- Hasta el final de los tiempos -
¿Es posible pensar que el amor es para siempre? En realidad, las palabras y los pensamientos elaborados rondaron por su cabeza siempre. Hasta el último de los días mientras miraba el cielo más gris de lo usual.
Y las estrellas titilaban.
En realidad, el dolor no lo era todo. Lo que le sobrecogía era recordar la mirada indiferente de los ojos cerúleos de su otro yo.
Kanon. Mil veces kanon.
Los minutos, los segundos, por un momento parecieron ser horas y entonces… recordó ese lugar. La casita en el bosque, las vacaciones humedad y el aroma terroso que se combinaba a la perfección con el de los pinos.
Y los gritos de Kanon cuando se raspaba las rodillas. O cuando le espantaba una ardilla.
Así era de ingenuo, así era de puro. ¿entonces por qué tanta maldad?
No, no era Kanon, era él el que, con sus palabras mal dichas, mal empleadas habían hecho que un corazón noble diera media vuelta. Él era que estaba embrutecido de poder. Y hubiera sonreído.
Ahora, ¿Qué será de ese lugar? El que era el lugar de ambos.
¿Kanon lo encontraría?
¿kanon lo podría recordar?
No, la respuesta era obvia. Hay acciones que ni con la muerte de reparan, y el arrepentimiento infinito no llega al momento del perdón.
Aún si todo ese odio, en realidad era amor. Porque si, lo amaba. Como hermano, como persona, como Kanon.. como su otro yo. Y Así había terminado, haciéndole caer, en lugar de tenderle la mano.
Y por eso se merecía el castigo de morir entre la calidez de un baño de sangre, sangre tibia que era similar a la de su hermano.
¿Y si hubiera aceptado que lo amaba? ¿Y si hubieran huido juntos? ¿Y si sólo hubiera tomado su mano y entrelazado sus dedos y al final admitido lo que sentía?
No, eso no lo hace un caballero. Eso no lo hacen los hermanos… Eso es imposible
Jamás habría una razón lo suficientemente buena para que la felicidad les alcanzara. Porque era mejor vivir intentando ser lo que no se puede que ir contra un destino maldito.
Y sólo convenciéndose de que era imposible, la zozobra por el quizá" era llevadera. Porque, su hermano al final, no era como él. Y no lo amaba~ y
Entonces ¿el castigo fue encerrarlo?
Y de nuevo, quiso sonreír. Era un verdadero maldito. Era el mal, Él lo era, sobre todo porque era débil y… había estado dispuesto a hacer cuando fuera necesario para llevar a cabo sus acciones.
Acciones que sólo a él le importaban y acciones que solo encubrían lo que en verdad deseaba.
Lo imposible.
A él.
¿Podía cerrar los ojos y sólo pensar en el pasado? Llevar las imágenes a aquel jardín, donde había polvo.
Al lugar donde el filo de puerta era blanco y estaba mal pintado. Ese lugar donde pasaban las primaveras unas tras otras y parecía que sólo ellos dos existían. Donde no existía otra cosa más que los juegos entre ellos.
Podría tomar su mano, entre las alucinaciones de los últimos momentos. Antes de partir.
Antes de que el aire se agotara y ser solo polvo.
Kanon, en verdad te amo.
