LOIS POV
EL OTRO LADO DEL ESPEJO
No puedo vivir en un mundo donde no me ames...
Simples palabras. Ya sabes lo que dicen...a las palabras se las lleva el viento.
No puedo vivir en un mundo donde no me ames...
Salvo que esas simples palabras como tú las llamas, no te dejan vivir. A veces estando sola en tu cama, apretando contra tu pecho una de las camisas de Oliver que aún conservan su aroma, se te vienen a la mente. A veces tienes pesadillas, donde ves su rostro, y te atormentan sus ojos llenos de sentimiento. Y cuando parece que puedes tocarlo te despiertas...sudando frío, con el corazón desbocado y el recordatorio de tu propia soledad.
No puedo vivir en un mundo donde no me ames...
Caíste, aún estando comprometida. Te dejó en la azotea de LuthorCorp Media, con las ideas revueltas y enamorada. Te bastaron, qué ¿unos cuantos segundos, diez minutos, cuánto? Para entregarle tu corazón. ¿Lo malo? Que se fue, y ya no te lo regresó. Una parte de ti se fue con él.
- Estás confiando en mi...
- Algo me dice que puedo hacerlo.
La segunda vez que lo viste, su presencia fue el alivio para tu dolor. Acababas de sepultar a tu esposo, y el volverlo a ver te dio esperanza de que no todo era malo, no todo era oscuro. No todo era soledad en este mundo. Debiste haberle dicho que te dejara en la ignorancia. Que te dejara sumida en tu propia oscuridad. Pero no lo hizo y un poco de su luz se quedó en ti. Desde entonces la llevas contigo no importa dónde vayas o qué tan lejos te escondas. Está ahí...
Es una de esas largas noches en el bullpen donde te pones reflexiva y te permites pensar en él libremente. Porque en el mundo donde vives, existe otro como él, y te lo recuerda a diario con su sola presencia. A pesar de las amenazas de muerte y las rocas de meteorito verdes, tuvo el nervio de regresar a Metrópolis y asumir su lugar como el heredero Luthor. Y tu jefe. A diferencia de otras veces cuando te llama a su oficina sin motivo aparente y sólo para discutir, o dejarte al borde de la renuncia (o el despido, dependiendo de la perspectiva), ahora ha dejado de hacerlo. Cada día te convences más de que tu destino está en otro lugar y que necesitas salir a buscarlo. Hace unas semanas con la voz de tu conciencia como estandarte y la deuda que Oliver dejó pendiente; te diste a la tarea de terminar con la recolección de las rocas en Smallville almacenándolas en un lugar seguro, y de que algo bueno saliera de todo eso. Les devolviste sus tierras y hogares a las familias desplazadas. Le entregaste personalmente las escrituras a Jonathan Kent, quien te presentó a su esposa: Martha Kent. Y pediste que perdonaran a Oliver. Jonathan sólo sonrió y te abrazó. Su mujer te vio con ternura. Te recordaron que todavía hay gente buena por la que vale la pena seguir luchando. En tu trabajo, tu estatus no es más el de Lois Lane. Eres Lois Lane-Queen y presidenta de Queen Industries. Te das tiempo de pensar todo esto mientras las tenues luces de los escritorios contiguos te dan algo de privacidad para tratar de seguir escribiendo. El cursor en tu hoja de texto sólo parpadea esperando que presiones las teclas para continuar.
El encabezado de tu oficio está incompleto. Te truenas los dedos porque te ha costado escribir la horrenda pieza y decides terminarlo. Con lentitud escribes: Solicitud de renuncia. Miras tu reloj, y aunque no sabes si tu voluble jefe se encuentra en su oficina, decides no perder tiempo. Tu nueva vida empezará de cero en Star City. Lejos de esto, y lejos del otro él. Perry te ha pedido que lo pienses bien...eres su mejor reportera y le cuesta dejarte ir. Ya encontrará otra.
El silencio en el ascensor te sirve para mantener la cabeza fría. Cuando llegas a la oficina, respiras hondo y al ver que nadie responde cuando tocas, tomas la manija de la puerta y la abres con aplomo. Oyes las risas y jadeos femeninos, y cuando por fin alzas la vista tienes que recordarte que tu Clark, está de vuelta en su mundo, que este es un impostor. Que sólo el nombre los une. Antes de que desvíes la mirada, alcanzas a ver a la pelirroja sentada en el escritorio con la falda subida hasta arriba de las rodillas, y las caderas de ambos unidas. Ella voltea a mirarte con sorna y se acomoda la blusa que muestra un poco del bra de encaje color violeta. Aparentemente la hermana ha regresado de donde quiera que se encontrara. Clark por otra parte, se queda perplejo y serio...y en silencio. Ella se baja del escritorio. Él se aleja de Tess y se arregla la ropa. La verdad es que no entiendes la reacción. Buscas que tus palabras se oigan a pesar de que tus recuerdos del otro Clark te hacen sentir celos. Este no es TU Clark, y tienes que meterte ese detalle en la cabeza.
- Lane...- su voz sale ronca, y delata lo que ha estado haciendo con su hermana. Tú ruedas los ojos, y tratas de no deshacer el papel que traes entre las manos. Es tu boleto de salida.
