La historia no me pertenece. Pertenece a J.K Rowling.

Explicación: Cedric Diggory no murió en el cementerio. Ni siquiera alcanzó a tocar la copa pues Harry Potter había sido más rápido. Habían pasado dos años desde esos eventos, el regreso de Voldemort era innegable y ascendía en el poder; el Trío Dorado tienen la misión de encontrar los horrocruxes y destruirlos.


Cedric se encontraba en la sala de su casa mientras esperaba la llegada de Rufus Scrimgeour, el Ministro de Magía, pues le había enviado una lechuza avisándole que lo visitaría en unas cuantas horas.

Cuando el Ministro llego a su casa, le explicó que en el testamento de Dumbledore (quien había muerto unas semanas atrás, asesinado por Severus Snape) aparecía como heredero y le entregó un reloj de arena mediano, un nuevo libro de recopilación de cuentos infantiles llamado "Los Cuento de Beedle y el Bardo" y un sobre sellado con el emblema de Hogwarts.

-"A mi buen amigo Cedric Diggory le dejo mi reloj de arena favorito, esperando que me recuerde y que encuentre en él, el camino a su hogar. Una copia nueva de "Los Cuentos de Beedle y el Bardo" que esperó le ayuden a conciliar los sueños cada noche. Finalmente, le dejó una carta como despedida". – Leyó el Ministro la parte del testamento que lo mencionaba.

El hombre espero que el chico abriera la carta para leerla y enterarse de su contenido pero Cedric la guardó entre las páginas del libro y le agradeció al Ministro de Magia por tomarse el tiempo de ir hasta su casa a llevarle lo que ahora le pertenecía.

Cuando el Ministro se retiró de su casa, el joven cerró las ventanas y las cortinas con un movimiento de varita y sacó la carta:

"Mi querido amigo Cedric:

Si estás leyendo esto, significa que estoy muerto. No te pongas triste, sabemos que esto algún día tendría que pasar, soy un hombre viejo y como he mencionado alguna vez: Para una mente bien preparada, la muerte no es más que la siguiente gran aventura.

Quiero agradecerte la paciencia que has tenido estos últimos años. Todos mis amigos y yo te agradecemos que sigas siendo nuestro gran amigo.

Ahora bien, sé que aun extrañas a tus padres. Todos los hemos extrañado... Te recomiendo que vayas a visitar la casa en la que creció tu padre, aquella que está en ese pueblecito del que nos había hablado alguna vez. Deberías mudarte lo antes posible, tus heridas deben sanar y ese lugar te ayudara. Además, nuestros amigos te lo agradecerán, pues ¡les encantaría conocerlo!

Ten cuidado en tu camino, uno nunca sabe qué tipo de criaturas se podrán encontrar. Debes estar alerta a todo, Cedric.

Por favor, nunca dejes de luchar por tus ideales al igual que tus padres y yo. Se muy fuerte como lo has sido siempre y no dejes de estudiar: es importante mantenerse educado pues nunca sabes cuándo podrás necesitar una nueva poción o un nuevo hechizo. Me encantaría que usaras el reloj que te he dejado, es verdad que te hará sentir como en casa.

Te deseo lo mejor mi buen amigo, te lo mereces. ¡Busca tu felicidad!

Atte.

Tu buen amigo Albus Dumbledore.

Cedric leyó tantas veces la carta que ya la repetía de memoria, sabía que la carta estaba escrita de esa forma por si algún intruso intentaba leerla. Después de unas horas de pensar, lo entendió todo.

El viejo profesor le estaba pidiendo que se mudara la casa de la infancia de su padre para convertirlo en un cuartel para la Orden del Fénix, o bien, una casa de seguridad. Tomó el reloj y lo inspeccionó con sus manos, y al pasar los dedos por la parte de abajo, se abrió una pequeña puerta. Cedric metió uno de sus dedos y encontró una notita con unos números anotados. Una voz en su mente le dio la respuesta - "coordenadas".

