Bueno esto sigue siendo de la Iwaoi Week, que para no faltarle a mis costumbres, no hice a tiempo. Sorry.

Advertencia: AU. Twoshot

Disclaimer: Haikyuu y sus personajes pertenecen a Haruichi Furudate.


Day 5: 'We are the warriors that built this town' (Imagine Dragons - Warrior)


Rebuilt

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La respiración se le cortaba, no sabía cuánto tiempo llevaban corriendo pero solo podía agradecer a su juventud y agilidad.

—¡Por aquí! —gritó Iwaizumi mientras se introducía en un hueco entre dos rocas que al parecer formaba una pequeña cueva. Demasiado pequeña pero suficiente para dos niños como ellos.

Los caballeros del rey pasaron por al lado sin notarles y entonces las lágrimas inundaron los ojos de Oikawa.

—L-lo siento, yo solo…

—¿Eres tonto? ¿Por qué les has cabreado?

Tooru miró al suelo avergonzado mientras Hajime esperaba una respuesta. Sin entender cómo, había visto a los guardias del rey perseguir a su amigo y lo único que pudo hacer fue tratar de distraerlos tirándoles arena y haciendo que se metiera en sus ojos.

—Estaban pegando a un niño que había robado algo para comer. Era pequeño, tendría cinco años o así, no podía…

—Vale. Entonces está bien —murmuró Hajime mientras le acariciaba la cabeza a su amigo. Si ese era el motivo ni en un millón de años lo criticaría, él hubiera hecho lo mismo—. Ya se han ido, vámonos y quédate en tu casa. No creo que mañana recuerden quien eres.

Tooru asintió y mientras Hajime comprobaba que efectivamente no había nadie, salió tras él.

La situación en la que vivían era casi crítica. El Rey Futakuchi se jactaba de ser un buen monarca pero nada más lejos de la realidad. La única verdad es que tenía a su pueblo atemorizado. Sus guardias y caballeros eran demasiado intransigentes, pero eran efectivos. Ninguna amenaza externa podía asolar el reino, pero era el propio reino en sí mismo lo que se estaba destruyendo sin necesidad de factores externos. El rey solo se centraba en aumentar su fuerza militar mientras que el pueblo empezaba a empobrecerse. El monarca tenía para sus lujos y vicios, y no le importaba el pueblo. Aún así este no se rebelaba, al menos con este rey vivían seguros sin preocuparse de que nadie les fuera a conquistar y atacar. Callaban pensando que era mejor vivir bajo la mano opresora de un rey que rebelarse y quedarse desvalidos de protección. Pero ninguna de las dos era realmente una buena elección. Los niños huérfanos apenas tenían para subsistir, la tensión aumentaba y así pasaban los días mientras las gentes del pueblo se mentían a sí mismas haciendo ver que no pasaba nada.

Tooru se había quedado huérfano al morir sus padres repentinamente. Aunque el pequeño no sabía las causas suponía que fue por rebelarse al rey ya que sus padres eran de las pocas personas que exigían un cambio. Sin saber por qué, el rey no los mató ni a él ni a su hermana y esta se ocupó de cuidarle. Pero cada vez era más difícil poder subsistir. Hajime también era huérfano y vivía en casa de una mujer cuyos hijos fueron soldados del rey y murieron en batalla.

Los días pasaban y la situación era la misma hasta que un día Iwaizumi le confesó a Oikawa que pensaba luchar contra el rey y derrocarlo. Para eso tendría que entrenar durante años y ser adulto. En su estado actual ni llegaría al castillo. Tooru fue envuelto en el espíritu de lucha de su amigo y también se sumó a su objetivo. Y así ambos niños comenzaron a entrenar. No les fue difícil obtener armas a cambio de algún negocio e incluso robo. No estaban orgullosos pero nada más podían hacer.

—Algún día cambiaremos el pueblo. La gente será feliz y nadie lo pasará mal —expresó Tooru con esperanza, un día mientras entrenaban.

