Atrapados en un ascensor… otra vez
¿Lo recuerdas? Aquella vez, cuándo solo teníamos 10 años, que nos quedamos encerrados en aquel ascensor. Tan solo hace unos años, pero la vida ha cambiado mucho para todos. Por suerte ha sido para mejor. Tú y yo estamos juntos ahora, hemos podido superar el problema de la distancia mientras estábamos separados y ahora que estamos juntos, en el mismo país, desde hace seis meses soy la persona más feliz del mundo. Siento no poder demostrártelo tanto cómo te mereces. Mi timidez es uno de mis grandes problemas, igual que también lo era por aquel entonces. Ahora estamos igual que aquella vez, encerrados a oscuras en un ascensor, solos tú y yo, únicamente acompañados por la oscuridad y el sonido de nuestras respiraciones. A diferencia de aquella vez, ahora no hay nadie esperándonos fuera. Y esta vez, el hecho de que el ascensor se pare no ha sido a causa de ningún incidente mágico.
Tenemos un asunto pendiente. Esta mañana, cuando te armaste de valor y me preguntaste si querría salir contigo el domingo, me sorprendiste, pero también hiciste que me enamorara un poquito más de ti. Es una pena que el timbre nos interrumpiera. Ahora, casi tres horas después, creo que voy a contestarte. Voy a hacerlo porque te quiero. Porque creo que te mereces que te conteste. Porque sé que te mueres de impaciencia por que conteste, pero no me preguntas, porque al igual que yo, tienes vergüenza. Por miles de razones más que no pienso recitarme ahora mismo. Tengo que darte una respuesta, y voy a hacerlo ahora mismo, pero primero tengo que encontrarte en medio de esta oscuridad…
Ya te tengo, te encontré. Te abrazo por la espalda, sintiendo tu cuerpo contra el mío, el ritmo de tu corazón, acelerado al notar que estoy detrás de ti. Te giras entre mis brazos y me abrazas. Nos quedamos en silencio, quietos, expresando nuestro amor. Siento que tengo que contestarte, porque aunque parezca una nimiedad, se que has hecho un gran esfuerzo al pedirme una cita para San Valentín. Me armo de valor y me acerco a tu oreja, noto que contienes el aliento y sonrío en medio de la oscuridad que nos envuelve. Ya ha llegado el momento…
- Te quiero. Lo sabes, ¿No? – Te susurro
- Igual que yo te quiero a ti – Me susurras en contestación.
- Pues… Verás… Me gustaría decirte que sí – Continuamos en este juego de susurros.
- ¿Eh? ¿De qué hablas?
- Bueno, esta mañana tú me has preguntado si querría quedar contigo el sábado. ¿Has cambiado de opinión?
- ¡Ah, eso! No, no he cambiado de opinión
- Pues mi respuesta a esa pregunta es que sí. Sí que me gustaría salir contigo este sábado.
- Me alegro. Me alegro mucho…
Entonces me abrazas más fuerte. Noto tu aliento cerca de mi boca. Sé que me vas a besar y me encanta cada vez que lo haces. Debido a nuestra naturaleza tímida, no es que nos besemos precisamente mucho. Nos besamos. Una y otra vez hasta que nos quedamos sin aire. Cuando finalmente nos separamos, te vuelves a acercar a mi oreja y me susurras:
- Te quiero… ¿Sabes? Este ascensor me recuerda a aquella vez que nos quedamos encerrados hace unos años. ¿Te acuerdas?
