TODOS LOS PERSONAJES PERTENECEN A JK ROWLING
Una nueva historia se ha gestado en mi mente y después de locas conexiones de episodios por aquí y por allá, tengo el gusto de presentarla está historia en un formato nuevo para mí y espero no echar a perder.
Les explico, estará dividida en temporadas (los capítulos todavía no están definidos) pero no serán menos de diez, lo aseguro. El número temporadas aproximado y según el pronóstico de mi imaginación y ánimos se encuentran en tres temporadas. En el desarrollo de la historia podrán conocer a los personajes y por supuesto el desenvolvimiento de nuestra pareja.
Cualquier duda o sugerencia para futuros capítulos o como pronostican el desarrollo de la historia, no duden en hacérmelo saber. Sin más, me despido.
Os leo abajo.
BUENA LECTURA
"Frente a ti"
PRIMERA TEMPORADA
Capitulo Uno
"Vueltas de la vida"
La época oscura y siniestra había terminado hace más de doce años y el mundo mágico se hallaba recuperado de la muerte, dolor y sufrimiento que el mago más siniestro de toda la historia había impuesto a sangre y fuego. Las familias vivían en relativa paz y aunque existían pequeños grupos de exaltados que seguían la filosofía de la sangre eran aplacados por el buen trabajo de aurores y oficiales a cargo, por lo demás, la guerra se había convertido en un recuerdo relatado por libros de historia para las futuras generaciones.
Por supuesto, y a pesar de los involucrados, existía algo que las personas no podían olvidar y los diarios resaltaban cada vez que podían: Los magos y brujas que participaron de dicha guerra y dieron su vida por conseguir la victoria contra los mortifagos y su líder, la Orden del Fenix se había convertido en un icono de la guerra y aunque no seguía activa, las placas y con memoriales hacia la organización y sus integrantes salía de vez en cuando en las noticias, además, las figuras visibles como Harry Potter, Hermione Granger, Ron Weasley entre otros eran reconocidas y admiradas por todos.
Las familias que poseían no pasaban desapercibidas y cualquier noticia por irrelevante que fuese significaba páginas y páginas dirigidas hacia especulaciones y comidillos de las personas.
Harry Potter dobló por la mitad el diario matutino de aquel primero de septiembre, dejando a la vista, el titular de aquel día "Incipiente crisis en la familia Potter", molesto desvió la mirada de aquel titular y se incorporó de su escritorio mientras observaba el día nublado y frío desde la ventana. El matrimonio junto a Ginny estaba pasado por momentos difíciles y aunque intentaba mantenerlo bajo perfil siempre la opinión pública se enteraba de su situación y aquello le molestaba profundamente, sobre todo, porque sus hijos se encontraban en medio de esa locura y él no deseaba que sufrieran por especulaciones de personas sin escrúpulos. Observó el reloj de pared y apresuro a recoger su túnica, faltaba una hora y debía dejar a sus hijos en el expreso para un nuevo año escolar en Hogwarts.
Amaba a sus hijos y sin duda había sido lo mejor que pudo pasarle, James y Natalie alegraban su diario vivir y estaba convencido que haría cualquier cosa por ellos. Quinto y segundo año respectivamente y aunque los veía poco por sus obligaciones académicas y él por su trabajo como auror en ministerio de magia, intentaba pasar el mayor tiempo posible cuando las vacaciones se acercaban.
Rápidamente bajo las escaleras para dirigirse hacia la cocina donde las risas de sus hijos le hicieron sonreír de manera inconsciente, recuperando el buen humor, ingreso a la cocina y les miro sentados sobre la pequeña mesa redonda desayunando. Ambos niños le observaron cariñosamente mientras le saludaban alegres, él les devolvió el gesto y cogió el café preparado sobre la mesa, esperando.
-Se despidió mamá de ti – Afirmó más que pregunto la pequeña Natalie de doce años. Su padre le observó mientras llevaba la taza hacia sus labios; cabello pelirrojo y ojos verde claro – Parecía ocupada y bastante ajetreada por el trabajo. Apenas si desayuno.
-Su trabajo es importante – Sonrió él acariciando el cabello de su hija. El trabajo de su esposa ocasionaba dos de las tres discusiones semanales entre ambos, el periodismo se había convertido en su karma y muchas de las discusiones terminaban en las páginas rosas para las cuales ella escribía. Aquella mañana debía viajar a Francia y ausentarse por tres semanas, dejando de lado, cualquier conversación pendiente sobre la última discusión de ambos – Y sí se despidió de mí – Argumentó recordando el "Hablaremos al regreso" como despedida, bebió su café, amaba a su esposa pero la situación parecía insostenible y ni siquiera sabía porque – Terminen el desayuno, se hará tarde, y saben cómo se pone su tía Hermione cuando eso sucede.
-Ni hablar – sonrió su hijo mayor James de quince años – Eso que no has visto a Rose… da miedo – Acusó haciendo un gesto de escalofríos que Harry rió. Conocía a su mejor amiga y su hija y la personalidad de ambas, sin duda, eran idénticas.
