ONE SHOT MIROKU Y SANGO: Tu y yo… y el amigo desolado.

Rin llevaba ya algunos días en la aldea y todos estaban acostumbrándose a ella. Incluso Inuyasha encontraba su presencia muy agradable, pero a Sango aun le causaba algo de vergüenza cada vez que la miraba a los ojos. Se sentía muy arrepentida de haber siquiera pensado en acabar con la vida de esa pequeña niña en algún momento, pero para ella el hecho de ver morir al monje Miroku no era una posibilidad después de haber perdido tanto por causa de Naraku.

La joven exterminadora en verdad sentía una intranquilidad por ese hecho, pero trataba de sobrellevarlo y dejarlo en el pasado, porque después de todo incluso Sesshomaru no la culpaba por haber actuado de esa manera. Después de haber sufrido tanto ella sentía una abrumadora calma ahora que todo estaba en su lugar, bueno... todo excepto su amigo Inuyasha.

Desde aquel incidente del pozo Shipou, Inuyasha, Miroku, Kirara, su hermano Kohaku y ella se encontraban viviendo en la cabaña de Kaede. Era increíble, ni ellos mismos sabían cómo era que todos cabían ahí porque luego de unos cuantos días la pequeña Rin llegó y aun cuando Kohaku decidió irse con Kirara para seguir entrenando como exterminador, ya empezaban a sentir que sus presencias no eran justas para la pobre anciana. Kaede tenía que soportar los pleitos de Inuyasha y Shipou y las presencias de los demás.

Todos acordaron que era mejor empezar a construir otra cabaña para poder vivir en ella, pues ya era obvio que se habían asentado en esa aldea. Sango también pensó que sería mejor construir dos cabañas, una para ella y el monje y la otra para Shipou e Inuyasha pero rápidamente borró ese pensamiento de su cabeza. Y es que después de todo ella y Miroku no habían formalizado su relación. En realidad no era porque fueran lentos ni nada de eso pues ya ambos sabían que se amaban el uno al otro, lo que sucedía era que no querían disfrutar de su relación en la cara de su pobre amigo mitad demonio quien sufría la ausencia de Kagome. Así que disfrutaban de sus cariños a solas y en muy pocas ocasiones cuando nadie estaba alrededor, lo cual era difícil pues vivían con otras cuatro personas en una sola cabaña.

Además de eso estaba el hecho de que Inuyasha se había vuelto muy cercano a Sango. Al principio fue porque ella no quería verlo sufrir y siempre trataba de que no estuviera solo y supiera que tenía con quien hablar, aunque fuera raro que él se animara a hacerlo. Ella suponía que era por la falta de su compañía femenina desde que Kagome no había regresado, por lo que a él no le molestaba su presencia. Pasaba mucho tiempo con ella, incluso la acompañaba cuando iba a darse un baño pues él decía que era por precaución en caso de que Miroku sacara a relucir sus mañas y quisiera aprovecharse de ella.

Sango se encontraba pensando en todo eso mientras observaba a Inuyasha y a Rin alejarse para ir a los campos de Jineji por hierbas medicinales. Tan absorta en sus pensamientos estaba que se asustó un poquito cuando sintió una mano tocar su cadera.

El monje Miroku estaba regresando de la cabaña de un anciano enfermo cuando se percató que Inuyasha y Rin se alejaban de la aldea. Su mente enseguida comenzó a planear algo indebido, si esos dos se iban a lo de Jinenji, Shippou se había ido a su entrenamiento y Kaede se encontraba en la aldea ocupándose en sus labores de sacerdotisa, significaba solo una cosa: podría estar con Sango sin que nadie interrumpiera.

̶ No te asustes hermosa soy yo – dijo su amado.

– Excelencia… yo lo siento estaba desprevenida – contestó con una sonrisa de nerviosismo, sentir las caricias de ese hombre le erizaban la piel y siempre trataba de controlarse.

