganse a la cola, pensó para sí, comenzando su lista de todo lo que conocía sobre el adolescente. Sabía que los reconocería pero no hasta qué punto. Ellos ya habían estado por un año en el club de básquet, y exceptuando a Kise podían alardear de tener una relación de amistad con él. Sintió un poco de lástima por el rubio, porque si Kuroko no regresase con ellos tendría el mayor problema de acercarse.
O no, evaluó. Kuroko no era de oír los chismes de su alrededor por lo que el rubio sería técnicamente un extraño a sus ojos, pero con una buena impresión –y era algo que Kise, si es que usaba su cabeza, que probablemente lo haría para este caso en particular- podría relacionarse más que alguien como Midorima o Murasakibara, quienes no parecían haberse llevado bien con él en un principio. Midorima por su ser tsundere y Murasakibara por sus creencia sobre que el trabajo duro no valía la pena, algo que Kuroko constante contradecía no solo con sus palabras sino con su ejemplo.
Tendrán que arreglarse, decidió finalmente. Si ellos pedían su ayuda se la daría, claro, pero Akashi era egoísta también, y tenía sus propios obstáculos con los cuales lidiar, no todos relacionados directamente con el chico de pelo trullo.
Sea lo que sea, él debía de planear cuidadosamente sus acciones. No toleraría ningún error más de sí mismo con respecto a su valioso –adorable- jugador fantasma.
Nunca más.
La música de Aoi Mizaki le dio los buenos días como cada mañana. Él se removió, quejándose por el sol sobre sus ojos durante un efímero segundo antes de recordar qué día era. ¡Al fin! Incorporándose rápidamente cogió el uniforme y corrió hacia el baño por una ducha. Le tomó siete minutos lograr una buena higiene y ponerse listo.
— Ah, Kise-kun—su madre sonrió hermosamente mientras dejaba el plato de desayuno sobre la mesa— Es una alegría verte tan brillante hoy. Come, cariño, así puedes hacerlo bien en tu segundo año. Ah~ lo rápido que crecen los niños hoy en día.
Asintiendo, dio un pequeño saludo en voz sorprendentemente tranquila antes de tomar asiento y cavar en él, sintiéndose un poco como Murasakibara por su ritmo. Finalmente terminó, despidiéndose de la mujer de cabellera igual que la de él y comenzó su carrera hasta Teikou. O mejor dicho, hasta la estación de autobús más cercana.
Con una expresión seria apretó los puños a ambos lados de su cuerpo. Kurokocchi. Kise realmente no quería pero no pudo evitar la visualización de los ojos que tanto amaba sin brillo alguno. Que él había sido una de las razones por la cual había terminado así no mejoraba las cosas, todo lo contrario. Si había creído sentir miedo esa vez cuando lo había herido no se había comparado a verlo caer y luego morir frente a él.
… golpes en la cabeza… cancha… recordó las palabras del médico mecánicamente, y en medio de eso su propia voz gritando que no podía ser real, que la persona que más admiraba no podía estar esfumándose entre sus dedos como la bruma por su maldito descuido. No, no. Cerró los ojos con fuerza, sintiendo la tentación de llorar. ¿Pero no había hecho suficiente de eso? ¿Y qué es exactamente lo que lograría si sucumbía en ese momento a sus sentimientos?
Nada. Mejor poner su esfuerzo en algo más útil, como asegurarse de que su antiguo mentor estuviese cuidado todo el tiempo. Sí, eso haré. Asintiendo fervientemente para sí ignoró las expresiones curiosas a su alrededor en favor de repasar su plan de "acercamiento". Por mucho que los demás creyesen Kise tenía un poco de sentido y sabía que, por mucho que quisiese, no podía simplemente arrojarse sobre su Kurokocchi.
Primero tenía que averiguar si lo recordaba. Y tenía la idea perfecta para ello, utilizando uno de sus mejores memorias. Solo espera, Kurokocchi. Pronto estaría allí.
Midorima aferró el pequeño peluche en forma de rana entre sus manos con tanta fuerza que el animalito parecía a punto de explotar. Llevaba además la figura de un gatito, el objeto afortunado de acuario del día. Igual que los otros no tenía idea de si era su Kuroko a quien encontraría en Teikou pero tampoco le era importante. Lo único y más fundamental es que estaba vivo.
La máquina pita, las ondas dibujadas cada vez menos constante. Él era el hijo de un médico –y aunque no lo fuese sabría- y conocía exactamente que sucedía aún si su mente se negaba a aceptarlo. Ocultó sus ojos detrás de sus lentes, una expresión velada pero que si uno se acercaba lo suficiente podía notarse que o estaba en un mundo de olor o prendido en ira. Tal vez las dos. Sus labios finos son cada vez más pálidos pero se curvan lo que más puede en ese estado mientras mira al mono pelirrojo. Gracias, dice y sus ojos se demoran en ellos en sus últimos segundos, lo siento. La máquina suena con un ruido fino. Kuroko Tetsuya ya no está con ellos.