-Espero que no estén causándole problemas a su tía – Les miró él alzando las cejas y ambos niños negaron. Después de varios años sirviendo al hospital y una carrera prestigiosa como medimaga había decidido ejercer como profesora en Hogwarts, la decisión la había tomado hace dos años, y aunque su esposo lo miró con malos ojos, terminó aceptándolo – Transformaciones parece fácil, sin embargo, no lo es. Deberían agradecer porque el puesto lo dejo Minerva.
-No exageres papá – rió James recogiendo la mesa junto a su hermana – Nos hemos portado bien sino pregúntale. Iré por los baúles – Señaló.
-De seguro el próximo año quedaremos sin profesor – Comentó Rose ajustándose la túnica y aclaró ante la mirada intrigada de su padre – El profesor Roger está viejito y pedirá su retiro este año. Eso he escuchado.
-Tendrán que contratar a otro profesor – Dijo el moreno encogiéndose de hombros – Pasa todo el tiempo y deberán acostumbrarse, incluso la profesora Mcgonagall debe estar pensándolo.
-Entiendo – Asintió la niña terminando de alistarse - ¿Cuánto nos queda?
-Veinte minutos – Masculló él caminando hacia la sala donde su hijo ya bajaba el último baúl – Es hora de irnos, llegaremos tarde.
-Vamos – Dijo James feliz por volver al colegio y reencontrarse con sus amigos
Las decisiones nunca han sido fáciles y mucho menos cuando sabes que la estabilidad de la familia podría estar en riesgo, sin embargo, la había tomado por la sencilla razón que necesitaba un cambio en su vida y el haber cambiado de trabajo le abría esa posibilidad. Hermione Weasley llevaba trabajando en Hogwarts dos años y hasta el momento no podía arrepentirse, se sentía feliz y cómoda por regresar al lugar donde había pasado tantos y tantos momentos, por lo demás, estar cerca de su hija era un privilegio que pocos podían darse.
Aunque la decisión provoco, en principio, la molestia de su pelirrojo esposo sabía que hacía lo correcto, no importaba cuando lo pensará y cuestionará, algo le decía que el colegio era el lugar correcto y donde debía estar.
Cogió el último libro que necesitaba aquel año y luego de asegurar los baúles los redujo de tamaño para su transporte. Se giró hacia las escaleras y observó a su esposo bajar y suspirar, acostumbrado al ritual de cada primero de septiembre y que había aprendido a aceptar de alguna u otra manera.
-Rose baja ya – Sonrió el pelirrojo acercándose hacia su esposa y depositar un suave beso sobre sus labios – Lo único realmente bueno de esto, es que, a tu regreso las discusiones parecen un recuerdo del pasado.
-Lo sé – Sonrió ella dándole la razón a su esposo. La distancia les había hecho disfrutar en paz sus momentos de cercanía y aquello sin duda representaba un alivio para el matrimonio.
-Cuida a Rose – Susurró Ron acariciándole la mejilla – Sobre todo de chicos
-Ron – Suspiró ella negando – Tu hija crece e inevitablemente llamará la atención de los chicos, no puedes impedirlo.
-Sí – Murmuro él cruzándose de brazos mientras su hija bajaba las escaleras – Sólo quiero cuidarla.
-Lo sé – Sonrió Hermione desviando la mirada hacia su hija Rose quien cursaría su quinto año – Se nos hará tarde, démonos prisa.
-De acuerdo – Aceptó la joven castaña - ¿Irás con nosotras? – Inquirió a su padre.
-Por supuesto – Afirmó él abrazando a su hija – Después iré al ministerio – Informó. Su vida como auror ocupaba su tiempo desde que había egresado de Hogwarts y junto a su mejor amigo, sin duda, eran la mejor dupla – Supongo que tu tío estará allá y nos iremos al trabajo.
-¿Y Ginny? – Inquirió Hermione preparando la chimenea. Sabía los problemas por los cuales pasaba su mejor amigo y dudaba que la pelirroja estuviese allí – Si no me equivoco tenía un viaje.
-Sí – Meditó Ron – Se marchó temprano por la mañana. De seguro, sólo se despidió de James y Natalie antes de salir.
-Ya veo – Murmuró la castaña – Vámonos.
Apareció cerca del aeropuerto muggle y caminó raudo por las calles de Londres arrastrando consigo un pequeño maletín mientras el real motivo por el cual viajaba se perdía entre los recuerdos de la última conversación con su esposo, le dolía ciertas actitudes de Harry y que siempre intentará justificarlas por los mismo argumentos. Que no fuese sincero y le expresará sus sentimientos. Se detuvo sobre la esquina y espero el paso, le molestaba el silencio de su esposo sin embargo su propio silencio le inquietaba hasta el punto de reservar la conversación pendiente con un simple "Hablaremos al regreso". Amaba a su esposo, sin embargo, algo había cambiado y si no podía detener los acontecimientos sobre su vida temía porque la baraja de naipes se derrumbará para siempre.
