Hola a todos.
Sí, ya se que tengo varias historias comenzadas pero la verdad ando escasa de inspiración con las demás así que para dar señales de vida iré subiendo otros fics.
Gracias a Riles Reckles por echar un vistazo rápido, aunque tengamos nuestos roces por la puntuación.
KHR! Pertenece a Akira Amano.
Todo en lo que Yui era capaz de pensar mientras las chicas de su curso la acorralaban entre clases y la insultaban era que solo tenía que aguantar dos años más, dos años más y todo eso habría terminado. La empujaban contra las taquillas mientras le susurraban palabras hirientes para que ningún profesor las oyera. Mientras lo hacían, su mente estaba embotada y su cuerpo paralizado por el miedo y una vez estaban lo suficientemente lejos, sin importar la hora, se dirigía al último piso y en el hueco del final del pasillo donde nadie iba ni miraba, se acurrucaba mientras silenciosas lágrimas salían de sus ojos.
Cuando se calmaba lo suficiente, simplemente esperaba a que el timbre que marcaba el final de las clases sonara y a que todo el mundo se fuera a casa para que así nadie pudiera ver el desastroso estado en el que se encontraba. No quería la misericordia ni más burlas por parte de los demás.
Una vez llegaba a casa, saludaba en voz alta e iba a encerrarse directamente a su habitación. Allí estaba a salvo, allí nadie podía herirla. Sin embargo al día siguiente volvería a pasar lo mismo. Muchas veces deseaba ser lo bastante valiente como para plantarles cara pero ellas eran demasiadas, nunca la encaraban una a una, y con el tiempo simplemente se había acostumbrado a ello.
¿Cómo había empezado todo?
Ella ni siquiera podía recordarlo, ya ni podía recordar un solo día de su vida en el cual no se sintiera miserable. Encendió su ordenador y lanzó la bolsa de la escuela a un rincón de la habitación mientras se quitaba el lazo del uniforme de la escuela. Se sentó en el ordenador y se dedicó a vagar por internet. Su madre entró en su habitación enfadada porque no había escuchado las repetidas llamadas para cenar, precisamente se ponía los auriculares y la música a todo volumen para eso. No quería oír a nadie, no quería ver a nadie. Simplemente quería estar sola.
Bajó a cenar con desgana pero engulló su plato tan rápido como pudo, lo dejó en la cocina y volvió a su habitación. Se puso el pijama y dejó el uniforme sucio en la lavadora. Volvió a subir las escaleras para llegar a su habitación mientras escuchaba a sus padres discutir y como si fuera un autómata siguió su camino sin prestar especial atención a los gritos de sus progenitores. Simplemente prefería pensar que no era asunto suyo. Entró en la cama, encendió el reproductor de música y se puso los auriculares ahogando los gritos de la planta inferior.
Por la mañana, el insistente despertador del móvil la obligó a levantarse y con desgana se preparó para ir al colegio. Daba pasos lentos y desganados pues realmente no quería ir. Entró sin levantar la vista del suelo hasta que llegó a su pupitre y se sentó. Habían varios insultos escritos a lápiz en la mesa. Suspiró y comenzó a borrarlos.
La primera clase siempre iba, bien el problema era cuando el profesor de la siguiente hora no llegaba enseguida. Cuando el final de la clase se acercaba, le faltaba poco para comenzar a rezar, no era creyente pero si había la más mínima posibilidad de que alguien superior escuchará sus plegarias y la salvara no le haría ascos. El sol se había ocultado entre las nubes, llovería. Miró el reloj de su pulsera y vio que pasaban dos minutos de en punto, el profesor llegaba tarde.
Arriesgándose a encontrárselo, recogió su pupitre y se marchó lo más discretamente que pudo entre el barullo de habladurías de sus compañeros. Se dirigió a su rincón, como lo había bautizado, dejó la bolsa y se dirigió a la enfermería. Golpeó la puerta un par de veces pero no obtuvo respuesta así que entró y se acomodó en la camilla más alejada de la puerta, justo al lado de la única ventana.
