Título: Warm me up with your lips
Fandom: The Mortal Instruments
Pairing: Jace/Alec (menciones de Maia/Isabelle)
Disclaimer: ¿míos? no
Summary: Alec se ve chiquito en comparación, con sus caderas estrechas y figura pequeña (Jace de repente se siente demasiado alto, demasiado grande; sus hombros le parecen demasiado anchos y sus extremidades largas)—Oneshot, Jace/Alec. AU.
Nota: esto es lo más explícito que he escrito y probablemente lo más explícito que alguna vez voy a escribir, tbh. esto fue algo que le sugerí a leeh que me escribiera, luego dijo que lo escribiéramos juntas y yo sólo planeaba comenzarlo para que ella le siguiera pero cuando me quise dar cuenta ya tenía dos hojas escritas y se había convertido en un monstruo, fin. gracias a ellie y leeh por betearlo.
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«Teach my skin those new tricks, warm me up with your lips»
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La primera vez que lo nota es porque Alec está parado en el primer escalón mientras Jace se mantiene en la acera; cuando voltea a decirle algo lo único que puede notar es que sus ojos apenas están a su misma altura a pesar de estar en un lugar más elevado. Alec se ve chiquito en comparación, con sus caderas estrechas y figura pequeña (Jace de repente se siente demasiado alto, demasiado grande; sus hombros le parecen demasiado anchos y sus extremidades largas), viéndolo con esa mirada que no es diferente y no debería de provocarle esas inmensas ganas de simplemente cerrar el espacio que los separa y comerle la boca hasta que no sienta los labios y estos estén rojos y mordidos, pero que lo hace y Jace tiene que detenerse porque no están solos y aunque cueste creerlo, él aún tiene un poco de sentido común y decencia, muchas gracias.
Se pasa el resto del día pensando en ello, no pudiéndose sacar de la cabeza cómo sus sombras se ven disparejas cuando caminan uno al lado del otro o cómo Alec tiene que ponerse de puntitas para ver algo que Jace le ha señalado o cómo es que está usando una de las camisetas de Jace y las mangas le quedan demasiado grandes y cubren sus manos ligeramente y dios, las cosas que eso le está haciendo (esto no era así, y Jace no tiene ni la menor idea de cuándo ocurrió y cómo, cómo es posible que no se diera cuenta antes).
Cuando Clary lo toma del brazo, retrasándolos un poco, Jace casi salta, pero intenta recomponerse, que no se note y le sonríe, arrogante como sólo él puede, rodeándole los hombros, dejando que su mano roce uno de sus pechos sólo porque sí; a Clary no le molesta y eso él lo sabe perfectamente, pero aun así ella no puede evitar rodar los ojos y girar la cabeza, mordiendo levemente su muñeca, justo donde su pulso se concentra. Jace grita aunque no haya dolido, retirando su brazo pero pellizcándola en el costado; cuando sube la mirada ve que Alec les mira divertido, con los labios apretados en un intento de no sonreír, Jace se encoge de hombros porque no, él tampoco sabe a qué ha venido eso, lo jura (e intenta ignorar de nuevo la urgencia de agarrarlo por la muñeca y pegarlo a su cuerpo para agachar su cabeza hasta que su boca esté pegada a su oído y susurrarle todo lo que quisiera hacerle).
«Hey» dice Clary, hundiendo su dedo en el hueso de su cadera de donde sus pantalones comienzan y caen un poco sueltos.
«Hey» la imita, porque es Jace y él puede ser así de infantil si quiere.
Clary niega con la cabeza pero aun así se acerca a su lado y baja un poco su voz para preguntarle «¿Estás bien?»
Y a Jace le extraña (no que se lo pregunte porque es Clary y siempre se está preocupando por él aunque no tenga que) sino porque Jace está perfecto. Hace tiempo que no se sentía tan bien, hace tiempo que Clary no tenía menos razones para preocuparse por él.
