—Dicen que este torneo será el mejor que los Siete Reinos haya visto —Benjen estaba eufórico; era la primera vez que iba a un torneo—. Van a estar muchas de las Casas mayores aquí. ¡Voy a conocerlos todos personalmente!
—Benjen, calma, pequeño lobo —su padre dijo— tenemos que ser respetables con ciertas personas por nuestro apellido.
—Además, la gente se va a hartar de ti como nosotros —Brandon sonrió—, nadie querrá conocerte —le sacó la lengua a su hermano—.
—Eres un idiota —Benjen resopló, pero poco después volvió a sonreír—. ¿Cómo estará Ned? Desde que se fue con Lord Arryn ya no le hemos visto.
—Será que tú ni lo recordarás —Brandon sostuvo su sonrisa—. Estará más alto, y espero que no más gordo.
Se podía ver desde lejos el castillo de Harrenhal; la bestia creada por Harren el Negro, pero era algo monstruosamente bello. El sol se mostraba débil tras el enorme castillo; la luz resaltaba los torreones torcidos y rotos, que parecían hombres lamentando, un infierno negro, pero era tan bello que Brandon dudaba si el infierno podía ser tan hermoso. El torneo de Harrenhal, donde habrá chicas hermosas y espadas que habrá que blandir.
Las torres eran infinitamente grandes cuando llegaron a Harrenhal, monstruos del cielo. Hombres y mujeres trabajaban duramente para que los invitados estuvieran cómodos y felices, y se le dio una habitación conforme a su estatus. Brandon llegó cansado de ir desde Invernalia hasta allí, pero no podía permitirse descansar. Soy el futuro Lord Stark, tengo que aprovechar para hacer alianzas para que luego en el futuro me sean útiles. Se bañó y se puso sus más nuevas ropas; calzones negros y un jubón de hielo de plata, lo más delicado que tenía hasta ahora. Padre quiere que parezca fuerte y respetable. Aún así preferiría tener su ropa de Invernalia, reblandecida por el uso y llena de manchas y agujeros.
Al salir de su habitación, una sombra bailó sus movimientos. Brandon se giró, preparado para lo peor, cuando se dio cuenta de que era su hermano.
Eddard Stark nunca fue lo que se decía de un muchacho 'agraciado': sus ojos grises delataban su cansancio, con una nariz demasiado grande y pelo ordinariamente liso. La última vez que Brandon lo vio, no era más que un chiquillo delgaducho y asustado por conocer mundo. Ahora, era un hombre; a sus dieciocho años tenía músculos esculpidos de tanto trabajar y practicar espadas, aunque eso era lo único bueno que se podía decir de él. Era casi medio palmo más bajo que Brandon, sus ojos parecían más cansados y el pelo más corto. Aunque su mirada ya no gritaba miedo cuando era un niño; sus ojos destellaban tranquilidad, algo que él siempre ha querido.
Ned miró a su hermano como un hombre habría mirado a una estatua; no veía nada de cariño, aunque tampoco odio. Somos hermanos por familia, aunque somos extraños de cada uno.
—Ned, ¡creía que no irías a crecer nunca! —rió Brandon para romper el hielo—. Por todos los Dioses, si pareces más hombre que yo.
—Me alegro de verte, hermano, después de tanto tiempo sin vernos —Ned sonrió de forma tímida. Su sonrisa sigue siendo la misma—.
—Y que lo digas. Ahora mismo iba con Padre, ven conmigo y así lo ves. Seguro que Lya y Ben estarán contentos de verte después de tanto tiempo.
Ned asintió silenciosamente y fueron a reunirse con su familia. Al llegar, Benjen se quedó sorprendido mientras que Lyanna salió corriendo a sus brazos, y tal fue el abrazo que por poco se cayeron al suelo. Padre miraba a su hijo como antes Ned había visto a Brandon. Tras hacer que Lya se despegase de Ned y de Ben con sus preguntas, Brandon y Ned junto a su padre, fueron al Gran Salón de Harrenhal.
A pesar del corto recorrido, el silencio crecía incómodamente. Padre no preguntó a Eddard ni Ned hizo esfuerzos por hablar. Nuestro lema es 'Se acerca el invierno' cuando los más fríos somos nosotros. Brandon iba sumergido en sus propios pensamientos, ensayando sus palabras en la mente. Las palabras a veces son más fuertes que las espadas, debería de tener cuidado con lo que digo.
La Sala de las Cien Chimeneas era mucho más grande que la sala principal de Invernalia, aunque Brandon dudaba que tuviera cien chimeneas, o incluso la mitad. Ya no era tan frío como los demás torreones de Harrenhal; todas y cada una de las chimeneas se habían encendido, y había antorchas por todas partes, intentando esconder el negro de las paredes. Criados y señores se movían por la amplia sala intercambiando comida, palabras o incluso besos, todos festejaban el fin del duro invierno y del inicio de la primavera. La música resonaba como si las paredes cantaban y era inevitable no seguir el ritmo de la melodía.
Ben y Lya se fueron con las mujeres y niños de sus vasallos y Ned, Lord Rickard y él se fueron con los principales vasallos. Incluso el joven Howland Reed había conseguido venir a la cena; al pobre le habían dado una paliza y tuvo que ser atendido por su hermana. Eddard sonrió al verle, lo cual le dio una punzada de rabia a Brandon. Tiene más amistad con un vasallo desconocido que con su propio hermano. Aún así, Brandon no dejó enseñar su descontento.
