¡Hola! La amable Cuteblndegoddess me ha dado permiso para traducir todos sus dramiones completos, y como ahora estoy otra vez con clases y no sé si podré actualizar mis historias con mucha frecuencia he decidido empezar a traducir uno de sus long-fics.
Tiene 17 capítulos, es rated M y no apta para sensibles. Trataré de actualizar semanalmente, aunque si la historia es bien recibida trataré de subir dos caps esta semana. Espero que disfrutéis de esta historia tanto como yo :)
¡A leer!
.- Disclaimer: Todo lo reconocible de HP es de J.K Rowling, la trama de esta historia es de Cuteblndegoddess yo solo la traduzco para que pueda llegar a más personas. -.
Capítulo 1: El mercado al aire libre.
Había tormenta esa noche, Draco estaba tendido en su lujosa cama de ensueño. Estaba mirando fijamente al dosel negro de su cama, -perdido en su propio mundo cuando un búho empezó a picotear en el marco de su ventana.
Joder. – Pensó. – ¿Qué pasa ahora?
Se levantó para coger la carta siendo picoteado por el búho cuando le quito el papel de la pata. La abrió y la leyó;
Hola amor,
espero verte pronto,
te echo de menos,
con amor, Pansy.
Lanzó la nota al fuego. Habían estado saliendo desde su tercer año en Hogwarts; se habían graduado hacia 5 años y se seguían viendo cada vez que podían. Ella era buena para follar, pero para nada más. Tenía la inteligencia de una piedra*. Se río para sus adentros al pensar eso. Se sentó en frente de la chimenea y se quedó mirando fijamente a las llamas. Sus ojos azules grisáceos ausentes mientras él estaba perdido en sus pensamientos. Había pospuesto su matrimonio arreglado ya tres veces, poniendo todo tipo de excusas. Su padre había muerto en Azkaban y ahora solo eran su madre y él en esa gigante mansión. Y así era como a él le gustaba. Si tenía a Pansy viviendo ahí él estaría subiéndose por las paredes*. Suspiró pesadamente, mirando el reloj. Eran cerca de las 4 de la mañana. Mañana tendría que ir a Londres para hacerse cargo de unos asuntos. Odiaba ir al Londres Muggle, era una verdadera molestia. Pero necesitaba cosas, cosas como unos caros zapatos negros de cuero y algunos trajes de Armani. Amaba las cosas finas, lujosas, eso era algo innegable, pero desde que tenían un solo elfo domestico su madre insistía en hacer las cosas de la casa y que él era suficientemente mayor para ir a comprarse la ropa el solo. Poco a poco fue quedándose dormido, todavía sentado en la silla.
A la mañana siguiente se vistió con rapidez y bajó corriendo las escaleras.
-Buenos días, madre. – Dijo secamente mientras tomaba una taza de café.
-Buenos días, hijo. ¿Has dormido bien? – Preguntó, sin levantar su mirada de El Profeta.
-Sí, gracias. – Mintió. Siempre tenía pesadillas y con suerte podía dormir 3 horas. Incluso con su padre muerto, las pesadillas de su padre golpeándolo atacaban su mente cuando descansaba.
-Bien. – Dijo, todavía leyendo. Ella no era exactamente el tipo de madre amorosa.
Rodó los ojos y cruzó las grandes puertas de madera hasta la entrada, donde estaba su coche. Había hablado con su madre para que le consiguiese un coche y le dejase ir a clases de conducir. Seguía usando magia si quería ir a un lugar rápidamente, pero como iba a ir al Londres Muggle quería llegar allí con glamour y estilo. Se puso al volante de un BMW negro y encendió el motor. El coche ronroneó suavemente al encenderse y antes de que él se diese cuenta ya estaba conduciendo con velocidad por la carretera desierta. No vivía mucha gente a su alrededor, y sin duda, ninguno de ellos conducía. Se sentía bien conducir con la capota bajada después de una tormenta. El viento del verano ondeaba su cabello rubio y corto mientras el aire fresco entraba en sus pulmones. Se sentía bien, yendo a 144 k/h por la carretera. Bajó la velocidad cuando llegó a zonas más pobladas, para no llamar la atención de muchos muggles. Cuando llegó a Londres las calles estaban desbordadas de muggles por lo que buscó un lugar para aparcar y así poder mirar las tiendas en esa increíble mañana veraniega. Fue por las calles laterales, yendo de tienda en tienda. Compró un traje azul celeste en la primera tienda; la chica de detrás del mostrador había dicho que hacía que sus ojos realmente destacasen. Le dedicó su encantadora y sensual sonrisa al estilo Malfoy y con rapidez fue atendido para pagar en caja, flirteando con ella mientras le cobraba.