Cruzó la calle e ingreso al lujoso aeropuerto muggle donde abordaría un vuelo hacia Francia, podía aparecerse y cumplir sus obligaciones de manera rápida, pero la situación ameritaba la reflexión y evaluación de los próximos días. Confirmó el vuelo y espero por algunos minutos para el anuncio de cual puerta debía atravesar, se sentó abriendo el maletín que portaba, paso de los documentos y saco la billetera que portaba para luego extraer una fotografía; Los rostros felices de su esposo e hijos le saludaban, los amaba con su vida y aunque jamás quería hacerles daño, sentía que algo iba a cambiar el rumbo de su vida. Guardó la fotografía y buscó en un bolsillo falso del maletín otra fotografía, la observó detenidamente sintiendo el corazón latir fuertemente y arrancarle una sincera sonrisa de los labios.
"Pasajeros del vuelo 454 con destino a Francia, por favor, abordar en la puerta 205. Gracias"
Guardó las cosas y se encaminó hacia la puerta donde abordaría el avión, y mientras pasaba los controles de rutina del aeropuerto, los recuerdos de ambas fotografías se peleaban en su mente y lograr permanecer la mayor cantidad de tiempo posible, disputando, miles de emociones y momentos.
-Señora Potter – Le habló la señorita frente suya – Aquí tiene su boleto, buen viaje.
-Muchas gracias – Sonrió Ginny ingresando por la puerta y finalmente abordar el avión
Antes de sentarse y procurando que nadie le viese hechizo el maletín para evitar que se estropeará por el viaje, después, buscó el asiento junto a la ventanilla y suspiró. Observó su reloj de pulsera que indicaba las 10:55 de la mañana faltando cinco minutos para las 11, pensó en sus hijos y que ya debían abordar el tren que les llevaría al colegio una vez más.
-Señores pasajeros – Se escuchó por la alta voz – Estamos a punto de despegar, por favor, ajustarse el cinturón y colocar sobre sus piernas cualquier tipo de equipaje de mano o sobre los casilleros. Gracias por su atención y que tengan un buen viaje.
-Es hora – Suspiró Ginny escuchando los motores del avión prenderse
¿Por qué el tiempo parecía no pasar? Ron Weasley dejo de escuchar la conversación de su hija y sobrinos para dirigir su mirada hacia su esposa y amigo, charlaban animadamente, y aunque no se veían por el periodo académico y solían encontrarse en eventos puntuales, siempre parecía existir un tema por cual hablar y reír como si el tiempo y los años no hubiesen repercutido en su relación de amistad que sostenían. Llegó a pensar que aquel vinculo se había quebrado desde que Hermione ingreso a Hogwarts y dejó de trabajar en el hospital donde cada cierto tiempo se encontraban por algún que otro herido durante misiones o entrenamientos, sin embargo, aquello no sucedió.
Volvió a desviar la mirada y observó el cielo nublado pesando en su hermana, él sabía del período de crisis por el cual pasaba su matrimonio y aunque le preocupaba, nunca quiso saber los motivos, enterándose solo por la prensa, leyendo teorías y especulaciones que rallaban la locura. Aunque sabía bien que la verdadera historia jamás saldría por la prensa, por ahora no.
El estridente sonido del tren le hizo salir abruptamente de sus pensamientos y dar cuenta que eran las once en punto, raudo se despidió de su hija y sobrinos deseándoles un buen año, por último se acercó hasta su esposa y le beso en los labios mientras su mejor amigo se despedía de los niños.
-Te quiero mucho – Susurró él sonriéndole
-Yo igual – Sonrió ella
El ojiverde interrumpió la conversación que sostenía con su amiga y luego que su amigo se despidiera de su hija y sobrino, él hizo lo mismo, abrazo a sus hijos deseándole un buen año y que se verían en navidad y después hizo lo mismo con Rose. Observaba a los niños ingresar al tren cuando sintió la mano de su amiga revolverle el cabello cariñosamente, sonrió, y abrazó fuertemente a su castaña amiga, deseándole suerte y prometiéndole que se verían en navidad, solían celebrarlo juntos y no perderían la costumbre.
-Ten paciencia con esos – Bromeó él señalando por donde sus hijos y sobrina se habían marchado
-Pierde cuidado – Rió ella golpeándole el brazo – Cuídate mucho.
-Lo haré – Afirmó Harry
Mientras James y Rose discutían por el asiento, la pequeña Natalie observaba a su padre y tío despedirse de ellos, contuvo la risa contemplando la despedida de su padre y tía, omitiendo quizás las miradas brillantes de ambos. El segundo pitazo sonó y los tres se despedían enérgicamente de sus respectivos padres, convencidos, que la próxima vez que les viera sería en navidad y no antes.
-De regreso al trabajo – Habló Ron mientras el tren se perdía a la distancia
-No debemos perder tiempo – Sonrió Harry desviando la mirada del tren – Todavía no hay humo blanco sobre el grupo del sur, le perdieron el rastro – Decía pensativo. Los pequeños grupos de mortifagos se agrupaban y de vez en cuando atacaban a pequeños pueblos de preferencia muggle
-Debemos reforzar la zona – Sugirió el pelirrojo subiendo las escaleras de la estación hasta llegar a las chimeneas – No permitirles escapar.
