La idea de Sirius para una broma lleva a revelaciones muy interesantes. Bromas, Merodeadores y una gran dosis de negación. SxR.
Disclaimer: No, no son míos. Fue JK Rowling quien, muy amablemente, nos brindó esta maravillosa pareja sobre la cual especular. Sí Joanne, te hemos descubierto. Sabemos lo que pretendes al escribir escenas como la conversación en la cocina de Grimmauld Place y luego negarlo todo ante las cámaras. Pero no. No lograrás confundirnos. Sabemos lo que sucede en la habitación de Sirius cuando el resto de la Orden se marcha a casa (¡lo sabemos y no puedes engañarnos!).
Advertencias: Pre-slash (osea, muy leve). Sin embargo, si tienes problemas con la pareja Sirius/Remus, probablemente has elegido el fic equivocado. Si, en cambio, tienes problemas con el hecho de que a un chico le guste otro chico... lamento decirlo, probablemente has elegido el mundo equivocado.
Nota de la autora: Para quien llegue recién a este accidentado viaje, debo aclarar que este fic no es exactamente UN fic. April Fools, Navidad en Familia y Lupercalia son tres fics que publiqué originalmente por separado, pero forman parte de una misma línea de tiempo. Los uní para darles continuidad, pero cada uno es autoconclusivo, y eso significa que algunos arcos argumentales (principlamente el de Sirius y Regulus en Navidad en familia) no se continúan en las siguientes historias. Gracias, y perdón por el enredo.
April Fools (Inocentes)
- ¿Es en serio?
- Claro que es en serio. ¿Cuándo no he sido serio acerca de una broma?- La sonrisa confiada alcanzaba sus ojos.
Remus respiró hondo y le dirigió una mirada cansada.
- Quieres que finjamos que...
- Somos pareja. Que andamos en algo.- Un brillo travieso iluminaba los ojos grises. Un brillo demasiado conocido. Esto no iba a terminar bien.
- Te das cuenta de cuánto miedo das a veces, ¿verdad?
Un Sirius de aspecto herido, se llevó la mano al pecho.
- ¿Te estoy asustando?- Se acercó a su amigo, inclinándose sobre él hasta que sus narices casi se tocaban.- Pero... siempre pensé que tú sentías por mí lo mismo que yo siento por ti...- Sus ojos parecían más grandes, dulces, como los de un cachorro.- Remus... he intentado decírtelo tantas veces...
Remus soltó una carcajada nerviosa antes de recordar que todo Gryffindor dormía escaleras arriba. Luego se relajó. Canuto es bueno para relajar a la gente.
- Vamos, Lunático... sería una broma espectacular. Por favor. Sólo trata de imaginarte la cara de James.
Sin duda, era una imagen divertida.
No es que James fuera una persona particularmente prejuiciosa, es sólo que... la idea de dos Merodeadores 'en algo'... pondría el mundo de cabeza... sería el fin de la vida como se conoce... como... como... como Lily Evans casándose con James... o el pequeño Peter convirtiéndose en un mago oscuro.
No se aguantó la risa y Sirius abrió los ojos, expectante.
-¿Ves? Vamos, Lunático, tenemos que hacerlo. Necesito cobrarme la del año pasado...- Volvió a reír ante el recuerdo. Sirius no le veía la gracia.- Y eres el único que puede ayudarme.
Ah. La línea favorita en el manual de convencimiento de Sirius. Siempre ha sido difícil decirle que no a su sonrisa de 'eres el único que puede ayudarme'.
- ¿Qué hay de Peter?- preguntó Remus como último recurso, aún sabiendo lo injusto que era esconderse detrás del pobre Colagusano.
Pero las cejas de Sirius se alzaron ofendidas.
- ¿Peter? ¿Crees que si fuera gay saldría con Peter? Tiene que ser creíble, ¿sabes?
- Hmm... ¿Eso significa que saldrías conmigo? ¿Eso es creíble?- Se sonrojó ante la idea, pero su compañero Merodeador no pareció notarlo, tan fresco como si estuviera hablando de pintar de morado a la Señora Norris.
