METAMORFOSIS

Disclaimer; Esta historia no ha sido realizada o aprobada por ninguna persona o entidad relacionada con las obras originales o licenciadas de Stepehnie Meyer


No me agradaba mucho la idea de cazar personas, pero, tal y como me lo había replanteado varias veces, eran ellos o nosotros. Ellos no dudaban cazarnos, ¿entonces por que yo debería dudar en cazarlos? No, no debía dudar. Debía hacerlo. Tenía que hacerlo.

Los había localizado en una cloaca, y estaba totalmente seguro de que estos eran verdaderos vampiros. Por su culpa varios habían muerto. Tanto los pobres cándidos que habían sido sus victimas como el grupo de inocentes que habían sido cruelmente acusados y condenados. Simplemente su estancia había causado muerte. Era hora de que partieran. No estaba seguro de si con eso me refería a que abandonaran el pueblo o éste mundo. Nunca me he caracterizado por ser un ser desalmado, pero no importara cuanto luchara por deshacerme del pensamiento, lo mejor sería acabar con ellos para siempre.

Decidí hacerlo a mi manera, dejando a mi padre fuera de ésto, y guíe a un grupo de mis compañeros en la oscuridad de la nublada noche hacia la cloaca donde había visto a uno de aquellos monstruos aparecer. Ahora que lo pienso, no fue una muy brillante idea intentar enfrentarnos a ellos teniendo una clara desventaja solo con nuestras antorchas iluminando nuestro camino.

- Síganme y estén atentos – le susurré a mi bastante numeroso grupo mientras doblábamos la esquinar y nos dirigíamos con sigilo hacia la cloaca.

Me sorprendió que mientras nos acecabamos, pude divisar una débil figura a débil luz de luna, que apenas lograban atravesar las espesas nubes.

Era uno de ellos. Un vampiro. Me congelé en mi lugar, y mi grupo me imitó. Ni siquiera nos atrevimos a respirar, teniendo que aquella necesidad nos delatara.

El vampiro ni se molesto en voltearse en vernos, aunque nos había percibido. Simplemente gritó algo en un idioma que en su momento no logre comprender y al cabo de algunos años descubrí que fue latín. Pero a pesar de no entenderle, supe que estaba avisando al resto de su aquelarre.

- ¡Se escapa! – gritó Jack, uno de mis amigos, mientras el ser se deslizaba con velocidad entre las calles, hacia los callejones.

No dudamos ni en segundo en correr tras él, gracias a mis largas piernas y juvenil energía yo a la cabeza del grupo con algunos muchachos más casi pisándome los talones.

Nos dispersamos en la carrera. El resto del grupo se quedó muy detras, mientras Jack, los mellizos Smith y yo nos adentrabamos en el cajellón donde habíamos visto al ser meterse.

- Desapareció - Jack gruñó, mientras miraba alrededor iluminando cada rincón oscuro con su tea.

Los mellizos maldijeron por lo bajo, pero antes de que yo pudiera sugerir ir a buscar a los demás e intentar rastrear al vampiro, un escalofriante silbido cortó afiladamente el silencio y, de la nada, aquel monstruo apareció, sus ojos carmesí consumidos por el hambre. Todo apenas nos dio tiempo de pensar. En cuanto asimilé lo que ocurría, ya tenía al vampiro sobre mí, sus dientes precionados contra mi cuello, alimentándose de mi sangre.

Abrí la boca en un atento de gritar, en vano.

- ¡Suéltalo, asqueroso bichejo! – pude oír la ronca voz de Jack distante mientras veía repentinamente una llama en el hombre del vampiro. El ser me soltó para chillar y gruñir. Enseñando aterradormente los dientes, se volteó y sacudió con facilidad los Smith, quienes habían estado intentando quitármelo de encima.

Atónito, vi como con un movimiento casi invisible de su brazo los golpeaba a ambos y los estampaba contra la pared con tanta fuerza varios de sus huesos se rompieron audiblemente y cayeron muertos en la calle mientras la lluvia comenzaba a caer.

El vampiro se dirigió lentamente hacia Jack, acechándolo. Apreté mi mano contra la herida en mi cuello, sintiendo como todo se volvía mas confuso y nublado. Luché contra la inconsciencia. Si llegaba a desmayarme allí, mi vida y la de mi amigo terminarían sin duda alguna.

El vampiro saltó con una inhumana fuerza y velocidad sobre Jack, quien forcejeó en vano mientras el ser se alimentaba tal y como había hecho conmigo.

Algo dentro de mi pecho comenzó a calentarse, pero apenas le preste atención mientras intentaba levantarme y dirigirme hacia el vampiro y Jack. No podía dejarlo así, viéndolo aún luchando y gimiendo. Aún vivo mientras ese ser le succionaba la vida.

Pero antes de que lograra pararme, el vampiro levantó su cabeza de su aún dispuesta a luchar victima. Me quede inmóvil mientras oía lo mismo que aquel ser; el resto de la turba se acercaba. Podíamos oírles gritar.

Con un gruñido, cargó a mi amigo sobre su hombro y, sin siquiera dignarse a mirarme, huyó velozmente.

- ¡Jack! – apenas pude gritar, pero pronto lleve mis brazos a mi torso y me abracé mientras el calor en mi pecho incrementaba hasta quemarme. Solo entonces logré comprender que había sido mordido por un vampiro; que me convertiría.

Tirando contra una pared en un callejón vacío mientras llovía fuertemente casi ni se me podía ver, cosa que agradecí mientras el resto del grupo corría por mi lado sin notarme, tras el vampiro que ya les había sacado bastante ventaja.

Un cuarto de los hombres de la turba se quedó atrás para cargar a los mellizos que el vampiro había asesinado frente a mis ojos. Con esfuerzo, reprimí mis gritos de agonía mientras esperaba impaciente que me abandonaran en ese callejón lo antes posible.

En cuanto lo hicieron, tardé bastante en que mi mente pudiera superar mi estado, que mis miembros respondieran a las órdenes de mi cabeza. Estaba siendo quemado en vida, en una hoguera de agresivas e insoportables llamas que la furiosa lluvia que caía sobre mi no lograban apagar.

Aun no logró comprender como pude arrastrarme hasta un cercano sótano. Pero lo cierto es que lo hice, y me oculté en las sombras de alejado rincón, entre una gran montaña de patatas podridas.

Soporté mi tortura lo mejor que pude, en silencio, apretado con tal fuerza mi camisa esperando así no gritar hasta hacerla casi jirones.

El dolor, las llamas, la desesperación y el pánico me estaban por volver loco cuando todo acabó. El dolor comenzó a abandonarme, como una madre que abandona a su hijo recién nacido, con todo una vida nueva por delante, en un mundo aterrador.

Un mundo que me perseguiría y no descansaría hasta darme muerte.

Mmmm... No descansaría hasta darme muerte.

Bueno, entonces haría las cosas más simples para el mundo. Buscaría la muerte yo mismo. Eso era lo único que tenía sentido entonces. Lo único que me impulsó a vivir un poco más donde ya nada me quedaba, habiéndome convertido en un monstruo; la esperanza de saber que tenía una salida.

Una esperanza casi utópica.