-Lo sé – Suspiró el ojiverde cogiendo un puñado de polvos flú – Pasaré por Control Mágico y pediré algunos punto de aparición, te alcanzó en el piso de aurores.
-De acuerdo – asintió él observando a su amigo desaparecer entre las llamas verdes
Después de diez minutos agradeció a la secretaria por los documentos e inmediatamente se dirigió hacia el departamento de aurores y comenzar a trabajar. Cogió ascensor y espero hasta llegar al piso correspondiente a la fuerza de aurores y aunque le sorprendió el inmenso ajetreo del lugar, se encogió de hombros y continuo el camino hacia la oficina que compartía junto a su amigo, el ajetreo del departamento siempre parecía revolucionar a las personas y hacerles trabajar de manera más acelerada de lo normal, quizás porque cada minuto se convertía en esencial.
-Traje los documentos – Anunció él en cuanto abrió la puerta y abrieron la carpeta, continuo hablando sin mirar a su compañero – El lugar es bastante alentador, por lo menos, tenemos seis punto de aparición y muy bien ubicadas en la geografía del lugar ¿Qué dices? – Preguntó alzando la vista y encontrarse, no sólo a Ron, sino también a Arthur y Remus.
Harry frunció el ceño y repaso el rostro de cada uno de los magos presentes; Su viejo amigo Remus Lupin poseía el semblante serio y más tenso de lo normal, por lo general, la seriedad del hombre lobo había desaparecido a raíz del término de la guerra y la tensión no parecía una característica del mismo, dirigió la mirada Arthur sentado sobre el único sillón, parecía que se desangraba por dentro por el evidente dolor que expresaba su rostro. Cerró la carpeta dejándola sobre el escritorio. Desvió la mirada hacia su mejor amigo y sintió su corazón latir desbocado, el pelirrojo estaba llorando silenciosamente mientras apretaba fieramente un papel.
-¿Qué ocurrió? – Preguntó él en apenas un susurro – Le paso algo a los niños… Hermione – Vocifero este al borde del colapso, volvió a desviar la mirada hacia el papel y sin pensarlo dos veces se lo arrebato - ¿Qué es esto? – Volvió a preguntar intentando descifrar coordenadas y aunque las entendiera, su mente volaba muy lejos
-Harry – habló Remus tomando la iniciativa – Estás coordenadas indican la colisión a tierra por parte de un avión – Soltó y aunque la primera información no hizo sentido para el moreno, la palabra "Avión" resonó por su mente. Negó – Es el avión en el cual viajaba Ginny.
-No es cierto – Volvió a negar el ojiverde apoyándose sobre el escritorio
-Ella está muerta – Afirmó Arthur – Nadie sobrevivió.
-¡No es cierto! – Exclamó Harry arrugando el papel y antes que pudiese atravesar la puerta, el hombre lobo le jaló y abrazó fuertemente - ¡No puede ser! – gritó apretando la túnica de su amigo y sentir las piernas flaquear – Imposible… debe ser… un error.
-No lo es – Susurró Remus acongojado por el dolor del moreno y los Weasley – Permaneció diez minutos en el aire y aunque las condiciones eran favorables, existió un desperfecto técnico que precipito el avión a tierra.
Apretó la mandíbula evitando vociferar alguna maldición mientras las imágenes de sus hijos pasaban por su cabeza, no podía imaginar el dolor que sentirían al saber la verdad y aceptar la nueva realidad que golpeaba a todos; Su esposa y madre de sus hijos había fallecido. Deshizo el abrazo que sostenía junto al licantropodo y miró a su mejor amigo tan o más desecho que él, se restregó el rostro y suspiró intentando aclarar sus pensamientos.
-Tengo que hablar con mis hijos – Susurró él sintiéndose débil y a punto de desmayarse – La noticia llegará a ellos y necesito estar allí.
-Todavía no – Negó Arthur incorporándose a duras penas del sofá – Debemos… debes reconocer… el cuerpo…
-Necesito estar con mis hijos – Volvió a decir él aturdido por las palabras del señor Weasley – No pienso dejarles solos.
-Puedo ir por ellos – Se ofreció Ron limpiándose el rostro
-Escúchame Harry – Habló Remus cogiéndole por lo hombros – Te acompañé a Hogwarts mientras Arthur y Ron se encargan de los papeleos para trasladar a Ginny a nuestros hospitales. Tenemos contactos muggles que nos ayudarán. ¿Estás de acuerdo?
-Sí – Dijo él algo perdido – Vamos.
Aturdido se acercó hasta su mejor amigo y emitió una sincera sonrisa a modo de aliento, lo cual el aludido correspondió, abrazo a Arthur y luego salió del lugar sintiéndose abatido por la noticia, su esposa había muerto y jamás volvería a verle, sintió su corazón encogerse ante sus últimas palabras antes de irse "Hablaremos al regreso", el regreso nunca se concretaría y quedaría pendiente para siempre.