- ... O con James, seguramente. O con alguien más. Pero no con Peter... Cornamenta nunca caería en eso.
- ... ¿Pero caería en que sales conmigo?
- Bueno...- Sirius empezó a darse cuenta de lo que estaba diciendo.- No quiero decir que... Es sólo que Colagusano no podría mantener la broma... ya sabes como es cuando se trata de Cornamenta. En cambio a ti te he visto esparcir el caos, Señor Prefecto, y salir limpio con esa carita de 'yo sólo vivo para los libros'.- La sonrisa ganadora volvió a iluminar su rostro.- Todo lo que tienes que hacer es no echarte para atrás y se lo va creer todo.
- Agradecido como no estoy por ese reconocimiento,- dijo Remus, ignorando la risa de Sirius,- no creo que funcione. Estamos hablando de James. En Primero de Abril... No va a caer con nada. Mucho menos con algo tan obvio. ¿Qué vamos a hacer? ¿Acercarnos de la mano y anunciar que somos pareja?
Canuto soltó una risa más parecida a un ladrido.
- No. Claro que no. Por supuesto que se daría cuenta, eso ya lo sé. Por eso tenemos que hacerlo bien.- El brillo se había asentado en sus ojos y un escalofrío recorrió la espalda de Remus.
- ¿Q-Qué significa 'bien'?- preguntó, al borde del pánico.
- Nada de lo que estás pensando.- Sirius río con ganas.- No te preocupes, Lunático, estás a salvo conmigo.
Y aunque era obvio que no lo estaba, algo dentro de Lunático (tal vez 'Lunático' mismo) no le ha permitido nunca desconfiar de Canuto.
- Bueno... No estoy aceptando... Pero ¿cuál es tu plan?- Remus sabía, por supuesto, que estaba aceptando, lo quisiera o no. Y mientras la sonrisa de Sirius crecía con malicia y el brillo cobraba fuerza, le explicó 'El Plan'.
El sol brillaba en lo alto. Era una mañana hermosa. Como para dar una vuelta por el lago antes de clase, con paso lento, y sentarse bajo un árbol con un libro. A Remus le hubiese gustado un paseo así. Conocía el árbol perfecto. Sin embargo, yacía aún en la cama, cubierto hasta las orejas, preguntándose cuánto más tiempo podría pasar piola haciéndose el dormido.
Era la mañana del Primero de Abril, y salir de la cama no parecía para nada una buena idea.
"No podemos decir nada," había dicho Sirius, la noche anterior. "Es Primero de Abril, sería obviamente una broma, y ni siquiera Peter nos creería."
"¿Entonces cómo...?"
"No podemos 'decir' nada. Pero si Cornamenta 'accidentalmente' nos encuentra... en una 'situación comprometedora'... y nos sentimos descubiertos y terriblemente avergonzados... y le rogamos que no se lo diga a nadie, que por favor entienda que no quisimos mentirle, que todo era demasiado confuso..."
Remus se encontró pensando (nuevamente) en cuánto miedo podía dar su amigo a veces.
"¿Ves? Es fácil. Todo está en la actitud avergonzada. No tenemos que hacer nada realmente. Bueno... tal vez tomarnos de las manos y abrazarnos... no tienes problemas con eso ¿o sí?"
"No, claro que no," había respondido Lunático, divertido por la idea de que él, de entre todos los merodeadores, pudiera tener prejuicios.
Pero el sol brillaba en lo alto, James y Peter habían bajado a tomar desayuno, el show estaba a punto de empezar, y Remus sólo quería esconderse bajo la capa de invisibilidad de James hasta que a Sirius se le olvidara esta estúpida idea.
¡Hey! No es un mal plan... ¿Podría llegar a la capa antes de que Sirius...?
- A levantarse, cariño. Hora de sembrar el caos.
Demasiado tarde. Remus apretó los ojos.
- Lunáaticoo...- Una voz cantarina se acercó a su cama,- Cornamenta va a volver en cualquier momento... o tú sales de esa cama, o yo me meto.
Remus gruñó y se giró despacio.