– ¿No te parece un momento perfecto para dedicarnos tiempo a nosotros? – preguntó él levantando una ceja y haciendo una mueca que dejaba ver sus ocultas intenciones.

Sango se sintió cohibida y sus mejillas la delataban.

– Excelencia… –

– ¿Hermosa señorita no le gustaría dar un paseo conmigo? – preguntó él con un tono muy sugerente y sensual.

– Y-yo… – ese hombre la ponía tan nerviosa que con trabajo podía hablar – Sí – contestó al fin.

Y ambos comenzaron a caminar algo lejos de la aldea. Ella seguía nerviosa y caminaban en silencio.

– Entonces Sango… ¿no crees que ya deberíamos formalizar nuestra relación? – preguntó Miroku con una mirada bastante sugerente.

La tomó por sorpresa, ella no esperaba esa pregunta en esos momentos.

– ¿A-a q-qué se refiere? – dijo con un hilo de voz y las piernas le comenzaron a temblar.

– Bueno tú sabes que te amo y si tú también me amas no veo por qué razón aún no formalizamos nuestra relación. Sé que no quieres hacer sentir mal a Inuyasha pero ya pasó un tiempo desde que vimos por última vez a la señorita Kagome y él es un chico muy fuerte... no creo que algo así le afecte demasiado… – dijo él muy despreocupado y con seriedad en su mirar.

Ella lo miraba un tanto afligida.

– Usted sabe que Inuyasha no nos dice muchas cosas, hablar de sus sentimientos no es algo que él disfrute y yo… yo me preocupo por él, es decir, ya todos podemos ser felices después de todo lo que pasamos por culpa de Naraku pero Inuyasha nuevamente perdió a la mujer que ama y eso me pone triste – contestó la joven exterminadora.

Miroku la miraba con extrañeza, a ella le preocupaba mucho el mitad demonio y pensó que Sango tenía un enorme corazón dentro de ella.

– Yo lo entiendo, pero nosotros nos hemos ganado el derecho a ser felices ¿no lo crees? –.

– Yo… lo sé, pero no puedo evitar sentirme triste por Inuyasha…

– Bueno últimamente pasas mucho tiempo con él e incluso te acompaña hasta cuando vas a tomar un baño, tal vez le estés tomando otro tipo de cariño… – dijo Miroku como si nada, con un toque de molestia en sus palabras.

Lo que dijo él resonó en los oídos de Sango ¿acaso había escuchado bien? ¿ese tonto monje estaba reprochándole e insinuando que algo pasaba entre ella e Inuyasha?

– ¡Excelencia! ¿Es que acaso está celoso de Inuyasha? ¡¿De Inuyasha?!

Miroku no admitió nada, pero dirigió su mirada al lado contrario de donde estaba Sango.

Ella estaba enojándose más.

– ¿Cómo es posible que pueda pensar algo así de mí? – le reprochó al monje.

– Tal vez no de tu parte, pero de parte de Inuyasha no sé… – contestó él aun evitando la mirada de la exterminadora.

– ¡Oshhh! – Sango comenzó a gritar – ¡Es usted un tonto! ¿cómo puede pensar algo así de mí y de Inuyasha? Él está sufriendo ¿y eso es lo único en lo que puede pensar? Aquí el único que podría ser señalado por algo así es usted que siempre ha sido un mujeriego, quien sabe... probablemente ya se cansó de esperarme y ya se buscó a alguna otra mujer… –

– ¿Cómo puedes pensar así de mí Sango? – dijo Miroku con cara de inocente ofendido.

– ¡No es muy difícil pensarlo, usted se ha encargado de que eso siempre lo tenga muy presente en mi memoria! – ahora todo lo que Sango decía era por medio de gritos.

– Eso no es verdad hace mucho que no pienso en otras mujeres, ¡para mí tú eres la única en mi vida!

– ¡Mentiroso! Si así lo fuera no pensaría mal de mí… –

Miroku se le quedó viendo fijamente, ella estaba por demás enfadada y entonces él esbozó una sonrisa.

