¡Hola seres del mal! Hoy es una ocasión especial ya es el cumpleaños de mi hermana del mal, lectora fiel y excelente escritora ¡GeishaPax! *Aplausos*
Antes que nada, muchas felicidades, sabes que se te quiere, la maldad nos une y…y…y *se seca las lágrimas y llora* jajaja bueno un año más buena vibra y los mejores deseos en tu día querida amiga! Y por ser tu cumple te tengo tres noticias. Una buena, una rara y una fea jajaja.
La buena es que aquí está tu regalo.
La rara es que es un crossover y es la primera vez que hago esto. *OMG* D:
Y la fea es que por más que intenté reducir las palabras para que esta historia fuera un one shot, no pude, además de que tengo carga excesiva de trabajo en fics, sólo tengo tu primer capítulo de esta historia, pero prometo actualizarla (De hecho la llevo avanzada pero aún no termino)
En fin, ya me extendí demasiado y supongo que te estás preguntando qué carajos he hecho o de cual me fume, así que no te quito más tiempo toma tu cerveza y abrazo de cumpleaños y ¡a leer!
DESCARGO DE RESPONSABILIDAD: RESIDENT EVIL Y ASSASSIN'S CREED PERTENECEN A CAPCOM RESPECTIVAMENTE, SÓLO LAS IDEAS Y TRAMA ORIGINALES DE ESTA HISTORIA ME PERTENECEN.
FANFIC: DEJA VU
Apenas y podía creerlo, era como un sueño vuelto realidad. Para una artista como ella era no sólo una oportunidad de cultivarse de inspiración para sus obras futuras, sino de también ver de cerca a sus musas personales. La exposición de arte de la Italia renacentista que se llevaría a cabo en el lujoso hotel "Magic Dream" era un evento de élite en cuanto al ámbito artístico se trataba y ella estaba invitada. No tenía idea de cómo lo hizo pero él lo logró.
Leon sabía lo mucho que ella anhelaba asistir a tan exclusivo acontecimiento y moviéndose por toda la ciudad, —y ¿por qué no? también haciendo uso de sus influencias— consiguió una invitación para su prometida; Claire Redfield.
No hace falta mencionar la mueca de felicidad y la ilusión en los ojos azules de la pelirroja cuando se enteró que podría asistir a la exposición. Leon amaba verla feliz y volvería a pasar mil apuros con tal de verla sonreír de esa manera siempre.
Ahora sólo era cuestión de tiempo, Claire solo tenía que dormir unas horas más para que amaneciera y se encontrara con las más selectas obras de arte que cautivaron al mundo; Da Vinci, Miguel Ángel, entre otros.
—Cielo, trata de dormir, o mañana te quedarás dormida a media exposición. —Dijo Leon con voz pastosa al sentir como la Redfield revoloteaba entre las sábanas, sin poder conciliar el sueño.
—Lo intento, pero no puedo.
En efecto, la chiquilla no lograba pegar los ojos. Estaba más emocionada que una niña en la noche de Navidad a la espera de Santa Claus.
—Cuenta ovejas, cariño… —Comentó el rubio con los párpados pesados de sueño.
Claire se dio la vuelta y se cubrió hasta los hombros con la manta. Su compañero estaba cansado y ella con su inquietud no lo dejaba dormir. Entonces decidió quedarse quieta y comenzar a contar corderos mentalmente.
"Una oveja, dos ovejas, tres ovejas…"
Así siguió por un buen rato hasta que llegó a la oveja número ciento noventa y seis. Al parecer sus esfuerzos habían sido inútiles.
Pasó todavía una hora más en la que permaneció sin moverse para no molestar a su prometido, hasta que finalmente sintió como sus ojos se fueron cansando poco a poco y finalmente se dejó caer en los brazos de Morfeo.
Los rayos del sol se colaban a través de las ventanas. Supuso que ya era bien de mañana porque comenzó a sentir sus párpados calentarse y tornarse de color rojo. No quería levantarse todavía a causa de la desvelada de unas horas antes, y se vio tentada a descansar un poco más. Entonces recordó que hoy era el gran día.
Abrió los ojos de golpe y se levantó de la cama con emoción, dispuesta a meterse en la regadera para iniciar de la mejor manera esa ocasión tan especial.
De repente, cuando miró a su alrededor, notó que algo andaba mal.
Esa no era su cama, tampoco su habitación y Leon no estaba por ningún lado. Observó detalladamente el lugar y definitivamente no se parecía ni un poco a su hogar. Las paredes estaban decoradas con tapiz de diseños en dorado y tintes rojizos, en el suelo había una enorme alfombra persa y de las ventanas gruesas cortinas de lino…
Se sentó sobre la cama para tallarse los ojos con los puños, creyendo que todo era producto de alguna alucinación matutina, pero no era así.