- ¿Estás seguro de que quieres...- dos ojos grises, muy profundos, sostenían su mirada, más cerca de lo acostumbrado, arrastrándolo hacia un torbellino de emociones indeseadas: el chico más guapo de Hogwarts se apoyaba en la cabecera de su cama-... hacer esto?
No, no es que le gustara Sirius. Sirius era un chico. Un merodeador. Su amigo. No tenía sentido. No había manera posible de que le gustara Sirius...
Y sin embargo, ya antes se había descubierto perdido en la profundidad de esos ojos grises. Ya antes había sentido la terrible necesidad de enredar los dedos en el cabello oscuro. Ya antes se había dicho a sí mismo que esto sólo era una fase, que no le gustaba Sirius. Y no... le gustaba... Sirius.
- ¿Estás tratando de echarte para atrás? Porque no va a funcionar, ¿sabes? Faltan tres días para la luna llena. No tienes excusa,- los malditos ojos le sonreían.- Ahora levántate y ayúdame a torturar a Cornamenta.
Remus se sentó en la cama mientras Sirius iba por el mapa. El plan era bastante simple, y por lo tanto, creíble. Una chica de Ravenclaw le había prestado un libro a James y él, convenientemente, debía devolverlo esa mañana. Todo lo que Sirius tuvo que hacer fue encantar el libro para abandonar a James sin ser visto (el conocimiento que tenía Canuto de encantamientos sin ningún otro propósito visible que hacerle la vida imposible a alguien, nunca dejaba de sorprender a Lunático) y volver al dormitorio. Una de las reglas básicas de supervivencia en Hogwarts es devolver a tiempo los libros de un Ravenclaw.
- Juro solemnemente que mis intenciones no son buenas.- Una mirada rápida reveló el punto etiquetado como 'James Potter' en la mesa de Gryffindor, en el Gran Comedor.- Bien. Tenemos tiempo.- Miró la cama de Remus y luego la suya, como intentando elegir la mejor para la tarea (lo que hizo arder la cara de Remus, al imaginar algunas posibles 'tareas'). Esta era sin duda la peor idea de la historia.
Finalmente, fue hacia la cama de Remus y se sentó a su lado.
- Bien,- fijó los ojos en el mapa. Se quedaron así un momento, pero pronto Sirius empezó a moverse inquieto.- Tenemos que estar más cerca.
¿Más cerca? Remus tragó saliva, pero no se atrevió a respirar mientras Sirius se pegaba despacio a su cuerpo, deslizando un largo brazo detrás de su espalda, para plantar una mano firme en su cintura.
- Así está mejor.- Canuto sonrió satisfecho y volvió a fijar los ojos en el mapa, sin notar la falta de aliento del merodeador a su lado.- Ahora a esperar.
Pero mientras sus ojos seguían el movimiento del pequeño punto, su cuerpo empezaba a notar la cercanía del otro cuerpo. Sentía su olor hasta el punto de saborearlo. La tibieza natural de su piel se encendía donde otra piel la tocaba. La piel de Lunático. ¿Siempre quema así? ¿Qué es ese olor? ¿Es su pelo? Casi inconscientemente, giró el rostro hacia el otro muchacho y aspiró profundo. Su mano apretó un poco más la cintura de Remus. Empezaba a quemar donde sus piernas se tocaban, presionando apenas... cada uno consciente del más mínimo aumento en la presión ejercida. Sirius se halló de pronto torturado por la necesidad de saber si la piel de Remus era tan suave como tibia. ¿En qué estás pensando? ¡Es un chico! No sólo un chico... su amigo. No sólo un amigo, siquiera... Lunático. Es Lunático, se recordó a sí mismo. Y su mano, cobrando vida propia, acarició la tela despacio. Apenas lo suficiente para permitir el roce de un dedo osado sobre la piel desnuda. Era tan suave... El cuerpo de Remus tembló al sentir el roce y el de Sirius amenazó con perder el control. Maldito Cornamenta, ¿dónde estás? Pero sus ojos no prestaron atención a la etiqueta con el nombre 'James Potter' dejando el Gran Comedor, mientras giraban lentamente, buscando un par de ojos a su lado.
