Era una noche de invierno, corría un viento muy gélido que te calaba hasta los huesos. Ella lo sentía el doble, no portaba vestimenta alguna por el castigo que recibía, su cuerpo temblaba, estaba pálido. Sus labios azules expulsaban su aliento, sus dientes rechinaban. Ella creía que si pasaba un segundo más allí fuera de seguro moriría, aunque debería de estarlo hace más de 4 horas.
Le habían acusado de brujería, después de todo podía hacer cosas que un humano nunca podría hacer ni en un millón de años sin tener algún maleficio de por medio. Lo que no saben es que su madre, que murió quemada viva por la misma razón, la "bendijo" contra todo mal, quería protegerla aún si no estaba su cuerpo en vida. No era bruja, pero habían cosas que podía hacer como si fuera una de ellas.
Deberían de ser las nueve de noche, donde el frío azotaba con mayor dureza aquel pequeño reinado de los Ayase. Quería creer que se olvidarían del pequeño incidente, que la sacarían y la llevarían a algún lugar cálido para que entrara en calor. Quería creer en ello pero las esperanzas se iban yendo con el paso del tiempo al igual que su vida. Ya el frío le estaba afectando, sus pulmones apenas y funcionaban correctamente, el oxígeno era casi nulo a esa temperatura. Su corazón se detenía por segundos, ya no creía soportar más tiempo, su cuerpo, al fin y al cabo, era como el de un humano cualquiera, solo que con un poco más de resistencia, pero el dolor era el mismo. Sus brazos, atados a una viga que se encontraba en mitad de la plaza, estaban entumecidos, sus piernas temblaban, sintiendo con más fuerza el desgarrador frío ya que éstas tocaban directamente con la nieve. La mayor parte de su desnudez era tapada por su largo cabello de un tono púrpura que le llegaba hasta las caderas.
Suspirando el poco aire que recibía dijo- Dios, si de verdad existes… Sálvame de mi cruel destino…
Su garganta ardía, estaba seca y picaba. Anhelaba una caliente taza de té junto a una colcha para descansar. Aquel frío se volvía cada vez más insoportable.
Unos pasos se oían a lo lejos, no podía ver, el ruido provenía detrás de ella.
-¿Estás bien?
-¿Quién eres? -su voz estaba apagada, después de todo esa persona se iría y la dejaría morir-
-Soy la princesa, Ayase Elichika -se posicionó frente a ella- Tú debes de ser Nozomi, la bruja
-No soy una bruja…
-Si no lo eres, ¿por qué aún sigues viva? -su tono de voz era duro, quería mostrarse firme frente a la chica-
-Porque mi madre me ha dado mayor resistencia -ya no valía la pena mentir, moriría pronto, así que daba igual- ella era una bruja blanca, sabía que la quemarían, así que para protegerme me adquirió de alguna forma sus poderes, o la mayoría de ellos
-¿Por qué no lo contaste cuando te enjuiciaron?, quizá lo hubieran entendido
-No lo creo, princesa, usted misma lo ha visto hace apenas unos días -sonrió de forma melancólica al recordar lo que había pasado tiempo atrás- Mi mejor amiga y su pareja eran inocentes, no practicaban ningún tipo de hechicería. Aún así las colgaron…
-¿Son la chica Nishikino y Yazawa? -asintió con la cabeza- nunca supe porqué las enjuiciaron
-Estaba igual que usted, pensé que era por brujería pero escuché los rumores, horas antes que las colgaran -volvió a botar aire, ya no le quedaba tiempo- Ellas eran una pareja, y ese amor no está permitido
-Es verdad, la ley dice que si cometes algún acto romántico o sexual con alguien de tu mismo sexo serás colgado por tu atrevimiento -la rubia decía eso pero ahora mismo se dedicaba a observar el cuerpo desnudo de la otra joven, sus curvas eran perfectas, como si fuesen esculpidas por los dioses-
-Yo no le veo lo malo, es amor a fin de cuentas -sus ojos se habían cerrado, ya no valía la pena ver cómo la muerte venía a por ella-
-Yo… tampoco lo veo malo, es… bonito -se había sonrojado por sus palabras-
Eli ya no lo soportaba, ver sufrir a esa chica le dolía. Sabía que ella hacía cosas inhumanas, después de todo la ha estado observando desde que tenía memoria, pero no pudo evitar caer rendida ante ella. Su belleza, su forma de ser, su bondad, su alegría, su fortaleza. Le gusta y lo sabía, no lo negaría jamás y si así tendría que dejar su reino entonces lo haría. Ya tenía 17 años, podía decidir por si misma qué hacer, y lo que ella quería era vivir con la joven hasta que sus cuerpos no dieran más a la vida y seguir juntas después de la muerte.
