Con estas letras comienza todo.
La verdad es que no sé de dónde empezar, quizás todo comenzó con la mentira de mi miope amigo cuando era yo aún muy muy joven o quizás en los días de universidad en la que al conocer ya mi arisco pasado y sin poder cambiar la imagen de mí, Kawafuji iba con chicas a festivales o a viajes y yo permanecía en casa deleitándome con mi único verdadero amor, la caligrafía. Quizás fue cuando la misteriosa chica de la clase de al lado leyó mi mano augurando mi solitaria existencia o cuando mi vida dio un vuelco al conocer a la pequeña revoltosa invadiendo mi hogar con sus risas ,sus juegos , sus canciones y sus berrinches, sus amigos, su pueblo...mi pueblo, mi familia y mi futuro, que quedó en esas pequeñas manos sucias de barro, con las uñas desgastadas de tanto morderlas, ásperas de todo lo que han experimentado y a lo que han jugado pero cálidas, amables, que al juntarse con la mía solo me invitan a vivir. Es así como toda persona debería vivir, sin miedos, sin inseguridad, vivir el día a día, sin preguntarse si algo está bien o mal, sin pensar en el futuro, así como lo hace Naru cada mañana que abre la puerta invitándome a desperdiciar, corrijo, a hacer volar el tiempo y hacer volar mi inspiración.
Esa inspiración siempre había venido de las bases de lo que mi padre me había enseñado, del entorno que me rodeaba, actualmente era algo distinto, solamente llegaba con una hermosa vista, con un día divertido, con una situación fascinante, el mundo era mi inspiración, así de hacía hace un año, la verdad era así nunca había experimentado situaciones difíciles o un amor doloroso que me diera aquella inspiración que necesitaba, había pasado un año y pensando que no volvería a experimentar aquel bloqueo nuevamente llegaba a mí, como una montaña desmoronándose a pedazos, de un solo golpe y de pronto lo sentí, como una mariposa revoloteando perdida un día de verano.