– Aun cuando estás molesta luces hermosa – le dijo muy confiado.

¡Maldito! ¿Qué se creía? Primero desconfiaba de ella y de su amigo y ¿ahora salía con esas tonterías? Definitivamente la exterminadora pensó en darle lo que se merecía. Levantó su mano derecha y a toda velocidad la aproximó a la cara del monje, pero éste la detuvo y le tomó la otra mano con fuerza mientras la aproximaba más a él.

– ¡Suélteme! – se quejó ella.

– Ni loco… si no crees que eres la única mujer en mi vida entonces te lo demostraré – dijo aun con una sonrisa seductora y acercó su cara a la de ella.

Sango no pudo hacer nada para defenderse, indudablemente podría soltarse de su agarre, pero por algún motivo todo su cuerpo se le paralizó y comenzó a temblar con el toque de los labios de Miroku. Se dieron un beso muy apasionado y ella relajó todo su cuerpo sin continuar luchando. Sentir la lengua suave del hombre que amaba era un deleite a tal grado que no se dio cuenta del momento en que empezó a emitir leves suspiros. Por su parte el monje se sintió reconfortado al haber hecho por fin lo que tanto había deseado y que parecía estar tan lejos de lograr desde hace algunos días, debido a cantidad de gente de la que se veían rodeados.

Ese beso pareció durar una eternidad, la cual se vio interrumpida únicamente por la falta de aire. Separaron un poco sus caras y las mejillas de la joven estaban por demás sonrojadas.

– Usted… es un atrevido – dijo ella con suavidad.

– Y aún no he terminado, dije que te demostraré que eres la única mujer en mi vida – dijo con voz seductora mientras volvía a atraerla hacia él para besarla.

Sus manos comenzaron a bajar por la espalda de la joven y ella lo tenía bien abrazado. Mientras él movía las manos apasionadamente, ella sentía que en cualquier momento iba a desfallecer y comenzó a ponerse nerviosa.

– ¡Espere! Yo... no… – susurró ella.

– No digas nada solo déjame amarte – contestó con una voz invadida por el deseo.

El cuerpo de ella tembló por completo y no pudo negarse ante la voz seductora del hombre que amaba. De pronto el ambiente se llenó de suspiros de placer y de caricias enardecidas por parte de los dos. Miroku comenzó a desatar la ropa de la joven y por unos instantes ella titubeó en continuar, pero su amado le quitó las dudas de la mente a base de besos en su cuello y hombros.

Antes de seguir, la joven decidió que no sería justo que ella fuera la única sin ropa en ese momento porque era el monje quien traía más prendas encima así que aun con mucha pena tomó los bordes de la túnica de Miroku y comenzó a jalarla hacia arriba mientras él levantaba los brazos. Una vez que él ya tenía el torso desnudo, Sango se sonrojó aún más. Le pareció que ese hombre era en verdad muy apuesto y estaba frente a ella con toda la intención de hacerla suya, sus pensamientos se estaban apoderando de ella a tal grado que, embargada por la pena se quedó con la mirada baja.

Entonces él dio un paso adelante, la tomó nuevamente entre sus brazos y con mucho cuidado la levantó para colocarla en el suelo sobre su túnica que les serviría como lecho improvisado. Mientras estaban ahí sentados uno frente al otro, él comenzó a quitarle la ropa a la joven que al sentir su pecho desnudo rápidamente se cubrió con sus manos sintiendo mucha vergüenza. Ella nuevamente miraba para abajo y entonces Miroku la tomó de la barbilla con su mano y le alzó levemente el rostro para que ella lo mirara a los ojos.

– No te avergüences por ser tan hermosa – dijo él casi en un susurro únicamente para que ella lo escuchara.

