Disclaimer: Los personajes pertenecen a la serie Voltron: Legendary Defender. Henrietta y la hermosísima Gangsey que harán sus apariciones esporádicas son mi tributo a mi amado The Raven Cycle de Maggie Stiefvater. Todo lo demás es fruto de mi mente traviesa.
Este es un regalo de navidad a mi Trashcan, mis queridas DianaDeLore y FromTheFuture. Espero poder publicar el resto de capítulos en el periodo navideño.
CAMPAÑA DE NAVIDAD
CAPÍTULO I
Keith llevaba años viviendo solo, huyendo. No se daba cuenta de que hacía mucho que no le quedaban razones por las que hacerlo. Para empezar, ya había cumplido los dieciocho; los servicios sociales no irían a por él. Podría intentar asentarse en un lugar, buscar un trabajo más estable que le permitiera ganar un poco más. No sería joven para siempre, no podría permitirse llevar aquella vida ad eternum.
Sin embargo, aquellas ideas todavía no pasaban por su mente, y si acabó teniendo un contrato indefinido en aquel supermercado no fue ni por voluntad propia ni siguiendo un plan preestablecido. Fue, como la mayoría de las cosas que le sucedían, por culpa de su mala cabeza.
Estaba recorriendo la interestatal cuando en un punto indeterminado entre Virginia y Virginia Occidental el motor de su pickup empezó a hacer un ruido que se iba tornando en estruendo conforme iba tomando la salida para llegar a la primera población con un taller mecánico que encontrara. Le tocó empujar cuando acababa de pasar el cartel que anunciaba que estaba entrando en Henrietta.
Por suerte, uno de los primeros edificios con los que se encontró resultó llamarse Boyd's Garage; el mecánico lo detectó desde la distancia y le ayudó a entrar el vehículo en el taller. Hablaron un poco, tan sólo lo justo y necesario. Adam, así se llamaba el empleado, no era en absoluto desagradable pero sí parco de palabras. Aquello le gustó a Keith, que no era dado a conversaciones que no iban a parar a ningún lado, mucho menos con desconocidos.
Antes de que Adam desapareciera bajo el automóvil, le comentó:
—Hay un supermercado un poco más adelante, si necesitas comprar algo —dijo, supuso que advirtiendo que vivía en la carretera—. Y un poco más lejos está la pizzería Nino's.
—¿Pizzería? —se preguntó Keith, puesto que a aquellas horas poca gente gustaría de tomar una pizza.
—Henrietta es pequeño, no hay muchos bares ni restaurantes. En Nino's tienen de todo y está muy bien. Si te decides a probarlo, puedes decirle a Blue que vas de mi parte.
x.X.x
Tras comer un poco (y desde luego, pizza no) y lo más importante, asearse en el baño, Keith volvió a Boyd's para recibir malas noticias. Una serie de preguntas de Adam fueron, una por una, siendo respondidas afirmativamente por Keith. Su Chevy pickup del 63 le llevaba tiempo avisándole pero él no se había dado cuenta.
—Para serte completamente sincero. Podría reparártelo, que me llevaría todo un día y por consiguiente costaría su precio. Pero podría durarte ¿un mes? Tiene pinta de que la utilizas mucho y no para distancias cortas. En esas condiciones duraría aún menos.
Keith le dijo que estaba en lo cierto, y que prosiguiera por medio de un gesto. No le gustaba para nada por donde iba aquello. Ya de por sí no creía tener el dinero para la reparación, mucho menos para…
—Hoy has estado a punto de reventar por completo el motor. Los amortiguadores son inexistentes desde hace demasiado… la caja de cambios está también en sus últimas. Es una pena porque este modelo es un clásico, por eso creo que…
—No quiero venderla y comprarme algo nuevo —nuevo no era realmente la palabra. Algo le decía que Adam y él hablaban el mismo lenguaje ¿qué hacía si no un chico de instituto trabajando ahí a las horas que todos estarían tomando sus meriendas y haciendo sus deberes tranquilamente? Para ellos la expresión "comprar algo nuevo" implicaba nuevo para ellos, pero quinta mano para el resto.
—Se podrían reemplazar por piezas nuevas. Pero si te pones a hacer el esfuerzo, serían muchas. Además de lo que ya te he hablado. Por último si ya lo has arreglado todo estaría la chapa y pintura y también ¿tapicería? El volante desde nuevo está para cambiar. Pero claro, esto último sólo sería la guinda del pastel.
—Un pastel de muchísimo dinero, ¿no?
Adam asintió con tristeza en los ojos. Pero no condescendencia.
—¿Podrías presupuestarme grosso modo a cuánto ascendería la cifra? Obviamente sé que no voy a poder pagarla ahora mismo, pero sería por hacerme a la idea de cuánto debo ganar para tenerlo.