"¿Dónde demonios estoy?" Se dijo a sí misma la pelirroja mirando con los ojos muy abiertos el mobiliario de la alcoba. Todo era tan extraño, no parecía real, ni mucho menos creíble, parecía estar… En otra época.
"No, eso es una estupidez." Se reprendió interiormente pensando que estaba empezando a desvariar.
Comenzó a sentir una opresión en la cintura que le estaba dificultando la respiración, y fue que notó que para variar, también portaba ropa extraña. ¿Qué carajo llevaba puesto? ¿Eso era un corsé? La chica comenzó a palpar su abdomen y sintió allí la fina tela blanca junto con las varillas metálicas apretando su estómago.
Se puso de pie enseguida y miró que también llevaba unos extraños pantaloncillos ligeros que supuso se trataban de sus calzoncillos. ¿Pero qué clase de ropa era esta? ¿Era acaso una broma auspiciada por Leon y durante la noche la había vestido con la ropa interior de su tatarabuela para después trasladarla a la habitación de un hotel colonial? Sí, eso debía ser, no había otra explicación lógica.
—Bien, Leon. ¿Dónde estás? Por poco logras asustarme. —Dijo la pelirroja en voz alta, poniéndose de pie sobre la alfombra.
Pero su llamado no obtuvo respuesta.
—Muy gracioso, Leon. Ya deja de esconderte. —Volvió a llamar la Redfield, comenzando a creer que la broma ya había dejado de ser graciosa.
Se agachó debajo de la cama con dosel para detectar algún tipo de evidencia y no encontró nada. Dirigiéndose a una puerta lateral que abrió con un poco dificultad, descubrió que no se trataba de un pasillo como había imaginado en primera instancia, sino de un baño de proporciones colosales, donde había un inodoro, una bañera donde fácilmente podrían caber cuatro personas y más muebles de estilo antiguo. Bien, estaba comenzando a asustarse.
Trató de mantener la calma y suspiró hondo antes de ponerse realmente histérica. Juró que si esto era una broma y encontraba a Leon carcajeándose en algún rincón del lugar, lo haría creer que las plagas no eran lo peor a lo que se hubiese enfrentado en su vida. Inspeccionó todo el lugar a detalle y sólo le faltaba revisar el enorme ropero de madera fina que estaba en la recámara principal.
Despegó las puertas de ese viejo guardarropa y no pudo evitar pegar un salto del susto, cuando sólo halló ahí varios vestidos largos y zapatos extraños que parecían botines de tacón alto.
Ahora todo ya se había salido de control. Sintiendo que el corazón se le iba a salir del pecho a causa del miedo que la comenzó a invadir. Como última esperanza, abrió de par en par las ventanas de la habitación, esperando encontrar afuera alguna piscina que indicara que el sitio se trataba de un hotel… Y no fue así.
Se llevó ambas manos a la boca para contener el grito que se había formado en su garganta.
"¡Dónde estoy!"
No daba crédito a lo que sus ojos veían. Estaba frente a una ciudad perfectamente trazada y decorada en colores rojizos y amarillentos. Las construcciones eran preciosas con detalles tallados en las fachadas. Los respectivos balcones estaban cubiertos por un techo de teja de color rojo y flores colgantes adornaban los barandales. Abajo, en las calles, la gente había comenzado sus actividades, con comerciantes ambulantes que vendían comestibles y vasijas, hombres que vestían armaduras de acero que cabalgaban finos caballos de pelaje brillante y finalmente esa gente que vestía esos atuendos tan raros, con vestidos de seda y camisas holgadas… Encima de la arquitectura renacentista, notó el estilo gótico de una construcción que sobresalía sobre las demás. Una cúpula gigante de colores llamativos se asomaba gloriosa compitiendo con la belleza del cielo azul… Entonces Claire descubrió gracias a sus estudios de arte que ese edificio le era bastante conocido; se trataba de la Catedral de Santa María del Fiore…
"Un momento, ¿Catedral de Santa María del Fiore? Florencia… ¡Esto es Italia!"
Esas ropas, ese estilo de vida, incluso la habitación… Definitivamente, algo no andaba bien.
Todavía no asimilaba lo que estaba pasando cuando alguien entró en el aposento.
— ¡¿Qué haces asomándote por la ventana en ropa interior?! —Gritó una mujer mayor que se apresuró a cerrar las ventanas y quitar de allí a Claire.
—Te has levantado bastante tarde y no le dará tiempo de arreglarse para la comida con los Medici.
"¿Medici? ¿Estaba hablando de la familia Medici de Florencia?" Pensó Claire sin decir nada.
—Tu padre se pondrá furioso cuando mire que ya casi da el medio día y sigues en ropa interior.
"¿Mi padre? ¿Pero qué carajo? ¡Mi padre murió hace años en Raccoon City junto con mi madre!"
— ¿Me has escuchado, Cristina?
"¿Cristina?"
— Yo no soy Cristina, mi nombre es Claire. —Habló por primera vez la Redfield estando aún confundida.