– Yo… yo… –

Ella no pudo decir nada más porque él tomó sus manos alejándolas de su pecho y le besó las palmas para después observarla en su esplendor. Se detuvo a mirarla fijamente, ella lucía muy hermosa con el rostro sonrojado y esa dulce mirada que lo ponía de cabeza, sus pechos eran tan hermosos y firmes que de pronto él no pudo evitar sentirse levemente nervioso de estar frente a esa mujer que se veía tan bellamente esculpida por los mismos dioses.

Lentamente se le acercó y poco a poco fue colocándose sobre ella mientras devoraba su boca apasionadamente. Se deshizo del resto de sus ropas y ahí estaba mirándola por debajo suyo, estaba rodeada de flores. Miroku se encontraba tan absorto en su amada que no lo había notado: había muchas flores en el lugar en el que se encontraban, pero poco le importó porque solo complementaban la belleza que él ya tenía enfrente. Él se acercó al rostro de Sango, por la expresión de su rostro ella se mostraba asustada y expectante de lo que fuera a suceder. La besó tiernamente mientras tenía las manos sobre sus pechos y ella dejó escapar un pequeño gemido de su boca.

– Te amo – dijo Miroku mientras le besaba el cuello apasionadamente.

La joven dio un pequeño respingo ante esa declaración, le tembló el cuerpo al mismo tiempo que se encontraba perdida ante las caricias de aquel hombre que tanto amaba.

– Yo también te amo – las palabras se le escaparon de la boca junto con algunos suspiros de placer.

Fue así como él separó las piernas de su amada sin dejar de besarla y antes de hacer cualquier otra cosa sintió el fuerte agarre de Sango en su espalda, casi al punto de clavarle las uñas. Entendió que estaba inquieta y asustada.

– Dolerá, pero no te preocupes… seré cuidadoso y gentil– le susurró al oído mientras se separaba un poco para poder observarla.

La joven asintió y él entró en ella con delicadeza. Aun así, dolió y un grito ahogado junto con una lágrima lo afirmaron, ella apretó los ojos y los dientes.

– Mírame Sango… – pidió él.

Ella abrió los ojos y tenía el rostro compungido. Miroku le acarició una mejilla con su mano.

– Te amo – le dijo nuevamente y la besó intentando que se relajara.

Sango se dejó llevar mientras él rozaba la cima de sus pechos con los labios. Él comenzó a moverse dentro de ella lentamente, con un ritmo hipnótico mientras ella enterraba sus uñas en su espalda, pero sin dejar de besarlo. Después de unos momentos la joven comenzó a suspirar y gemir de placer, por lo cual Miroku comenzó a moverse un poco más rápido en sus embestidas.

Estuvieron de esa manera por un rato. Envueltos en caricias, besos, gemidos, suspiros y embestidas; absortos el uno en el otro, perdidos en sensaciones abrumadoras de pasión y amor. La culminación de su acto estaba cerca y ambos pudieron sentirlo, aquel instante que parecía otorgarles tiempo en un espacio invadido por pura divinidad casi como instantes prestados por los mismos dioses. Después de aquel clímax permanecieron en esa posición unos instantes, mirándose y amándose como si no existiera un mundo alrededor de ellos y como si fueran las únicas personas sobre la tierra. Ambos se dedicaron un tierno beso, y un "te amo".


Sango aun mostraba un sonrojo en las mejillas mientras caminaba tomada del brazo de su amado ya de regreso a la aldea. De pronto en su mente pensaba que la vida parecía al fin tener sentido, sentía todo de forma más intensa. Los colores del día le parecían más brillantes, los aromas del campo le parecían más notorios a su olfato, la vida ya le sonreía de sobremanera y pensó que podría acostumbrarse a eso para siempre.

– ¿No te parece que ya es tiempo de vivir juntos? – preguntó Miroku.

La sacó de sus cavilaciones con esa pregunta y entonces ella comenzó a titubear.

– Bueno… yo no sé… es decir, ya casi no cabemos en casa de Kaede pero aun así no me siento capaz de abandonar a Shipou y a Inuyasha aun, él me preocupa… –

– ¿Aun te preocupa?... Inuyasha, Inuyasha… ¿Sango no será que eres tú quien no está segura de querer continuar con nuestra relación? – dijo el monje con molestia.