—Claro, podría dártelo mañana o pasado. Tendría que contactar primero con varios talleres para ver de dónde podría obtener las piezas…
—Claro —dijo Keith—. ¿Sabes de un sitio donde pudiera pasar la noche?
Que fuera el más barato venía implícito en la pregunta. Adam se lo dijo y Keith se marchó. A pie, evidentemente.
Henrietta era tal y como se lo había imaginado al divisar la placa de entrada. Mientras paseaba por él se hacía a la idea de que, si encontraba un trabajo, se quedaría un tiempo por allí. ¿Cuánto sería necesario para pagar la deuda? La respuesta se la daría Adam. Aquel lugar no tenía pinta de tener demasiados lugares donde podría encontrar un puesto de trabajo… entonces recordó el supermercado del que le había hablado Adam. Llegó a él justo después de que pasaran por su lado un BMW y un Mitsubishi que tenían toda la pinta de estar haciendo una carrera. Aunque el Mitsubishi iba primero desde hacía rato, el BMW le adelantó y Keith estaba seguro de que acabaría ganando.
x.X.x
Aquél había sido un día pésimo, pero parecía que después de todo el destino tenía un as escondido bajo la manga. A veces la vida quiere sonreírte un poco, incluso cuando te llamas Keith Kogane.
—Has llegado en el momento justo. Nuestra anterior empleada dimitió la semana pasada sin avisar, justo ahora que vamos a tener más trabajo por la llegada de la campaña navideña —le explicó la jefa de personal, una chica un poco más mayor que él que se llamaba Allura.
Keith recordó que estaban en noviembre, y que había gente que se preparaba la navidad con meses de antelación. Tuvo que contenerse para no rodar los ojos y mostrar expresión de fastidio.
—Necesitaríamos que entrases a trabajar mañana mismo. El trabajo empieza a acumularse, y éste es el supermercado más grande de Henrietta.
—Pero… ¿qué puesto tendría? No me lo has especificado.
—Pues un poco de todo, Keith. Cuando hay mucha cola tenemos que abrir más cajas, por lo que a veces no descartes que te tocará hacerlo. Por lo general tendrás que ordenar los pasillos, poner precios, sacar cosas del almacén… y obviamente, ayudar a los clientes que te lo pidan. Eso primordialmente. Una vez cada dos semanas toca hacer inventario, que son los sábados por la noche.
No terminaba de gustarle el hecho de que tuviera tanto trato con el público, por lo general Keith aceptaba trabajos en fábricas o almacenes, incluso había tenido brevemente un trabajo de transportista. Pero suponía que no podía exigir mucho más ni esperarse algo mejor en aquel pueblo. Acabaron firmando el contrato. Si no se tratara de Keith, cualquiera se habría alegrado, sin embargo él puso mala cara cuando le entregaron su camiseta roja con la placa en la que acababan de imprimir su nombre.
Al siguiente día tuvo que enfrentarse en primer lugar con Coran, que era el supervisor y el tío de Allura (entonces entendió Keith cómo aquella chica tan joven, si bien muy competente, podía ser ya jefa. El negocio era familiar), que le dio una larguísima charla sobre el negocio, y en concreto de su puesto. Le vendió aquello como si poner una lata de tomate 20 grados para un lado pudiese suponer la caída del mercado y el cataclismo mundial. Pero no le importaba, mientras que el trabajo se limitase a hacer él sus cosas a solas, lo haría bien y poniéndole empeño. Eso sí, tener a Coran todo el día detrás de él ya anticipaba que posiblemente acabaría con sus nervios. No se despegaba de su espalda y no paraba de decirle tanto lo que hacía bien como lo que hacía mal a través de aquel espeso bigote naranja. Esperaba que sólo fuese cosa del primer día… tampoco tendría que aprender tantas cosas, ¿no?
Después de la pausa para el almuerzo, que por suerte pudo hacer a solas (ya que salió pitando del supermercado para no tener que relacionarse con nadie más), creía que Coran le dejaría en paz, pero entonces le sorprendió diciéndole:
—Es importante que aprendas a pasar la mopa del modo adecuado. Puede parecer que estos suelos son muy sencillos, pero no —concluyó con un gesto exagerado, como todos los que hacía aquel hombre.
—¿También tendré que limpiar? —de aquello Allura no le había dicho nada.
—Sólo los suelos, descuida. En realidad pocas veces, porque irá por turnos. Te asignaré el último en la rotación, para que puedas ver durante días cómo lo hacen tus compañeros. Realmente es muy importante conocer bien la técnica. Pero hoy te enseñaré yo… Oh, espera. Llegan los empleados del turno de la tarde. Quédate aquí familiarizándote con nuestros productos.
Viendo lo plasta que era, seguramente se pasaría un buen rato asignando a los empleados las tareas de la tarde o hablándoles del correcto posicionamiento de sus placas con el nombre (Keith había hecho como que la olvidaba, pero como no podía ser de otra forma, el supervisor se había dado cuenta y se la había puesto "10 centímetros bajo la línea imaginaria del cuello, ni uno más ni uno menos") de modo que se puso a la tarea de ordenar aquel pasillo perfectamente para que Coran viera que era competente y lo dejara al fin en paz.
