Nota previa: "Dentro de la vasija" es en realidad una respuesta al Reto Dinner de la página Saint Seiya Yaoi. El reto consiste en publicar un drabble diario (fics de 500 palabras o menos) durante treinta días, involucrando una pareja principal. El reto provee treinta palabras que deben aparecer en forma explícita o implícita en los drabbles.

A la hora de empezar a hacerlo, inicié con una idea que había usado en el Reto Delicatessen (específicamente en el drabble "Fogata") en el que Kanon se encuentra, al final de la Saga de Hades, prisionero junto con Poseidón dentro de la vasija de Atenea.

La pareja principal en estos drabbles es Poseidón/Kanon, hay shonen ai, pero espero que no haya nada demasiado explícito.


Captura (499 palabras)


El universo entero desapareció en un estallido de luz blanquísima y entonces llegó el olvido…

Por un rato.

Kanon parpadeó desconcertado. Veía estrellas en un cielo azul muy oscuro. Escuchaba el mar. Olía el mar. Incluso sentía el mar, porque estaba tendido muy cerca de la línea de la marea y cada ola le mojaba las piernas hasta las rodillas.

¿Estaba vivo?

Si estaba vivo, ¿por qué no le dolía nada?

Y, si estaba muerto, ¿por qué no estaba siendo torturado en alguna parte del infierno, como era lo más lógico?

Se sentó cuidadosamente (en efecto, no le dolía nada).

-Ah, despertaste –una voz grave declaró lo obvio.

Le costó un gran esfuerzo voltear hacia donde estaba el dueño de la voz, porque de pronto sentía el corazón en un puño. Pocas veces había sentido tanto miedo en forma tan repentina.

El rostro (joven y de rasgos delicados) no le era conocido, pero la voz de Poseidón era inconfundible. Eso sí, lo que más lo sorprendió al encontrarse cara a cara por primera vez con el dios al que había manipulado exitosamente durante quince años fue su cabello, que era largo y ondulado… y…

-Siempre creí que cuando Homero te llamaba "el dios de los cabellos azules" estaba usando una figura literaria para comparar tu cabello y las olas.

Poseidón se permitió sonreír.

-Temí que tu primera reacción fuera un ataque de pánico.

-¿Estoy vivo o muerto?

-Vivo, por ahora.

-Debería estar muerto.

-Eso puede arreglarse.

Hubo un largo silencio hasta que Kanon se atrevió a preguntar algo más.

-¿Por qué estoy aquí?

Poseidón sonrió.

-Faltan cincuenta años para que termine mi destierro. Estás aquí para acompañarme.

-¿Yo? –Kanon se puso de pie-. ¿Cincuenta años? ¿Por…? –se detuvo a mitad de la pregunta. El porqué era más que obvio.

-Hay más de un dios, de más de un panteón, reclamando tu cabeza y tu agonía eterna. Pero como soy el primer ofendido de la lista, se me concedió prioridad. Eres mío hasta que ganes mi perdón.

-Ofendí a Atenea mucho antes, cuando propuse a mi hermano que la asesináramos.

-Ah, pero ella ya te perdonó, así que no cuenta. Y cuando yo haya terminado contigo, Odín sigue en la fila.

-No pienso aceptar esto –replicó Kanon y echó a andar en la primera dirección que se le ocurrió.

-Disfruta tu paseo, te veré de nuevo cuando termines de dar la vuelta a la isla.

Kanon se detuvo, dándole la espalda, e invocó la Otra Dimensión.

No sucedió nada.

Con la incómoda convicción de que no serviría de mucho retrasar las cosas, volteó a mirar a Poseidón, que lo contemplaba muy serio.

-¿Qué lugar es este?

Poseidón señaló hacia el cielo.

-Adivina.

Brillando en mitad del cielo estaba un símbolo que Kanon tardó un par de segundos en reconocer, el tiempo que tardó en darse cuenta de que estaba compuesto por letras griegas vistas por el revés.

El nombre de Atenea.

Estaban dentro de la vasija de Atenea.

Estaba atrapado.