Cuando la enfermera la despertó, estaba lloviendo a cántaros. Recogió su bolsa y comenzó a caminar hacia su casa, no merecía la pena correr. Abrió la puerta, se quitó los zapatos y dejó el bolso empapado en la entrada mientras se dirigía al baño a por una toalla. En el pasillo escuchó la televisión, así que saludó levantando la voz para que su padre la escuchara y se dispuso a darse un baño. Cuando salió, se puso el pijama y encendió el ordenador pero esta vez entró en un chat. Estuvo dando vueltas por las distintas salas hasta que encontró una vacía, era sobre algo llamado u.m.a. Alguien entro a los pocos momentos y saludó. Se dio por aludida pues a diferencia de las demás salas, en esta estaban ellos dos solos.
Smokin' Bomb ha entrado en la sala.
Smokin' Bomb: Hola.
Crimson: Hola.
Smokin' Bomb:¿Has oído hablar del nuevo avistamiento O.V.N.I que ha habido en Rusia?
Crimson: No,¿que han visto exactamente?
Smokin' Bomb: Han sacado fotografías de un objeto volador luminoso, ¿no es emocionante? ¡Cada vez hay más pruebas de que existen!
Crimson: No me haría demasiadas ilusiones, seguramente la foto está trucada.
Smokin' Bomb: ¡No seas escéptica! ¡Es imposible que estemos solos en el universo!
Crimson: Yo también creo que difícilmente estamos solos en el universo pero de ahí a creerme que se dedican a observarnos como simples voyagers hay una diferencia.
Smokin' Bomb: Seguro que se comunican con nosotros, lo que pasa es que no los entendemos. Como los campos de cosecha o las líneas de nazca.
Crimson: Si son lo suficientemente inteligentes como para desarrollar tecnología y viajar entre entre planetas, ¿no crees que tambien podrian dejar mensajes entendibles?
Smokin' Bomb: Para ellos lo serán.
Crimson: Un mensaje carece de valor si el destinatario no lo entiende.
Smokin' Bomb: Me tengo que ir. ¿Mañana te conectarás?
Crimson: Seguramente. ¿A la misma hora?
Smokin' Bomb: Sí, adiós.
Smokin' Bomb ha dejado la sala.
Se levantó de la silla deseando que el tiempo volara y por primera vez en mucho tiempo, se metió en la cama con una ligera sonrisa.
El despertador la sacó de sus sueños para golpearla con la realidad que pasados unos segundos no le pareció tan horrible como el resto de los días. Se levantó de un pequeño salto de la cama y se preparó para ir a la escuela.
Como de costumbre, aunque salió a tiempo de su casa, entró a su clase y se sentó en el pupitre justo cuando el profesor anunciaba los cinco minutos permitidos. Desde el asiento del final al lado de la ventana, se dedicó a mirar el exterior y a intentar imaginar de qué hablaría hoy con él.
Con la cabeza en las nubes y la mirada desviada de la habitación donde se encontraba, no se percató de cómo el profesor abandonaba la sala y algunas de sus compañeras se aproximaban a ella.
- ¿Qué te pasa, Mokuren?- dijo la más alta con malicia.
- ¿Nadie te quiere?- continuó una con pecas.
- Eso ya lo sabemos todos.- siguió otra chica del grupo entradita en carnes mientras se reía.
- Te estamos hablando.- escupió la más alta mientras la agarraba del pelo y la obligaba a girarse hacia ellas.- Respeta a las personas cuando te hablan, pedazo de mierda.
Dicho eso, empujó a Yui lo suficientemente fuerte como para hacer caer la silla hacia atrás. Las risas de toda la clase hacían eco en sus oídos y se decía a si misma que no debía llorar, no ahí. Se levantó lentamente, agarró sus cosas como si no hubiera pasado nada y caminó hasta la puerta. Una vez abierta la empujaron fuera haciéndola caer de nuevo y cerrándola bruscamente. En la esquina del pasillo, vio al profesor siendo entretenido por un chico de su clase y antes de que ninguno de los dos la pudiera ver, se escondió detrás de un armario de limpieza.