- no te preocupes Luthor...la interrupción será breve.- dices, aclarándote la garganta y yendo directo al asunto. Caminas un poco vacilante hacia su escritorio y colocas tu renuncia por escrito frente a él. Clark Luthor frunce el ceño y haciendo a un lado a Tess, se acerca y lee de lejos el documento. Desconcertado, levanta la vista y te mira fríamente. Tú esperas el momento en que su semblante cambie, y empiece a reírse de ti, o en su defecto, comience a celebrar el que su molesta reportera se va. Parece que no sabe qué hacer con la maldita hoja de papel, y tendrás que explicarle. Después de todo, esta será la última vez que le veas la cara.
- Bueno...esto...sólo tienes que firmarlo y me esfumaré de tu vista y de tu periódico. Recursos Humanos ya tiene copia de mi expediente y esto es lo único que falta...- Señalas el papel del que él parece ignorar su existencia. Lo mira de lejos, y no hace intento de acercarse o de tomar una pluma y estampar la firma.
- pensé que ibas a darme mi merecido, Lane. Escribiendo contra mí, contra mi familia...haciendo tu buena obra del día, y luchando por el bien y la justicia. ¿No era ese el lema de Queen?- Sus palabras te quiebran. Tú conoces la verdadera identidad de Ultraman, el asesino de tu esposo. Te tragas el coraje y consigues sonreírle con sarcasmo...
- Oye. Sólo fírmalo y terminada la interrupción puedes seguir haciéndoselo a tu hermana. - oyes que Tess Luthor murmura que no son hermanos. Meros tecnicismos, piensas. Clark sigue sin creer lo que ve. Confundido, toma una pluma y su mano se detiene sobre la hoja. Ves que lucha para no hacerlo. Y ni por un segundo piensas que sea porque le remuerde la conciencia, posiblemente es su lado masoquista el que se niega a dejarte ir. Firma con pasmosa lentitud, y deja la pluma al lado de la hoja. Ni siquiera se molesta en extenderte la mano y entregarte tu renuncia ya firmada. Sólo te mira, como si esperara algo de ti. Él te odia, tú lo aborreces. Dirías que el sentimiento es mutuo. Te acercas al escritorio y tomas tu documento. No te importa si Tess te ve con aire triunfal. La tipa tiene problemas contigo...si te ve como una amenaza en el camino de su romántica relación con Clark Luthor, entonces está drogada. Respiras aliviada al sentirte libre de LuthorCorp Media, y es que no puedes seguir con la tortura. La muerte de Ollie, Ultraman, Clark Luthor y Clark Kent te han dejado mal. Necesitas un nuevo comienzo.
- bueno, muchas gracias Sr. Luthor...no le quito más su tiempo, por favor...por mi no se detengan, pueden continuar con lo que hacían.- dices burlona y la cara de él se llena de ira, al menos antes de irte tuviste el placer de mandarlo a la mi*rda. Y no te despidieron, tú renunciaste. Avanzas hacia la puerta y le oyes decirte en tono altanero...
- te aseguro, Lane...que todos los periódicos de la región, no tendrán lugar en sus filas para ti. De mi cuenta corre...- y si él pensaba que te amedrentaría con sus amenazas, se equivocó. Le sonríes y mueves la mano en un claro gesto de 'como sea, Luthor'.
Y esa noche, cuando has recogido tus pocas pertenencias del lugar donde trabajas y te has ido a casa; es la primera noche en que a pesar de que las palabras te siguen atormentando, has podido dormir en paz. Estás en paz, tan en paz como puedes estarlo.
La paz te dura exactamente dos días. Porque Clark Luthor te manda llamar a pesar de que tú ya no trabajas para él. Aceptas, pero antes que nada, dejas pruebas de que si algo te pasa, Clark Luthor es el culpable. Tu paranoia se puede convertir en tu salvación. Al llegar, sus guardaespaldas te escoltan por una serie de pasillos, y de reojo alcanzas a ver en una de las habitaciones a las famosas damas de compañía de Luthor, que tratan la mansión como su casa y su burdel personal. Te preguntas si media población femenina de Kansas y dentro de los estándares de los Luthor, se habrá acostado con tu ex-jefe. Sacudes la cabeza y te tensas cuando te dejan sola con él en su oficina. Y de nuevo te mira como si fuera la primera vez que te ve. No te gusta, te hace sentir incómoda. Detrás de su silla se distingue el escudo de los Luthor, y el cristal multicolor del ventanal. Se levanta lentamente y camina hacia ti. Sus ojos te recorren de pies a cabeza y se acerca más. Cuando va a hablar, uno de sus hombres entra a la oficina y lo interrumpe. Le avisa que es una cosa de negocios y Luthor frunce el ceño. Te da una mirada de reojo y sale de su oficina. Le das un vistazo a la imponente pero fría habitación. Digna de un Luthor. Hay varios estantes con libros, pinturas, espadas, bustos y estatuas pequeñas de varias culturas alrededor del mundo. Junto con un bien aprovisionado bar, lleno de lo que supones son botellas con vinos y bebidas caras. Sobre su escritorio se encuentra una tela de terciopelo rojo, envolviendo algo. Está extendida sobre la mesa. Miras para todos lados, acercas tu mano y con un dedo levantas una esquina de la tela. La punta de un cristal es lo único que asoma. Frunces el ceño y tu dedo levanta aún más la tela. Tu curiosidad es extrema. Dejas descubierto el cristal, alargado y transparente, pero con un brillo azuloso. No lo tocas, pero inmediatamente de que lo has descubierto, un extraño calor te envuelve y la habitación comienza a brillar. Hay voces que susurran a tu alrededor...Kal-el...Kal-el...Kal-el...Hay ráfagas de viento por doquier que provienen de la nada. Alcanzas a oír el grito iracundo de Clark Luthor antes de que la luz te ciegue.