—Sin duda —respondió Hajime con seguridad.

Pasaban todas las horas que podían entrenando y aprendiendo acerca de un mundo que se abriría a ellos en cuanto consiguieran derrocar a su monarca.

Sus conocimientos de magia eran nulos, la magia era solo algo a lo que la nobleza accedía. Que cualquier pueblerino supiera conjuros estaba considerado delito con pena de muerte. Por eso los pocos que sí sabían hacer magia, lo ocultaban; no podían arriesgarse.

A Hajime la espada se le daba bien, en poco tiempo se desenvolvía con facilidad con ella. A Tooru se le daba mejor el arco puesto que su puntería era la mejor. Pero ambos seguían teniendo muchas debilidades.

Cuando tenían diecisiete años Oikawa salió a las montañas a buscar frutas y se encontró con un hombre que le cambió todos sus planes. Volvió muchas horas después, asustando a Iwaizumi que ya pensaba que su amigo había vuelto a rebelarse contra los guardias del rey. Sin embargo cuando volvió y le contó lo que le había pasado, Hajime empezó a entender.

—Estaba en apuros, esa roca le había roto la pierna. Estaba agotado y no podía usar la magia. Tuvo que pedirme ayuda y me prometió ayudarme enseñándome magia si le ayudaba. No entiendo por qué, ya que le hubiera ayudado de cualquier modo.

—La magia está prohibida sino eres de la nobleza. Claramente la gente del pueblo no quiere ni ser relacionada con un mago, intentó comprarte con magia. ¿Y bien?

—Bueno… La magia nos ayudaría con nuestro objetivo.

—Pero es peligroso si te pillan.

—Es peligroso si descubren que entrenamos para derrocar al rey, Iwa-chan.

Iwaizumi hizo un gesto con la cabeza dándole la razón. Lo que hacían ya era peligroso. Aún así el tema de la magia lo era aun más, pero era cierto que les ayudaría y sería beneficioso. Un as en la manga.

—Entonces te va a enseñar magia —confirmó Hajime.

—Sí, pero hay un problema. —Hajime frunció las cejas—. Ya no vive aquí, solo estaba de paso, había ido a comprar algunos ingredientes al mercado negro. Me ha dicho que me vaya con él.

Hajime abrió la boca sin saber que decir. Eso significaría que se iría. Y ni sabía por cuánto tiempo. Eran un equipo, un dúo. No tenía sentido si estaban solos. Pero no era momento para ser egoísta.

—Bien. Vuelve cuando seas un mago. Yo no dejaré de entrenar. La parte física correrá de mi parte. Tu fuerza será la magia y los conjuros.

Oikawa sonrió con tristeza.

—Pensaba que te daría pena que me fuera…

—No tenemos tiempo para eso. —Tooru bajó su mirada al suelo, aunque tenía razón eso no significaba que no pudieran echarse de menos y temer el separarse. Iwaizumi le puso la mano en el hombro apretándolo con fuerza —. Tenemos que seguir luchando, incluso si hay que tomar medidas severas. Confío en ti, Oikawa.

Porque confiaba en él, y ambos tenían que hacer lo que tenían que hacer aunque eso les distanciara un tiempo. Si querían salvar su pueblo debían hacerlo. Y ambos lo querían. No podían aguantar ni un día mas como el pueblo era cada vez más pobre, como la venganza y el odio era cada vez más común, alimentado por la infelicidad de los aldeanos. Y mucho menos podían ver cómo pese a todo callaban y aceptaban. Ellos no callarían, gritarían todas las verdades y cambiarían la situación.

—Volveré en cuatro años. El anciano mago dice que en ese tiempo sabré todo lo que necesito.

—Bien —dijo Iwaizumi acercando su mano para estrechar la de su amigo—, pues dentro de cuatro años nos reuniremos. En la caseta de alimentos que está pegada a la iglesia.

—Sí —contestó Oikawa agarrando la mano de su amigo.