Cuando el profesor y el alumno entraron en la clase, ella se dirigió de nuevo al rincón del último piso, al pasar por delante de la clase, escuchó una conversación.
- ¿Dónde está Mokuren?- escuchó preguntar al profesor.
- Dijo que se encontraba mal y se fue.- le respondió una de las chicas que momentos atrás se había metido con ella.
Suspiró y siguió su camino, se acurrucó en el rincón y esperó pacientemente dejando volar su mente.
El esperado timbre sonó, siguió su ritual hasta llegar a casa y encendió el ordenador.
Smokin' Bomb ha entrado en la sala.
Smokin' Bomb: Hola.
Crimson: Buenas.
Smokin' Bomb: ¿Has oído alguna noticia interesante?
Crimson: No.
Smokin' Bomb: Ya somos dos.
Crimson: Pero he leído una teoría sobre sirenas. Decía que eran un eslabón perdido de los humanos, unos simios que evolucionaron en el agua.
Smokin' Bomb: Sí, eso lo leí hace tiempo en alguna página de internet.
Crimson: Pero no creo que sea cierto, la teoría de que los manatíes eran las sirenas que creían ver los marinos es más creíble.
Smokin' Bomb: Eso es lo que quieren que creamos.
Crimson: Lo que yo creo es que eres un poco paranoico.
Smokin' Bomb: No lo soy. Me marcho ya, ¿mañana como hoy?
Crimson: Sí, hasta mañana.
Smokin' Bomb ha dejado la sala.
Suspiró y apagó el ordenador. Se levantó de la silla y se fue a duchar. En cuanto salió, escuchó la puerta de la entrada cerrándose y la voz de su madre llamándola. Se fue al comedor y se sentó en la silla delante de ella.
- Me ha llamado uno de tus profesores diciendo que faltas mucho a clase.-dijo su madre casi gritando.-¿ Por qué no vas?
- No me encuentro muy bien, me duele la tripa desde hace unas semanas.- contestó rápidamente intentando ser lo más convincente posible.
- No me importa como te encuentres, no quiero que me vuelvan a llamar la atención. ¿Entendido?- gritó con voz autoritaria.
- Sí, mamá.-susurró con voz sumisa.
Aguantándose las lágrimas, subió a su habitación donde lloró hasta quedarse dormida.
A la mañana siguiente, apagó el despertador y se hizo una bola debajo de las sabanas. Hoy especialmente no tenía ganas de enfrentarse al mundo. Consideraba que ya había sacado demasiadas fuerzas de flaqueza, pero una vez más se levantó de la cama, esta vez con los ojos terriblemente hinchados.
Se sentó en su pupitre y se limitó a fingir que no existía, con un poco de suerte al final creía que lo conseguiría pero ella nunca parecía tener "un poco de suerte".El mismo grupito del otro día no tardó en acercarse a ella como buitres a la carroña.
- Por tu culpa ayer nos tuvimos que quedar a limpiar.- le dijo la chica con pecas agarrándola por las solapas del uniforme haciéndola levantar de la silla.
Pero antes de que la cosa pudiera ir a más se escuchó, un silbido del pasillo haciendo que la chica la soltara rápidamente y corriera a sentarse en su pupitre. Yui se sentó en el suyo y se alisó el uniforme al tiempo que el profesor entraba por la puerta con un compañero suyo detrás.
Se escabulló a la hora del recreo y se mantuvo escondida hasta que comenzaron las clases de nuevo.
Todo fue bien hasta la última hora, en la cual una bola de papel le golpeó en la cabeza, no le prestó atención hasta que dos más le siguieron y levantó la vista. La chica entradita en carnes le hizo señas de que los abriera y temiendo las represalias lo hizo.
" No podrás esconderte siempre" estaba escrito en la primera.
" Abre la nota, estupida" ponía en la segunda.