¿Por qué haces esto? ¿Realmente estás haciendo esto? ¿Me lo estoy imaginando? No... Por favor, no me mires... Por favor, no te des cuenta... Por favor, no te des cuenta... Remus estaba seguro de que su cara parecía un tomate y no podía confiar en que sus ojos no delataran todo lo que sentía. Era demasiado intenso, lo que sentía... Tenía a Sirius tan cerca que podía respirar su aliento, la esencia de su piel lo volvía loco, la dulce presión quemaba sus sentidos... Y lo había tocado. No por error, no con un propósito práctico. Sirius había deseado tocarlo. Tal vez Sirius pasaba por lo mismo que él, pensó Remus. Tal vez Sirius también había tenido que repetirse a sí mismo que no le gustaba Remus más de una vez... O tal vez sólo lo estaba imaginando porque eso era lo que quería. Por favor, no me mires... Por favor, no me mires... Pero sus ojos se alzaron sin pensarlo, enfrentando esperanzados la gris profundidad que los llamaba.
Sirius tragó saliva. ¿Había visto a Remus antes en su vida? ¿Realmente observado? ¿Cómo era posible que no hubiera notado los matices de fuego, ámbar y oro que bailaban ahora frente a sus ojos? Eran tan fuertes, sus ojos... Tan abiertos y honestos... Como si guardaran todo aquello por lo que valía la pena luchar. Como si él mismo pudiera ser una mejor persona, si tan sólo viviera en esos ojos. Contrastaban con el dulce y frágil rostro, tan maltratado por el Lobo. El Lobo... Leves cicatrices y marcas denunciaban su presencia, incluso en esta noche sin luna. De alguna manera, volvían el rostro incluso más dulce, más hermoso de lo que naturalmente era, mostrando su lucha diaria contra la oscuridad que cargaba, su gran fuerza interior. Es tan fuerte, pensó Sirius, y sintió nuevamente la necesidad de protegerlo, de hacerle saber que no tenía que pelear solo. No estaba solo y nunca más tendría que estarlo. Esa necesidad, al menos, no era nueva. Canuto se había sentido así respecto a Lunático desde que podía recordar. Incluso antes de 'Canuto' y 'Lunático', antes de tener idea de qué era aquello de lo que quería protegerlo. Pero no era así, reflexionó, mientras su necesidad de proteger se convertía en necesidad de abrazar, de tocar, de meter a Remus dentro de su pecho y nunca dejarlo ir. ¿O sí?
El aire se hacía más denso, cargado de emociones, y Sirius no notó el momento en que empezó a atravesarlo, inclinándose hacia Remus (como Remus no notó el momento en que empezó a inclinarse hacia él). Lo notaron, sin embargo, cuando sus alientos se mezclaron y una nariz rozó la otra, y cuatro ojos se cerraron mientras dos corazones peleaban por salirse del pecho.
- Chicos, ¿han visto un...?
Cuatro ojos se abrieron de golpe y Sirius casi se tuerce el cuello al girar la cabeza hacia la puerta, donde se encontraba un muy, muy pálido James.
- C-Cornamenta... e-esto... esto no es lo que...- ¿No lo es? ¿Qué es esto?
- Um...- James se quedó allí por un segundo, incapaz de quitar los ojos de la cama en la que se sentaba Sirius Black, sin palabras por una vez en su vida, mientras Lunático fijaba la vista en el piso, respirando apenas, guardando un parecido increíble con una betarraga atrapada in fraganti.- Perdón... yo... mejor me voy.- Se dio la vuelta despacio y cerró la puerta.
Sirius y Remus se quedaron solos en la habitación, muertos de miedo de mirarse a los ojos.
¿Qué fue eso? ¿De verdad iba a besarme? Las emociones de Remus eran cada vez más confusas. Ya era bastante malo ser un hombre-lobo, no estaba listo para ser gay además de eso... No me gusta Sirius, se recordó a sí mismo. ¿Pero qué estaría pensando Sirius? No podía permitirse perder a un amigo. No a un merodeador. No a Canuto.
- Lunático... yo...
- Parece que se lo creyó, ¿no?- Remus le ofreció una falsa sonrisa muy bien lograda.
