Hetalia no me pertenece, sino a su guapo mangaka.
CAPITULO 1
-lo siento, creo que no funcionará- susurro la voz de una hermosa dama de sociedad mientras se alejaba de la sombría figura de un joven rubio de clase media –tu y yo pertenecemos a mundos diferentes- agrego.
El joven intento sonreír –si, tienes razón- contesto pese a que lo que ella dijo era completamente equivocado –pertenecemos a mundos diferentes je- murmuro para sí, agachando la cabeza, evitando ver la bella silueta alejarse de la escena.
La brisa fría envolvió el cuerpo del chico, haciéndolo recordar el calor humano mientras que una ligera lluvia le acompañaba de camino a un bar cercano, lugar donde desde que tenía memoria, recurría cada vez que le sucedía lo mismo.
Al llegar al lugar, tomo asiento y miro al barman, un hombre regordete de edad avanzada quien bien podría servir como sustituto de santa Claus -¿lo de siempre?- pregunto, reconociendo al instante a su cliente predilecto. El joven asintió, antes de dejar caer por completo su cabeza sobre la barra. El señor se giro, dándole la espalda mientras buscaba los ingredientes para la bebida –déjame adivinar, ¿otra que se te va?- inicio una conversación que hacía años iniciaba de la misma manera.
-si…- respondió el otro con su voz algo pastosa –ya con esta van ciento setenta y cuatro- comento.
El barman rio, el chico si que llevaba bien la cuenta –no se preocupe joven, algún día encontrara al amor de su vida-intento darle ánimos.
El sonido de una campanilla que anunciaba el entrar de clientes inundo el lugar y tras la puerta, se mostro un joven rubio de cabellos semi largos quien tenía la misma expresión que el chico y haciendo las mismas acciones que había hecho el otro, dejo caer su cabeza sobre la barra al tiempo que soltaba un sonoro suspiro –deme vino y del más añejo que tenga- ordeno.
-en un momento joven- respondió el barman quien continuaba preparando la bebida del otro.
Pese a su desanimo, el joven levanto su cabeza y recargándola sobre su palma izquierda, admiro al recién llegado quien tenía la mirada perdida en el estante de las bebidas –mal noche eh- comento, realmente estaba necesitado de una buena conversación, quería olvidar su ultimo rechazo.
El de cabellos semi largos giro su cabeza al escuchar el comentario y fijándose en quien le hablaba, admiro al chico frente a él, un joven no mayor de los veinte con unos penetrantes ojos color jade –ni que lo digas- suspiro, cerrando sus ojos e irguiéndose.
Luego de aquel breve cruce de palabras, el sujeto regordete llego y coloco una gran botella de vino del 68´en la barra junto a una copa –que lo disfrute- sonrió, abandonando el lugar.
-merci- agradeció, sosteniendo la copa entre su mano izquierda y alzándola al aire.
-¿eres francés?- pregunto el de ojos jade, admirando con detalle al otro y notando lo sumamente apuesto que era.
-oui- respondió sin siquiera voltearle a ver, estaba más ocupado descorchando el vino – y por tu acento apuesto a que eres ingles- dedujo con la obviedad.
El chico asintió y posteriormente dio un gran sorbo a su bebida –soy Arthur K…- se estaba presentando cuando recordó que nadie debía saber su verdadero apellido –Jones- agrego, tomando prestado el apellido de su primo lejano –Arthur Jones, oficinista- se presento con una sonrisa amable.
El de acento francés dejo a un lado su bebida y miro al susodicho Arthur –mucho gusto, soy Francis B…- detuvo sus palabras, el chico era una conquista en potencia y no necesitaba que su apellido le proporcionara ventaja –Williams- dijo, citando el apellido de soltera de su madre –Francis Williams, fotógrafo- dijo finalmente, estrechando así su mano con la del chico.
Los dos hombres se miraron fijamente, los ojos del otro les atraían y como si se hubiesen conocido de toda la vida, empezaron a contarse sus desastres en el amor.
