Estaba molesto. No. Eso era decir muy poco, él estaba furioso, no debías ser un genio para notar que estaba fuera de sí haciéndole perder su calma habitual, era la primera vez que me gritaba y vaya que yo le había dado razones para que en suficientes ocasiones me gritara porque la mayor parte de mi tiempo suelo estarlo molestarlo, pero siempre lograba mantener esa maldita calma consigo.
Pero yo no estaba en mejor forma también estaba molesta, solo me hizo perder la compostura cuando lo escuché levantarme la voz, pero mi enojó regreso. Él lo vio, pero eso lo hizo enfurecer aun más, tenía lagrimas en los ojos, lo que me hizo comprender que lo que estaba viendo ahora era todavía una versión contenida de él enojado.
Aún teniendo apretada la mandíbula y tomando aire pesadamente lo ví organizar las palabras en su cabeza.
-¡Vas a aceptar mí ayuda, y lo harás sin protestar!- trate de acercarme para golpearlo. Pero él extendió su brazo hacía mi marcha, haciendo que me detenga. -¡Vas a aceptar mí ayuda, quieras o no!. ¡Porque no quiero sentir nunca más, que no me necesitas!. -Eso calmo mi enojo por completo y aparentemente a él también, porque se calmó y caminó hacia mí y me abrazo. -Déjame ser él hombre en el que puedas confiar. -Eso me derrumbó por completo.
