¡Hola!

Vengo a dejaros un Jerza algo doloroso, aunque con final feliz, lo prometo, que espero que os guste y que os haga sufrir algo menos de lo que sufrí yo escribiéndolo (soy algo masoca, lo reconozco x))

Advertencia: está ubicado después de la saga de Tartaros, que aún no está terminada, por lo que puede contener (y contiene) spoilers.

Agradecimientos: A mis niñas de siempre, ya veis que no soy demasiado original y siempre les doy la lata a las mismas para que me lean antes que nadie xDD Pero especialmente a SMRU, por su fic 3173, que lo motivó. Ya veis, nos gusta hacernos sufrir entre nosotras xDDD

Disclaimer: Fairy Tail y sus personajes no me pertenecen, pero todos los días pongo velas para que esto acabe siendo canon(?)


Sieg

Meredy abrió la puerta del cuarto de Jeral en tensión, algo preocupada. Lo encontró sentado, con la mirada igual de perdida que siempre. La chica reprimió el nudo que se había formado en su garganta, como siempre que lo veía. Él debió oírla entrar, porque giró la cabeza hacia la puerta.

-Jeral –le dijo-, ha venido Erza.

A pesar de sus intentos por no mostrar ninguna emoción, no lo logró. Sus ojos se agrandaron momentáneamente. Dudó durante unos segundos, pero finalmente asintió.

-Dile que pase, por favor.

Meredy asintió y salió de nuevo de su cuarto.

Jeral se levantó y se guió en la oscuridad hasta sentarse en la cama. Hacía tiempo que Erza no iba a verlo. Las cosas estaban demasiado tensas entre ellos desde su última discusión.

Después de derrotar a Tartaros y de destruir Face, ambos se habían encontrado. Ella le había contado que tras acabar con Kyoka, había recuperado todos sus sentidos, mientras que él continuaba ciego. Nada de eso les importó en aquel momento. Erza se sentía aliviada por seguir viva, se sentía feliz y se sentía incapaz de seguir desaprovechando el tiempo. Se había abalanzado sobre él y lo había besado, con pasión, con furia, con necesidad. Y él había sido incapaz de separarla de su lado. Aquella fue la primera de las muchas noches que pasaron juntos, haciendo el amor hasta que ambos caían agotados. Aquello había durado unos meses. Hasta que Erza se había cansado de que él no le hiciera caso.

-Busca a Polyuska. Ella puede ayudarte, como hizo conmigo. No tienes por qué vivir así.

Pero él se negaba. Se había arrebatado la luz, obligándose a vivir en las tinieblas. Era una metáfora de lo que sucedía con su vida. Otra forma más de redimir sus pecados.

Habían discutido.

Y después Erza se había marchado.

De aquello hacía ya casi medio año.

Podría haber ido a buscarla al Gremio, pero eso significaría tener que hacer lo que le había pedido. No podía evitar preguntarse si de verdad pasar por aquello era necesario, si no tendría razón ella.

Su mirada perdida se dirigió al suelo, mientras ella entraba en su cuarto. Había echado de menos el sonido de sus pasos.

Sintió cómo la cama se hundía cuando ella se sentaba. No sabía qué decir. No sabía si ella estaba enfadada. Le aterró la idea de que hubiera ido a despedirse para siempre. Quizá no querría volver a verlo nunca más. Pensó que se lo merecía.

Erza le cogió la mano y la sostuvo entre las suyas, suaves y cálidas. Después, llevó una mano hasta su rostro y lo giró. Jeral pudo imaginársela escrutando sus ojos, comprobando que aún estaba ciego. En su oscuridad pudo ver la decepción que aquello le causaba.

-Creí que no querías volver a verme –dijo él.

-Si de verdad te creíste eso, es que eres más idiota de lo que pensaba –replicó Erza.

Jeral esbozó una triste sonrisa.

-La verdad es que no pensaba venir hasta dentro de un tiempo –continuó ella-. Pero no puedo más, Jeral –él hizo un intento de contestarle, pero ella se lo impidió-. No, espera. Deja que diga todo lo que tengo que decir, porque… llevo mucho tiempo pensándolo. Sé… sé que no soy motivo suficiente para que pidas ayuda a Polyuska. Sé que quieres seguir así. Y me prometí que no volvería aquí hasta que… Que no te diría nada… Pero no puedo.

Jeral sintió un escalofrío recorriéndole la espina dorsal. Soltó la mano que ella le retenía y la llevó hasta su rostro, acariciándolo con cariño.

-No digas eso.

-Estaba muy enfadada. Contigo, porque no me escuchabas, conmigo por no poder convencerte, por no ser suficiente.