"Jamás podré entenderte, Harry"
Apretó los puños y continúo el camino hacia las chimeneas, las discusiones circulaban bajo la misma lógica y se sintió culpable por no permitir un vínculo mayor con su esposa. Cogió los polvos flú y antes de siquiera lanzarlos se detuvo abruptamente ante la mirada suspicaz de Remus.
-¿Qué sucede? – Preguntó Remus intrigado
-No podemos ir a Hogwarts – Negó él suspirando – Recién han partido de la estación
-Entonces – Dudó él – Debes reconocer el cuerpo… sé que es difícil pero debes hacerlo.
-Lo sé – Susurró esté preparando la chimenea
Se removió algo inquieta sobre su asiento y siguió leyendo el libro sin prestarle demasiada atención, no había avanzado demasiado durante la reciente media hora y ya deseaba llegar al colegio, por lo general, disfrutaba del viaje pero necesitaba caminar por los pasillos. Natalie lo dejó por imposible y cerró el libro que sostenía mientras desviaba la mirada su hermano quién permanecía recostado sobre el asiento y mantenía la mirada fija sobre el techo del compartimiento, le intrigaba la meditación de su hermano, siempre solía leer revista de Quidditch o simplemente molestar a Rose quien se había junto al joven Teddy Lupin a comprar dulces.
-¿Por qué estás tan pensativo? – Inquirió Natalie
-No lo sé- Habló él desviando la mirada del techo hacia su hermana – Sólo… quiero llegar pronto a Hogwarts.
-Yo también – Susurró ella pensativa – Iré a buscar a Rose y Teddy
-Te acompaño – Dijo James incorporándose de su lugar – Sí permanezco aquí moriré del aburrimiento.
-James – Le detuvo jalándole de la túnica y evitar que el muchacho abriera la puerta – No me dejarás sola ¿Cierto?
-Por supuesto que no – Negó él sonriéndole – Soy tu hermano y no pienso dejarte. Te lo prometo – Ladeo la cabeza y preguntó - ¿Por qué la pregunta?
-Simplemente preguntaba – Dijo devolviéndole la sonrisa y juntos salieron del compartimiento
La castaña suspiró y cerró el libro sobre su regazo dejando por imposible la lectura que apenas había comenzado, leer el diario matutino había resultado mala idea y ahora no podía concentrarse. Esa mañana había intentado sonsacarle a su mejor amigo lo que tanto le aquejaba y aunque lo intento no obtuvo muchos resultados, sólo simples "No pasa nada" y "Todo está bien" que ni siquiera él mismo se creía.
Abrió por segunda vez el periódico y leyó el titular de aquel día "Incipiente crisis en la familia Potter" sólo leer la frase le hizo recordar un acontecimiento y quiso desaparecer para buscar al obstinado Potter por querer resolver la situación él sólo.
"Investigaciones abordan que la semana pasaba Harry Potter habría pasado la noche fuera de casa y bien acompañado, dejando en casa a su esposa e hijos, aunque no podemos confirmar la identidad de la persona, se cree que es alguien muy pero muy cercana a la familia."
Recordó la semana pasada y supo exactamente a qué episodio se refería el diario, el moreno había pasado por su casa pasada las seis de la tarde buscando información, él y su esposo se encontraban en misiones y necesitaban de toda la ayuda posible, y debido a que Ron estaba en el campo, le había tocado el ojiverde aparecerse. Entre libros y conversaciones las horas transcurrieron hasta la madrugada les pilló, sorprendiéndoles.
-Harry – Suspiró la castaña recostándose sobre el asiento - ¿Por qué insistes en resolverlo todo solo? – Se preguntó observando por la ventanilla como el cielo comenzaba a oscurecerse. Pronto llegarían a Hogwarts.
Había perdido a sus padres y padrino a corta edad y durante la guerra contra Voldemort también a compañeros y amigos cercanos, él mismo había escapado de la muerte cientos de veces y otras tantas sus propios amigos casi pierden la vida por su causa. Después de la guerra, jamás pensó que perdería a alguien, al menos, no tan pronto y de aquella manera tan brutal, la madre de sus hijos y esposa yacía sobre una camilla tapada por completo.
El violento aterrizaje y posterior explosión del avión había ocasionado que los cuerpos fuesen casi irreconocibles, más el hermano de Ginny, debió ofrecer su sangre para comprobar parentescos sustentables. Harry se derrumbó sobre la silla más cercana y apoyo los codos sobre las rodillas, le parecía incluso ridícula la idea que su esposa estuviese muerta y puesta sobre aquella camilla, no podía ni quería aceptarlo.
-Los resultados están listos – Argumentó Remus. De los cuatro hombres, el hombre lobo era quien se encontraba más entero emocionalmente – Es ella. Acabo de hablar con el médico que nos ayudará a sacar a Ginny sin problemas y llevarla al hospital mágico.