– ¿A qué se refiere? – contestó ella muy extrañada por aquella pregunta.

– Bueno, te he demostrado cuanto te amo, que quiero algo serio contigo y aun así solo te preocupa dejar solo a Inuyasha… me parece muy extraño – dijo eso último con mucho énfasis.

La joven sintió su sangre hervir.

– ¡¿C-cómo puede decir algo así después de lo que acaba de pasar?! – dijo ella muy molesta.

– Bueno, tu siempre pasas mucho tiempo con él y que yo recuerde en una ocasión quisiste besarlo… – ya se encontraba invadido por los celos en sus comentarios, sabía que lo que pensaba era algo imposible, pero por alguna razón habló sin pensar antes en sus palabras.

Ella no continuó caminando, paró en seco y cuando el monje se dio cuenta volteo para observarla. Estaba apretando los puños, tenía la mandíbula contraída y los ojos se le estaban llenando de lágrimas. Sango recordó aquel incidente del casi beso, ella estaba ebria en aquella ocasión y eso no contaba en absoluto porque no era dueña de sus propias acciones. Tomó aire como para gritar, pero en vez de eso un sollozo se dejó escuchar saliendo de su boca.

– ¿Eso es lo que piensa de mí entonces? ¿Que soy una atrevida que piensa en dos hombres? – espetó movida por el enojo y el llanto.

Algo lejos de esa escena Inuyasha y Rin regresaban del campo de Jinenji. La pequeña bajó de la espalda de él y a lo lejos pudieron divisar a Sango y Miroku pero al mitad demonio algo le pareció extraño. No era raro ver a la exterminadora gritándole de vez en cuando a ese monje por sus imprudencias, pero esta vez había algo raro, pudo notarlo incluso al verlos desde lejos. Decidió acercarse un poco más para examinar la situación. Fue entonces cuando vio como Miroku trató de tomar a Sango por el brazo, pero ella se soltó del agarre de manera brusca y pudo escuchar cómo le gritaba:

– ¡Usted es un sinvergüenza! – dijo ella casi atragantándose con el llanto.

Entonces Inuyasha pudo sentirlo, olía a agua con sal. Rápidamente trató de atar cabos en su cabeza: Sango lloraba y gritaba molesta que él era un sinvergüenza. Lo peor vino a su mente cuando pudo notar un aroma diferente, él sabía perfectamente como era la esencia de cada uno de sus amigos, pero en esta ocasión un olor particularmente diferente había en el ambiente. Eran los aromas de sus dos amigos Sango y Miroku… pero estaban mezclados. El medio demonio pensó lo peor, ese pervertido seguramente se había aprovechado de su amiga y eso no lo dejaría así.

Tomó a colmillo de acero con la funda puesta y se acercó a ellos a toda velocidad. Miroku apenas pudo distinguirlo pero le dio tiempo de hacer un movimiento para evitar ser tumbado al suelo por Inuyasha.

– ¡Voy a matarte Miroku! – gritó el medio demonio con furia – ¿cómo fuiste capaz de algo así? – dijo mientras se abalanzaba una vez más hacia el monje, dejando a la joven con una mirada atónita.

Estuvo a punto de propinarle un buen golpe a su amigo, pero Miroku no era ningún debilucho y supo responder. Ya antes había luchado con Inuyasha y podía ser que no tuviera más el agujero negro, pero aún era fuerte y habilidoso. Así fue como logró contrarrestar el ataque del mitad demonio.

Sango los miraba sin entender nada, su llanto cesó para comenzar a gritarle a Inuyasha que se detuviera, pues por unos instantes lo vio tan molesto que pensó en que había comenzado a perder el control debido a su parte demoníaca porque en verdad parecía querer dañar a Miroku.

– ¡Inuyasha! ¿qué te sucede? ¡Detente! – gritaba angustiada por no saber qué sucedía.