Tooru se giró y Hajime hizo lo propio. Y por primera vez desde que Hajime ayudó a ese niño lleno de barro a levantarse del suelo y le limpió las lágrimas sin conocerlo; Iwaizumi y Oikawa se separaron.

Los años al lado del mago pasaron rápido. Más rápido de lo que creía Oikawa, aunque no dejaba de pensar en su hermana y su amigo. ¿Estarían bien? Preocuparse solo le entorpecía el aprendizaje así que se forzó a creer que sí lo estarían mientras seguía aprendiendo al lado del viejo mago.

No era el único aprendiz y le sorprendió encontrar a otros chicos ahí. Su reino no era el único que necesitaba un cambio y renovación para seguir adelante. Al menos así no se sentiría tan solo.

Kuroo Tetsurō y Kozume Kenma llevaban ya un año cuando Oikawa llegó. Kenjirō Shirabu llegó al año siguiente. A veces se ayudaban porque cada uno dominaba mejor ciertos conjuros o técnicas. Oikawa quiso aprender magia curativa pero también conjuros agresivos. Quería atacar pero también poder curarse. El rey tenía toda una guardia mientras que él y Hajime solo eran dos. Sin embargo eso le llevaría demasiado tiempo y no disponía de él. Aunque tenía crecientes dudas se enfocó a la magia agresiva, necesitaba apoyar en fuerzas a su amigo. También aprendería conjuros para defender. Pero los sanativos quedaban fuera de discusión.

Los días pasaban de un modo más ameno gracias a la compañía de los chicos ya que sin ellos hubiera sido mucho más aburrido para Tooru. No estaba allí para divertirse, pero evadirse de sus problemas era algo necesario. De un modo u otro hizo amistad con esos chicos y se ayudaban en lo que podían. Deseaba tanto que Hajime también estuviera bien y no se sintiera solo.

Kenjirō era un chico raro. Nunca llegaron a saber su objetivo, pero no era como el de ellos. Tanto era así que no le importaba tomar menos clases para que los demás aprendieran más pronto que él. Según decía, él no tenía ninguna prisa y podía pasar los años necesarios ahí.

Kuroo y Kenma eran como Hajime y él. Habían sido amigos desde la infancia y ahora buscaban un objetivo común. Aunque en su caso ambos se decantaron por la magia. Kuroo aprendía hechizos poderosos y Kenma se enfocó en la curación. Un día incluso salvó a un pájaro que estaba claramente a punto de morir.

—Oikawa —dijo Kuroo mientras Oikawa trataba de hacer reír a Kenjirō y a Kenma, que eran mucho más serios que Kuroo y él—, hay conjuros de invocación. Deberíamos decirle al viejo que nos enseñe. Kenma y yo solo nos quedaremos aquí un año más. Para cuando te vayas y tengas tu batalla, él y yo ya habremos acabado nuestros asuntos. Vivos o muertos pero habremos acabado. Podemos ayudarte si sobrevivimos.

Oikawa se quedó impactado con el ofrecimiento. No quería meter a gente ajena y ponerlas en peligro, por mucho que en el fondo quisiera aceptar a oferta.

—No puedo aceptarlo, Kuroo. No me perdonaría si algo os pasara.

Kuroo sonrió divertido mientras se sentaba al lado de Kenma y le pasaba un brazo por los hombros. Un gesto que no sorprendió a nadie. Todos sabían que la unión entre Kenma y Kuroo pasaba los límites de la amistad.

—Es Kenma, ¿recuerdas? El otro día curó a un niño que estaba casi desangrándose vivo. No hay que temer si está con nosotros. No queremos que nuestro amigo y su novio se mueran sin cumplir su objetivo. Si nosotros vivimos, vosotros también.

Oikawa casi se cae del tronco donde estaba sentado mientras que su cara se ponía mas roja que el fuego que estaba delante de ellos cocinando los pescados que Kenjirō y Kuroo pescaron.

