Disclaimer: Todo lo que puedan reconocer es de Jotaká, el resto es mío, y si no me querés ver triste-enojada-tristedenuevo, no me plagies, porque es una maldad innecesaria.
Advertencia: Malas palabras. Bastante fluff.
Nota: El título es cualquier cosa.
Sonrisa ocasional
Él la zarandea y está tan enojado que es raro, porque en su indiferencia, él le duele, pero en su enojo, él la lastima.
Lily lo entiende, claro que lo entiende; siempre se esmera en ello, y casi siempre lo consigue. Pero cuando Scorpius la abraza, todo es tan cálido y tan raro, porque viene de él, rey de la indiferencia, del nohacer, del nodecir, del noexpresar, del noquerer, que es su querer privilegiado.
Ella lo mira, sorprendida, y lo ve. Todo es tan escena que nunca se va a volver a repetir, todo tan amarillo.
–Qué imbécil eres, Potter. –gruñó de malas maneras. –Ese sujeto era una mierda.
Sí, cierto, pero ella no contaba con eso cuando se metió en Cabeza de Puerco incitada por aquel sujeto del que no sabía mucho más que el nombre y la marca de zapatillas; había sido tan amable… Pero no es como si ella se metiera en Cabeza de Puerco con cualquier imbécil que fuera amable.
Eran conocidos de algunas mañanas e intercambios de palabras. Él era de Hogsmeade, trabajaba en el estrambótico local de las plumas multicolores de pavo real exportadas desde Grecia, y cuando la veía pasar le deseaba buenos días, la saludaba, le preguntaba por cómo estaba, siempre muy educado, siempre muy gentil.
–Lo tenía…
–Eso es mentira. -la interrumpe, porque sabe que va a volver a decir que estaba todo controlado, y es mentira.
Hay algo feo en todo eso, algo feo en cómo aceptó ir con aquel muchacho a Cabeza de Puerco, algo en feo en la manera en que él la miraba, y definitivamente, algo horrible que intentara robarle un beso.
La interrupción de Scorpius, como caído del cielo, no fue mucho mejor, y a Lily sólo le sirvió para sentirse más tonta, porque necesitaba sentir que podía con esas situaciones ella sola, sentirse protegida pero desde sí misma y no desde afuera.
Lily sintió las manos de Scorpius en su vientre y se revolvió echa un estruendo de risas entre sus brazos. Qué facilidad la de ese idiota para alegrarle la vida en lo que dura un instante, con una única sonrisa ocasional, de esas ladeadas, distantes, que portan apellido.
Él acabó riéndose entre dientes y luego le dio un golpecito en la frente.
Qué alivio sentirlo cerca, y que esté ahí, en el momento preciso.
–Tonta.
–Podría disimularlo –le dice ella después de un momento, recargándose contra la pared, con las manos sobre el barandal de la escalera que la lleva directamente a su habitación. –Pero quiero que sueñes conmigo.
Él pone los ojos en blanco.
–Nadie se te compara.
…
Scorpius ama a las personas que dejan reviews.