Siempre había sido muy guapo, en su opinión, pero desde que se había graduado sus rasgos faciales habían cambiado dándole un aspecto más refinado. Su cabello rubio platinado estaba peinado de manera casual haciendo que algunos mechones cayesen sobre su pálida cara. Medía 1'88 más o menos, su complexión era delgada y pesaba unos 72 kg. Tenía unos labios rosados y no muy finos que las chicas amaban y sus ojos de plata cambian de color según el estado de ánimo en el que se encontrara, o lo que llevara puesto. Él siempre estaba vestido para matar, aun cuando estaba de compras. Salió de la tienda con el número de teléfono de la chica, el cual de inmediato lo arrojó a la papelera. Obtener números o citas se había vuelto demasiado fácil; tarareaba para sí mismo cuando entró en la tienda de al lado.
Zapatos. Amaba los zapatos. De cuero y brillantes. Tenía más de cien pares. Y cuando vio los zapatos de cocodrilo marrón en la ventana, tenía que tenerlos. 20 minutos y 1.000 libras más tarde, salió, llevando sus tesoros. Los llevó a su coche y los guardó en el maletero. Por el rabillo del ojo, vio a un mercado al aire libre, su estómago rugía al no haber desayunado de manera apropiada. Tal vez compraría una taza de café y un poco de fruta, y luego se sentaría en el banco del parque junto a la fuente y comería tranquilamente. Sí, eso sonaba bien. Se acercó a los diversos puestos y compró una naranja, un plátano y fresas. Estaba a punto de ir a la cafetería de la esquina cuando oyó algo familiar. Era débil, pero sabía muy bien a quién pertenecía.
-Gracias, tenga un buen día. Volveré la próxima semana. – Oyó decir a la voz femenina detrás de él. Se dio la vuelta y vio la espalda de una mujer, con el pelo largo castaño recogido en una cola de caballo.
Me pareció oír... no importa. - Pensó. Pero la curiosidad pudo más que él.
-¡Ey! – Gritó. - Oye, tú... eh… - "Mierda ¿cómo se llamaba?- Uh... Granger. – Gritó tras la mujer. Ella se detuvo en seco y miró por encima del hombro. Su postura se relajó cuando se volvió hacia él.
-Hey, sabía que eras Granger. – Dijo jadeante cuando la alcanzó.
-¿Qué quieres Malfoy? –Preguntó con una voz tranquila que no parecía pertenecerle a ella, o al menos no a la chica que solía conocer.
Él la miró -nunca había sido una gran belleza-, pero ahora se veía especialmente horrible. Estaba muy delgada, casi en los huesos. Algunos de sus cabellos, que se habían caído de su cola de caballo, cayeron en mechones lacios y largos alrededor de su cara. No llevaba ningún tipo de maquillaje y vestía unos pantalones muy holgados. Llevaba una camiseta de gran tamaño que hizo a su delgadez aún más notable. Sus brazos estaban llenos de bolsas. Lo estaba mirando fijamente, moviendo su zapato de manera impaciente.
-Escuché tu voz y quería ver si eras tú. – Dijo rápidamente. – No veo a nadie del colegio desde hace mucho.
-Yo tampoco.- Dijo con amargura. – Entonces, ¿qué has estado haciendo? ¿Alguna vez te casaste con… ¿cómo se llamaba? – Preguntó tratando de entablar una conversación.
Miró su reloj. Se estaba haciendo tarde, tenía que irse.