Inuyasha perseguía a Miroku queriendo golpearlo con todas sus fuerzas y el monje trataba de esquivarlo mientras Sango seguía gritándole al mitad demonio que se detuviera.

– ¡Basta Sango! ¿Cómo puedes pedir eso después de que se aprovechara de ti? ¡Lo mataré! – gritó frenético.

– ¿De qué hablas? – gritó desesperada la joven.

– ¡Inuyasha cálmate y hablemos!... –

– ¡Cierra la boca pervertido! – lo interrumpió el medio demonio.

– Pero ¿qué ocurre contigo? ¡vas a matarme y yo no he hecho nada malo! – Miroku ya se estaba angustiando al ser atacado, sabía que su amigo no estaba usando toda su fuerza y que si quería en cualquier momento podría actuar en serio.

Los gritos se hacían más fuertes, afortunadamente no estaban tan cerca de las casas del resto de los aldeanos. Kaede estaba regresando hacia su casa cuando escuchó el escándalo y vio a la pequeña Rin observando atenta a quienes causaban tal alboroto. La niña le explicó que cuando regresaron ella e Inuyasha, él se acercó a ellos y comenzó a gritar y a perseguir al monje, la anciana le pidió a Rin que se quedara ahí mientras ella se acercaba a ver qué sucedía.

– ¿Por qué el escándalo? ¡Inuyasha pero ¿Qué intentas hacer?! – espetó la sacerdotisa observando los ataques del ojidorado hacia el monje.

– ¡Díselo Miroku, dile que te voy a matar por aprovecharte de Sango porque eres un pervertido! –

– ¡No sé de qué hablas! – contestó el monje desesperado.

– ¡No mientas maldito! ¡puedo sentir sus esencias mezcladas, ella lleva tu pestilente olor en todo su cuerpo, eres un degenerado! – bramó Inuyasha.

De pronto la exterminadora se encontró con una cara de sorpresa mezclada con pena, ¿cómo era posible que ese tonto se diera cuenta? De pronto tenía la mirada de Kaede sobre ella.

Miroku volteó a un lado para observar a su amada y fue entonces cuando Inuyasha pudo propinarle un golpe en el estómago haciendo que este perdiera el aire y cayera al suelo.

– ¡Ahora si te vas a arrepentir! – gritó el medio demonio a punto de golpearlo con todas sus fuerzas.

Al mismo tiempo que Miroku era golpeado, a Sango la invadió la desesperación pues su amado terminaría muy malherido si esa situación continuaba y ella no tenía a su hiraikotsu cerca. Entonces sin pensar, tomó todo el aire que pudo en sus pulmones y gritó con todas sus fuerzas:

– ¡Basta! ¡El no hizo nada malo yo lo quise! – no tuvo idea de dónde sacó el valor para gritar eso, tenía la cara roja de vergüenza.

Inuyasha no alcanzó a detener el golpe pero se detuvo en seco con el puño justo en la cara de su amigo después de haberlo golpeado, Kaede observaba asombrada a Sango intentando ahogar una pequeña risita.

– ¿Q-qué dices? – Inuyasha se enderezó, volteó muy sorprendido ante tal afirmación y un poco incrédulo miraba a su amiga.

– ¡Ya me escuchaste, detente! Él no… no hizo nada malo… y-yo accedí – dijo mientras miraba a su amigo muy apenada.

– M-maldición… – masculló Inuyasha – Sango t-tú estabas llorando y yo creí que… entonces tú y él… ustedes dos… él no te… es decir, no así…–

– ¡Ya te dije que no tonto! ¡No me hagas repetirlo!... – lo interrumpió molesta.

– ¡Vaya!... Miroku yo… yo creí que… –

– ¡Eres un estúpido! – desde donde estaba el monje y después de escupir un poco de sangre, le aventó una piedra a la cabeza a su amigo, quien quiso maldecir pero por lo que había causado prefirió no quejarse.

