NA: Este relato NO es elsanna.
Diclaimer: Ni Frozen ni sus personajes me pertenecen.
Día tras día, hielo, hielo y más hielo. Mis ojos no alcanzan a ver algo más allá del hielo que cubre mi presidio. En otras circunstancias pensaría que es algo monótono, pero este frío materializado guarda significados mucho más complejos de lo que quisiera creer, tan ambiguos como tortuosos.
Recuerdos felices, cuando yo creía que era humana y disfrutaba viendo la sonrisa de mi pequeña hermana. Anna, recuerdo qué feliz eras al contemplar el poder de mi maldición. Aunque lo que más te fascinaba era hacer muñecos de nieve, nunca comprendí tu obsesión por esos seres fríos e inanimados.
Recuerdos dolorosos, cuando traicioné su confianza y la de nuestros difuntos padres. Mi querida hermana, tú me trataste como si fuera tu igual, pero yo, como un perro infiel e ingrato, mordí la mano que me daba de comer.
No te imploraré perdón, pues lo que hice no puede ser perdonado, aunque tú no lo recuerdes. Mi cinismo me cegó. Hace años me prometí que cuidaría tu dulce sonrisa, y no sólo acabé con ella, sino que a punto estuve de acabar con tu vida.
Mi inocente y pequeña hermana, sé que fue extraño nuestro repentino distanciamiento, pero creéme que es lo mejor. Día y noche le pido al cielo que me odies, todo sería más fácil así.
Entiéndeme, no importa cuánto insistas. Nunca volveré a ser tu compañera de juegos, tu amiga, tu hermana. Soy un monstruo que le hizo daño a su semejante. Juro por el hielo que corre por mis venas que siempre me arrepentiré de aquello, aunque de nada sirve.
Me siento en el frío suelo, recostada en la puerta, y pienso el porqué de mi existencia. ¿Por qué no me mataron al saber de mi maldición? Soy un ser que sólo para destruir sirve. Todo lo que toco se convierte en hielo y se rompe en infinidad de fragmentos. Es por eso que me mantengo confinada en esta habitación. Si lo único que puedo hacer es estar sola o hacer daño, ¿por qué no acabar ya con esta tortura? Así mi hermana podría volver a salir y ser feliz.
Toc, toc, toc, toc, toc.
- ¿Y si hacemos un muñeco de nieve?
Nuevamente puedo escuchar tu tierna voz en busca de compañía. Sonrío amargamente mientras una lágrima se desliza pesadamente por mi rostro. No puedo rechazarte otra vez. Mi voz, así como mi corazón, si aún lo tengo, se rompe en mil pedazos al percibir el dolor y la soledad en tu súplica.
Al no obtener respuesta, decides sentarte al otro lado de la puerta. Ningún sonido sale de mi boca, temo a mis propias palabras. Temo a que el egoísmo me consuma y te diga cuánto te hecho de menos, cuánto te necesito, y vuelva a hacerte daño. Lloro con impotencia mientras abrazo mis piernas, es lo único que puedo hacer.
" Tu poder seguirá creciendo... El miedo será tu peor enemigo".
Anna... Tengo miedo... Aquí dentro hay un monstruo... Y soy yo.