" Te lo mereces. Te esperamos en la salida cobarde." la tercera nota le heló la sangre.
Levantó la vista con los ojos muy abiertos y pudo ver a sus agresoras mirándola con una sonrisa, volvió a mirar la mesa como si fuera el único objeto en la sala. Miró el reloj de su muñeca y comenzó a pensar cómo saldría de esta con desesperación.
Los minutos pasaron y el timbre anunció la vuelta a casa. Recogió sus cosas tan rápido como pudo y salió de la clase justo detrás del profesor.
Cuando bajo al primer piso, se sintió aliviada viendo la salida tan cerca y mezclándose entre la gente pensó que no la encontrarían. Pero se equivocaba. La agarraron de los brazos y comenzaron a arrastrarla hasta el baño, una vez allí la soltaron y la gorda se puso delante de la puerta.
- Dejadme ir.-dijo mientras intentaba controlar el temblor de las piernas.
- ¿Desea algo más la señora?- le preguntó la más alta.
- Mírala, si parece que se va a mear encima.- se burló la de pecas.
Corrió hacia la salida e intentó empujar a la que le impedía la huída, pero la tiraron al suelo.
- ¿Crees que te puedes escapar? ¡No me hagas reír!-exclamó la de pecas mientras le propinaba una patada en el costado.
- ¿¡Por qué me hacéis esto?!-gritó Yui mientras sollozaba e intentaba defenderse desde el suelo.
- ¿Y por qué no? A nadie le importa lo que te ocurra.
Después de esas palabras, dejó de defenderse inmediatamente.
Cuando las chicas se aburrieron se fueron entre risas, ella se levantó con ayuda de la pica del baño y se miró en el espejo. Tenía sangre por toda la cara proveniente de su nariz y sus labios, su largo cabello negro había sido cortado de forma irregular y estaba completamente segura de que mañana estaría llena de moretones. Encendió el grifo y comenzó a lavarse la cara e intentó quitar algunas manchas de la ropa.
Cogió la chaqueta que había quedado tirada en un rincón y se la abrochó hasta arriba ocultando su ropa manchada y mojada.
Caminó hasta casa por las calles menos transitadas, cogió ropa y unas tijeras de su habitación y corrió al cuarto de baño. Se quitó el uniforme dejándolo en remojo, cogió las tijeras e intentó igualarse un poco el pelo. Cuando consideró que en vez de arreglarlo lo estropeaba más, dejó las tijeras y se metió en la ducha limpiando los restos de sangre seca que pudieran haber quedado.
Llevó el uniforme al bote de la ropa sucia y fue a su habitación. Sentada en la cama, miró el ordenador con desgana. No tenía ganas de hablar con nadie sin embargo como si fuera un autómata, caminó hasta el ordenador y lo encendió.
Crimson ha entrado en la sala.
Crimson: Hola.
Smokin' Bomb: Hola, qué tarde has llegado hoy.
Crimson: Me entretuve de camino a casa.
Smokin' Bomb: Como sea, a finales de año habrá un eclipse. Justo cuando los planetas exteriores se alinean. Ya falta menos para que los extraterrestres se muestren.
Crimson: No entiendo de qué forma puede estar eso relacionado.
Smokin' Bomb: ¿Cómo que no? ¡Si esta clarisimo!
Crimson: Entonces explícamelo.
Smokin' Bomb: Verás, las pirámides están construidas en lugares estratégicos posicionadas para estar en posición con determinadas estrellas o planetas. Cuando eso suceda, ellos volverán.
Crimson: En el caso de que yo apilara piedras en mi patio y esperara unos cuantos años ¿no se alinearía algo con ellas?
Smokin' Bomb: Cuando vengan ya te arrepentirás de haberte mofado, además son determinadas constelaciones y la mayoría de pirámides están construidas en alineación. ¿Coincidencia? No lo creo.
Crimson: Perdona, he tenido un mal dia. Me voy ya. ¿Mañana a la misma hora?
