¡Hola a todos!

Esta será una pequeña serie de viñetas/drabbles de mi pareja favorita (Harry y Ginny, mis moshos, jajaja) ¡Gracias miles a quienes se tomen el tiempo de leer! Espero los entretenga al menos un ratito.

Los personajes no me pertenecen.


La vida es dulce

Después de muchos tragos amargos, lo más anhelante son bocados dulces. Agradece que tu vida, ahora tiene mucho de ello.


¿Qué sabor tenia tu vida?; Amargo, amargo y a veces salado. Otras tantas, ácido, y muchas veces agrio. Te dejaba una mala sensación en la punta de la lengua. Se te tatuaba en las papilas y hasta te causaba arcadas. Qué porquería.

Pero un día, una tarde, en una fiesta de celebración por la victoria en un juego de Quidditch, lo más dulce de la vida te llegó. Y no sólo se trataba de su sabor, ¡era todo! Todo. El más dulce tacto, el más dulce aliento, la más dulce de las palabras, la más dulce de las miradas… toda ella era dulzura. Y una bastante adictiva, sabor inigualable, bendita exquisitez. Dios santo… Tanto así, que fue capaz de borrar todo sabor amargo e insípido que llenaba tu vida en el pasado. Ya no más sabor agrio, ya no más sabor insípido.

Ahora todo es dulzura. Dulzura de la buena. La gente noble sería capaz de matar por ella.

Y sí, tu vida ahora es dulce. Y te das cuenta de eso todas las mañanas, todas las tardes, todas las noches. A cada momento, observas ese pequeño cuadro fantástico, tu familia, y te das cuenta que la vida no podría ser mejor. Empiezas a comprenderlo, lo tienes todo.

La risa juguetona de James llega a tus oídos como el más hermoso de los sonidos. Miras al pequeño bebé sobre el regazo de su madre; ella está realizando un montón de expresiones locas frente a la regordeta y adorable carita del nene. De nuevo, la dulzura te llena de la manera más placentera posible. Respiras hondo y sientes que puedes explotar de goce. No se puede ser tan feliz…

Eso… No se puede ser tan feliz, dirán por ahí. Pero tú lo eres. Eres feliz.

Te diriges a tu esposa y te sientas a su lado.

- Aún espero a que diga mamá – dice ella, con una sonrisa.

- Está muy pequeño, amor – tomas al bebé en brazos y lo sientas sobre tus piernas.

- Mi madre dice que todos nosotros dijimos nuestra primera palabra antes del primer año. James ya debería decir algo.

- No espero a que hable pronto – levantas al niño y besas con ternura su pequeña frente. James balbucea y llena su barbillita de baba – No espero a que crezca pronto.

- Imposible, Harry. Ahora está pequeño, pero mañana, ¡ya será todo un hombre! – Ginny se levanta, desprendiendo una ligera ráfaga de aire con su cabello, y llenando tus fosas nasales de aquel olor endulzante y fresco. – Piensa en el día cuando vaya a Hogwarts, cuando traiga a su primera novia, cuando se case, cuando…

- Ginny, creo que es pérdida de tiempo pensar en el futuro – te levantas con James en brazos y caminas hacia tu esposa.

- Es inevitable no pensar en el futuro. ¿Acaso tú no lo haces?

- Prefiero disfrutar el presente – te detienes frente a ella, pegando la menuda espalda del bebé al pecho de tu mujer. James ríe, divertido y gustoso, al verse prisionero entre los cuerpos de sus padres. Bajas la mirada hacia él, y sonríes cálidamente. Ese chicuelo es un tesoro, lo amas más que a tu vida. – Es mejor disfrutar el presente, y no preocuparte por el futuro – miras a los ojos de Ginny y te llenas de dulzura una vez más. Trazas cada una de las facciones de su rostro y sonríes un poco más, extasiado, ante la perfección que ella representa para ti.

- ¿De qué te ríes? – pregunta, después de un minuto.

- Tus pecas, parecen motitas de canela sobre crema Chantilly.

- ¡Siempre haces eso! – prorrumpe arrugando la nariz.

- ¿Qué cosa?

- Decir esas cosas. Mis pecas son de canela, mi piel es chantilly, mi cabello es de tal cosa, y mi…- la callas con un pequeño.

- Sabes a chocolate.

- Leche con chocolate. ¿Te gustaría un vaso? - la ves girar sobre sí y caminar hacia la cocina. La sigues de cerca como perrito faldero, con James reposando sobre tu pecho.

Ella exclama otro par de oraciones sobre las comparaciones que haces entre su cuerpo y cualquier postre que se te pudiera ocurrir, conforme saboreas el enorme vaso de leche achocolatada. Se te forma un bigote que haces desaparecer con tu lengua, como un niño pequeño comiendo mantecado.

- James se durmió – dice de pronto, tomando al bebé en brazos. – Lo voy a llevar a su cuna.

Al darte cuenta, la menuda figura de tu esposa se pierde fuera de la cocina, subiendo las escalares hacia la segunda planta. Te mantienes sentando cerca de la mesa, disfrutando de la última gota de tu dulce bebida. Medio empalaga, pero es deliciosa la condenada.

Pasan sólo dos minutos cuando Ginny regresa y se detiene frente a ti. Tiene las manos en la cintura, pegándose el vestidito de andar en casa contra su maravilloso cuerpo. Te vuelve loco.

- ¿Satisfecho? – prácticamente, te arrebata el vaso de las manos. Asientes con la cabeza y ella se aleja hacia el lavadero.

Te levantas de tu silla, caminas a través de la cocina y la abrazas por detrás. Hundes tu rostro en su blanco cuello y aspiras aquel aroma adictivo que ella desprende. Todo a profundidad, llenándote.

- Hueles a fresas.

- Eso era lo que faltaba – dice, continuando con la actividad de dejar limpio todos y cada uno de los platos. A veces le gusta hacer todo así, a lo bien muggle. – Debes verme como todo un postre andante. ¿Pastel o pudín? ¿Qué te gusta más, cariño?

Mimas con un sutil beso su piel, y llevas tus labios hacia su pequeña oreja izquierda. Le resulta sumamente erótico cuando le hablas al oído.

- ¿Sabes?, ahora me está apeteciendo comer algo dulce – trazas caricias con la punta de tu nariz. Adoras sentir cómo se le enchina su piel, tersa y maravillosa.

Ginny absorbe el significado oculto de tus palabras, ¿cómo no lo iba a interpretar? La ves detener su labor y girarse sobre sí. Te mira sonriendo, esa sonrisa cándida, preciosa, dulce… sobre todo dulce.

- Hay pastel de chocolate.

- No quiero pastel de chocolate – besas su barbilla, para luego rozar tu nariz con la de ella.

- Entonces, ¿qué desea el señor? – suspira cerca de tus labios. Te sientes bien, realmente bien. Vivo, feliz y completo.

- Te deseo a ti – besas su frente – a ti – sus párpados – a ti - su nariz – te deseo a ti – acabas en su boca. Ella se aferra a tu firme cuerpo deseoso con notable necesidad. No piensas alejarte de ella, nunca más. La aprietas…

¡Y qué dulce es la pasión!


N/A: Como saben, ¡las críticas constructivas ayudan mucho!

¡Hasta la próxima viñetica!