- Um...- ¿Qué?- Sí... Sí, parece que sí.- Sirius le devolvió una falsa sonrisa no tan bien lograda, pero no fue capaz de mirarlo.- Entonces... ¿bajamos a desayunar?
- Yo tengo que bañarme. Los veo allá.
- Ya, yo voy yendo.
¿Qué fue eso? ¡Por Merlín!
James bajaba las escaleras hacia la sala común en estado de shock. Canuto y Lunático... ¡Canuto! ¡Y Lunático!No estaba seguro de tener derecho a estar tan molesto. Era su vida, después de todo. Pero anuto... Y Lunático... Se hundió en un sillón, sin ganas de arrastrar más lejos sus oscuros pensamientos. Se trataba de sus mejores amigos. Sus hermanos. ¡Habían dormido en la misma habitación por seis años! ¡Habían compartido secretos por seis años! ¡Se habían duchado en el mismo baño por seis años! ¿Cómo era posible que no lo supiera? ¿Cómo pudieron ocultarle algo así? Sobretodo Canuto.
Un grito escalofriante lo trajo de vuelta a la realidad. Una chica de tercer año estaba parada en la entrada, con la cara completamente verde y una mirada fulminante. Avanzaba hacia dos chicos de su mismo año, con la convicción de quien está a punto de cometer un crimen muy grave.
- ¡April Fool!- rieron los chicos, aparentemente muy poco intimidados por su mirada. La chica gritó con ira y corrió escaleras arriba.
- ¿April...?- los ojos de James se abrieron de sorpresa. ¿Cómo había podido olvidar algo tan importante? Merlín, Evans, me distraes demasiado. Pero finalmente su mente estaba funcionando. Sí guardé ese libro con mis cosas ¿verdad?... Sí... Sé que lo hice... ¿Y qué era lo que Canuto tenía en la mano? En la otra mano, sacudió la cabeza para borrar la imagen. ¿Era...? El mapa. Era el Mapa del Merodeador. El mapa en que habían estado vigilando sus movimientos, esperando su llegada. Maldito perro, rió, realmente me atrapaste.
Luego se relajó y una mueca traviesa empezó a crecer en su rostro. Pero ésta me la cobro, amigo mío.
Y sabía exactamente cómo hacerlo.
A Sirius le tomó mucho tiempo llegar a las escaleras. O al menos le pareció mucho tiempo. Su mente daba vueltas a mil por hora. ¿Qué demonios pasó en ese cuarto? No tenía sentido. ¿De verdad estaba a punto de besar a Lunático? ¿A un chico? ¿A Lunático? No. No era posible. Simplemente no lo era. Se trataba de él, Sirius Black, leyenda viviente de Hogwarts. Sirius Black, que escogía a dedo de entre todas las chicas que valían la pena en tres casas del colegio cada viernes. ¡Sirius Black, que recibía poemas cursis de Ravenclaws, por Merlín! A él no le gustaban los chicos. Nunca le habían gustado. Todos sabían que era un mujeriego. Si alguien (quien sea) hubiera escuchado que Sirius Black era 'rarito' se hubiera reído. ¡Y hubiera tenido razón! ¿Qué demonios pensaba, mirando así a Lunático? El pobre debe estar aterrado... Nos dejamos llevar por la broma, eso es todo. Es normal, pasa todo el tiempo. No significa nada. No pasó nada.
Y con ese último pensamiento como consigna, se sacó de la cabeza cualquier otra idea (estúpidas, ridículas ideas) y bajó las escaleras.
Encontró a James hundido en el sillón, aparentemente absorto en sus pensamientos. Bueno, por lo menos funcionó... Debe estar al borde de un colapso... O a lo mejor sigue tratando de entender qué demonios vio allá arriba. Avanzó hacia su amigo sonriendo de oreja a oreja, sin darle a su cerebro tiempo de preguntar si él mismo estaba seguro de qué demonios vio James allá arriba.
Cornamenta, por supuesto, no estaba tanto 'absorto en sus pensamientos' como 'regocijándose en su último plan'. Un plan demasiado brillante.