Soltó lentamente el aire que se forzó a contener, observando su reflejo en el vidrio del tren. Kuroko. Volvió su atención al pequeño felino recordando el horóscopo de ese día. Acuario había estado en la parte más baja según Oha-asa, más a Shintaro no se le habría pasado jamás por la cabeza que se trataría de algo por así. En realidad, a pesar de todo… él había creído en Kuroko, en que iba a ganar y abrirle los ojos a Akashi como ya les había hecho a todos. Y había resultado.
Su última voluntad. Que Kuroko había preferido devolverles el amor al básquet antes que su propia seguridad decía demasiado para él. Ese chico era un completo idiota. Mira que morir por algo así, por alguien así. Cuando se trataba de bondad él estaba en otra liga, ¿verdad? No solo al salvarlos, él les había perdonado desde el principio.
Lo siento.
Una disculpa era lo último que Kuroko tenía que decir. Completamente inesperado, ilógico. Midorima todavía seguía sin entender a qué exactamente se refería con esas palabras, y sin que el propio Tetsuya se lo explicase probablemente jamás lograría hacerlo.
Eran ellos, después de todo, quienes deberían de grabarse en la piel su arrepentimiento. Idiota. Se preguntó cómo podría devolverle todo. ¿Cómo pagarle a alguien que dio literalmente su vida por tu arrogancia y cegamiento? Se tensó al notar que Teikou ya aparecía en su línea de visión. Tendré que averiguarlo, se dijo mientras abandonaba el autobús.
Una sola cosa era segura: con Kuroko ahora vivo… él prefería cortarse los dedos antes que volver a cometer los mismos errores.
Murasakibara había sabido desde un principio que Kuroko era débil. La complexión delgada, la poca presencia, las habilidades atléticas lastimosas. Lo había notado en un principio. Eso, y el firme, tranquilo idealismo del trabajo duro y el básquet para todos. Lo había odiado en un principio, sobre todo porque sin importar lo que dijese, cuanto intentase Kuroko jamás había retrocedido.
Ese jugador pequeño, frágil… nunca le había tenido miedo. Sin vacilaciones.
Y se había ganado su respeto. Kuroko se había convertido en una de las pocas personas que consideraba "amigos". Alguien que no le temía, que le hablaba de frente y sabía a su torpe manera compartir momentos. Él había pasado a ser muy importante, valioso.
Pero las cosas acabaron cambiando. Todos se habían alejado, dejando a Kuroko atrás. No era algo por lo que sentía orgullo o mantenía como buen recuerdo, sin embargo, representaba uno de los momentos clave de la historia de la Generación Milagrosa, cuando los verdaderos sabores habían sido revelados.
Kuroko había sido el único en irse… pero ellos hacía tiempo que se habían marchado. Y sin embargo, él había vuelto con el deseo de devolverles el amor perdido por el básquet porque creía firmemente que podrían dejar su arrogancia atrás, porque nunca había perdido la fe en ellos. Murasakibara no habría creído, no en un inicio, lo que hablaba muy bien de él, por cierto.
Pero Kuro-chin lo había logrado.
Murasakibara-kun está mintiendo, él no va a dejar lo que tanto ama, él recuerda sus palabras con exactitud y la mirada serena, en absoluto alterada por la amenaza de ser aplastado. Y entonces… Me siento feliz de que te hayas divertido de nuevo. No había estado sonriendo pero por un momento llegó a creer que sí. Murasakibara-kun… espero jugar contigo una vez más. Y luego se había marchado sin recibir una respuesta favorable.
Todas esas palabras… a pesar de todo lo que pasado, a pesar de haberlo herido. Kuro-chin sin duda era alguien fuerte, ¿verdad? Mentalmente hablando. Porque aun con su voluntad de acero seguía teniendo un cuerpo frágil, y olvidar esto había su principal error.
Atsushi no iba a descuidarse esta vez. No quería volver a perder esa persona tan importante. Él tendría que protegerlo duro… aunque eso significase aplastar todo lo que pudiese resultar un inconveniente, por mucho que Aka-chin se enojase. Podía lidiar con eso, después de todo.
Pero ver a esa persona débil, irrompible, irremplazable rota como una simple varilla de caramelo no era algo que volvería a soportar.
(En su interior, esperaba que Kuroko lo recordase. La opinión sobre él en ese momento no debía de ser muy buena, después de todo.)
Aomine se removió incómodo en medio de tantos estudiantes idiotas con habladurías superficiales y risas frívolas. Probablemente era su humor o su estado de agitación mental pero sentía que en cualquier momento las ganas de golpearlos ganarían y acabaría haciendo un escándalo en su primer día.
¿Cómo demonios miraría a Tetsu cara a cara si además de todo comenzaba a empañar su reputación como un segundo Haizaki? Él lo mataría. O peor. Lo observaría con esa expresión tenue, de profunda decepción que podría hacer al criminal más orgulloso apartar la vista. Se estremeció, burlándose internamente de su banalidad.