Smokin' Bomb: Sí. Hasta mañana.
Crimson: Hasta mañana.
Salió del chat, apagó el ordenador y se metió en la cama. Pero antes de que consiguiera dormirse, su madre la llamó para cenar.
- No tengo hambre.-gritó para que lo escuchara desde el piso de abajo.
- Eso no me interesa, mueve el culo hasta la silla.- obtuvo Yui como respuesta.
Resignada, bajó a cenar.
- ¿Qué te ha pasado?-preguntó su madre al verla con el pelo hecho un desastre y moretones en la cara.
- Me caí por las escaleras del colegio e intenté cortarme el pelo en casa.- mintió mientras se sentaba delante de su plato.- Necesitaré dinero para ir mañana a la peluquería.
- Muy bien, te lo dejaré en la mesita del recibidor, al lado del teléfono.
La cena continuó en silencio y una vez terminó, retiró su plato y se metió en la cama.
En vez de apagar el despertador del móvil como hacía todas las mañanas, empezó a posponer la alarma hasta que por duodécima vez sonó y la apagó definitivamente incorporándose. Había decidido que esa mañana no iría a la escuela.
Se vistió con un jersey de cuello alto negro, con unas medias tupidas del mismo color y una falda gris. Bajó hasta la entrada donde cogió su chaqueta marrón oscuro y el dinero y se dirigió a la peluquería.
Entró en el local y esperó en la recepción a que la atendieran. Después de peinar a dos señoras mayores, la peluquera le indicó que se sentara.
- Vaya, ¿qué te ha pasado?- preguntó la peluquera al ver ese desastre.
- Me quedé dormida con un chicle en la boca y se me acabó pegando en el pelo.-explicó Yui.
- ¿Cómo lo quieres más o menos?
- Que esté tan largo como se pueda y con el flequillo lo mismo.
Mientras la peluquera hacía su trabajo, se relajó y cerró los ojos, cuando los abrió suspiró profundamente, tomó aire y lo soltó despacio. Su cabello lacio se detenía justo en su mandíbula y su flequillo ladeado hacia la izquierda a duras penas llegaba a taparle la ceja. Definitivamente era un gran cambio.
-He hecho lo que he podido para dejarlo tan largo como he podido pero había demasiados trasquilones.- se excusó la peluquera.
- No pasa nada.-contestó Yui mientras sentía hervir la sangre.
Pagó y abandonó rápidamente el establecimiento dirigiéndose directamente a casa.
Buscó en su bolsa de colegio su agenda y bajó a marcar el número de su colegio. Los dedos le temblaban y cada vez que pulsaba una tecla, tenía que respirar profundamente y convencerse de que eso era lo mejor que podía hacer. Finalmente,- marcó todo el número y la señal comenzó. Después de tres tonos la secretaria cogio el telefono.
- Hola, buenos días. Soy Yui Mokuren- dijo con voz temblorosa-Llamaba para solicitar un traslado.
- Lo siento, pero no se pueden hacer traslados a mitad de curso, a no ser que sea por una razón justificada o un traslado de vivienda.-explicó la secretaria.
- Tengo una razón...- dijo mientras balbuceaba un poco y aguantaba las lágrimas.- Mis compañeros de clase me insultan y ayer me golpearon.-una vez lo dijo se deshizo en lágrimas y se sintió terriblemente ridícula.
- Tranquila, espera un momento que te paso con el director.
Una melodía sonó en el teléfono a modo de espera y de tanto que se repitió terminó descubriendo su nombre, Para Elisa de Beethoven. Después de 3 minutos de reloj de espera, alguien la atendió.
- ¿Mokuren?- preguntó el director al otro lado de la línea asegurándose de que la muchacha estuviera aún al teléfono.
- ¿Sí?- dijo ella aguantando un sollozo.
-He hablado con algunos de tus profesores sobre el tema. La mayoría concuerda en que faltas mucho a clase o solo estas las primeras horas, pero nunca han visto esas agresiones.