«¿Por qué lo dices?» pero suena a la defensiva (pero ¿cuándo él no suena a la defensiva si alguien le pregunta eso?). Niega y no la deja contestar «Estoy bien, estoy excelente» y mueve las cejas de arriba para abajo, porque no podía desperdiciar la oportunidad.
«Idiota» dice entre risas, y lo deja pasar (porque sabe que si Jace quiere hablar, hará como siempre, entrará por su ventana a mitad de la madrugada con café recién colado y esas galletas que a Clary le encantan, diciendo «Clary, Claryyyy» con esa voz que sólo reserva para esos momentos; pero no puede evitar seguir preocupada porque Jace está sonrojado y su pulso es demasiado rápido y no deja de removerse incómodo aún cuando camina).
Jace mueve su mano al lado izquierdo de su pecho justo donde está su corazón y dice «Ouch» con todo el dramatismo posible. Clary sólo puede golpear su frente con la palma de su mano y preguntarse cómo es posible que alguien tan idiota sea su mejor amigo.
Alec les escucha y vuelve el cuello un par de veces para observarlos. No pregunta, porque ha aprendido que así son las cosas, que Jace y Clary son así, con sus pláticas a media voz y sus chistes sin gracia, y él no debería de sentirse como se está sintiendo («excluido» sería la palabra perfecta, pero no, no es exactamente eso), pero hay veces en las que simplemente no puede evitarlo (no pasa seguido, afortunadamente). Cuando menos lo piensa alguien está hablando a su lado y él no puede concentrarse en nada porque Jace se ha acercado también y puede sentir su respiración en la nuca, erizándole la piel y si de repente siente la boca seca y un cosquilleo en su abdomen que poco tienen que ver con esas mariposas que se supone debe de sentir, y más con el que jace haya deslizado uno de sus dedos sobre las últimas vértebras de su columna, es algo completamente normal.
Jadea porque no puede evitarlo.
Simon (así que era él, dios, lo poco que Alec presta atención a las cosas) voltea a verlo, extrañado, y pregunta «¿Te encuentras bien?» y Alec quiere reír porque todo depende de la definición que tenga de bien; pero aún así asiente y le dice que claro que está bien, por qué no habría de estarlo.
(La cosa es así: todos lo saben.
Lo supieron el día que Jace decidió que era hora de que lo supieran (al menos Clary y Simon y Maia; Izzy definitivamente no entraba en sus planes pero no iba a dejar que su presencia le detuviera, además, ya tenía edad para soportar esa clase de noticias, de nada) y pensó que no había mejor manera, para que quedara todo claro y no hubiera espacio para malinterpretaciones como ocurrió con Maia e Izzy, que invitarlos a todos a su piso y a la primera oportunidad arrastrar a Alec al baño, porque en la habitación sería muy cliché, según él (cuando Alec protestó días después que eso es todavía más cliché, Jace se limitó a mover la mano de un lado a otro diciendo que «Tonterías, Alexander»), arrodillarse frente a él, avisándole que «No te acostumbres» antes de bajarle los pantalones (estaba en su casa, Alec podía estar sin ropa interior si quería) y recorrer la cara interior de sus muslos con la punta de sus dedos antes de presionarlos contra su cadera, lo suficientemente fuerte para callar la protesta (que no lo era en sí porque Alec no iba a quejarse, claro que no) de «¿Qu-? ¿qu-é haces?», antes de recorrer con su lengua la punta de su miembro (Alec obviamente no protestó, y el hecho de que era muy vocal todo el tiempo era básicamente la razón por la que Jace pensó siquiera en hacerlo así).
Cuando salieron (después de un tiempo obscenamente corto) nadie podía verlos a la cara. Clary estaba del color de su cabello, Izzy parecía debatirse entre matarlos, sacarse los ojos o reventarse los tímpanos y el no querer verlos nunca más, Maia sólo miraba al vacío.