-¿Cuánto tiempo? – Preguntó Ron observando el reloj. Pasaban de las nueve de la noche y sentía que había pasado una semana sin dormir ni comer
-Media noche – Susurró él dirigiendo la mirada hacia el ojiverde - ¿Estás en condiciones para ir a Hogwarts?
-Creo que sí – Masculló el aludido incorporándose de su asiento – Ron…
-Descuida – Negó él apretándole el hombro – Confía en mí.
-Gracias amigo – Sonrió Harry tristemente.
Completamente abatido y recurriendo a las pocas fuerzas que tenía, se dirigió junto a Remus hacia el castillo, la última y quizás más difícil parada del día. Debía enfrentar a sus hijos y decirle la verdad sobre su madre, intentar de alguna manera permanecer fuerte y no caer derrumbado junto a ellos, él era el padre y por tanto debía mantener en pie, intentar coger la fuerza necesaria y traspasar las fuerzas que en realidad no sentía.
-La cena debe estar por finalizar – Comentó Remus convocando un trasladador – Le envié una lechuza a la profesora Mcgonagall y le avise nuestra llegada, podemos aparecernos sin ningún problema en la oficina.
-¿Qué les digo? – Preguntó Harry pensativo. El licantropodo dejó de lado el trasladador y le observó, la mirada denotaba dolor y tristeza apenas había comido algo y amenazaba con caer al suelo de un momento a otro - ¿Cómo les digo que su madre está muerta?
-Debes ser fuerte – Habló él mirándole preocupado – Necesitan apoyarte en ti, no puedes flaquear, no ahora. Te necesitan.
-Pero…
-Tranquilo, encontraremos una solución – Dijo él infundiéndole un valor que Harry apenas recibía – Es hora de irnos.
-Sí.
Cogió el trasladador y sintiendo el estomago subir y bajar durante el viaje se encontró de golpe con el suelo de la oficina de la directora. Mareado, se incorporó del suelo y siguiendo al licantropodo hacia el gran comedor abandonaron la oficina.
Sintió las piernas hechas plomo y los ojos hinchados por el llanto y aunque los pasillos del colegio le reconfortaban, la desazón por la noticia que debía darle a sus hijos parecía oprimirles el corazón. Ajustó la túnica y recordó nostálgico los primeros años que recorrió cada uno de los pasillos, las clases, los castigos y porque no, las infinitas situaciones donde casi acaba muerto, pensó en la castaña, y como necesitaba de sus consejos y palabras de aliento.
Alzó la mirada y un vuelco se apoderó de su corazón ante la proximidad del gran comedor, negó, no podía hacerlo y aunque contará con el apoyo de Remus, jamás podría decirles a sus hijos que su madre estaba muerta, apresuró el paso, y detuvo el andar del licantropodo que le devolvió la mirada intrigado.
-Necesito hablar con Hermione – Dijo este seriamente – Por favor.
-No podremos ingresar sin llamar la atención de tus hijos – Habló Remus intrigado
-Le enviaré una lechuza – Continuó él y ante las dudas de su amigo, añadió – Confío en ella y sé que podrá ayudarme.
-De acuerdo – Asintió este.
La ceremonia de selección había resultado sin contratiempos y después del discurso inicial de la directora del colegio, la cena dio inicio, estudiantes y profesores charlaban animadamente disfrutando de la comida. Rose bebió su jugo mientras miraba detenidamente a su primo, le preocupaba, apenas había tocado la cena y sólo se dedicaba a revolver su alimento por el plato, algo poco usual y que comenzaba a preocuparle, dejó a un lado su propia comida y cuando estaba dispuesta a preguntarle por su actitud, la lechuza proveniente del pasillo voló por el comedor llamando la atención de todos.
La pequeña lechuza hizo algunos giros graciosos por el aire y después se poso grácilmente frente a su madre, quien sorprendida, desató el pergamino de la parta del animal y luego de desenrollarlo, lo leyó. Supuso que la nota había sido breve, puesto que, pidiendo permiso al resto de profesores se incorporó de su lugar y camino entre las mesas para luego abandonar el gran comedor entre murmullos, la joven dirigió su mirada hacia su primo quien le devolvió el gesto preocupado.
"Sal del gran comedor, es urgente. Harry"
Atravesó las mesas a paso rápido mientras arrugaba la nota entre sus manos y el corazón latiéndole a mil, desde que trabaja en el colegio nunca le habían enviado ninguna nota y mucho menos con aquella petición de salir del comedor. ¿Por qué no había ingresado él? Apresuró el paso ante la idea que alguno de sus hijos pudiese estar involucrado y atravesó rauda el umbral de la puerta, a pocos metros logró visualizar la figura de Remus y aunque quiso relajarse no lo consiguió, la expresión que atravesaba al moreno le hizo dejar de caminar y correr hacia ambos hombres. Su amigo dio algunos pasos y ella se detuvo, intento descifrar su mirada logrando encontrar confusión, dolor y angustia, sentimientos ahogados y que intentaba contener sin éxito.