* MUNDO REAL. SMALLVILLE, KANSAS. *
- Oww!- Caes al suelo. Tienes las manos llenas de tierra, y el pantalón y saco hechos un asco. No recuerdas haber salido de la mansión Luthor. De hecho no recuerdas nada después de que Clark Luthor te dejó sola en su oficina. ¡Oh Dios! ¿Q-qué pasó? Tragas saliva y te levantas del suelo, sacudiéndote la ropa. Estás en un granero. El cristal se encuentra cerca de ti, y lo levantas. Y en seguida notas la presencia de un golden retriever moviendo felizmente su cola, y que se abalanza sobre ti para tratar de lamerte el rostro. Con una risa ahogada consigues mover al perro para que no vaya a tirarte. Entonces es cuando oyes que algo parece pasar afuera. Caminas hacia la puerta y lo que ves te deslumbra. Ya no estás en tu mundo...y lo sabes porque tu mundo no es...así. Este lugar es brillante, lleno de color, de vida, de energía. El cielo es de un color azul realmente intenso, los girasoles son de un amarillo vibrante. Y la acogedora casita a unos metros, tiene la puerta abierta, hay gente que entra y sale, elegantemente vestida. Hay un taxi y varias limos estacionadas frente a una de las cercas que rodean la propiedad. El perro se aleja de ti, y sale corriendo, emitiendo alegres ladridos. Tú lo sigues, sin importarte que a medio camino, hayas escuchado lo que parecía ser la voz de Clark Luthor en el granero. Él también llegó aquí. Te escondes cerca de la casa para que no te vean, ves a varias personas abordando una de las limosinas, y en seguida se van. 25 minutos después la gente que queda, sube a la última limo. Tu corazón se agita...una boda. No puedes verle la cara a la novia, pero la ves subir a la limo enfundada en su vestido blanco, ayudada por una rubia, y una mujer pelirroja. Esperas a que se alejen, y buscando en el bolsillo de tu pantalón, ruegas que haya por lo menos un billete de 5 dólares. Algo te dice que necesitas seguirlos. Encuentras un solitario billete, y cuando el taxi está a punto de irse, le pides al chofer que espere, y con el aliento entrecortado le dices que siga al último auto. Estás consciente de que alguien te sigue, y sabes quien es.
15 minutos después llegan a la iglesia. Le dices al del taxi que te deje algo lejos. No quieres que te vean. Los acordes del canon de Pachelbel adornan el ambiente de celebración. Todo pasa muy rápido, y lo ves, oculta a los ojos de curiosos. Cerca de la puerta, y contra la pared, esperando que ninguno de los invitados te pida que pases y tomes asiento. La corriente de aire contra tu nuca te hace voltear. Lo ves, de pie, detrás de ti. En sus ojos brilla la ira, y cuando sabes que seguro va a matarte todos los invitados toman asiento y ves que la novia sale de una habitación pequeña, y se dirige hacia un espejo de cuerpo completo. Se mira, y ultima los detalles de su apariencia. Tienes ganas de llorar pero te las aguantas porque Clark Luthor te mira, y la mira, con igual desconcierto. Ella camina hasta quedar en la puerta, y parece nerviosa. Cuando ves quién es el novio, y que se acerca a ella y le toma la mano, aprietas el cristal y comienzas a pedir que lo que te haya traído aquí, te lleve de vuelta a tu mundo. La decepción te paraliza por completo, y a Luthor lo deja mudo la incredulidad, cuando ve que los novios se sonríen y comienzan a caminar por el pasillo para llegar al altar. El cristal no reacciona, no nada, y tú tienes que soportar el dolor tan inmenso que estás sintiendo. La ceremonia continúa con normalidad hasta la parte del 'hable ahora o calle para siempre'. Porque tú estás tan dolida que por un momento te parece buena idea ir corriendo y hacerte oír. Confesar que él no puede casarse porque tú lo amas. Tus pies se mueven involuntariamente, pero al final tu intención sólo queda en eso. Un intento de huir de la realidad hacia una fantasía. Te apoyas contra la pared, alejándote de la puerta y cierras los ojos. No vas a llorar. Eres fuerte. No vas a llorar. Terminan de firmar los documentos, se les da la bendición, hay un beso apasionado, y la ministro los presenta ante la congregación como los flamantes señores Kent.