La charla fue mortalmente aburrida, hablando de dinero, cultivos y frío. Ned hablaba discretamente con el pequeño Reed, y su padre miraba con aprobación cada palabra que decía Brandon. Brandon miraba a las chicas bailando, mirando sus faldas volar por el aire y sonrisas vívidas. Brandon deseaba estar allí. Cuando su padre hablaba con sus hombres sobre la cantidad de cultivos que tendrán los próximos años, Brandon se dio cuenta de que no era el único que miraba a las doncellas bailar.
—Hay algunas que son bastante guapas, ¿verdad, hermanito?— Brandon sonría de forma pícara—. Quien fuera vestido para tocar esos cuerpos…
—Sí, supongo —Eddard enrojeció lentamente—.
—¡Venga, Ned! Dime quién es la chica que sueñas por las noches, o quien te hace levantar por las mañanas…
Ned miró a Brandon de forma insegura, sonriendo tímidamente.
—La chica con el vestido morado. Es la hermana de Arthur Dayne. Ashara, creo que se llama.
—He oído que las dornienses son las más apasionadas —susurró a su hermano—. Bien, pues te la voy a presentar.
Ned lo miró de forma arrogante.
—Si tú no la conoces—.
—Pero lo voy a hacer. Prepárate hermano para conocer a la mujer que te calentará hoy la cama —dijo Brandon mientras pedía permiso cortésmente a su padre—.
Alto como él era, Brandon localizó con facilidad a la joven del vestido morado. Era una de las doncellas de la Princesa Elia, y se movía con tal gracia que podría hacer envidiar a los cisnes.
—Vos sois Lady Ashara Dayne, si no me equivoco —Brandon tocó levemente el hombro de la chica para llamar su atención—.
Ashara se giró y miró a Brandon a la vez que sonreía. Sus ojos violetas tenían más gracia que sus movimientos y su sonrisa parecía iluminar más que las cien chimeneas de Harrenhal. Mi hermano ha escogido bien.
—No se equivoca, mi señor. Vos debe de ser —Ashara lo miró de arriba a abajo—. Uno de los hijos de Lord Stark. Me atrevería a decir Lord Brandon.
—Se ha atrevido bien, aunque aún no soy señor. Al parecer, vos sois más bella de lo que me imaginaba sobre las dornienses —Brandon sonrió cortésmente—.
Ashara rió. Ríe mejor que cualquier melodía que se haya escuchado.
—Tengo una reputación que mantener. ¿Por qué pregunta por mi presencia, Lord Brandon? —Una chica lista. Quiere saber por qué el hijo de Lord Rickard quiere hablar con ella—.
—Eddard, mi joven y tímido hermano, se ha fijado más en su belleza y gracia que yo, pero el muy condenado se digna a decir nada. Es un hombre simpático y tranquilo, pero tímido, así que me ha pedido silenciosamente si podía tener un baile con vos.
—¿Conmigo? —Ashara pensó un momento—. Estaré encantada de bailar con él.
—Gracias, my lady. Ahora se lo diré a mi hermano —Brandon se despidió de ella con una última mirada antes de dirigirse a su hermano—.
Una muchacha bella al igual que inteligente, encantadora. A lo mejor es demasiado para mi hermano. Desde lejos veía como su hermano esperaba impaciente a una respuesta.
—¿Y bien? ¿Qué ha dicho? —en la mirada de su hermano reinaba inseguirdad e impaciencia—.
—Ha aceptado bailar contigo. Te está esperando. No metas la pata —Brandon le dio una palmada fuerte en la espalda de Ned, retumbando por todo su cuerpo. Se levantó torpemente y se dirigió con la dama del vestido morado.
Yo también debería de buscar alguna doncella. Muchas de las mujeres eran hijas de algún señor o sus esposas, y la mayoría de ellas eran muy hermosas. Aunque ninguna tiene ojos de color violeta. Tener los ojos de ese color no era fácil; sólo era habitual en las familias de sangre valyria como los Targaryens o Velaron y en los Dayne. Con esos ojos podría conquistar todo Poniente. Al no ver ninguna mujer lo suficientemente hermosa para él, Brandon decidió dar un paseo por la enorme Sala.
El príncipe Rhaegar cantaba una canción hermosa pero deprimente, haciendo suspirar a toda doncella que lo escucha, aunque para Brandon era demasiado triste. Qué más da, es el hijo del rey, y aunque se cayese de caballo, todos los aplaudirían por su gracia. De camino, vio a su hermano Ben empapado de lo que parecía ser vino. Brandon le hizo gracia verlo con la ropa demasiado ancha para él y el pelo oliendo a uvas.
—¿Qué muchacha has intentado conquistar? —Brandon no pudo contener la risa—.
—Lyanna es idiota. Ha llorado por la canción de Rhaegar y como la he visto, me ha arrojado su vino. ¡Es imbécil!
—Ya sabes que a ella no le gusta que la vean como una doncella que necesita ayuda —movió levemente la cabeza de un lado a otro—. Ve a lavarte y a cambiarte antes de que otra chica te arroje vino de nuevo.
Ben hizo una mueca y se fue corriendo de la Sala.
La música se seguía escuchando, y la gente se seguía divirtiendo. Lyanna estaba hablando con Howland Reed y con Ned, quien había acabado el baile con Lady Dayne. Su padre seguía hablando con los vasallos, y Brandon sabía que debería de volver pronto a su lugar. De repente, Brandon sintió unos leves golpecitos en la espalda, y al girarse se encontró de nuevo a la hermosa muchacha de ojos violetas. Cada vez que la veo, más hermosa es.
—Lord Brandon, ¿le importaría hablar conmigo? —Lady Ashara miraba decisiva mientras una sonrisa se asomaba por sus labios—.