Al día siguiente Cedric se encontraba ya en el aeropuerto de Londres, decidió viajar al modo muggle, así no sería detectado por el Ministerio de Magia. Subió a su avión y recordó lo sucedido durante los dos últimos años... Cuando se graduó de Hogwarts, después del Torneo de los Tres Magos, se enteraron por Harry Potter que Voldemort había vuelto.

Pronto Dumbledore reunió a los magos y brujas con quienes tenía amistad y consideraba leales para unir a la Orden del Fénix. Sus padres aceptaron formar parte de la Orden y Cedric se unió también; sin embargo, su participación durante esos años había sido casi nula: no le permitían ir a ninguna misión, ni a los pequeños enfrentamientos que se habían suscitado. "Tengo otros planes para ti, Cedric. Necesitó que estés vivo para entonces" le había dicho Dumbledore cuando al fin el chico le reclamó su participación inexistente.

Al año siguiente, sus padres habían sido asesinados en manos de mortifagos. El dolor que le causó haberlos perdido seguía dentro, aún no había acabado su luto después de un año. Se había vuelto serio, triste y se alejó de todos, quizás la única persona con la que hablaba era Dumbledore. Enterarse de la muerte del director, terminó por derrumbarlo.

Estuvo dormido todo el viaje y fue despertado por la aeromoza. Había llegado a su destino.

6 meses después

Cedric se encontraba sentado en el porche de su nueva casa. Veía hacía el bosque, todo era tan verde en ese lugar. Estaba cómodo ahí, el único sonido que podía escuchar eran los propios del bosque que lo arrullaban cada noche. Su casa le gustaba, era más grande que su casa anterior, sus paredes interiores eran blancas y, aunque estaba decorada con muebles antiguos, le agradaba como lucía. Trató de hacerla más a su hogar, agregó fotografías de su familia y amigos y compró velas, adornos y cambió las cortinas por unas oscuras. La casa tenía 5 habitaciones y 2 baños y él sólo entraba a su cuarto y a un baño, los otros no los había revisado. La casa también tenía un garaje, donde guardaba el auto que recientemente había comprado.

El porche era espacioso y tenía una banca mecedora en la que solía sentarse a leer o fumar o, ambas. Sacó un cigarrillo, lo metió en sus labios y lo encendió con magia. Cuando se empezó a relajar escuchó un ruido cercano al bosque, tomó su varita en forma de defensa debatiéndose entre si debía ir o no... Su casa estaba protegida por encantamientos de defensa por lo que nadie podría encontrarlo pero, algo le decía que debía entrar al bosque.

Caminó con rapidez, escuchó a personas hablar muy rápido y un hombre que gritó de dolor, por lo que Cedric corrió preocupado, tratando de guiarse por las voces. Al llegar vio a una mujer y un hombre hincados a un lado de otro hombre que gemía en el pasto. Al acercarse, reconoció a las personas que estaban ahí. Harry Potter, Hermione Granger y Ron Weasley.

-Harry, ya no tengo más Esencia de Díctamo. ¡No sé qué hacer!

Ron gemía de dolor y Cedric notó que Ron sangraba de su brazo.

-¿Qué sucedió? – Dijo Cedric.

Hermione y Harry se levantaron en guardia rápidamente, con sus varitas apuntando hacía Cedric. El chico levantó sus manos en señal de paz.

-Soy Cedric Diggory. Dumbledore mencionó que vendrían – Harry y Hermione bajaron las varitas y volvieron a tratar de ayudar a Ron. – La casa está cerca, llevémoslo allá. Ahí tengo lo necesario para sanarlo. –

Hermione movió su varita e hizo levitar a Ron. Siguieron a Cedric por el camino boscoso y llegaron a su casa. Entraron rápidamente, recostaron a Ron en un sillón.

-Accio esencia de díctamo. – Un pequeño frasco con un líquido marrón llegó a sus manos. Unas cuantas gotas bastaron para que el brazo de Ron se empezara a curar y se quedara dormido.

- ¿Qué sucedió? – Preguntó nuevamente Cedric.

Hermione estaba a un lado de Ron, lo miraba muy concentrada y con extrema preocupación. Harry volteó a verlo y empezó hablar.