Lo que sea por no pensar en tu culpabilidad, ¿eh, chico?
Su corazón se detuvo y su garganta se secó. No, no, se dijo con fuerza, no volverá a pasar. Aferrándose a esas palabras buscó desesperadamente la razón de su llegada temprana, ignorando el murmullo y griterío molesto cercano. ¿Dónde estás, Tetsu? ¿Y si algo había pasado? Sacudiendo la cabeza comenzó a caminar. Todo estaba bien. Encontraría a su sombra y entonces las cosas estarían mejor.
— Mine-chin—una voz lo sobresaltó. Él se sorprendió al encontrar a Murasakibara sin rastro de aperitivos entre sus manos y una expresión seria en su normalmente aburrido rostro— Kuro-chin no está aquí—le informó— Aka-chin tampoco pudo encontrarlo.
Sin molestarse tampoco en ninguna formalidad asintió— ¿Sabes algo de Kise y Midorima?—interrogó, no sorprendido en absoluto que se hubiese comunicado con el pelirrojo, antes de recordar un trozo importante— Por cierto, avísame si ves a Satsuki… ella no regresó.
Los ojos se alzaron en sorpresa— ¿Sa-chin no es nuestra Sa-chin?—ese hombre extraño había dicho que siete de ellos regresarían. Si no era ella y quedaban dos… ¿Entonces quién…? ¿Podría ser Kuro-chin una de ellas?
Aomine se encogió de hombros— No lo sé, hombre. Antes de volver me dijo que por el bien de Tetsu sería mejor que ella no viniese—frunció el ceño. Una parte de él le había molestado sus palabras, acerca de que sería egoísta tomar esa oportunidad siendo que ella no cambiaría realmente las cosas. Era cierto. Satsuki no le había hecho ningún mal a Tetsu, ¿no es así? Habían sido ellos los que lo habían abandonado, había sido él que había insultado sus habilidades y echado a perder su amistad por su maldito egocentrismo, aún si Kuroko lo había perdonado por su corazón de oro.
— ¡Aominecchi, Murasakibaracchi!—Kise apareció entre ambos en una pequeña nube de polvo, señal de su rápida corrida— ¡Lo encontré!—chilló para su total sorpresa.
Agarrándolo de su chaqueta con un movimiento veloz el moreno exigió saber— ¡¿Dónde?! ¡¿Dónde está?!
Ya acostumbrado a los malos modos del jugador el modelo hizo un gesto hacia la parte más alejada del patio— Se fue por allí. Lo vi por un segundo pero se me perdió—se quejó con amargura, los ojos oscuros. Fue una sorpresa recibir una leve caricia sobre el pelo.
— Se-chin no debe verse triste. Encontraremos a Kuro-chin—aseguró.
De haber sido otro momento probablemente habría actuado tan frívolamente como siempre, con un par de lágrimas y emoción, sin embargo era una ocasión muy seria así que simplemente asintió, compartiendo una mirada firme entre sus dos amigos.
— Tetsuya está en los pasillos cercanos a la biblioteca—una cuarta persona los sobresaltó. Con una máscara de calma Akashi barrió los rostros de sus amigos— Tranquilos. Él volverá en un momento—su mano hizo un gesto hacia el timbre— sonará pronto—aseguró.
Aomine suspiró mientras que el modelo miró a su alrededor— Hey, ¿y Midorimacchi?
— Baja un poco la voz—la última persona regañó, apareciendo detrás de Murasakibara— están atrayendo mucho la atención 'nanodayo.
— Midorima, me alegra ver que ya estás aquí—Akashi sonrió, notando los dos artículos de la suerte que cargaba. Luego se volvió al futuro as— ¿Y Momoi, Aomine?
Dejando a un lado al ser nuevamente llamado por su apellido Daiki suspiró— Corta historia: ella no volvió. Y si ese hombre raro dijo que seríamos siete creo que sé quién podría ser una de esas persona, además de Tetsu quizás—hizo una mueca ante el pensamiento. Maldición. Todo sea por la felicidad de su sombra.
— Mmm. ¿Hablas de Kaga-chin?
— Pero él está en Estados Unidos ahora—Kise señaló.
Una voz imparcial sonó— ¿Kagami-kun también regresó?
— Sí. Es lo que más tiene sentido—Aomine respondió antes que el silencio cayese abruptamente— T-tetsu—tartamudeó al notar al niño estoico parado a poca distancia de ellos.
La mirada azul brilló en reconocimiento en el mismo instante que el timbre decidió sonar.
Y como Kuroko obviamente era él…
— Hola.
Sí, soy tan mala que lo dejó aquí xD pero son cinco mil palabras, gente, tampoco hay mucho de lo que quejarse xDD
Mmm, la verdad es que hace rato llevo pensando en escribir algo así. Veremos que tal resulta… ¿qué les pareció a ustedes, por cierto? Es la primera vez que escribo algo "angustioso", si es que puede llamarse así :/
Mah… ya me dirán ;)
¡Hasta lueguito! Muchos besos de frambuesa para todos :D