—Así que tú eres el nuevo —dijo una voz a sus espaldas, justo cuando él estaba subido a una escalera para alcanzar a sacar los productos de la última balda que habían quedado relegados al fondo y ponerlos después en los lugares más accesibles para que se compraran antes. Sentido común, según Keith. Márketing de Coran, según… estaba claro según quién—. Soy Lance McLain y Allura es mía. He venido a advertirte. No intentes nada con ella.
—Mientras me dé los cheques con lo acordado a final de mes, Allura no me interesa —dijo sin preocuparse en girarse a ver quién le hablaba ni nada. No valía la pena. Por la voz sabía que era un niñato que estaría contratado por las tardes y se creería todo un adulto trabajador porque estaba ahorrando para comprarse una moto que hiciera mucho ruido y conquistar con ella a muchas chicas (esta vez sí que rodó los ojos, era inevitable).
—No te creo. Te vigilaré.
Keith bajó las escaleras, y cuando las estaba moviendo para hacer hueco descubrió que el chico que debía ser Lance seguía ahí, mirándole. Al hacer contacto visual y tras una expresión de asombro el otro chico le dijo:
—¿Sabes? Olvídalo. Con ese peinado… si puede llamársele así, no puedes conseguir nada con ella. Allura tiene mucho gusto… por algo está loca por mí —mostró una sonrisa llena de seguridad.
—Si está tan supuestamente loca por ti como tú dices —Keith ya estaba subiéndose de nuevo a las escaleras para seguir con lo suyo—, ¿para qué vienes a decirme nada? Si no tiene ojos para nadie más…
—Ehh… yo… —Keith sonrió sin ser visto, había dejado al charlatán sin palabras—. Pues lo digo para que no te lleves un chasco, nada más. Para que no gastes tus esfuerzos durante meses en vano. No serías al primero que le pasa…
—¿Estás hablando de ti mismo? —Dijo Keith, bajando de la escalera y tomando nota de que en aquella balda deberían reponerla.
—¿De mí…? Espero que no estés insinuando…
Justo cuando la conversación iba a subir de nivel de gravedad, Coran llegó al pasillo y les localizó.
—McLain, se había marchado antes de que le diese la pauta… pero, si está ayudando a Kogane… me parece muy buena iniciativa. Justo iba a decir que lamentablemente debo irme a una reunión con los distribuidores, así que debía dejarle solo. Pero es estupendo si está con McLain. Le avisaré a la señorita Allura de que es su nuevo tutor asignado durante sus dos semanas de prueba.
A ambos chicos se les desencajaron las mandíbulas y Coran lo interpretó mal:
—Por supuesto, todos los días en los que yo esté aquí pasaré a comprobar que todo está yendo como debería. Eso sí, McLain —se aclaró la voz—, un buen tutor sabe enseñar al mismo tiempo que cumple con sus propias tareas. Usted, en cambio, parecía demasiado centrado en las proporciones de la retaguardia de nuestro nuevo empleado. Espero que sepa seguir con las tareas de su puesto, de lo contrario… ya saben. Buenas tardes.
—Así que todo este rollito con Allura era… ¿qué? ¿Excusas baratas para mirarme e intentar algo conmigo? Menudo pervertido… —Keith soltó un bufido.
—¿Qué? ¿Yo? No puedes hacer caso a Coran… Es un viejo verde. Y lo de Allura es verdad… estoy enamorado de ella y ella de mí, sólo que…
—¿Aún no lo sabe? —apuntó Keith con una sonrisa socarrona.
—Aún no lo admite —le corrigió Lance.
—¿Piensas hacer algo o seguir corroborando lo que ha dicho Coran? — Keith se agachó para seguir con su tarea de ordenación.
—Claro, claro… ya me pongo con lo mío.
—Sólo para que lo tengas claro, Lance —dijo de pronto Keith, después de mucho rato en silencio, ya habían cambiado incluso de pasillo—. No eres para nada mi tipo.
—¿Y a mí eso qué me importa? Ya te he dicho que voy a por todas con Allura.
—Eso espero —murmuró en respuesta.
A ninguno se les pasó por alto que ninguno de los dos había negado ni puesto como excusa que no les atrajesen los hombres en primer lugar. Habrían sido las mayores mentiras de todas las que se habían dicho aquella tarde.
La verdad les acabaría llegando… a su debido tiempo.
Espero que os haya gustado, si bien esto sólo era una introducción, una especie de justificación de por qué Keith acaba en Henrietta. La acción comienza en el siguiente. Por favor, manténganse conectados y a la espera (que espero que no sea mucha) ;)
Nos vemos en el otro lado.