-Erza…

-No. Creía que podría sola. Pero…

Erza llevó la mano hasta la de él y la apretó. Había pensado en aquello millones de veces, quería ver cómo reaccionaba. Pero ahora le daba miedo. Le llevó la mano hasta su vientre y vio cómo se le agrandaban los ojos al comprenderlo.

-Te necesito, Jeral. Te necesitamos.

Como si quisiera corroborar las palabras de su madre, el bebé dio una patada. Jeral cerró los ojos y tragó saliva. Se acercó más a ella, sin separar la mano de su vientre, como si temiera que fuera a desaparecer si dejaba de tocarlo. De pronto, nada de lo que había hecho le parecía tan malo como para que el castigo fuera ese. Quería verla. Necesitaba verla. La besó, tirándola sobre la cama. Ella le rodeó el cuello con los brazos, respondiéndole al beso, con ansia.

-Deja de decir que no eres suficiente –dijo Jeral, cuando se separó de ella-. Sabes que el problema es que eres demasiado.

-Entonces busca a Polyuska, por favor. Y ven conmigo, con nosotros.

Jeral asintió imperceptiblemente. No deseaba nada más.


Los colores de Magnolia nunca antes le habían parecido más brillantes, más vivos. Las flores de cerezo lo inundaban todo y los reflejos de la luz bailaban sobre el agua. Jeral lo miraba todo con los ojos muy abiertos, preguntándose cómo podía haber estado tanto tiempo sin ver algo tan simple y hermoso como las ramas de los árboles recortadas contra el cielo.

Unos segundos antes, Polyuska le había dicho que los primeros días debía tener cuidado, pero nada de eso parecía importarle. En cuanto salió de su cabaña, echó a correr en dirección a Fairy Tail. Tenía que verla.

Abrió la puerta de golpe, imaginando que tendría que gritar para que se dieran cuenta de que había llegado. Sin embargo, todos se giraron al oírlo entrar y lo miraron, perplejos.

-Jeral… -murmuró Natsu.

Él miró los miró a todos, uno por uno. Habían cambiado mucho desde la última vez que los vio. Antes de poder preguntar por Erza, Mira se acercó a él, con una sonrisa afable.

-Are, are… Has llegado un poco tarde.

Él la miró, sin comprender.

Wendy entró en ese momento en la sala, sonriente. Todos se giraron para mirar a la Dragon Slayer.

-Ha sido un niño –dijo ella.

El gremio entero estalló en vítores. Mira puso la mano sobre el hombro de Jeral, que era incapaz de comprender lo que sucedía. En cuanto su mente unió las piezas, echó a correr hacia el lugar del que había salido Wendy.

Se quedó paralizado al verla. El pelo se le pegaba a la frente por el sudor y parecía realmente agotada. Nunca la había visto tan hermosa. Ella no lo había oído, absorta como estaba mirando al recién nacido.

-Cómo echaba de menos tu sonrisa.

Ella levantó la vista lentamente al escucharlo y sus miradas se enlazaron.

-¿Puedes verme? –le preguntó, emocionada.

El exconsejero sonrió abiertamente y se acercó a ella.

-Lo siento –le dijo, acariciándole el pelo y dándole un beso en la frente.

Le sostuvo el rostro entre sus manos, observando cada centímetro de su piel. Le brillaban los ojos. Bajó la mirada hacia el niño. Apenas había tenido tiempo para asimilar que iba a ser padre y ahora… ahí estaba, en los brazos de la Titania, con los ojos cerrados y los labios fruncidos. Tan pequeño, tan frágil…

-¿Quieres cogerlo? –Jeral asintió inconscientemente y ella se lo tendió. Con cuidado y mimo, parecía un pequeño milagro-. Se parece a ti.

Jeral entornó los ojos. A él no se lo parecía, pero no quiso contrariarla. Sonrió, divertido.

-Tiene tu pelo.

-Sí –sonrió ella-. Sieg Scarlet.

Él volvió a mirarla y le tendió de nuevo al niño. Cuando lo tuvo ella, la rodeó con el brazo y apoyó la cabeza en la curva de su cuello.

-No vuelvas a hacer algo así, Erza.

-¿El qué? ¿Apartarte de mi lado? Eso es lo que haces tú siempre. Eres tú el que siempre quiere estar solo.

Jeral levantó la mirada, sabía que tenía razón, pero negó con la cabeza.

-No. Ya no. Nunca más volveré a apartarme de tu lado, Erza. Nunca.

La besó, para sellar sus palabras.


¡Hola de nuevo!

Como siempre, si has llegado hasta aquí, ¡muchísimas gracias por leerme!

Espero que también leas las continuaciones y me digas qué te ha parecido ^^

¡Hasta pronto!