DISCLAIMER: Los personajes le pertenecen a la eterna leyenda de JK (excepto los que no reconozcan) yo solo juego con ellos y yap. No obtengo ningún beneficio más que divertirme un rato.
Este fic ha sido creado para los "Desafíos" del foro "La Noble y Ancestral Casa de los Black"
COMPASIÓN
Lo miraba desde la lejanía, por Merlín! Podía sentir mi corazón rompiéndose en pedazos cada vez que lo veía pasar a mi lado con tanta indiferencia en sus ojos.
Ahí estaba, con sus insulsos amigos de Slytherin ¿cuándo había dejado de hablarle? Ya ni siquiera recordaba, creo que fue aquel 2 de septiembre en que lo nombraron en la casa de las serpientes, tenía tan solo 11 años y ya había decidido unirse al lado oscuro, como lo compadecía
Lo compadecía porque no tenía amigos tan buenos como yo, lo compadecía porque debía volver a casa cada navidad a escuchar los sermones de mi madre, lo compadecía porque debía ir a aquellas fiestas de gala que no tenían ningún sentido y, sobretodo, lo compadecía porque era un Black exactamente igual a los demás.
Extrañaba a mi hermano, de verdad lo hacía, en su primer año traté de hablarle en algunas ocasiones mas no quiso escucharme, James repetía que eran seguras órdenes de mi familia y que debía entenderle; aquellas vacaciones ni siquiera me habló y yo entendí que lo había perdido.
Nunca dejé de cuidarlo, podía ser un adorador de magia oscura, pero jamás dejaría de ser el pequeño mocoso que se metía en mi cama cuando la luz desaparecía de la casa, tal vez ya no lo quería... No podía después de todas las cosas horribles que había hecho pero sí sentía compasión por él y buscaba ayudarlo a pesar de todo.
Aquel año sería incluso más difícil que los anteriores sabía que pronto mis padres se acercarían a mí en busca de una respuesta. Voldemort (no, Sirius Black no teme a nada y menos a un ridículo nombre) había mandado a uno de sus seguidores hace poco a Grimmauld Place para saber en qué momento me enlistaría en sus filas. La educación siempre ha sido muy importante para mis padres por lo que acordaron que en cuanto acabáramos Hogwarts ambos nos uniríamos a él.
Regulus estaba más que entusiasmado con la idea, o al menos eso creía yo hasta aquel día, casi dos semanas después de esa visita, en que llorando se coló debajo de mis sábanas como hace mucho no lo hacía.
Sorprendido me incorporé de inmediato y lo miré interrogante mientras él solo escondía su rostro entre sus palmas y reposaba los codos en las rodillas.
-Tengo miedo Sirius –dijo cuando pudo calmar su llanto, lo miré incrédulo, los Black jamás temíamos a nada, de eso estaba seguro -¿Cómo puedes estar tan tranquilo?
-No tengo nada que ocultar –respondí tranquilamente aunque el corazón latía en mi garganta desesperado por salir de mi cuerpo, hace tanto que no hablaba con él y este era precisamente el tema que hubiera preferido evitar.
-Yo tampoco –dijo orgullosamente y la compasión volvió a recorrer mi cuerpo –Es solo que... No estoy seguro de nada ya –
-¿Después de todo lo que haz hecho Regulus? –
-¿Te refieres al ataque a Marjorie Else? –preguntó, Marjorie era una hija de muggles, aunque en realidad era huérfana, la directora de aquel orfanato donde se encontraba era amiga de la infancia de Dumbledore y a penas la pequeña había mostrado indicios de magia ella lo había llamado.
Había entrado a primer curso y todos los Slytherin, incluyendo a Regulus la habían sometido a duelos en los pasillos y bromas casi asesinas.
-Vi cuando la hechizabas Regulus –él se encongió de hombros
-¿Y qué esperas que hiciera? Madre y padre esperan que sea todo lo que tú no pudiste ser, esperan tanto de mi Sirius –una lágrima volvió a escapar por su mejilla y no pude evitar sentirme culpable ante aquella escena.
-Deberías preocuparte de lo que tú esperas de ti mismo. Das lástima Regulus –dije por fin mirándolo a los ojos –Esperando que Madre y Padre te aprueben sin siquiera mirarte con valor al espejo, sin reconocer tu reflejo y todos los errores que ese lleva... Sin siquiera aprobarte a ti mismo –tenía el pulso acelerado cuando terminé de hablar, los puños apretados con los nudillos blancos y entonces detuve el tropel de palabras que salía de mi boca; me fijé en sus ojos cristalinos y entonces recordé otra frase que James siempre me dedicaba "Podrás ser muchas cosas Canuto, pero sutil y prudente nunca serán tus palabras" y ahí estaba yo, demostrando que jamás sabría decir lo que pasaba por mi mente ni encontrar las palabras adecuadas.
-Sabes qué? –dijo levantándose de la cama –Ni siquiera sé para qué vine a buscarte, ¿lástima? No Sirius tú das lástima, siempre encerrado en esa fortaleza que no te atreves a dejar por miedo a ser débil, no sé como puedes ser un Gryffindor siendo tan cobarde –como todo un Black se marchó con la frente en alto y azotó la puerta de mi habitación.
La oscuridad envolvió el cuarto y el silencio que Regulus había dejado atrás me hizo pensar en la delicada línea que existía entre la compasión y la lástima.
Sí, yo podía sentir compasión por él; pues desearía haber hecho un mejor papel en su vida en lugar de concentrarme en romper reglas en la mía y hubiera cambiado aquel momento en que las palabras que elegí no fueron las correctas pero Regulus, él siempre sentiría lástima por mí, aquel sentimiento lejano, austero y altanero, sagaz y libre de cualquier sentimiento que no fuera rencor.
Porque la compasión aunque no lo quisiera admitir, sí guardaba un poco de cariño.