Cuando Canuto alcanzó el último escalón, James ya lo había visto, oído, tasado. Era una habilidad innata que tenía para las bromas. Un don de cazador que su mejor amigo nunca había podido igualar. Lunático lo tenía, por supuesto... sobretodo cerca de la luna llena... pero no era un don del que se sintiera muy orgulloso, la verdad.
- Cornamenta...
El cazador giró la cabeza para enfrentarse a una presa aparentemente incómoda, que se mordía los labios nerviosa y levantaba un par de ojos grises con renuencia. Ése solía ser el punto débil de Canuto, el brillo de malicia en sus ojos. Le costaba ocultarlo. O, al menos, le costaba ocultarlo de los Merodeadores. Todos los demás caían fácilmente. Podía ser un muy buen actor si se esforzaba (y siempre se esforzaba en una broma). Pero había algo más en sus ojos esta vez, algo que Cornamenta no podía precisar...
- Hola,- respondió, tan fríamente como pudo.
- ¿Crees que podríamos hablar en otro lado?- preguntó Sirius, consciente de la poca necesidad de que toda la torre pensara que era un marica por una broma que podía perfectamente concretarse en privado.
Se acomodaron en una esquina, lejos de oídos curiosos.
- Mira... sobre... tú sabes... eso que pasó arriba...
- ¿Te refieres a encontrar a dos de mis mejores amigos 'divirtiéndose' en mi dormitorio?- Un momento... ¿Canuto se está poniendo rojo? Cómo ha mejorado...
- Este... sí,- Sirius suspiró profundamente, en un clásico suspiro de inicio de discurso planeado para la broma. Si a James le quedaban dudas, eso las disipó todas.- Mira... queríamos decirte, de verdad... es sólo que...
Y aunque a James le hubiera encantado escuchar el discurso que su mejor amigo había preparado (y de seguro ensayado largamente) para el Primero de Abril, era hora de iniciar el suyo propio.
- Escucha, Canuto... No estoy molesto.
La reacción tomó a Sirius por sorpresa.
- ¿No estás molesto?- Tal vez James tenía una mente más abierta de lo que había pensado.
- Es decir... me molesta que no me lo hayan contado, por supuesto que estoy molesto por eso. Pero el... lo que sea que tienen ustedes dos... Bueno, supongo que era inevitable... todos lo veíamos venir... era bastante obvio.
- ¿Qué?- ¿Era qué? ¿Vieron venir qué? ¿Qué demonios era tan obvio? Él no había notado nada.- ¿A-a qué te refieres?
- No te preocupes,- dijo su 'amigo', poniéndole una mano sobre el hombro,- la mayoría no se da cuenta. Sólo, ya sabes, la gente cercana. Nuestra clase, básicamente. Pero incluso a ellos creo que podrían engañarlos por un tiempo más, si todavía no están listos para hacerlo público... Tampoco es que les vaya a molestar. Nunca he oído comentarios malintencionados sobre ustedes... tienden a ser del otro tipo... ya sabes, 'ay... qué lindos se ven juntos...' y otras cursiladas de las chicas... Supongo que sí son más preceptivas, después de todo.
Dos ojos grises se llenaron de terror. ¿Chicas? ¿Las chicas pensaban que era gay?
El chico de oro de Gryffindor contuvo la risa y sus lentes escondieron el brillo de malicia en sus ojos mientras continuaba. Cornamenta... eres un genio.
- La verdad es que yo lo vi venir antes que nadie... Sólo que ustedes nunca lo mencionaron y preferí no preguntar. No me parecía correcto ¿sabes?
- ¿Que tú...? ¿Que lo viste...? ¿Cómo...?
Sirius Black, sin palabras. Esto no tenía precio.
- Bueno... ya sabes...
¡No! ¡No lo sé! quería gritar Canuto, pero la curiosidad había picado y dejó que su amigo continuara (por el bien de la broma, se dijo a sí mismo).
- Se nota bastante en cómo se miran...- Sirius debía estar proclamando su masculinidad por todo el castillo para este momento. Por lo visto está más concentrado en esta broma de lo que había pensado. Era necesario un mejor discurso. Uno con el que Canuto pudiera relacionarse, que realmente lo afectara.