-Harry… - Dijo en apenas un susurro acercándose lentamente hasta quedar a pocos metros de él
-Está muerta – Susurró él y la expresión de la castaña palideció. No necesitaba más, lo supo. Y acortando distancia con su mejor amiga la abrazó con cierta desesperación y urgencia, escondiendo su rostro en el cuello de ella – Está muerta… Ginny.
-Shhh… - Expresó ella aferrándose a la espalda de su amigo y dirigirle la mirada a Remus, el aludido, asintió con pesar - ¿Cómo? – Logró formular con los labios sin emitir sonido.
-El avión se estrelló – Contó él – Ocurrió cerca de las once de la mañana… hemos realizado los trámites correspondientes para traerle de regreso. Hasta ahora logramos completar todo.
-Comprendo – Susurró Hermione comprendiendo el peso que sentía y el miedo que recorría por el cuerpo de su amigo. Sabía que el moreno no podría permanecer entero frente a sus hijos – Remus – llamó a su amigo – Necesito que esperes a James, Natalie y Rose, llevadle a mi oficina.
-Por supuesto – Sonrió él comprensivo – Los veré allí.
-Gracias – Agradeció la castaña arrastraba a su amigo – Camina…
Caminaron silenciosa y lentamente por el pasillo camino hacia la oficina, apoyándose mutuamente y sintiendo las fuerzas desaparecer de sus cuerpos, la pena y el dolor les embargaba a ambos por igual y aunque el cariño que sentían por Ginny era distinto, la pérdida les afectaba. La castaña abrió la puerta y junto a Harry tomaron asiento sobre el sofá, no importó que la camisa se mojara, el pelinegro por fin estaba descargando toda la pena que sentía, la que había guardado y contenido frente a Remus, Arthur y Ron.
-Llora Harry – Susurró Hermione acariciando el cabello de su amigo – Desahógate, lo necesitas – Enjuagándose las lágrimas que salían de sus ojos.
-Lo siento – Susurró él observando los ojos aguados de la castaña – Olvide que esto también te afecta, Rose.
-Tranquilo – Negó ella
-¿Qué hago? – Preguntó él angustiado. Sus hijos estaban en camino – No puedo decirles… no podrían soportarlo.
-Harry – Murmuró sujetando el rostro del ojiverde – Lo que James y Natalie necesitan es que seas sincero.
-Apenas puedo sostenerme por mi mismo – Se dijo observándose - ¿Cómo puedo contener a mis hijos?
-No estás solo y ellos tampoco – Sonrió Hermione acomodando el desordenado cabello del ojiverde – Tienen a Remus, a la familia Weasley, Rose y yo ¿Por qué piensas que te dejaré solo? – Inquirió con cierto tono de regaño que Harry captó e hizo sonreír
-¿Qué haría sin ti? – Le preguntó enjuagándose el rostro con las manos
-¿Podemos pasar? – Preguntaron desde el otro lado de la puerta
Los ojos de la castaña se posaron en el moreno y aunque el semblante dolido permanecía, la mirada tranquila y en paz del mismo había mejorado. Aunque el dolor estaba marcado en cada expresión, el miedo e inseguridad se había esfumado, tranquila y sabiendo que podría atravesar ese difícil momento, cogió el picaporte de la puerta y la abrió, dejando ingresar a James, Rose, Natalie, Teddy y por último Remus.
Observó la expresión de los niños por el moreno y aunque la preocupación se hizo evidente, nadie se atrevió a preguntar del porqué estaban allí y porqué el moreno se encontraba en aquel estado, se apoyó sobre el escritorio y ante el gesto del moreno para que todos se sentarán, se tranquilizó. Confiaba en Harry y sabía que podría manejar la situación, James y Natalie se sentaron a su lado y cogieron cada uno las manos de su padre.
-Hay algo que debo contarles – Inició Harry apretando las manos de sus hijos y pasar la mirada por cada uno de los presentes – Una noticia que nos cambiará la vida a todos.
-¿Dé que hablas, papá? – Inquirió James observando a su padre visiblemente afectado por algo - ¿Por qué estás así?
-Su madre – Susurró sintiendo un apretón de manos – El viaje no resultó… - Continuó sintiendo que el pecho le dolía y quemaba ante los ojos cristalinos de su hija, sonrió triste, la pequeña había captado mucho antes que su hermano – El avión se estrelló… falleció.
Los brazos de Natalie abrazaron su cuello y los sollozos no se hicieron esperar, la abrazó fuertemente mientras James intentaba contener las lágrimas, quiso sujetarle pero este se irguió rápido impidiéndoselo. Susurró su nombre pero este parecía perdido, quiso incorporarse junto a su hija pero Hermione se adelantó, cogió a su hijo por los hombros y le obligó a mirarla.
Simplemente James se derrumbó y aunque largarse de allí y quedarse solo en algún lugar del castillo, la mirada de su tía le hizo romperse y abrazarla fuertemente dejando escapar las lágrimas que él mismo se negaba a soltar, sintió el abrazo de su prima y no lo rechazo. Se negaba a creer que su madre estaba muerta y el recuerdo de la mañana despidiéndose parecía de hace apenas una hora, no comprendía por qué había sucedido aquello. Deshizo el abrazo de su tía y se aferró a Rose sintiéndose apenado por desear escapar, se sintió egoísta, su hermana y padre sufrían tanto como él y su prima había perdido a su tía.
