Disclaimer: Los personajes no son de mi pertenencia.
AU
Sonrisas en la tormenta
Los truenos y relámpagos azotaban la ciudad, y los cántaros de lluvia se precipitaban desde las lúgubres nubes negras que recubrían el cielo a casi medianoche.
Un cuerpo pequeño se estremecía ante las desfavorables condiciones climáticas, encogiéndose y abrazándose, sentado sobre un pequeño escalón, aproximadamente a un metro de distancia de la puerta perteneciente a una gran antigua casona.
La humedad de su rostro se confundía entre lágrimas y el diluvio. Desde su garganta se escapaban suaves sollozos y gemidos lastimeros. Sus ojos no poseían aquel brillo singular. De aquella mirada carmesí, sólo se traslucía abandono, depresión, angustia.
Un par de ojos azul cielo se asomaron a través de una de las ventanas de la casona. Observó con curiosidad a ese niño de cabellera lavanda. Creyó que podría pasar frío. Se colocó un abrigo color verde oscuro, y tomó cuidadosamente un paraguas.
Abrió la puerta; el chirrido ocasionado por la vieja madera llamó la atención del otro pequeño. Notó al infante abriendo el paraguas, y a pasos cortos tomó asiento al lado del primero, cubriendo a ambos de la lluvia.
El pequeño observó de reojo al niño del paraguas. Algunas gotas se escurrían desde la sombrilla, recayendo en sus cabellos dorados. Notó, de igual manera, que aquel ojiazul era, evidentemente, más pequeño y quizá un año menor que él. Ambas miradas infantiles se conectaron en el instante que el rubio descubrió a su compañero observándolo. Sonrió. Él intentó devolverle el gesto, no obstante, sólo consiguió dibujar una mueva cargada de tristeza. El menor curvó las cejas, y para otorgarle confianza, posó la mano sobre una de las contrarias.
— ¿Por qué lloras? — se atrevió a preguntar con inocencia.
El interrogado bajó levemente la mirada.
— Estoy solo — respondió.
El rubio se sorprendió. Sin embargo, le dedicó la mejor de sus sonrisas.
— Ya no lo estás — susurró, juntando sus labios a la mejilla contraria, sólo como un gesto de ternura.
Eso último provocó un tenue rubor en las mejillas pertenecientes al de cabellera lavanda, y posteriormente, su única sonrisa sincera.
Con un titubeo, abrazó a aquel rubio acompañante con algo de necesidad y falto de apoyo, siendo correspondido por éste.
— Mis padres se fueron el día de hoy — murmuró.
EL más pequeño jadeó por la sorpresa, y clavó su mirada centelleante en los ojos rubí.
— Yo nunca los tuve.
Ambos se miraron unos segundos más, con tristes sonrisas dibujadas en los rostros.
Se me ocurrió en clase n_nU
Es shounen-ai...creo.
Gracias por leer :D
