La vida me ha llevado a oír y a oler, sí leyeron bien oler, desde mi infancia había desarrollado el sentido muy bien podría oler mi comida favorita estando en mi cuarto y el puesto de comida a 500 m, pero no solo eso también mi sentido del oído se desarrolló de manera peculiar podría escuchar todo lo que se encontraba a mi alrededor, aunque a veces me doliera la cabeza, y si me concentraba podía decir que es cada uno y podría decir donde, quien y como era y mientras más crecía el don se hacía más amplio, llegue a sentir olores que nadie más podía y uno de esos era el olor a muerte, el olor a putrefacto, como era una pequeña de ocho años aún no entendía aquello, pensaba que se trataba de un bote de basura que tendría desechos en descomposición, pero entonces entendí de lo que se trataba, un día desperté el olor no me dejaba dormir revise por toda la casa buscando de dónde provenía, se sentía tan cerca y mal que tuve que incluso taparme la nariz, hasta que lo encontré, estaba frente el cuarto de mis padres, entre y empecé a oler hasta que llegue a mi madre, se me hizo extraño pero aun así no dije nada y regrese al cuarto.

En la mañana me despedí de mi madre, mi padre me llevaría a la escuela de camino al trabajo, ellos sabían perfectamente sobre mis peculiaridades así que no dude en decirle, él me dijo que pude haber olido mal y que el olor venia de otra fuente y que no me preocupara, admiraba a mi padre él era un detective en la estación de policía, así que le creí, a veces me llevaba a su trabajo y veía las cosas increíbles que hacia pero ese día no fue uno de esos, en la escuela me molestaban y me decían "perro" solo porque una vez les mostré a mis compañeros mi habilidad, desde entonces no quería ir, pero mi padre siempre me alentaba y me decía que soy especial y que como yo, había otras personas con deferentes habilidades.

Esa tarde de regreso a casa escuchaba como alguien lloraba, tenía la misma voz de mi padre así que lo seguí, hasta que llegue a mi casa y frente la puerta mi padre, lo único que supe ese día es que mi madre había sido víctima de un intento de violación y durante el acto la asesinaron, mientras le llevaba comida a mi padre a su trabajo, mi padre lloraba y me pedía perdón por no creerme, luego de un tiempo entendí a lo que se refería mi padre, ese olor avisaba cuando algo malo iba a suceder, ese día nos la pasamos llorando, pero luego de un tiempo por fin pudimos superarlo aunque mi padre buscaba quien fue el culpable.

Pasaron los años y mi padre aun trabajaba de detective, era uno de los más populares de la zona por resolver varios casos, y ya tenía 12 años cuando volvió a suceder lo que más temía, le rogué a mi padre ese día que no vaya al trabajo y por más que le explique que su esencia había cambiado fue a trabajar.

Ese día le seguí hasta la estación ya me conocían por ir varias veces, por lo que me dejaron entrar y pedí al amigo de mi padre que no le diga que me encuentro aquí para luego esconderme, y ahí lo vi sentado en su escritorio pero luego una llamada fue el motivo para que mi padre saliera, podría estar a una distancia pero gracias a mis oídos podía escuchar a la perfección los detalles del caso, se dirigían cerca de los desechos de carga cerca del puerto, por lo que me adelante pero luego de esperar por varios minutos mi padre nunca llego, regrese a la estación y allí me digieren la terrible noticia que mi padre había sido víctima de una emboscada en la autopista, la única persona que me quedaba se fue, desde ese día me quede sola con mis abuelos y he estado estudiando y trabajando para salir adelante y en mis tiempos libres tomaba clases de defensa personal sobre todo porque solo éramos mis abuelos y yo.

Yo soy Haru Reika y ya tengo 24 años y hoy por fin entro a trabajar luego de estar 3 meses encerrada en la academia, sí, me convertí en lo que era mi padre tal vez aun no soy detective pero soy un policía.

Entro a la estación y por lo que veo casi nada a cambiado, sí fue una gran coincidencia que me hayan puesto en la misma estación que mi padre.

-¿Reika-san? En verdad eres tu.- miro y es el amigo de mi padre.

-Hola Nakamura-san, cuanto tiempo.- le digo con una sonrisa, era el mejor amigo de mi padre y sabia sobre mis habilidades.

-Nunca pensé que te convertirías en policía, vaya serás de gran ayuda aquí.

Y así es como empieza mi nueva vida o al menos eso es lo que digo, me prometí que ayudaría a todas aquellas personas que lo necesiten y tener por lo menos una vida estable.