La mujer la ignoró. Se dirigió directamente al ropero para sacar un vestido largo de manga larga en color verde oscuro con dorado.
Cuando sacó el atuendo, la mucama hizo subir a la pelirroja a un pequeño taburete de madera y comenzó a colocarle el vestido por la cabeza.
—Aguarde un minuto, ya le dije que me está confundiendo. Mi nombre no es Cristina, yo me llamo Claire. — Insistió la pelirroja mientras la mucama le acomodaba una de las mangas por los hombros.
La regordeta dama se le quedó mirando fijamente, como si la chica hubiese enloquecida.
—Cristina, ya estás desvariando por la falta de alimento a estas horas. Seguramente esas desveladas también te han nublado el juicio. —Reprendió la señora y continuó acomodando la falda del vestido de la pelirroja. —No creas que no me he dado cuenta que el chico de los Auditore ha estado rondándote por las noches. Si tu padre se entera de esas visitas nocturnas ¡Por San Gimignano que a él lo muele a palos y a ti te encierra en un convento!
Definitivamente algo no estaba bien. Esa no era su casa, aquella no era su ropa y por supuesto que su nombre no era Cristina. ¿Qué rayos había pasado?
La pelirroja iba a seguir protestando cuando sintió las manos frías de la mujer en su espalda cuando esta comenzó a tirar de los listones del corsé.
—Sume la barriga o ya verás que no entras en ese vestido.
Y antes de que ella pudiera siquiera contener el aire, la mujer jaló de las finas agujetas logrando sacarle el aire de un solo golpe. Con destreza la mucama anudó los cordones del corsé dejando a Claire con una cintura igual a la de una avispa. En un santiamén la señora terminó de vestir a la chica de ojos azules, necesitando poco de su cooperación ya que la manejaba como si fuese una muñeca de tamaño real.
—Ya decía yo que los vestidos de Venecia eran los mejores de toda Italia. Los sastres se surten con mercaderes egipcios y en sus talleres es que logran fabricar estas bellezas. ¡Mírate nada más! ¡Por algo Boticelli te eligió a ti como modelo para sus pinturas y no a la flacucha pantorrillas de cuervo, esa tal Viola de Pazzi! ¡Esa chiquilla es igual de alzada y chocante que su padre y hermanos!
Un momento. ¿La mujer había mencionado a Boticelli?
Claire volvió a hundirse en sus pensamientos al escuchar de los labios de aquella dama el nombre de uno de sus pintores favoritos, y de repente un jalón de cabellos la sacó de su trance.
— ¡Auch! —Se quejó la pelirroja cuando la mucama deshizo bruscamente un nudo de su cabello.
—Te he dicho que trences tu cabello antes de dormir o amanecerás con el cabello hecho un nido de golondrinas. —La reprendió mientras continuó cepillando su cabello.
La de mayor edad continuó parloteando sobre cosas que la Redfield entendía poco o nada, mientras ella permaneció en silencio tratando de asimilar lo que pasaba.
—Ya estás. Mira que linda quedaste.
Claire se miró en un enorme espejo ovalado que estaba junto al tocador. En verdad se veía preciosa. El vestido color verde oscuro se ajustaba perfecto a su cintura esbelta y resaltaba las caderas anchas. El efecto del corsé le había levantado aún más el busto haciendo que se viera aún más grande y luciera perfecto el escote bordado con hilos dorados. La manga larga cubría por completo sus brazos delgados y para terminar, la mucama la había peinado con una trenza que ataba la mitad de su cabello pelirrojo, haciendo que la otra parte de su melena le cayera suelta en la espalda.
La de más edad le ordenó que se sentase para colocarle unos zapatos de cordones y mientras hacía su trabajo, Claire con inseguridad y un presentimiento oprimiéndole el pecho, le preguntó:
— ¿Qué año es?
—De verdad que hoy has amanecido boba… —Respondió la mujer interrumpiéndose de acomodar sus zapatos. — ¿En qué año iba a ser? Estamos en 1476…
A/N: ¿Y bien? ¿Qué opinan? ¿Esto es lo mío o ya debo de dejar de comer tantas galletas? Es la primera vez que hago un cross no me crucifiquen tan feo :c Aún les debo más capítulos…
GeishaPax esta historia es para ti porque sé que amas a RE y AC tanto como yo y cuando pensé en un regalo dije why not? Espero y no te haya defraudado.
Quiero agradecer infinitamente a AdrianaSnapeHouse por revisar pacientemente esta historia y también a Frozenheart7 por sus consejos y opiniones. Sin ellas definitivamente no me hubiera aventado al ruedo, jajaja…
Su opinión es importante para mí, así que cualquier duda, queja o sugerencia, son libres de expresarse en los reviews.
De nuevo muchas felicidades GeishaPax que pases un día chévere y nos leemos en el siguiente episodio.
¡Besos y abrazos everywhere!