Afortunadamente, uno había sido preparado.
- También está la forma en que cuidas de él. Cómo te preocupas más que cualquiera de nosotros... las visitas que haces a la enfermería apenas sale el sol, sólo para ver si ya llegó... No sé... el hecho de que su problema te afecte tanto.- Era cierto, por supuesto. Canuto se preocupaba por Lunático más que cualquier otro merodeador. Se preocupaba al punto de que James a veces no sabía si la idea de convertirse en animagos se le había ocurrido para acompañar a Remus o para tranquilizar a Sirius. Sin embargo, era un comportamiento perfectamente natural en Sirius. Canuto siempre había sido incapaz de mantenerse quieto por diez segundos y la situación de Lunático lo volvía loco. Allí, frente a sus ojos, sucedía algo que no podía arreglar, que no podía romper, que no podía cambiar. Sólo eso bastaba para alterarle los nervios.
Por lo tanto, el discurso requería de más material para convencerlo.
- ¿Recuerdas la primera vez que fuimos a la Casa de los Gritos? ¿La primera vez que vimos a Lunático, al amanecer?- Los ojos grises se oscurecieron, como sucedía siempre que recordaba aquella mañana. A James no le gustaba traerla a su mente, pero en algún momento de la preparación del discurso, buscando momentos 'de intimidad' que tergiversar, el recuerdo había llegado por sí mismo, con demasiada fuerza para ser ignorado.- La forma en que lo abrazaste... cómo lo mirabas... Colagusano y yo nos hicimos a un lado por un buen rato... no queríamos molestar ¿sabes?... aunque ninguno de ustedes pareció darse cuenta. Es sólo que... parecía una escena bastante 'íntima'.
Finalmente Sirius empezaba a mostrar signos de pánico. Ya era hora.
- También se nota bastante cómo lo afectas tú a él. ¿Por qué crees que siempre te mandamos a ti a convencerlo de cualquier cosa? En caso de que no lo hayas notado, parece que es incapaz de decirte que no.- No iba a dejar que Lunático saliera limpio de esto ¿verdad? Él también había ayudado. Aunque, una vez más, no había hecho más que resaltar un hecho conocido entre los Merodeadores.- Y sólo tú puedes animarlo después de una luna llena.- No es que fuera una gran sorpresa, con toda la energía de Canuto (y sí que era mucha energía) dedicada a ese fin.- Es más, incluso el Lobo parece preferir a Canuto.- Bien, James. Di algo más estúpido. Por supuesto que prefiere al perro... ¡es prácticamente otro lobo!- He leído que la forma lupina de un hombre-lobo puede manifestar emociones que la forma humana esconde.- Así está mejor... de hecho, creo que lo sí lo leí en algún lado...
Sirius empezaba a palidecer. La broma se acercaba al pico máximo.
- Y, por supuesto, está el hecho de que los dos son un par de niñas hipersensibles respecto a cualquier comentario del otro. ¡Por Merlín! ¡No pueden tener una maldita discusión sin deprimirse y hacernos la vida imposible a todos por tres días!- Eso no era parte del discurso original. Llegó a James de pronto, en una catarsis provocada por todos los hechos resaltados. Nunca había notado toda esta interacción entre sus dos amigos. No de este modo, al menos. Pero no había nada extraño en este último hecho tampoco. Remus era, de lejos, el más sensible del grupo, y Sirius... simplemente valoraba mucho la opinión de Remus. Eso era todo. No había nada más de qué preocuparse.
Solo que, de alguna manera, poner todos estos hechos sobre la mesa, juntos, les daba una nueva luz.
Por supuesto que les da una 'nueva luz', ése era el punto, se recordó James y sacudió las insensateces de su cabeza. Soy demasiado bueno en esto... estoy cayendo en mi propia broma. Afortunadamente, la broma llegaba a su fin. Parecía que Sirius iba a desmayarse en cualquier momento.
- Y claro, está ese último detalle, sabes... el que realmente los delata.