—¿¡Qué!? Iwa-chan es mi amigo, solo, nada más, de verdad. ¿Novios? Qué locura, no sé de qué hablas, nunca si quiera hablamos de algo así ni te he dicho que fuéramos algo más.

—Oikawa, lo estás negando demasiado, eso hace que Kuroo esté más en lo cierto —comentó Kenjirō quien pese a no meterse demasiado parecía tener cierta frialdad hacia Oikawa.

Tooru se sorprendió notando que tenía razón. Además no entendía por qué se había puesto tan nervioso con ese tema. Lo que decía era cierto. Él llevaba años enamorado de Iwaizumi, quizás por muy típico que sonara se enamoró cuando este le consoló de niño mientras lloraba por haber perdido a sus padres. Pero Iwaizumi no sentía lo mismo, estaba seguro. Solo eran amigos.

—Dejadlo ya. Que Oikawa esté enamorado de Iwaizumi no significa que sea correspondido.

La voz de Kenma trajo de vuelta a Oikawa.

—¡Hala! Que directo —comentó Kuroo aguantándose la risa sin éxito.

—Gracias por los ánimos —susurró Oikawa enterrando su cara en las manos. ¿Todos lo sabían? ¿Tan obvio era? Lo mejor es que ni conocían en persona a Iwaizumi.

—De todos modos —dijo Kuroo retomando la conversación—, queremos ayudar. Aprenderemos los cuatro la invocación, bueno si Kenji quiere, y solo tendrías que invocarnos si estás en problemas.

Kenma asintió y Kenjirō se encogió de hombros.

—Está bien —cedió Oikawa—, gracias chicos, en serio.

—No es nada, pesado. Vamos a por la bebida, Kenma.

Kuroo se levantó y le dio un golpe cariñoso en la cabeza. Kenma solo sonrió un poco y se fue con Kuroo mientras este le acariciaba la cabeza diciéndole algo acerca de su mejora con los conjuros curativos.

Oikawa y Kenjirō se quedaron en silencio. Algo que solía pasar siempre que se quedaban solos y Tooru no entendía por qué. A él ese chico no le caía mal y a la inversa tampoco, cuando tenían que hablar no tenían problemas. Pero Kenjirō era un poco frío con él. Tras un rato donde solo se escuchaba el crujir de la manera que alimentaba el fuego, Kenjirō habló.

—Sí, eras muy obvio pero no nos importa. Supongo que es bonito tener a alguien a quien quieras proteger.

—¿Qué quieres decir con eso?

Pero antes de que Shirabu contestara Kozume y Kuroo volvieron y empezaron a comer. Oikawa no dejó de darle vueltas a todo. Al ofrecimiento de Kuroo, a las palabras de Kenjirō y a sus sentimientos por Iwaizumi. Estaba seguro de que Hajime no sentía lo mismo que él, y eso era algo que le desilusionaba bastante. Pero al menos eran amigos y tenían un objetivo y un pueblo que proteger.

Esa noche cenaron entre risas y comentarios ingeniosos de Kuroo y al día siguiente le dijeron al viejo mago que querían aprender a invocar. Aprender a controlarlas e invocar correctamente y en el lugar adecuado fue difícil, pero lo consiguieron. Algunos de forma más efectiva que otros pero lo hicieron. Y al año siguiente Kuroo y Kenma se fueron. Oikawa sintió miedo pensando que quizás no los volvería a ver. Pero nada podía hacer más que creer en ellos.

¿Estaría bien Iwaizumi? Esperaba que sí.

Ese año se quedó solo con Kenjirō y un día en el que este estaba bastante mal dado que era una fecha delicada conoció la verdadera historia de Shirabu.

Su pueblo había sido conquistado y sus amigos masacrados. Su familia corrió el mismo destino, solo él se libró al huir. Algo que nunca se perdonaría. Ahora solo buscaba venganza. Vengar a sus amigos muertos en combate, la mayor parte de su pueblo murió o sea que nada le quedaba. No le importaba perder la vida en combate.