-Uh, no gracias a Merlín.- Respondió. - ¿Y tú? ¿Te casaste con la comadreja?
-No, no veo a Harry o Ron desde hace mucho. O cualquier persona para ese entorno.
¿Era él, o algo no cuadraba ahí?
-Pero estoy casada. – Anunció, sosteniendo su mano izquierda para que pudiera ver el anillo adornado con diamantes diminutos.
- Que bien. – Dijo, pero mientras sostenía su brazo, notó algo extraño en ella. Estaba cubierto de pequeños hematomas del tamaño de un dedo, hasta donde la manga estaba cubriendo. Cuando ella levantó el brazo, Draco pudo ver con más claridad las marcas, por lo que inclino un poco la cabeza al fijarse en ellas.
Los grandes ojos marrones de Hermione se estrecharon cuando se dio cuenta de lo que el chico hacía. Rápidamente quitó el brazo y tiró de las mangas de su camisa.
-¿Luchas contra trolls? - Bromeó.
-¿Perdona?
-Tu brazo, tiene algunos golpes. Pensé que hacías alguna actividad de riesgo o algo así. – Trató de echar un poco de luz sobre ese asunto embarazoso. Draco sonrió ampliamente.
-No, no lo hago. – Dijo ella secamente. – Ahora bien, si no te importa, voy a llegar tarde. Adiós. – Dijo antes de alejarse de él. Draco mirándola extrañado antes de que ella desapareciese entre la multitud.
Eso fue extraño -, pensó mientras se abría paso para ir a la cafetería. Compró un gran café para llevar. Su mente estaba solamente en ella, alejando los otros pensamientos. Ella se veía terrible. Como si un fuerte viento pudiera llevársela. Frágil. Esa era la palabra que estaba buscando. Se sentó allí, comiendo y bebiendo su café antes de regresar a su coche para el largo viaje a casa. Sabía que algo estaba mal con ella, y esa idea estaba metida en su mente como una plaga. No era más que Granger, una sangre sucia, haciendo cosas muggles, probablemente casada con uno. Pero había algo en ella, que lo estaba volviendo loco. Los moretones. Le recordaban a su padre. Pero solo estaba sacando conclusiones. No la conocía, ni nada acerca de su vida. Así que mientras conducía a casa, la alejó de sus pensamientos, y tarareaba alegremente.
A millas de distancia, Hermione se apresuraba para llegar a casa lo más rápido que podía. Tenía 10 minutos de retraso. El almuerzo tenía que estar en la mesa al mediodía. Y ya eran las 11:30. Se apresuró a hacer un poco de sopa y un bocadillo para cuando el apareciese en casa. Su marido trabajaba en el Callejón Diagon -era dueño de un boticario-, y cada almuerzo iba a comer con ella. Trabajó con rapidez y a las 11:59 todo estaba sobre la mesa, caliente y esperando. Exactamente a mediodía, un fuerte chasquido se oyó desde el salón de su pequeña casa.
-Querida. – Dijo el hombre alto, inclinándose para besar su mejilla.
-Hola amor. – Saludó, sonriendo débilmente.
-¿Cómo fue el mercado? – Le preguntó mientras se sentaba en la mesa de la cocina.
-Bien, cielo. El precio de las patatas subió. - Dijo ella, dejando de lado la charla con Malfoy.
-Que gente. – Dijo a la vez que probaba un bocado de su sándwich, y mirando por encima del papel.*
Comieron silencio como siempre. Y cuando hubo terminado, ella despejó la mesa y le sirvió una taza de café.
-Ahí tienes.- Dijo ella con dulzura.
-Bueno, tengo que volver al trabajo.- Le dijo mirando el reloj. -Voy a estar en casa a las 5.
Le besó la mejilla de nuevo y con un pop, desapareció. Ella dejó escapar un gran suspiro de alivio. Almorzó sin ningún incidente, sin ningún golpe. Lavó los platos en silencio antes de comenzar con el resto de la limpieza.
