Ambos Caballeros de Virgo.
Shaka, sentado entre distintas telas sedosas y vivamente coloridas, alzó la cabeza hacia la entrada de su templo, aun teniendo los ojos cerrados al completo, presentía un suave cosmos que se adentraba a cada segundo más en su territorio, un cosmos que traspasaba los límites de lo permitido, más el visitante había accedido infinitas veces anteriormente, con lo que el guardián continuó con su preciada meditación.
Tímidamente, como de costumbre, se adentraba el caballero de Andrómeda en el templo de La Virgen. Con cautela daba cada paso, como esperando que algo o alguien le sorprendiera por el camino y sus ojos verdes se mantenían en alerta aunque no hubiera razón cualquiera para tal. Paseaba por el templo de su nuevo maestro, con lo cual, lo lógico hubiera sido el no temer a nada que pudiese cruzársele, pero no era ese el caso, si no más bien lo opuesto. Aún no había tenido razón por la que desconfiar de el caballero guardián, mas tampoco había demostrado éste que podíase confiar plenamente en él, con lo que, ridículamente o no, Shun prefería mantenerse impasible ante nada que pudiera sorprenderle.
No hace ni un año que Shaka había decidido admitir a Andrómeda como su pupilo, ya fuera porque él lo deseara personalmente, o porque su astuta y egoística mente le planteara la posibilidad de poder tener a un joven bajo su mando para cualquiera de sus necesidades, había tomado bajo su responsabilidad la educación y el entrenamiento del joven Shun, para otorgarle cuando le pareciera adecuando el puesto que él ocupaba: Caballero dorado de Virgo, y protector del templo que tal título significaba, el de La Virgen; la pureza y belleza en todos los posibles términos. Aún quedaba para que aquel grandioso día se aproximara, y de eso tanto maestro como aprendiz eran conscientes, pero no había día de descanso en el camino hacia tal sitio glorioso como es el ser nombrado protector dorado de Atenea, y el esfuerzo demostrado por Shun era tan inmenso que cualquier duda que Virgo pudiera haber poseído anteriormente se había disipado por completo, dejando tan sólo unos enormes ánimos por instruir y adiestrar por parte del maestre, y de aprender por parte del discípulo.
-Presiento tu llegada, joven Shun, dime pues, qué deseas, ya que habíamos acordado vernos después de la puesta de sol, no antes. –Su posición abstraída de meditación seguía intacta, y sus ojos, aún cerrados, parecían ver a través de sus párpados.
-Maestro, siento profundamente molestarle, pero la intranquilidad no me permite pensar con claramente, y la curiosidad me corroe sin poder yo controlarla- Sus palabras, anteriormente estudiadas, sonaban con eco entre las columnas del templo, bellamente adornado.
-Cuéntame qué te preocupa, estimado pupilo mío, pues tus incertidumbres me causan preocupación al igual que a ti. –Su consoladora voz consiguió disminuir ligeramente la indecisión con la que Shun había llegado.
-Las últimas noches he soñado con mis hermanos, todos ellos. El sueño se ha repetido ya media docena de veces, con más claridad cada una de ellas, y me asusta pensar que algo pudiera significar.
Shaka dejó su meditación y giró su cuerpo con totalidad hacia su aprendiz. Con la mano derecha ofreció a éste el sentarse a su lado, sobre las coloridas telas. Shun, sentándose como le había sido indicado, respiró lenta y suavemente, para luego tomar la posición que tenía su superior. Con las piernas ya cruzadas y la columna posicionada rectamente en su totalidad, esperó.
-Prosigue. Pronunció la palabra con cierta curiosidad.
-Comenzaré por la primera noche.- Observaba con detenimiento a aquel que tenía delante, como esperando ver en su rostro alguna reacción. – Se me aparece en la mente una habitación oscura, pareciera pintada de negro al completo. Me encuentro solo, y no distingo nada entre la masa azabache anteriormente mencionada, hasta que, poco a poco, e individualmente van apareciendo mis hermanos, cada uno por una distinta dirección, hasta estar todos a mi alrededor. Sus ojos muestran un vil brillo que hace que se me congele la sangre. No son ellos, mas no hay nada que les diferencie, sino que lo presiento con la intuición. –Tomó aire para proseguir. –Me rodean sin dejar espacio entre ellos, para luego acercarse hacia mí. Llevan todos sus respectivas armaduras, mas Seiya y Hyoga por una razón que desconozco poseen las doradas de acuario y sagitario. Se adelantan ambos ante las miradas inquietantes de mis demás hermanos y con dos golpes secos me atraviesan el tórax con sus puños, uno desde la espalda, el otro desde el pecho. Al sacarlos, caigo al asfalto temblando, mientras ellos, incluyendo aquellos que mientras el ataque era ejecutado observaban curiosamente, ríen desenfrenadamente. La habitación entonces adquiere un color blanquecino y los caballeros desaparecen para…para aparecer en su lugar usted, maestro.
-Continúa Shun, y haz el favor de detallar al máximo.- Más que curiosidad, era ya inquietud lo que el tono de voz denotaba.
-Sí. No resta mucho para el final, de todas maneras.- Sonrió.- Como mencioné, aparece usted, rodeado de una luz brillantemente dorada, el cual parece su cosmos, que crece a cada segundo. Va acercándose a mí, mas las fuerzas que al parecer me quedan en el cuerpo no son suficientes para resistir hasta su llegada. Noto como el último suspiro se escapa por entre mis labios, y mis ojos se cierran lentamente, para luego desaparecer entre el resplandor del aire.- Bajó la mirada hacia el suelo, como esperando la reacción de Shaka.
El caballero dorado se había levantado, y se encontraba a unos metros de Andrómeda.
-No consigo encontrar explicación alguna para lo que me acabas de relatar, Shun, y menos aún para el hecho de que el sueño sea tan repetitivo. Lo más normal que consigo pensar es que tu subconsciente está realmente preocupado o afectado por alguna acción pasada que llegar a traumatizarte interiormente, y por ello intenté ahora protegerte ante el familiarismo y el compañerismo que te fueron otorgados por tus compañeros dorados y hermanos. Reflexionaré sobre todo lo dicho anteriormente, y para mañana prometo tener para contar alguna racional y creíble explicación que logre calmar y tranquilizar tu ansiedad y preocupación. –No parecía tranquilo con lo dicho, mas no se podía permitir mostrar ante su pupilo nada inferior a eterna despreocupación y confianza en el destino.
Shun observaba a su predecesor con admiración, mas no creía completamente la tranquilidad que aparentaba poseer.
-Confío en usted. –Comentó levantándose.
-Dejemos este desagradable e inquieto tema, ya que el sol en poco se pone, y para entonces debemos estar listos para el entrenamiento diario.
-Si, estoy de acuerdo, creo que iré a por mi armadura. –Respondió Andrómeda.
-Bien, esperaré en el monte tu llegada joven.- Dio la espalda a su alumno y se adentró en sus aposentos, con nada más que oscuros pensamientos volateando entre sus demás preocupaciones.
Shun abandonó el templo de La Virgen con la esperanza de poder aclarar con alguna explicación de Shaka su perturbada mente.
