Corre por aquel oscuro callejón, con su diestra sobre su hombro izquierdo. Quiere detenerse. Recargarse sobre aquella pared y dejar que aquel que le persigue por fin termine con todo. El dolor que siente es demasiado. No sólo el físico. Quiere que todo acabe ya.

"Tienes que ir por Sam..."

La voz de su padre aún resuena en su mente. Aprieta los ojos y respira hondo para tratar de controlar su respiración y así guardar el mayor silencio posible. Sin embargo, los charcos de agua no ayudan en nada, pues va pisando uno de vez en cuando mientras sigue corriendo. La única luz que ilumina se encuentra a metros de distancia y con la sangre que escurre de su frente no puede abrir los ojos con facilidad. Está perdido. Lo sabe. Pero no va a rendirse tan rápido. Su hermano pequeño lo está esperando en un hotel no muy lejos de ahí. Le prometió a Sam que, pasara lo que pasara, él lo cuidaría. Y justo antes de que ese tipo le metiera una bala en la frente a su padre, le hizo jurar que cuidaría de Sam. Ahora, ese pequeño es todo lo que Dean tiene.

Sal de ahí, pequeño bobalicón— La voz que escucha le produce escalofrios. Da un vistazo atrás, encontrandose con aquella diabólica sonrisa desde el auto polarizado.—Creí que John los había educado mejor.

Corre más rápido, como nunca en su corta vida, saliendo del callejón después de lo que pareció una eternidad. ¿Debería correr directo al hotel? El tipo de ojos miel, casi amarillo va tras él con quien sabe cuantos más. Los estaría llevando directo a su hermano y entonces ambos estarían perdidos. Si va a otro lugar al menos puede asegurarse que Sammy estará bien.

Dobla en dirección opuesta al hotel, tratando de tirar botes de basura, anuncios nocturnos. Lo que sea que sirva como obstaculos a aquellos que corren tras él, sin mucho éxito. Después de todo, es sólo un niño de 8 años. Un disparo suena demasiado cerca de él, y no sabe como es que lo ha esquivado, porque ha dado directamente al auto que estaba rozandole al pasar.

Un auto sale en la calle siguiente. Trata de ir en otra dirección, pero uno más aparece entonces y sabe que no hay escapatoria. Estará muerto en menos de 10 minutos.

¿De verdad creíste que escaparías? ¡Ja!— Azazel (así escuchó a su padre llamar a ese hombre) baja del auto. Parecería una persona cualquiera, con aquella pinta de una persona normal más. Es sólo su mirada llena de diversión al causar dolor a los demás que delata el terrible homicida que se esconde tras esa sonrisa. Le observa sacar una pistola mientras 3 tipos lo redean. Quiere llorar. Quiere gritar. Quiere que John esté con él.

Pero está solo.

Su hombro aclama alivio para el terrible dolor que está sintiendo. Seguramente lo han dislocado.

Te daré dos opciones.— Suelta de pronto Azazel. Se acerca a Dean lentamente, alzando el arma que ha sacado de su bolsillo. Escucha cuando le quita el seguro. Lo único en lo que puede pensar es Sam. En especial cuando ese maldito bastardo pone la pistola contra su cabeza, en su sien.— Vas a decirme donde está ese mocoso, y quizá te deje vivir; o bien. Te mataré aquí mismo y lo encontaré yo solo.
Dean aprieta su mano contra la herida en su hombro. Jamás ha sentido tanta impotencia ni miedo en toda su corta vida.

Jódete.— Puede que Dean se un niño, pero tiene prioridades. Cuidar de Sam a pesar de todo, por ejemplo.

Hágase tu voluntad.— Le responde Azazel con burla y diversión. Dean cierra los ojos, esperando el momento en que todo se vuelva oscuro.

La luz en la lampara del poste parpadea.
Un trueno suena a lo lejos.
Una gota de lluvia cae en la nuca de Dean.
Y el disparo suena por toda la calle.