Draco llegó a su casa en un corto período de tiempo. Tomó todas sus compras, sólo para notar un coche de color rosa en la entrada. Oh por Merlín, Pansy estaba aquí. Intentó colarse en silencio subiendo por las escaleras suavemente, pero ella debía tener un radar, porque tan pronto como su pie golpeó el último escalón, ella llegó corriendo, arrojando sus brazos sobre él y besándolo profundamente. Sin pensar, él la empujó y vio como ella caía al suelo de mármol negro. Pansy le lanzó una mirada de desaprobación antes de levantarse.
-Gracias por la cálida bienvenida, querido. – Dijo con el ceño fruncido como una niña.
-Lo siento, me sorprendiste. – Mintió. – Tengo que ir a dejar esto, ahora vuelvo.
Corrió por las escaleras a su amplia habitación y cerró la puerta tras de sí. Lanzando sus cosas en la cama, entró en su cuarto de baño y se echó agua fría en la cara. Esto es justo lo que no necesitaba hoy. Pansy. La tonta, frívola y cachonda de Pansy. Se miró en el espejo, su rostro estaba pálido con grandes bolsas bajo los ojos. Realmente necesitaba dormir un poco, y por lo general por la tarde era el momento perfecto. Se preguntó si Pansy vendría en busca de él mientras tomaba una siesta. Probablemente lo haría. Seguro que rompería la puerta y trataría de follar con él.
Se dejó caer en la cama junto a sus nuevas compras y respiró hondo varias veces. Su mente vagaba a Granger de nuevo. En realidad no sabía por qué, pero él había sentido algo, algo inesperado. Algo así como la apatía, pero no lo iba a admitir. Esos moretones. Los había conocido bien. Su padre siempre hacia disciplina con un bastón o con el puño. Moretones plagaron juventud. Su madre usualmente también estaba cubierta de ellos. Vivió esa situación todas las noches durante su infancia. Siempre terminaba con marcas, gritando y con contusiones frescas y rojas a la mañana siguiente. Trató de empujar los recuerdos del pasado para los rincones de su mente. Unos minutos más tarde se escuchó unos ruidos al otro lado de la puerta de su dormitorio. Oh Merlín.
-Draco cariño, ¿estás bien? – Le susurró a través de la pesada puerta.
-Creo que estoy enfermo de algo de la comida rápida muggle que probé hoy. ¿Por qué no vuelves mañana a visitar?
O no, pensó para sí mismo.
-¿Quieres que sea tu enfermera, calabacita? – Preguntó ella con una voz aguda y femenina.
Se sentía como si fuera vomitar de verdad.
-No, tengo todo lo que necesito. – Fingió una voz débil. – Hasta mañana.
Oyó su como bajaba por las escaleras y sonrió para sus adentros. Otro día libre de Pansy. Cerró los ojos y trató de dormir. Pero el sueño no vino a él. Empezó a dar vueltas sobre la cama, tratando de ponerse cómodo. Miró por la ventana a la izquierda de la cama; el cielo era de un gris nublado al igual que sus ojos. Cada vez que cerraba los ojos veía los moretones, una punzada de culpa llenó su corazón. ¿Por qué? En cinco años no le había dado ni un segundo de su tiempo, y ahora no podía dormir porque no paraba de pensar en ella. Había sido cruel en la escuela, pero los adolescentes nunca habían sido conocidos por su tacto. Al final concilió el sueño, con pensamientos sobre ella agitando su mente.
¡Y ya está! ¿Qué os ha parecido? Espero que esta historia os haya llamado la atención y que queráis seguirla :)
Si veis alguna falta o tenéis alguna duda no dudéis en decirlo por los review :)
* Tenía la inteligencia de una piedra: en el texto original no sale piedra (stone) sino rug (alfombra, manta, etc) pero como no veía muy normal poner: Tenía la inteligencia de una alfombra. Pues lo cambié por piedra, que es una expresión más utilizada.
*Estaría subiéndose por las paredes: en el texto original sería: estar colgado del techo; pero nunca he escuchado esa expresión en español la cambie a una más conocida y de mismo significado.
Espero que os haya gustado este primer capítulo y que añadáis a favoritos, alertas y dejéis review.
Besos, AliciaBlackM.
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