-Nozomi, mírame -la nombrada levanto su cabeza y dejo ver sus acuosos ojos- ¿Creerás en mí?
-¿De qué hablas, princesa?
-Solo contesta -la chica asintió con duda- Bien, es hora de que esto termine de una vez por todas
Con delicadeza soltó del amarre a la pelimorada, ayudándole a ponerse de pie la cubrió con una gran manta que traía consigo- ¿Puedes caminar?
-No, mis piernas no me responden… apenas y puedo estar en pie
-Entonces no habrá quejas con esto -con su fuerza, cargó a Nozomi como si fuera una princesa. Podía sentir el como su cuerpo temblaba y lo gélido que estaba. Debían llegar rápido a su pequeño refugio-
-¿A dónde vamos? -preguntó con algo de miedo- No me llevarás al castillo, ¿verdad?, si te ven conmigo te matarán
-Te dije que confiaras en mí, ¿no? -asintió- No te quejes entonces
Luego de unos minutos caminando por las frías calles del pueblo, llegaron a un pequeño cuartucho de madera. Parecía estar iluminado por dentro por la luz que emitía en esa oscuridad- Este es algo así como mi refugio cuando me escapo del castillo
Al entrar, Nozomi sintió en ese instante el agradable calor del fuego y el aroma a roble. Quería permanecer ese crudo invierno allí dentro, en ese reconfortante lugar- Es cálido…
-Lo preparé para ti -sabía que era hora de decir el porqué estaba con ella-
-Princesa, ¿por qué me ayuda?
-Porque yo… -había dejado a Nozomi cerca de la fogata, justo a su lado. La manta rodeaba su perfecto cuerpo para hacerla entrar en calor más rápido-
-No me entregará al rey, ¿verdad?
-¡No, claro que no! -su rostro tomaba color a medida que pensaba en cómo decir todo aquello que guardaba- Mira, tú me gustas, Nozomi, desde el primer momento en el que te vi me cautivaste. Todos los días te veía desde mi habitación, pidiendo comida o un lugar para pasar la noche. Veía cómo te esforzabas para ganar algunos rublos* -se iba acercando poco a poco hasta quedar sentada junto a ella-
-Pero, yo…
-Sé que no me conoces, pero quiero que lo hagas. Quiero que conozcas a Eli, no a la princesa Ayase, sino que a mi verdadero yo -dando un suspiro dijo finalmente- ¿Quieres hacerlo?
-Lo intentaré, Elicchi -le sonrió con calidez-
-¿Elicchi?
-Nadie te dice de esa forma, ¿por qué no mejor empezar por eso?, así vamos avanzando poco a poco
-Claro, no me molesta -este era su momento, le preguntaría aquello que tantas noches soñó en su alcoba, probar esos finos labios con la escusa de hacerlos entrar en calor- No-Nozomi
-¿Sí?
-¿Me permites hacer esto? -tomó su rostro haciendo que éste quedara a una mínima distancia del suyo-
-Solo si tu me permites aprender sobre aquellos sentimientos que tienes guardados justo aquí -toco con su dedo índice su pecho, en donde su corazón latía como loco-
-Lo haría con gusto…
Sus labios se juntaron suavemente, en una suave danza donde ellas dos eran las únicas partícipes. Sus corazones iban acompasados, uno latía por amor y el otro por nerviosismo.
Ya habiendo terminado el beso Nozomi le dijo- Por favor, Elicchi -cerró sus ojos, con sus manos en las mejillas de la otra dijo con una pequeña sonrisa- Enséñame
-¿Enseñarte qué?
-Enséñame a amar…
He vuelto :v weno, yendo a lo verdaderamente importante pues, se me ocurrió hacer pequeños shots de algunas parejas por San Valentín. Los iré subiendo entre hoy, mañana y pasado (y si es necesario otro día más pos también) si quieren alguna pareja en específico déjenla en los coments y espero que les guste este pequeño especial por tan bello día (es broma:'v este día a sido un asco para mí) y esu, nos vemos lueguito, los amo!