Oikawa trató por todos los medios de disuadirle de su propósito. Le ofreció volver con él y quedarse en su pueblo, pero Kenjirō no aceptó. La venganza le llevó a aprender magia y la venganza sería lo que le guiaría. Era un destino triste y lleno de odio pero pese a todo Oikawa no podía juzgarle, pues en parte él estaba haciendo lo mismo solo que con el objetivo de ayudar a su pueblo. Pero al fin y al cabo, era lo mismo.

En ese momento entendió porque le tenía cierto reparo ese chico. Oikawa tenía algo que proteger, mientras que él ya solo tenía algo que recordar. Le tenía envidia y no podía culparle. La vida de ese chico había sido aún peor que la suya.

El resto del año al lado de Shirabu fue mucho mejor. Este le contó acerca de sus amigos perdidos en combate. De Ushijima, un chico serio pero fuerte. Tendō un chico de apariencia despreocupada pero bastante aterrador que según decía le recordaba a Kuroo y a él. Reon, el mejor amigo de Ushijima y una persona confiable. Goshiki, el menor del grupo y chico que siempre desafiaba a Ushijima para ser mejor guerrero que él.

Oikawa cada vez sentía un nudo más grande en su estomago. ¿Acabaría él igual que Kenjirō solo queriendo venganza? No, si Iwaizumi moría, él moriría a su lado.

Antes de que pudiera darse cuenta el año acabó y debía volver a su pueblo. Quería ver a su hermana y a Iwaizumi pero tenía miedo de volver y no encontrar nada. La duda y la emoción se mezclaban y le consumían por dentro.

—Todavía hay mucho que enseñar pero supongo que será suficiente. De todos modos puedes volver cuando todo haya acabado y seguir aprendiendo, se te da bien.

—Tienes fe en que saldremos de esta, ¿anciano?

—Claro, no te he enseñado cuatro años para que tu amigo y tu muráis. Además, Shirabu, Tetsurō y Kenma os ayudarán si es necesario.

—Kuroo y Kenma…

—Están bien —contestó seriamente el viejo—, no quería distraeros pero se pusieron en contacto conmigo. Vencieron.

Oikawa sonrió esta vez esperanzado. Ellos también lo lograrían. Después se giró a Kenjirō el cual le miraba con un poco de tristeza. Era normal, en ese año se habían hecho amigos. Kenjirō apreciaba demasiado la amistad.

—No puedo decir que me guste tu objetivo, pero tampoco te culpo de querer llevarlo a cabo —dijo Oikawa mientras se acercaba a Shirabu—. Si lo consigues, no dudes que Iwa-chan y yo estaremos encantados de verte en nuestro pueblo. Incluso puedes ir con Kuroo y Kenma, lo sabes.

—Gracias —dijo Kenjirō sonriendo como pocas veces lo había hecho o al menos que Oikawa hubiera visto—. Lo tendré en cuenta, ojalá os vaya bien. ¿Y sabes? Declárate, no pierdes nada por intentarlo.

Tooru negó con la cabeza mientras ponía su puño cerrado sobre el pecho de Shirabu.

—Eres más pequeño que yo como para darme ordenes, pero quizás lo haga. No prometo nada. Te esperamos.

Y tras eso se fue. A su pueblo. A la caseta de almacén de alimentos de al lado de la iglesia. Para reunirse al fin con Hajime.

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Continuará...


Soy pésima para hacer AU's pero bueno. Es un HQ quest sin ser HQ quest (?) Vamos, que no lo es. El universo se parece, hay magia, Iwaizumi es un guerrero, Kenma y Kuroo magos pero por lo demás no es igual. Kenjiro es el setter de Shiratorizawa, ¿y por qué él? Pues bueno, ¿por qué no?

Es un two-shot. Así que el final en el siguiente capítulo :)

P.D: Perdón por poner a Futakuchi (yo le quiero) como el enemigo, Ushi hubiera sido muy cliché.