El ojiverde gesticulo un ligero "Gracias" hacía la castaña y mientras su hija poco a poco se quedaba dormida entre sus brazos y James se tranquilizaba junto a Rose, sabía que la primera parte y quizás la más difícil estaba casi resuelta. Mañana debía enfrentar el duelo de la pérdida y de alguna u otra forma sobrellevar aquel dolor que sentían, no sabía cuánto tiempo y de qué forma, lograrían encontrar consuelo, sin embargo, lo buscarían como familia.
A la mañana siguiente y despertados por los diarios matutinos todo el mundo mágico ya sabía del trágico evento y cómo afectaba al "niño que vivió" y su familia, aquel día, Harry Potter había enviudado y a cargo de dos jóvenes hijos.
Harry dejo escuchar las palabras del sacerdote y se centro sobre el féretro que descendía lentamente hacia el suelo, apretó el abrazo que sostenía junto a sus hijos e intento contener algún tipo de sollozo, ya no tenía fuerzas para llorar y lo único que le mantenía en relativo centro eran sus hijos y amigos. Desvió la mirada hacia la izquierda encontrándose con su mejor amigo tan o más destrozado que él apoyado sobre el hombro de Hermione, no lograba comprender el giro que había tomado la historia, de saber a su esposa viva a muerta.
La ceremonia había terminado y sólo quedaban los familiares más directos, sintió a muchas personas despedirse de él y de sus hijos, más no hizo caso, apenas tenía fuerzas para incorporarse de la silla y sus hijos parecían sentir la misma sensación. Lanzó un suspiro y palmeó la espalda de James indicándole que se incorporará del lugar, el aludido asintió y se irguió.
-Papá… -
-Ya lo hablamos – Susurró Harry mirándole fijo – Deben regresar a Hogwarts y cumplir con su deber.
-¿Y tú? – Preguntó su hija restregándose las lágrimas – No quiero dejarte solo.
-Estaré bien – Le sonrió este – Deben prometerme que se apoyarán, James – Observando a su hijo mayor, el aludido, asintió algo contrariado
-Lo intentaremos – Susurró él – Sólo si prometes escribir, para saber cómo estás y cómo está el tío Ron – Desviando la mirada hacia el auror
-Lo haré – Dijo este – Estaré en contacto con su tía y sabrán de mí por ella.
-Bien – Asintió James abrazando a su padre e intentar infundirse el coraje que le faltaba a todos. Debían asumir la nueva vida sin su madre.
-Su tía les espera – Anunció Ron acercándose – Cuídense y permanezcan unidos
-Lo haremos tío – Aseguró el mayor de los Potter y despidiéndose de nuevo de su padre, se alejaron
-Te quiero papá – Dijo Natalie besando la mejilla de su padre – Nos vemos tío.
-Nos vemos
-Debemos regresar al trabajo – Menciono el pelirrojo sin quitar la mirada de su amigo, quien parecía absortó observando la retirada de sus hijos – Harry – Le llamó de nuevo
-¿Qué sucede? – Inquirió el aludido desviando la mirada hacia su amigo
-Debemos regresar al ministerio – Aclaró él
-No puedo regresar, no hoy – Negó este y echándola la última mirada hacia donde reposaba su esposa, camino en dirección contraria – Iré a casa e intentaré dormir.
-¿Crees que es buena idea? – Preguntó Ronald ceñudo – Harry…
A pesar de los llamados el ojiverde simplemente siguió caminando hasta desaparecer el cementerio y posar sus pies sobre el salón de su casa, y aunque podía regresar a su trabajo y seguir su vida normal, las imágenes de las últimas horas paseaban por su mente, torturándole.
El silencio pareció reventarle sobre los oídos y mareado se derrumbó sobre el sofá más cercano, apareció un botella de licor y sin molestarse por conjurar un vaso, lo ingirió hasta que la garganta comenzó a arder, tosió un poco y se preparo para un nuevo sorbo. Quería olvidar, apaciguar el dolor que sentía justo en el centro de su pecho y aunque sabía que no era su culpa, no podía dejar de sentirse el ser más miserable del planeta.
A las pocas horas ya había perdido la razón y la cuenta de las botellas bebidas, y eso buscaba, perder el sentido del tiempo y de la vida.
Continuará…
Llegamos al final del primer capítulo de la primera temporada, aclarar, que la relación entre Harry y Hermione sólo se remite hacia la amistad (en principio) y aunque algunos gestos o pensamientos podrían desembocar en que fuesen amantes o algo por estilo, tal cosa no es.
Por último, decir que cada detalle posee su motivo y que nos servirá para el desarrollo de la historia.
Espero que la lectura haya sido de su agrado y dejen algún comentario sobre el mismo, reclamo y/o sugerencias.
Hasta la próxima semana. Chausssssssssssss