- Mañana iré al colegio una vez empiecen las clases. Ayer tres compañeras me golpearon en el baño. ¿Si lo ve usted mismo, podrá transferirme?
- Hoy estás muy alterada, mañana lo hablaremos con calma.
- Está bien.-contestó aguantando las ganas de gritarle.- Adiós.
Colgó el telefono y comenzó a pensar que excusa le pondría a su madre mientras se dirigía a la cocina a comer algo. Después de rebuscar en la nevera y los armarios, cogió un paquete de galletas y se fue a su habitación. Era imposible que lograra cambiar de colegio sin que su madre se enterara del motivo, además de que ya había hablado con el director y estaba segura de que querría nombres. Dejó el paquete de galletas sin abrir sobre el escritorio, encendió el ordenador y se puso en youtube.
Mientras escuchaba música, su mente dejaba de divagar en los problemas en su vida y sentía como su cuerpo se liberaba temporalmente del estrés. El teléfono comenzó a vibrar por la alarma y rápidamente buscó la pagina del chat. Esperó unos 20 minutos y cuando casi había perdido la esperanza, sonó el agudo sonido de una campana indicando que alguien había entrado.
Smokin' Bomb ha entrado en la sala.
Smokin' Bomb: Hola.
Crimson: Hola, he leído que han fotografiado a Nessy.
Smokin' Bomb: Sí, cada vez son de mejor calidad. Me encantaría ir al lago Ness y conseguir sacar alguna yo mismo.
Crimson: Jajajaja. Para eso tendrías que acampar allí y todo.
Smokin' Bomb: Lo haría, todo sea para verlo en persona.
Crimson: Dudo que exista, a mi me parece una mentira para atraer turistas.
Smokin' Bomb: ¿Qué te ocurría ayer?
Crimson: ¿Ayer?
Smokin' Bomb: Lo de tu mal día.
Crimson: Ahhh. Estoy intentando cambiar de escuela y es un problema de los grandes.
Smokin' Bomb: ¿Mucho papeleo?
Crimson: Más o menos. Al estar a medio curso no hacen otra cosa que pedir justificaciones, ni que estuviera pidiendo una condicional.
Smokin' Bomb: Sí, la verdad es que lo complican mucho para esas cosas.
Crimson: En fin, que no se si podré conseguirlo.
Smokin' Bomb: No te rindas e insiste. Si estás decidida a hacer una cosa no dejes que los demás te lo impidan. ¿A qué instituto tienes pensado ir?
Crimson: Aún no lo he decidido pero los que más cerca me quedan son la de Kokuyo, la de Namimori o la secundaria Midori. Pero mis notas son demasiado bajas para la última.
Smokin' Bomb: Yo voy a la de Namimori. Estaría bien poder hablar con alguien de U.M.A y que me tomen algo en serio.
Crimson: Sabes que yo también soy bastante escéptica sobre su existencia, ¿verdad?
Smokin' Bomb: Sí, pero como mínimo razonas y no te ríes por lo bajo de mi.
Crimson: Es interesante dialogar sobre un tema. Bueno iré a la que tengan plaza, más no puedo hacer, pero miraré la secundaria Namimori la primera. Estaría bien tener a alguien a quién preguntar.
Smokin' Bomb: Me gustaría que te aceptaran. ¿Cuándo haras la inscripción?
Crimson: Mañana a ser posible.
Smokin' Bomb: Me voy ya. ¿Mañana a la misma hora?
Crimson: Sí. Adiós.
Smokin' Bomb: Adiós y suerte con la inscripción.
Smokin' Bomb ha dejado la sala.
Cerró la ventana del chat y apagó el ordenador. Las charlas, aunque cortas, le alegraban el día. Antes de que llegara su madre, arrugó un uniforme y lo metió en la ropa sucia, se sentó en la mesa de la cocina y esperó.
Escuchó la puerta delantera y se armó de valor.
- Mamá.- dijo lo bastante alto como para ser escuchada desde la entrada.- Ven a la cocina.
- Voy.- contestó su madre.
