LilEvans: Historia modificada, corregida y (creo) mejorada debido a la publicación de la secuela: "Hacia Nuestro Destino".

Este fic lo subí hace algunos años, cuando todavía no se sabía casi nada de las familias Black y Potter. Ante los nuevos datos explicados a lo largo de los últimos libros, y ante los nuevos datos ofrecidos por Rowling al acabar el séptimo, he decidido modificar nombres y hechos para ceñirme más a la verdadera historia.

Espero que os guste.


COSAS DEL DESTINO:

Era una caldeada noche de Julio en las afueras de Londres. Los árboles de un pequeño bosque se agitaban con el fuerte viento. Un muchacho de unos 16 años paseaba bajo ellos en dirección a una enorme mansión. Era un muchacho muy alto y apuesto; sus ojos grises observaban con melancolía a su alrededor, y su negro pelo, que le llegaba por los hombros, se agitaba tras él mecido por el viento. Su nombre era Sirius Black, y acababa de terminar el 6º curso en el prestigioso colegio Hogwarts, de Magia y Hechicería. Sirius suspiró preocupado mientras llegaba a la puerta de la mansión que su familia usaba en verano. Su padre le había llamado, y él creía imaginar por qué... aunque esperaba que sus temores fueran infundados. Un elfo doméstico le abrió la puerta.

-Su padre le espera, amo Sirius. -susurró con una maligna sonrisa.- Le llevaré hasta él.

-Piérdete, Kreacher. -dijo Sirius observando con odio al pequeño elfo.

-Como ordene, amo Sirius. -susurró el elfo. Luego bajó el tono, y creyendo que Sirius no podía oírle añadió: "Ojalá el amo se deshaga de usted de una vez".

Sirius hizo una mueca y comenzó a subir las escaleras en dirección al despacho de su padre. A medio camino se encontró con su hermano Regulus, que le ofreció una irónica sonrisa. Sirius hizo caso omiso de él y siguió su camino. Al fin llegó hasta unas grandes puertas de madera tallada en forma de serpientes. Sirius tocó a la puerta, y una voz desde dentro le ordenó que entrara. El muchacho obedeció respirando hondo.

-¿Me has mandado llamar, padre? -dijo aparentando tranquilidad.

-Sí, Sirius. -contestó el Orion Black, un hombre de ojos grises como los de su hijo (aunque mucho más fríos) y pelo canoso que siempre tenía en la cara una expresión maligna. -Siéntate.

Sirius obedeció con ciertas reservas. Su padre nunca se mostraba tan amable con él.

-Te he llamado... -comenzó el señor Black. –para anunciarte que mañana recibiremos una importante visita.

A Sirius se le cayó el alma a los pies. Sus sospechas resultaban ciertas, él iba a venir. Confirmando sus pensamientos, su padre añadió:

- Lord Voldemort, viene a visitarnos.

Sirius volvió a respirar hondo.

- ¿Para qué? –preguntó. Su padre lo observó.

- ¿Cómo que para qué? –dijo. -¿Acaso no ves el honor que eso supone¡Ese hombre es lo que los Black hemos esperado durante generaciones!

Sirius entornó los ojos, enfadado.

- ¿Por qué lo esperabais? –preguntó furioso. –Ah, claro, cómo no... Para que se deshaga de todos los nacidos de muggles a los que tanto odiáis...

- Cuida tu tono, muchacho. –le advirtió su padre. –No te he llamado para que te pongas impertinente.

- ¿Para qué me has llamado entonces? –casi gritó Sirius. -¡Sabes lo que pienso de todo esto¡¡Yo no soy como vosotros!!

El señor Black se levantó y abofeteó fuertemente a su hijo.

- Te advertí que cuidaras tu tono. –murmuró. Sirius lo miró con odio. –Te he llamado para comentar contigo el comportamiento que espero de ti mañana.

Sirius esperó mientras su padre se servía un vaso de brandy.

- Quiero que te comportes como el Black que eres. –dijo su padre. –Bastante tengo que aguantar con que estés en Gryffindor como para que ahora me dejes en evidencia delante del lord.

Sirius se levantó enfadado.

- ¡No puedo comportarme de manera diferente a lo que soy, padre!

- Siéntate. –ordenó su padre tranquilamente. Sirius se vio obligado a obedecer por la forma en que su padre lo miró. –Te comportarás como yo diga. Eres la deshonra de esta familia, muchacho, y no quiero que el lord descubra la clase de hijo que eres.

Sirius bajó la mirada para que su padre no viera la expresión de absoluto odio que tenía en la cara.

- Si tu comportamiento no es el debido... -el señor Black acarició uno de los múltiples látigos que poseía. –Sufrirás. Te haré la vida imposible. ¿Comprendido?

Sirius se estremeció. Ya había experimentado el dolor que infringían esos látigos, y siempre rogaba en silencio no volver a sentirlo nunca más... pero al final siempre había otro castigo. Sabía que su padre cumpliría su palabra, ya que disfrutaba infringiendo dolor a su hijo mayor. Lentamente asintió, y su padre esbozó una antipática sonrisa.

- Bien. –dijo satisfecho. –Puedes marcharte, Sirius.

Ante estas palabras, Sirius se levantó y salió del despacho en dirección a su cuarto. Allí se tumbó en su cama temblando de ira.

¿Cuánto más tendría que soportar¿Acaso no era suficiente con tener que aguantar en esa familia como para que ahora invitaran a lord Voldemort a la mansión? Voldemort estaba sembrando el pánico en el mundo mágico desde hacía más o menos un año. Se rumoreaba que era el mago más poderoso de la historia, aunque algunos valientes afirmaban que no superaba a Dumbledore. Ya era muy conocida su repugnancia hacia los muggles y nacidos de muggles, y éstos tenían miedo. Sirius no podía reprochárselo, habían caído muchos magos nacidos de muggle... Voldemort los había aniquilado, y pensaba aniquilarlos a todos. Incluso se estaba llevando por delante a los magos de sangre limpia que se interponían en su camino... y según anunciaban los expertos, eso era sólo el principio. Habría más.

Sirius pensó en sus amigos: James Potter, su mejor amigo, de sangre limpia pero enamorado de una chica nacida de muggle; Remus Lupin, otro de sus mejores amigos, licántropo, y además, mestizo; y Peter Pettigrew, el más cobarde del grupo, pero no por ello menos leal. Con Voldemort, ellos también estaban en peligro...

Con las caras de sus amigos en sus pensamientos, Sirius se fue tranquilizando, y al final cayó dormido.