– ¡Entonces ¿por qué estabas llorando?! – quiso saber Inuyasha.

– ¡Porque su excelencia es un tonto celoso! – ella refunfuño observando al monje – te lo mereces – le dijo molesta a Miroku y se fue de ahí – ¡No se atrevan a seguirme! – les gritó a ambos.

Los dos amigos se miraron las caras.

– Bueno al parecer todo fue un malentendido – aseguró Kaede – y ustedes dos será mejor que preparen las mejores disculpas que puedan dar en sus vidas después del alboroto que hicieron o ella no los perdonará – dijo y se fue rumbo a su casa.


Ambos la observaban a lo lejos, se encontraba sentada debajo del árbol sagrado.

– Iré yo primero, está más molesta contigo – aseguró Inuyasha.

– ¿Cómo lo sabes? – preguntó Miroku.

– Porque tú ya la habías hecho enojar antes de que yo llegara – dijo triunfante con una media sonrisa el ojidorado.

– Muy gracioso – dijo el monje con cara de fastidio.

Inuyasha se acercó a ella, pero tuvo que esquivar a hiraikotsu, Sango continuaba molesta y se lo lanzó con todas sus fuerzas. Apenas y logró evadirlo.

– ¡Maldición Sango! ¿Cómo pediré disculpas si me quieres matar? – espetó enojado.

Ella solo lo observó con un enojo casi mortal. Igual así él se acercó.

– ¡Tonta escucha! Tengo algo importante que decir así que presta atención – dijo él con seriedad.

Ella ni se inmutó y volteó la mirada hacia el otro lado. Inuyasha rápidamente se dirigió hacia donde ella estaba viendo.

– Escucha, Miroku ya me explicó todo… – no pudo terminar de hablar porque ella le dedicó una mirada asesina casi emanando un aura de fuego.

– ¡No me dio detalles!... es decir, me dijo que llorabas porque él insinuó sus celos y yo pues… – notó que ella aun no le hacía caso y comenzó a alzar la voz – ¡mira no tienes que seguir preocupándote por mí! Tú puedes seguir siendo feliz de la forma que quieras, no tienes por qué pensar tanto en cómo me sienta todos los días ¡no soy una maldita rama a punto de quebrar! – comenzaba a alzar la voz de nuevo pero después de un suspiro continuó con calma – quiero decir que… si ustedes son felices yo puedo estar tranquilo, no tienes que reprimirte por mi causa – dijo él muy seguro de sus palabras.

Sango se sorprendió, a pesar de la vergüenza que le había hecho pasar, esa era la primera vez que Inuyasha abría su corazón ante ella, la primera vez después de la partida de Kagome que él en verdad hablaba de sus sentimientos con alguien. Y de pronto se encontró esbozando una sonrisa, ya no podía estar enojada con su amigo a pesar de la embarazosa situación que pasaron.

– Está bien Inuyasha, te perdono, pero solo porque me pareció lindo que te preocuparas de que su excelencia me hubiera hecho daño– le dijo a su amigo y se acercó a él antes de que pudiera quejarse para regalarle un abrazo sincero – te prometo que ya no voy a reprimir mi felicidad a partir de ahora, pero no te puedo prometer dejar de preocuparme por ti – le dijo aun en ese abrazo.

Él no dijo nada y se dejó abrazar. En cierta forma le llenaba de confort saber que su amiga estaba junto a él siempre.

– ¡Vamos no seas exagerada! – dijo mientras se separaban de aquel abrazo amistoso lleno de cariño – Él es un idiota, pero ahora trata de no matarlo, creo que le di un buen golpe de tu parte – le dijo divertido, ella respondió con una risita.

Miroku ya había comenzado a acercarse cuando ellos se separaron de aquel abrazo.

– ¡Ella si va a matarte! – dijo Inuyasha triunfante mientras se alejaba de ahí.

El monje le respondió con un golpe a la cabeza propinado con su báculo.

