Éste fanfic va dedicado a Martha Masaki Felton, una querida amiga que siempre me da ánimos para seguir escribiendo. Tiene muchísimo tiempo que no escribo nada de Saint Seiya,pero cómo pronto será su cumpleaños. Aquí le traigo éste fic.

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SANTO PECADO

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Los personajes de Saint Seiya pertenecen a Masashi Kurumada.

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PREFACIO

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Miraba al cielo, todo había terminado, habían ganado… pero habían perdido más… perdieron más de lo que ganaron, en el camino de la legendaria batalla por el poder de la Tierra se perdieron muchas vidas inocentes, fieles guerreros dieron su vida por proteger a su amada Diosa. El mal pereció pero… perecía su corazón. Ya no habría más Guerras Santas, Hades había quedado sellado para siempre..

Athena, diosa de la guerra y de la paz lloraba internamente al ver que mucho se había perdido. Pero una vez más una era de tranquilidad y paz llegaba a la Tierra después de la tempestad. Lo único que podía hacer para recuperar vidas inocentes era pedir a los dioses de su poder para su único capricho.

—Padre… préstame tu poder, te lo imploró—pedía la joven de cabellos lilas, mientras miraba el oscuro cielo con nubarrones que anunciaban la lluvia. Llamaba a Zeus, su padre.

En su mano izquierda sostenía a Nike la diosa de la victoria que por siglos había servido a Athena.

Saori Kido, miraba al cielo implorando que Zeus le cumpliera su deseo de regresarle la vida a sus santos caídos, como a todos aquellos que perdieron sus vidas intentando matarla bajo el mandato de sus rivales.

—¡Por favor padre!—suplicaba la diosa a los cielos, mientras en el se miraban relámpagos tenues avisando la aparición del dios de dioses.

Todo parecía a favor de la diosa, miró cómo desde los cielos bajaba una enorme nube llena de relámpagos. De entre las esponjosas ondas de la nube apareció el poderoso e imponente Zeus. Mirando fijamente a su hija en una de sus tantas rencarnaciones, la miró y ella se inclinó ante el gran señor.

—No es correcto que me pidas eso Atenea—dijo el poderoso dios, enfundado en una hermosa armadura de vermillio. Entre un color azuloso y plateado con bellos detalles en la misma cloth—Los santos que dieron sus vidas para protegerte están orgullosos de haberlo hecho—

—Por favor padre—pedía ella—No es justo que ellos hayan dado su vida por mí—la diosa estaba convencida de que era su culpa tanto derrame de sangre—Estoy para proteger a la humanidad, y quiero que mis santos vivan plenamente—

—No puedo hacerlo—dijo él—Aún así, sus almas están en los elíseos y en el hades, no puedo hacer nada—Zeus sabía que podía regresarle la vida a esos humanos con un chasquido de dedos pero se romperían las reglas del ciclo vital.

Después de discutir un mil puntos a favor de revivir a los santos caídos en batalla y no, el poderoso dios decidió cumplirle el deseo a su hija.

—De acuerdo—dijo el poderoso hombre, un aura divina cubría todo su ser y de entre sus manos salía un poderoso cosmos de color azul celeste, que brillaba inmensamente, podía hacer vibrar la tierra y al juntar sus dos manos una poderosa onda bañó todo el planeta Tierra. De unos cuantos segundos la vida a aquellos caídos regresaba junto con sus cuerpos.

—Gracias padre—lloraba la diosa de felicidad al saber que la vida que se les había arrebatado a sus santos y gente inocente regresaban—Gracias—dijo ella dispuesta a abrazar al poderoso dios.

—No me agradezcas nada Atenea—anunció su padre, serio, recto y miró seriamente a su hija—Sin embargo, existe una regla que por nada del universo y cosmos puedes romper—prestó atención la diosa—Tu perdición y la de todos tus santos serán si tú como diosa llegas a enamorarte de un mortal o uno de tus santos. Los dioses no se enamoran de los mortales. Esa es mi regla—

La misma Athena sabía que si desobedecía las órdenes de Zeus, se desataría una gran guerra santa y caería sobre la Tierra un manto enorme de sangre.

—Acepto tus condiciones padre—dijo ella—Pero de cierta forma no rompería tu regla porque yo amo a todos mis santos y humanos por igual—

El poderoso dios, desapareció tras un fuerte relámpago que cegó a la joven Saori, seguidamente de que un trueno llegó a sus oídos y una fuerte tormenta caía sobre sus hombros. Seguidamente ella sonrió al cielo y sabía que se avecinaban tiempos de paz y prosperidad para todos. Quería regresar al Santuario, por alguna razón sabía que todos sus santos revividos estaban ahí.

Caminó con Niké en mano hacia el destruido Santuario bajo la lluvia. Aún así dispuesta a dar más, elevó su cosmos, tenía que reparar el daño qué todos aquellos fieles habían recibido, a su mente inmediatamente vino Seiya de Pegaso, sintió una tristeza enorme al saber que éste seguramente no podría volver a caminar… incinerando toda su energía. Un escalofrío recorrió su espina al saber que estaba al borde… tenía que lograrlo.

Finalmente sonrió cuando estuvo terminado, sobre el Santuario había levantado nuevamente la barrera que mantendría a cada ser vivo en paz y protegido.

Se aferró a Nike y finalmente no pudiendo con el peso de su cuerpo se dejó vencer por el cansancio de la guerra. Sintió la tormenta empaparla más y perderse en un sueño profundo casi aterrador.

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De la tierra mojada, se regeneraban cuerpos podridos, regresando a ellos la vitalidad, la regeneración de órganos vitales y circulación de sangre. Al mismo tiempo que por razones obvias las armaduras se aferraban a sus dueños. Brillaron cuando la vida regresó a sus cuerpos…

La pregunta de cada uno de ellos fue: ¿Por qué? ¿Por qué, estaban vivos? ¿Serían espectros? ¿Se había perdido la guerra contra Hades?