-y eso me trae hasta la actualidad, siendo rechazado por la chica numero ciento setenta y cuatro- suspiro el ingles antes de terminarse por completo su bebida.
Una risilla burlona broto de los labios del francés –son pocas mon ami- dijo divertido –con la de hoy fueron ochocientas nueve- dijo no muy seguro -¿o eran más?- se dijo reflexionando el numero verdadero.
La cifra impresiono al chico no obstante, se mostro serio y relajado –es un numero alto- comento mientras que el otro asentía.
-disculpen, es hora de cerrar- anuncio el barman y dueño del lugar.
-pero si aún es temprano, son las once de la noche- se quejo el ingles.
-sí pero por las fiestas estamos cerrando temprano- se explico.
Sin otra opción, los dos rubios pagaron su cuenta y despidiéndose uno del otro, se retiraron a sus respectivos hogares no sin antes intercambiar numero de celular, deseaban verse nuevamente, estaban interesados uno del otro.
El ingles al llegar a su casa, una gran mansión antigua ubicada en la zona más lujosa de Cambridge, un ejército de sirvientes salió a recibirlo –buenas noches amo- le saludaron, ayudando al chico a quitarse la chaqueta completamente empapada -¿Por qué no llamo al chofer para que lo fuera a buscar?- pregunto el jefe de mayordomos.
-no era necesario James- respondió el otro, haciéndose paso entre la multitud de servidumbre que le rodeaba.
-pero que veo, ya regreso mi hermanito el humilde- se escucho la voz algo engreída un joven mayor que este ya casi en sus treinta y con rojizos cabellos cubriéndole la frente – y déjame adivinar, otra chica volvió a rechazarte- dijo de manera filosa, contoneándose presumidamente alrededor de él –bueno, era de esperarse, las mujeres de aquí son despreciables seres hambrientos de dinero y prestigio- comento, teniendo totalmente la razón.
Arthur bufo por el cometario de su medio hermano, si bien estos la mayoría del tiempo eran correctos, no dejaban de ser hirientes –y por esa razón no debo darme por vencido- le corto a la conversación.
-algún día tienes que hacerlo o ¿acaso quieres que todas las mujeres de Inglaterra te rechacen?- cuestiono, entrecerrando sus ojos, dejando ver tan solo una minúscula parte de sus pupilas color esmeralda –sabes bien que nuestro padre podría conseguirte una buena prometida- agrego.
-eso es lo que menos quiero- dijo Arthur, llevando ambas manos a la cabeza, revolviendo sus húmedos cabellos –quiero encontrar el verdadero amor, no uno por interés- declaro – y si me permites, me iré a acostar- dijo cortando finalmente la conversación y encaminándose hacia las escaleras que daban hacia su habitación.
El pelirrojo miro a su hermano retirarse –no olvides que mañana hay que asistir a la fiesta de la familia Bonnefoy- advirtió por última vez. El otro alzo su brazo al aire y agitándolo, le dio a conocer que lo había escuchado.
Mientras tanto, del otro lado de la pintoresca Cambridge, el susodicho Francis llegaba a su hogar temporal, una gran mansión estilo barroco –buenas noches joven amo- saludo una de las mucamas –hace unos minutos terminamos de desempacar la ultima caja de la mudanza y su habitación está preparada- comento.
-merci mery- sonrió, entregándole su saco a la joven –me iré a descansar entonces y por favor, les encargo la organización para la fiesta de mañana en la noche- dijo antes de abandonar el lugar.
-entendido joven Bonnefoy- respondió la joven y rápidamente se retiro del lugar. Por su parte, Francis termino de adentrarse en las escaleras mientras sonreía para sí al recordar la buena tarde-noche que paso con aquel joven ingles.
Gracias por tomarse la molestia de leer lo que es mi primer fanfic FRUK serio; la inspiracion para escribirlo surgio hace unos dias y bueno, algunas de las situaciones que se presentaran seguramente le habran pasado a alguns de ustedes. Descuiden, si habra un final FRUK pero recuerden, el amor nace poco a poco, no obligatoriamente. Espero hayan disfrutado leer el primer capitulo. Saludos.