«¿Era eso completamente necesario?» es Simon el que lo pregunta, su tono de voz impasible.
Y es todo lo que se necesita para que Clary se suelte riendo porque, por favor, todo es ridículo y no es como si fuera la primera vez que algo así pasa.
Alec tiene la decencia (o, bueno, lo que sea) de lucir avergonzado, pero Jace se limita a decir «Por eso tú siempre has sido mi favorita» ganándose un «¡Oye!» bastante indignado de Izzy.
Todo es normal después de eso.
La cosa es así: todos lo saben. Pero después de eso, bajo la insistencia de básicamente todos, acordaron dejar las demostraciones públicas al mínimo.)
Clary pasa una mano por su cintura y hace que avance y se aleje de ellos, gira su cabeza y dice «Sí, Simon, ¿por qué no habría de estarlo?» sonriendo de lado y enarcando una ceja, demostrando que todas esas horas que ha pasado con Jace están comenzando a afectarla.
Alec niega pero tiene que sonreírle cuando ella volta a verlo (porque así es Clary para él, cuando siente que está comenzando a molestarse un poco con ella, es como si lo sintiera o algo, porque enseguida lo compensa y hace algo que sólo provoca que él la quiera un poquito más cada vez). Caminan así, con Clary rodeando su cintura y con su cabeza apoyada en su cuello, hasta que el calor es demasiado y deben separarse.
Alec enrolla las mangas de su suéter hasta sus codos, batallando más que de costumbre porque ¿desde cuándo las mangas son tan largas y sueltas? (no se fija en Jace que se muerde el labio y mueve instintivamente la mano hacia su brazo para pararlo).
No hablan por el resto del camino, porque se han desviado tantas veces que ya ni siquiera recuerdan qué era lo que iban a hacer en primer lugar (se deciden por casa de Simon porque es la que está más cerca y ninguno (excepto Jace que sólo quiere tener a Alec para él solo porque la realización de su diferencia de altura lo está matando) tiene ganas de hacer nada más que tirarse sobre un sillón o una superficie acolchada y descansar).
Hasta que Jace anuncia que «Tengo hambre» y Alec se golpea en la frente porque se supone que iba a cenar con Izzy (porque es algo que hacen cada vez que pueden) y él lo había olvidado completamente.
Se aleja de ellos y la llama porque es Izzy y probablemente lo haya olvidado también y le dice que debería de ir a casa de Simon, que todos estarán allá (y si con todos se refiere a ellos cuatro nada más, todo está perfecto); no es difícil para Alec darse cuenta que en efecto, se había olvidado también de sus planes porque suena corta de aliento y cuando se despiden, antes de colgar, puede escuchar cómo comienza a decirle a Maia lo que él ha dicho.
Alec vuelve hacia donde los tres se habían quedado, diciéndoles que Maia e Izzy los verán allá, y tiene que parar porque cómo es posible que esos sean sus amigos.
Clary está sobre la espalda de Simon, quien trata de que ninguno de los dos salga lastimado y tiene poco éxito a juzgar por la cara de dolor que hace cada que Clary entierra sus talones en sus costados, riendo y tratando de esquivar a Jace que intenta hacerle cosquillas manteniendo su expresión medianamente seria, determinada, aunque sus ojos brillen divertidos porque Clary ha comenzado a hacerle caras y a decirle cosas estúpidas.
(Son cosas como estas las que siempre hacen que Alec se cuestione cómo es que terminó rodeado de idiotas.)
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Lleva más tiempo de lo que es correcto (observando a Alec) recargado en el marco de la puerta que lleva a la cocina.
El golpe en su nuca lo sorprende y no tiene tiempo de gritar ese «¡OYE!» que está en la punta de su lengua porque Clary dice que «Lo estás viendo fijamente, Jace, si no fuera extrañamente adorable, sería perturbador».