-Estábamos en el bosque de Dean. Por alguna razón, los encantamientos protectores no funcionaron o no sé que diablos paso, pero fuimos atacados por mortifagos. Apenas logramos huir, Hermione nos salvo. Nos tomó a ambos y aparecimos aquí. Pero algo salió mal y Ron sufrió una despartición . – Cedric asintió, haciéndole ver a Harry que había entendido todo.

-¿Cómo llegaron aquí? Es decir, ¿cómo supieron de esté lugar? – No pudo evitar preguntar, se supone que su casa sería un lugar ocultó para todos. La chica se levantó y por primera vez pudo ver sus ojos avellana con restos de lágrimas, su pequeña nariz y sus mejillas estaban enrojecidas por llorar.

-Dumbledore me habló de este bosque. No me dijo que viniera aquí en caso de problemas pero... Una tarde que me llamo a su oficina me empezó a contar sobre este lugar, me mostró fotos y me dijo que un amigo tenía su casa en medio del bosque. En ese momento, me pareció un poco absurdo que me hablara de eso pero hoy fue el primer lugar en el que pensé... me di cuenta que me hablo de este lugar para que lo tuviera en mi mente en caso de que lo necesitara. – Cedric asintió. Le parecía un poco extraño estar hablando con sus ex compañeros de Colegio, debido a que no solía hablar con muchas personas.

- Ron necesitara descansar, llevémoslo a una de las habitaciones. – Levitaron a Ron hasta el segundo piso y Cedric abrió la puerta de una de las habitaciones a las que nunca había entrado. El lugar olía a humedad y, después de dejar a Ron en la cama, dio una vuelta sobre sí mismo para ver el lugar. Se dio cuenta de inmediato que esa habitación le había pertenecido a su padre... Su corazón se encogió y sintió como si le hubieran dado un golpe en el estómago, sus ojos se llenaron de lágrimas por lo que salió avergonzado del lugar. Harry le siguió.

-¿Tú que haces aquí? – Preguntó Harry.

- Aquí vivo. – Dijo Cedric, siendo muy serio con él – Ahora es mi casa. Fue donde mi padre vivió antes de que su familia se mudara a Londres. –

-Ah. Bueno. Quiero pedirte un favor, Cedric. Necesito que nos permitas quedarnos aquí por un tiempo, en lo que decidimos que hacer y a dónde debemos dirigirnos. –

- ¿A dónde dirigirse? - Preguntó Cedric muy confundido.

- Si, verás, Dumbledore me dejo una misión muy específica y muy secreta, pero aún no tengo pistas ni idea de a dónde debemos ir. - Dijo Harry.

- No te preocupes. Pueden quedarse aquí el tiempo que quieran. Esta es mi misión, Dumbledore quería que viniera aquí y les permitiera quedarse a ustedes y a los demás de la Orden. – Harry le tocó un hombro agradecido y volvió a la habitación con Ron.

A Cedric le había quedado claro que no debía preguntar sobre la misión del trío de amigos, bajo las escaleras y se dirigió a la cocina. Con la varita sacó varias cosas del refrigerador y empezó a preparar unos cuantos sándwiches para los chicos. Al fin se sentía útil para la Orden, lo que siempre había querido. Ojala sus padres estuvieran ahí con él... Terminó con los sándwiches y los subió en una bandeja, entró a la habitación donde se encontraba Harry y sus amigos.

-Prepare unos sándwiches, por si estaban hambrientos.-

-Gracias Cedric, es muy amable de tu parte – Dijo Hermione, levantándose del pequeño sillón que había movido para sentarse a un lado de Ron y tomando un sándwich.

-De nada. – Cedric quiso decirles que se fueran a dormir, que no había nada que hacer por Ron, él iba a estar a bien y sólo necesitaba descansar pero entendió que sus amigos no se querrían separar de él. Se sintió completamente fuera de lugar y decidió irse a dormir – Buenas noches. – Se despidió y se dirigió a su habitación. Cerró la puerta y se aventó a su cama, sintiéndose completamente agotado por lo que se quedó dormido inmediatamente.