Los ojos grises lo miraron apenas, sin fijar del todo la vista perdida, pero aún curiosos.
- Ya sabes... el hecho de que hoy es Primero de Abril ¡y yo sabía de su estúpida broma todo el tiempo!
Sirius volvió a la vida. La broma. Todo había sido una estúpida broma. El torbellino interno se detuvo de golpe, dejándole una leve sensación de náusea.
James, parado frente a él, sonreía satisfecho.
Empezó a sonreír sin darse cuenta. Sólo era una broma. No era verdad. Pero lo es, pareció susurrar una vocecita interna, borrando la sonrisa naciente.
- Entonces... ¿te inventaste todo, verdad? ¿Realmente nunca pensaste que...?
- No, claro que no,- rió James.- ¿Por qué? ¿Estás dudando sobre tus preferencias?
¿Y? ¿Estás dudando o no? presionaba la vocecita.
Justo en ese momento, Remus apareció en la escalera. Parecía nervioso y sin muchas ganas de bajar.
- No pasa nada, Lunático. Se acabó la broma,- rió Prongs, todavía muy satisfecho consigo mismo.
- Qué bien,- respiró Lunático aliviado. Un poco decepcionado, pero aliviado. No, no decepcionado. Sólo aliviado. Sólo aliviado.
- Canuto cayó redondo... tenías que haberlo visto... fue espectacular,- Cornamenta rió con ganas.
Remus se volvió intrigado hacia Sirius, que le devolvió la mirada. Sólo que no era la mirada de Sirius. Algo completamente nuevo se movía en el fondo de esos ojos grises, algo intenso y temeroso, como un millón de preguntas que se arremolinaban alrededor de una respuesta no deseada.
Sirius se descubrió, nuevamente, atrapado en los ojos de Remus. Los ojos de Remus, que nunca antes había visto en su vida. Los ojos de Remus, con matices de fuego, ámbar y oro que nunca más podría dejar de notar. Sacudió la cabeza para salir del hechizo y desaparecer esos pensamientos.
Pero era demasiado tarde.
¿Le gusto? ¿Le gusto como él a mí? No. Espera... A mí no me gusta Sirius. Pero era difícil concentrarse en esa idea, con la esperanza naciente encendiéndole el pecho. ¿O sí me gusta? Tomando el ejemplo de su amigo, se sacudió la idea de la cabeza. De ninguna manera estaba listo para pensar en ese asunto.
Se habían mirado apenas unos segundos. Ahora se erguían, uno frente al otro, tratando con todas sus fuerzas de pretender que nada había pasado. Porque nada había pasado. ¿O sí? De pronto James, observando la escena, fue golpeado por toda la fuerza de la comprensión. Oh, Merlín. La forma en que Canuto cuidaba siempre de Lunático... Cómo se preocupaba por él más que todos los demás... Cómo abrazó al hombre-lobo la primera vez que lo encontraron después de una transformación... Cómo le había sonreído al chico tímido y retraído, incluso en ese primer viaje en el Expreso de Hogwarts. Oh, Merlín. La forma en que Lunático parecía incapaz de negarle algo a Canuto... Cómo sólo parecía sentirse mejor después una luna llena si él estaba cerca... Cómo cualquier comentario estúpido parecía afectarlos más si venía del otro... Oh, Merlín... Oh, Merlín... Cómo el lobo siempre parecía preferir al perro... ¡Merlín, el hecho de que fuera un perro!... James palideció. La forma en que se miraban esta mañana.
Frente a él, sus dos amigos fijaban la vista en el piso, en la ventana, en cualquier cosa excepto uno en el otro.
James respiró profundamente. Esto iba a requerir tiempo, y muchos ajustes. Peter, bendita ignorancia, no se daría cuenta aunque los encontrara en la cama. De todos modos, no parecía que algo así fuese a suceder pronto... Y, la verdad, si ellos no lo sabían, Cornamenta no pensaba que le correspondiese a él sacarlo a la luz.
Tosió para llamar la atención.
- Ejem... ¿Bajamos a tomar desayuno?
Ambos chicos asintieron agradecidos y los tres se encaminaron juntos a la entrada del retrato.