Está bromeando, él lo sabe: es Clary; y Jace tiene bastante claro que no sirve de nada mentirle pero aún así musita que «No le estaba mirando» sólo por el simple hecho de llevarle la contraria.
El segundo golpe en la nuca también lo sorprende bastante (sobre todo porque viene de Izzy y ella es mucho, mucho más pequeña que él y ¿cómo lo alcanzó, en serio?).
«Claro que lo hacías»
Jace normalmente rodaría los ojos y se alejaría de ellas para volver a donde están los demás, pero en lugar de eso les saca la lengua y les recuerda lo molestas que pueden llegar a ser («Peor que una astilla en el-» «¡JACE!»).
Cuando Clary lo patea, Jace lo toma como esa clara señal divina que le indica que es hora de irse (no tiene nada que ver con que Alec se haya parado y estirado y la camiseta de Jace haya subido por su torso pero sin mostrar nada de su piel y se viera todavía holgada y Alec en serio debe de usar más seguido ropa que no es de él).
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Ni siquiera puede avanzar más allá de la entrada porque de repente su espalda está contra la puerta y los labios de Jace contra su cuello y una de sus rodillas presionada ligeramente contra su entrepierna y okay, Alec no se está quejando. Mueve sus manos hacia su cadera, delineando la piel justo por encima del borde de sus pantalones, presionando una de sus manos por encima de su riñón, haciendo que Jace se estremezca (Alec siempre tiene las manos frías).
Le baja los pantalones con todo y ropa interior de un solo movimiento, cerrando su mano en torno a su erección antes de agacharse y recorrer con su lengua uno de sus lados, introduciéndola a su boca poco a poco. Su boca se ve roja y húmeda y estirada alrededor de él y Jace no puede, la simple vista es más de lo que cree poder soportar, pero es demasiado pronto. Murmura que «no, no, no, no, no» y rodea con sus dedos una de sus muñecas, jalándolo ligeramente, indicándole que se levante. Lo besa de nuevo (porque por favor, sus labios brillan y se han vuelto de un tono más oscuro y están levemente apartados) y todo es lento, porque Jace tiene que parar un momento y dejar de pensar, así que se concentra sólo en eso, en los labios de Alec sobre los suyos, en el calor de su mano contra su cuello y la ligera presión de las uñas en su antebrazo.
Cuando menos se da cuenta, Jace le tiene sin pantalones y ropa interior, pegado a la pared, una mano en la parte de atrás de su rodilla y otra abrazándole por el torso, Alec boquea de la sorpresa y se mueve hasta estar en una posición medianamente cómoda. Alec mueve sus brazos, intentando quitarse la camiseta porque lo único que quiere es sentir la piel de Jace en contacto con la suya, pero Jace no lo deja, niega con la cabeza y susurra que «no» porque tiene sus manos ocupadas sosteniéndolo y Alec puede ver cómo sus pupilas están dilatadas, un anillo dorado apenas visible entre el blanco y el negro, y lo está viendo fijamente con algo que no puede identificar.
Jace no puede molestarse en separarse de Alec lo suficiente para ir a su cuarto por lo necesario, y está a nada de recurrir a la saliva (que es algo que odia, en serio) cuando recuerda el botecito de vaselina que, espera, aún trae en el bolsillo izquierdo (Jace odia que sus labios estén partidos y feos, no puede evitarlo; y ahora tendrá que recordar comprarse otro). Quiere reír cuando separa una de sus manos de Alec, la otra aún curvándose en sus costillas, y la lleva hacia ahí, tratando de sacarlo sin matar a Alec en el intento, porque esto es suerte, pura suerte y Jace casi da gracias a lo que sea, algún dios, la alineación de los planetas, ¿Aphrodite era la diosa del amor y esas cosas, no?