– ¡Maldito! – espetó el mitad demonio, pero consideró que lo mejor era alejarse de ahí antes de causar más problemas.

Miroku se sentó junto a Sango. Pasaron unos momentos sin decir nada, hasta que él rompió el silencio.

– Yo… en verdad lo lamento Sango, todo eso fue mi culpa por mostrarme celoso de Inuyasha, los celos me nublaron el juicio, pero no volverá a suceder – dijo con convicción.

Pero a ella parecía no importarle y él se dio cuenta.

– Sango por favor… estoy tan desesperado por tenerte conmigo que no me di cuenta en qué momento comencé a pensar en cosas absurdas como esos celos tontos, yo… tú tienes razón, si alguien aquí es un sinvergüenza ese soy yo por mi comportamiento en el pasado, pero ahora tu eres mi presente y no hay nada que desee más que estar a tu lado, vivir contigo y que formemos una familia juntos – dijo el monje con mucha sinceridad en cada palabra.

Ella había volteado la mirada para no observarlo y él se estaba desesperando. De pronto ella volteó. Estaba sonriendo y lágrimas salían de sus ojos.

– Sango… yo te amo – aseguró él mientras le tomaba las manos.

– Excelencia… ¡Yo también te amo, Miroku! – contestó ella mientras se abalanzaba a abrazarlo.

Todo lo que había escuchado le bastó para perdonar a ese tonto, era todo lo que ella soñaba con tener y escucharlo decir que quería lo mismo la llenó de una sensación cálida y embriagante que al parecer era únicamente amor sincero.

La pareja era observada a lo lejos.

– Bueno Inuyasha, parece que después de empeorar las cosas los hiciste reconciliarse – dijo Kaede con una leve sonrisa.

– ¡Jha! No digas tonterías anciana, ambos son unos tontos – contestó él, pero en el fondo se sintió feliz por sus amigos y también terminó con una sonrisa enmarcada en el rostro.


**** UNOS MESES DESPUÉS ****

Ella se encontraba muy acalorada ese día, había sentido náuseas desde temprano y pensó que el desayuno le había sentado mal.

– Sango – dijo Inuyasha mientras entraba a la cabaña de sus amigos – Miroku me pidió que viniera a acompañarte mientras él iba con la anciana a no sé dónde, dijo que te sientes mal –.

Inuyasha la observó, la joven estaba acostada en el futón con un paño mojado en la frente.

– Si, creo que el desayuno no me hizo bien, me siento enferma… cuando Kaede regrese le pediré que me de alguna hierba medicinal – dijo ella y se dio cuenta de que su amigo la observaba con curiosidad – ¿qué sucede tan mal me veo? – preguntó intrigada.

– Ahh… no es eso, es solo que… – titubeó en seguir hablando – nada, mejor espera a que vuelva Kaede – terminó, pero seguía mirándola consternado.

– Inuyasha, ¿qué sucede? Solo dímelo o me voy a molestar – dijo cansada de la mirada que su amigo le dedicaba.

– Bueno… yo… – él seguía titubeando.

– ¡Innuyasha dilo ya! – ordenó desesperada por las frases inconclusas.

– ¡Tonta está bien! Verás… tu aroma ha cambiado un poco y yo creo… creo que no estás enferma, aunque es mejor esperar a que Kaede te lo confirme, pero más bien… parece que estás embarazada – concluyó él.

– ¡¿Qué?! – gritó sorprendida.

– Sentí el cambio hace unos días, aunque no estaba seguro, pero ahora con tus nauseas yo… –.

– ¡Tú y tu maldito olfato! –.

FIN.


COMENTARIO: ¿qué les pareció? espero que haya sido de su agrado, porque es el primer lemon que escribo. Verán este one shot bien pueden situarlo dentro de mi fanfic "Un nuevo destino" pues ocurre en la misma línea temporal, aunque igual si no leen mi fanfic este relato puede entenderse solo como eso un One Shot. déjenme sus opiniones y comentarios

ATT. TAMINA BENNET STARK.