Alec sí que ríe y quiere decirle que «¿Sabes qué sirve mejor de lubricante? algo como, no sé, lubricante» pero Jace presiona la punta de sus dedos en su entrada y como que cualquier pensamiento medianamente coherente desaparece vergonzosamente rápido. No puede evitar gemir conforme empuja hasta que su nudillo golpea suavemente contra la piel y a Alec no le queda otra que tirar la cabeza hacia atrás y morder su labio (porque tienen vecinos y normalmente no le importan mucho pero están en la pura puerta y lo que menos quiere es que alguien se dé cuenta y pregunte si pasa algo (no, claro que eso no ha pasado antes, no sé de qué estás hablando) o peor, golpee en la puerta para gritarles que se callen).
Pero irse a la cama no es una opción porque Jace quiere esto, poder apreciar que Alec apenas está a su altura a pesar de que está entre sus brazos, que él es más alto y más fuerte y puede sostenerle sólo con un brazo si es necesario. Quiere tenerlo así, contra la pared, hasta que sus piernas tiemblen y no soporte más.
Introduce otro dedo, moviéndolos atrás y adelante en un ritmo que es demasiado lento para el gusto de Alec que sólo puede gruñir para protestar (porque al parecer se ha olvidado de cómo formar palabras que no sean «Jace») y mover su cadera hacia enfrente en un intento de sentir más, ya.
Y es todo lo que Jace necesita (aparte que su muñeca duele y ésta realmente no es una posición ideal y todo parece bastante más difícil de lo que se supone que tendría que ser), como usa su mano para guiarse y lo siguiente que puede sentir es el calor que le envuelve y Jace cree que nunca se podrá acostumbrar a eso, a Alec y esos ruidos en la parte de atrás de su garganta que hace, Alec con su frente perlada en sudor, Alec con su letanía de Jacejacejace, Alec con su boca roja y mejillas sonrosadas. Se mueve hasta encontrar un ritmo constante, recargando su frente en el hombro de Alec, y pronto no es suficiente, empuja cada vez más rápido y profundo, cambiando el ángulo hasta que Alec muerde fuerte su clavícula cuando Jace encuentra su próstata; Alec se toca, un giro de su muñeca y la presión adecuada y es todo lo que necesita; su visión se vuelve borrosa y es como si todos los huesos hubieran desaparecido de su cuerpo y ¿todos esas formas clichés de describir un orgasmo? así se siente. Y para Jace es demasiado, sentir cómo Alec es cada vez más estrecho a su alrededor y cómo sus uñas se clavan en su espalda y cómo sonríe contra su cuello y el calor. Se corre sofocando el gemido en el cuello de Alec, succionando ese punto en su garganta donde se siente su pulso corriendo desbocado, aún moviéndose aunque su cadera duela, sus piernas parezcan no soportar más y pareciera que todo el oxígeno ha desaparecido de la habitación.
Por un momento Jace cree que en serio colapsará, pero lo ignora, quedándose así hasta que deja de parecer que sus pulmones están ardiendo y Alec parece respirar con normalidad. Camina como puede hacia el sillón, con Alec aún entre sus brazos, tirándolo sobre él sin miramientos para luego colapsar a su lado.
Se arrepentirán mañana de esto, probablemente, cuando a Alec le esté matando el dolor de espalda y Jace no pueda ni levantarse de la cama, pero no les importa.
(Y si antes de quedarse dormidos escuchan que alguien golpea la puerta y grita que «¡¿De nuevo? ¡¿en serio?» (Jace debe resistir el gritar que la vez anterior había sido en el piso, frente a la puerta, pero no cree que su vecino aprecie tanto esa información como debería), hacen como que no pasó.)
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Son pasadas las dos de la tarde cuando Jace le habla a Clary; ella contesta y Jace ni siquiera deja que hable, simplemente le dice «¡Clary! ¿te he mencionado que eres mi favorita?»
Clary rueda los ojos, contestando «No, no voy a llevarles comida»
(Lo termina haciendo, pero si olvida llevar suficiente para Jace, bueno, él no puede culparla.)
